|
SINOPSIS
El joven Mitch perdió a sus padres en un accidente de tráfico y despues a su novia en un ataque terrorista. Ahora busca venganza cuando es reclutado por un alto mando de la CIA, como un recluta tapado...
INTÉRPRETES
TAYLOR KITSCH, DYLAN O'BRIEN, SCOTT ADKINS, MICHAEL KEATON, SANAA LATHAN, KAMIL LEMIESZEWSKI, DAVID SUCHET, SHIVA NEGAR, GÖKSUN ÇAM, NAVID NEGAHBAN, KIERA BELL, SYDNEY WHITE, EVIE WRAY, TREVOR WHITE, JOSEPH LONG
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CRITICA
VIDEO ENTREVISTAS
PREMIERE
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
ACERCA DE LA PELÍCULA...
Basada en la serie de libros de descomunal éxito de ventas del difunto Vince Flynn, AMERICAN ASSASSIN presenta a los espectadores a uno de los héroes que trabaja en las sombras más populares de la ficción contemporánea: el superagente de la CIA Mitch Rapp. Un inesperado estallido de violencia echa por tierra el prometedor futuro de Rapp y sirve para poner en marcha su carrera como guerrero clandestino en primera línea de la era del terror. Ahora deberá descubrir cómo convertir la furia que lo consume en el motor que lo lleva a dar caza a aquellos que podrían destruir los sueños de otras personas, en un mundo en el que la claridad no es fácil de alcanzar.
La historia arranca a toda velocidad, con una sucesión de secuencias de acción trepidante que no dejan de superarse una tras otra, que se ha encargado de hacer realidad un equipo de cineastas que conocen bien el terreno en el que se mueven: el director Michael Cuesta (“Homeland”), los guionistas Stephen Schiff (“The Americans”), Michael Finch (“La conspiración de noviembre”), Edward Zwick & Marshall Herskovitz (“El último samurái”, “Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás”) y los productores Lorenzo di Bonaventura (“Salt”, “RED”) y Nick Wechsler (“La carretera (The Road)”, “Under The Skin”). Cuesta ha creado una película que es un duro pero apasionante viaje transcontinental que pasa por Washington, D.C., Estambul, Roma y la cubierta de un portaaviones estadounidense... y se sumerge de lleno en las zonas grises morales del mundo moderno del año 2017.
Cuesta explica: “Esta es la historia de origen de Mitch Rapp, sobre cómo se transforma de un hombre en busca de venganza personal a un profesional que opera con un intenso sentido de la justicia. Estoy entusiasmado de ofrecer a los fans de los libros y a todos los demás la oportunidad de ver a Dylan O’Brien convertirse en Mitch. Dylan tiene un atractivo muy contemporáneo como estrella de acción para este milenio, y creo que a los espectadores les va a encantar su interacción con Michael Keaton, que clava su interpretación de la imagen de tipo duro de Hurley, como un John Wayne del siglo XXI”.
En palabras de la viuda de Vince Flynn, Lysa, ver la obra de su marido cobrar por fin vida en la gran pantalla resultó profundamente conmovedor, y comenta sobre la experiencia: “Después de ver la película, no podía sentirme más entusiasmada y en paz sabiendo que Vince puede sentirse sumamente orgulloso y honrado. La integridad de los personajes se ha trasladado perfectamente del libro a la pantalla”.
VINCE FLYNN DA EL SALTO A LA GRAN PANTALLA...
Lo que Tom Clancy supuso para el thriller de espionaje de la década de 1980 (moldeando la materia prima que le proporcionaba la Guerra Fría y los recovecos más oscuros de las operaciones estadounidenses de espionaje para crear historias tremendamente amenas) fue en lo que se convirtió Vince Flynn para el nuevo milenio. A medida que el mundo cambiaba tras el 11 de septiembre a un vertiginoso laberinto de peligros que eran casi imposibles de prever, Flynn cambió con él la novela de espionaje. Se alejó de la era de los estilizados tecno-thrillers entre los dos grandes bloques para sumirse en un nuevo mundo de intensas amenazas espontáneas que pueden proceder de cualquier parte. Vio pronto que el ascenso global del terrorismo contra civiles suponía que la CIA necesitaría un nuevo tipo de recluta. Con terroristas procedentes de lugares y entornos muy distintos, las agencias de inteligencia pondrían especial importancia en espías capaces de meterse en las oscuras mentes de aquellos motivados no tanto por objetivos políticos como por arrasar el mundo con su furia.
Por eso creó la apasionante serie de novelas de Mitch Rapp, centrada en las implacables habilidades de un hombre, un individuo que utiliza su rabia, su idealismo, su orgullo y su ponzoña sumamente personal para pagar con la misma moneda a las amenazas moralmente desarraigadas y vengativas que definen cada vez más los tiempos que corren.
Flynn introdujo inicialmente a Rapp en 1999. Ya era un veterano de la CIA que reservaban para las misiones más peliagudas en “Transfer of Power”, en la que un ataque terrorista convierte la Casa Blanca en una situación con rehenes, a la que envían a Rapp como comando a la desesperada para tratar de salvar al mismísimo gobierno estadounidense que tanto le exaspera. Se convirtió en un éxito al instante, alabado por Publisher’s Weekly por ofrecer “intriga continua”. El libro se convirtió entonces en el punto de partida de una serie de novelas publicadas en rápida sucesión, que abarcan 13 entregas de Mitch Rapp escritas por Flynn, así como otras más escritas posteriormente por Kyle Mills, que fue elegido para continuar la saga tras la prematura muerte de Flynn.
Flynn no tardaría en acumular la aprobación de miembros reales de la comunidad de inteligencia pasmados por la precisión milimétrica de sus novelas. Escribía con un conocimiento de experto sobre cómo funcionan las agencias del gobierno, cómo se desarrollan las operaciones encubiertas, además de cómo las luchas políticas internas de Washington y las maquinaciones de las potencias mundiales pueden generar una densa niebla en torno a la lucha para mantener a salvo a los norteamericanos.
La serie de Rapp consiguió fans de toda clase y condición, desde políticos de Washington a jefes de estado extranjeros, desde Bill Clinton a George W. Bush o el rey Abdalá II de Jordania, y sobre todo entre las tropas estadounidenses que servían en el extranjero, donde se dice que las literas de los barracones están abarrotadas de sus ediciones en tapa blanda. Todos sus libros figuraron en la lista de los más vendidos del New York Times, con más de 12,5 millones de ejemplares de las novelas de Rapp vendidas en Estados Unidos, además de distribuirse internacionalmente en otros 20 mercados más.
En 2010, Flynn respondió a las súplicas de sus fans de pulsar el botón de rebobinado y ofreció por fin a sus lectores la historia que querían: los orígenes de Rapp, que exploraban cómo un chico solitario, emocionalmente deshecho y recién salido de la universidad se convirtió en la peor pesadilla de todo terrorista. Ese libro fue “American Assassin”, y se convertiría en su novela más querida y más alabada por la crítica, en la que se recogía el atormentado pasado de Rapp, su amor perdido, el dolor que lo impulsó y su reclutamiento por parte de un programa secreto del gobierno para formar agentes que operaran fuera de las reglas convencionales. Publisher’s Weekly comentó en esta ocasión: “Flynn ofrece su habitual thriller internacional explosivo pero, al darnos el origen de Rapp, lo dota de mayor profundidad y corazón”.
Trágicamente, en 2013, Vince Flynn falleció a la edad de 46 años a causa de un cáncer de próstata. Pero antes de su muerte, llegó a un acuerdo con di Bonaventura y Wechsler para llevar el estilo de espionaje del nuevo milenio de Rapp a los espectadores actuales. Flynn continuó escribiendo mientras luchaba contra el cáncer, manteniendo su dedicación a los millones de leales fans de Mitch Rapp. Igualmente, tras el fallecimiento de Flynn, di Bonaventura y Wechsler siguieron tan comprometidos como siempre a trasladar la historia de Rapp a la gran pantalla. Estaba claro que AMERICAN ASSASSIN tenía que ser la primera historia que adaptaran.
“AMERICAN ASSASSIN es la precuela de toda la serie, así que era una forma estupenda de ofrecer la historia del origen de Mitch a los espectadores de cine, ya fueran fans de los libros o gente que acabe de descubrir la serie”, opina di Bonaventura. “Al empezar con Mitch de joven, en la veintena, en lugar de con el veterano curtido en el que se acaba convirtiendo, hay ocasión de ver cómo fue adquiriendo el personaje su presencia”.
Di Bonaventura prosigue: “En el fondo, se trata de una historia sobre cómo alguien se convierte en un héroe. Eso es algo en lo que Vince Flynn destacaba. Quería llevar a los lectores no solo al mundo físico de los agentes de inteligencia de la actualidad, sino también al mundo emocional de esos hombres y mujeres que se sienten impulsados a proteger al resto de nosotros, para explorar por qué algunos están dispuestos a realizar cualquier sacrificio que sea necesario, pese a que tal vez nadie llegue a saber nunca lo que han hecho para mantenernos a salvo. Y eso es lo que hace AMERICAN ASSASSIN”.
Los productores ficharon a un equipo de primera encabezado por Stephen Schiff, conocido por su labor en la premiada serie de televisión sobre espías soviéticos “The Americans”, para que adaptara la historia a la pantalla. Se decidió trasladar los orígenes de Rapp al presente para que reflejara la pasión de Flynn por la actualidad del momento en un mundo que no deja de cambiar a cada instante. También se puso mayor énfasis en el nuevo personaje de Fantasma como villano de la historia, un personaje que refleja lo nebuloso que puede resultar el terrorismo global en la actualidad, ya que puede proceder de las personas y los lugares más insospechados, y al mismo tiempo también sirve como contrapunto oscuro de Rapp, mientras este define su personalidad. Se realizaron otros cambios para optimizar el ritmo y la intensidad visual en un intervalo de 2 horas, pero desde el primer día el punto de partida fue mantenerse fiel al espíritu de la creación de Flynn.
Michael Keaton se sintió atraído por una mezcla de elementos que son muy de 2017, pero con el punto de vista característico de Flynn sobre el espionaje moderno. “El guion hacía verdaderos cambios con respecto al libro, pero me pareció que mantenía la esencia de lo que Vince trataba de contar, a la vez que complicaba las cosas moral y globalmente de una forma muy interesante”, opina.
Para Nick Wechsler, trasladar la historia al momento actual era algo que encajaba perfectamente con la obra de Flynn. “Lo que más me atraía de toda la serie de Mitch Rapp era que no trataba sobre villanos del pasado. Trata sobre los villanos y el caos que vivimos en el mundo ahora mismo”, explica. “Me pareció que podía resultar muy emocionante en la gran pantalla”.
Wechsler continúa: “Parte de lo que le encanta a la gente sobre Mitch es que nunca teme llegar a la verdad, y eso es igualmente cierto ya se esté enfrentando a terroristas, a políticos o a aquellos que se consideren sus superiores. Es un personaje que no traga chorradas de nadie. Y como Mitch no aguanta estupideces vengan de quien vengan, acabará transformándose en una especie de sheriff secreto de todo el mundo occidental, manteniendo a raya a los peores males”.
Stephen Schiff ve AMERICAN ASSASSIN como una especie de historia iniciática: “Al principio, Mitch es un crío, la verdad, como tanto otros que conocemos, nuestros amigos, hermanos, hijos e hijas. Posee habilidades y aptitudes únicas, pero eso es algo que no descubrimos hasta más tarde. Cuando llega la tragedia, empieza su viaje para convertirse en un hombre. Todos los personajes que va conociendo le ayudan a transformarse en la persona en la que se convertirá, pero tiene su propio camino que seguir, su propio dolor, pasión e instinto. Él es el único que puede crear al Mitch Rapp que será, el asesino americano”.
Para dotar al filme de esa atrevida inmediatez contemporánea y llenarlo de cabo a rabo de trepidantes secuencias que estuvieran a la altura del elevado nivel del cine de acción actual, di Bonaventura y Wechsler se pusieron a buscar un director tan hábil con el drama inquisitivo como con el tenso suspense. Eso los condujo hasta Michael Cuesta.
A Cuesta le interesaba una historia que es a la vez de naturaleza global y evita los estereotipos para explorar las motivaciones y consecuencias del terrorismo a un nivel más personal. También le atraía la creciente intensidad de la historia y quería que esa aceleración fuera real y visceral para los espectadores, sin que llegara a hacerse en ningún momento fantástica ni de cómic. “Me encanta que esta historia tenga una verdadera sensación de movimiento geopolítico, así como de movimiento psicológico. Mi enfoque era no estilizar nunca en exceso la historia, sino más bien asentar las cosas en la realidad, como hizo Flynn en sus libros, incluso con la acción más intensa”, explica el director.
Con todas esas secuencias literalmente explosivas, Cuesta quería ciertamente hacer las cosas más personales para los espectadores. “Me encantan los thrillers que te mantienen en vilo, pero creo que la acción hay que ganársela”, plantea. “La ironía es que incluso la acción más extrema e innovadora puede resultar aburrida si no te importan los personajes que toman parte en ella. Por eso nos pareció desde el principio que esta película tenía que centrarse en lo que hacía interesante a Mitch como persona. Es un tipo al que seguirías a cualquier parte, a las situaciones más peligrosas”.
El compromiso de la producción con la perspectiva de Vince Flynn impresionó a la viuda de Flynn, Lysa Flynn, que apoyó el proyecto desde el principio. Cree que a Vince le habría encantado ver a Rapp –un personaje que le había calado tan hondo que algunos fans pensaban incluso que el propio Vince era Mitch disfrazado– saltar de la página para hacerse de carne y hueso.
“Desearía de veras que Vince pudiera haber estado aquí para ver todo esto”, asegura Lysa Flynn. “De haber podido, sé que habría estado en el rodaje, hablando con todos los que estaban tras las cámaras y delante de ellas. Apreciaba mucho a la gente que se tomaba su trabajo muy en serio y he visto a gente a todos los niveles esforzándose al máximo para hacer esta película. Ha sido algo alucinante de ver”.
Cuando visitó el set de rodaje, Lysa quedó conmovida no solo por la dedicación al trabajo de todo el equipo, sino también por la perspicacia que podía percibir que los actores aportaban a los personajes de su marido. “Me resultaba muy importante que los personajes se mantuvieran fieles a lo que más le importaba a Vince. En mi opinión, no importaba hacer todo tipo de cambios a la historia, siempre y cuando se hiciera justicia a sus personajes, eso era lo que más me importaba. Y me pareció que eso lo habían logrado. Cuando conocí a los actores que interpretaban a los personajes, quedé aún más convencida”, recuerda.
Señala que el énfasis del proyecto por ambientar la historia en la actualidad de 2017 encaja con la afición de Flynn a mantenerse siempre un paso por delante. “Vince siempre se documentaba mucho, y esa era una de sus partes favoritas de escribir. Le encantaba aprender”, explica. “Creo que Vince tenía una especie de sexto sentido cuando se trataba de plantearse el futuro, y eso es parte de lo que hace tan relevantes a sus libros”.
PREPARAR A UN ASESINO AMERICANO...
Desde los primeros instantes, AMERICAN ASSASSIN sume a Mitch Rapp en un intenso peligro y a partir de entonces no hace más que ir en aumento, mientras se enfrenta a una impresionante variedad de amenazas, desde tiroteos militares a combates cuerpo a cuerpo, persecuciones en coche o hacer frente a la bomba definitiva. Para prepararse para todo eso, Dylan O’Brien, Michael Keaton, Taylor Kitsch, Shiva Negar y el resto del reparto pasaron meses sometiéndose a su propia preparación intensiva. Colaboraron estrechamente con un grupo de ex militares y ex agentes de inteligencia en todos los detalles físicos y mentales, desde las artes marciales a la terminología de inteligencia a la conducción de alta velocidad.
O’Brien empezó a trabajar pronto individualmente con uno de los preparadores de lucha y coordinadores de acción más veteranos de Hollywood: Roger Yuan, que ha compartido escena con leyendas de la acción como Jackie Chan y Chow Yun-Fat y preparó a Daniel Craig para “Skyfall”, en la que también interpreta al guardaespaldas de Severin. Yuan tuvo claro al instante que O’Brien tenía facilidad para la acción. “Dylan es un joven con muchísimo talento. Aprende rápido y es muy detallista con la técnica, que es todo lo que se le podía pedir”, afirma Yuan.
El objetivo de la preparación era que O’Brien estuviera listo para cualquier tipo de lucha, ya fueran al estilo de las artes marciales mixtas o artes marciales de altos vuelos o de manejar cualquier tipo de arma que estuviera a su alcance. El productor di Bonaventura comenta: “Rapp no utiliza un único estilo. Usa muchas técnicas distintas –a veces por desesperación, otras por cálculo– lo que lo hace más realista y no necesariamente invencible”.
Yuan prosigue: “Para darle a Mitch más realismo, Dylan y yo realizamos una amplia variedad de entrenamiento de lucha, y también trabajamos los movimientos físicos generales, poniendo a punto su agilidad, velocidad, potencia y precisión. También hice que un buen amigo que es cinturón negro de jujitsu trabajara con él presas de artes marciales mixtas, así que implementamos todos los estilos que pudimos”. Mientras O’Brien se dedicaba a desarrollar un cuerpo flexible y elegante, Yuan pensaba también en la mente de Rapp. “Ambos queríamos que la rabia que siente Mitch en su interior aflorara físicamente”, explica Yuan, “así que Dylan y yo hablamos mucho de cómo usar su ira y su trauma en su forma de luchar”.
Joost Janssen continuó después con la preparación iniciada por Yuan. Janssen ejerció de asesor militar y de inteligencia de AMERICAN ASSASSIN y supervisó la preparación táctica y de armamento de la película. Janssen comenta sobre O’Brien: “Es un atleta excepcional, pero lo que realmente sobresale es su velocidad de aprendizaje. Podías enseñarle a Dylan algo una o dos veces y era capaz de hacerlo una y otra vez sin necesidad de más práctica. Eso no es nada común”.
Janssen quedó igualmente impresionado con Michael Keaton. “Michael siente una gran curiosidad y quiere saberlo todo sobre todo en lo referente a su preparación. Cuando le estaba enseñando a manejar armas, repasamos hasta el último detalle, desde limpiar un arma hasta desmontarla y volverla a montar, porque Michael tenía que saber cómo funcionaba todo”, describe.
Para Janssen, gran parte del atractivo de Vince Flynn era su precisión y quería aportar eso a las largas secuencias de entrenamiento de la película. “Me pareció claro al leer a Flynn que debía de haber visitado algún centro real de entrenamiento de los Navy SEALs, porque su descripción era muy acertada de principio a fin. Para mí, eso significaba que le importaba lo suficiente para ir allí y asegurarse de que todo fuera correcto”, opina.
Su objetivo era conseguir el mismo grado de realismo. “Me pareció importante conseguir que los aspectos militares de la película fueran correctos y, aunque un pequeño detalle pueda no suponer una gran diferencia, cuando acumulas cientos de detalles auténticos, se consigue una película de un gran realismo”, resume Janssen.
Taylor Kitsch opina sobre las contribuciones de Janssen: “He tenido la gran suerte de poder conocer y trabajar con Navy SEALs y que Joost fuera uno de ellos era muy importante para esta película. La preparación con armas que nos dio a Dylan y a mí fue clave, porque nuestra forma de manejar las armas es una parte muy importante de nuestros personajes. El simple hecho de contar con un SEAL de verdad presente hace que mantengas los pies en el suelo y que todo resulte más significativo”.
Mientras tanto, el coordinador de especialistas Buster Reeves se dedicaba a coreografiar el letal ballet de las numerosas peleas y combates de la película, además de preparar al resto del reparto y continuar con el entrenamiento de O’Brien. Reeves, antiguo campeón de kárate convertido en solicitado especialista, preparador y diseñador, empezó por someter al reparto a su propio campamento de instrucción. “Empezamos con un régimen de entrenamiento muy intenso que combinaba calistenia, yoga, pesas y artes marciales. Los teníamos a todos en el gimnasio al menos dos horas al día todos los días practicando jujitsu, boxeo, kickboxing, pesas y preparación con armas”, explica Reeves.
Todo el trabajo creativo de especialistas resultó muy estimulante para Reeves. “Este no es un proyecto tranquilo”, bromea. “Hay peleas épicas, cuartos llenos de bombas de humo, persecuciones de coches por túneles, persecuciones en barco y mucho más. La idea es hacer que todo sea tan real que los espectadores se sientan allí, en el momento”.
Todo culmina en una frenética persecución por un laberinto de túneles secretos, con Mitch al volante de un ágil Alfa-Romeo 4C. La escena del túnel también precisó de la experiencia especial y la pericia del supervisor de efectos visuales Paul Norris, que cuenta en su filmografía con títulos como “Los Vengadores: La era de Ultrón”, “Ex Machina” y dos entregas de “Harry Potter”, así como el supervisor de efectos especiales Simon Cockren, cuya filmografía incluye “Salvar al soldado Ryan”, “El ultimátum de Bourne”, “Fast & Furious 6” y “Z, la ciudad perdida”.
Norris explica: “Queríamos hacer lo máximo posible de manera práctica, así que tuvimos que idear formas creativas de realizar algunas cosas muy complicadas de modo que fueran seguras para todos. Coordinamos con los equipos de efectos, especialistas y maquillaje para crear secuencias que resultaran de infarto, pero también creíbles”.
LOCALIZACIONES Y ESTILO...
En los primeros momentos de AMERICAN ASSASSIN, Mitch Rapp se ve sumido en una catástrofe internacional, que lo lleva de vuelta a los Estados Unidos completamente destrozado. Pero ese no es más que el principio de sus viajes, ya que su búsqueda de venganza y su misión para la CIA lo lleva a lugares que nunca habría imaginado. Para recrear la lucha contra el terrorismo de Rapp, que lo llevará por todo el globo, desde los Estados Unidos a Oriente Medio y Europa, el equipo responsable del proyecto tuvo que afrontar un gran reto logístico: prepararse para el importante trabajo en localizaciones de un thriller que se mueve por los callejones de ciudades muy distintas. El rodaje abarcó desde los Estados Unidos a Inglaterra, Italia, Malta y Tailandia, y en todo momento se hizo hincapié en un naturalismo contenido pero rico que mantiene a los espectadores completamente sumergidos en el punto de vista tan exageradamente concentrado de Rapp.
“Una de las cosas que resultan tan importantes de la serie de Mitch Rapp es que desvela que ningún país está ya verdaderamente aislado, las amenazas se extienden de un país a otro por todo el planeta. Así que creo que contar con múltiples localizaciones internacionales refleja realmente cómo es el mundo hoy día”, observa Lorenzo di Bonaventura.
La labor de conseguir sacar todo eso adelante recayó en un equipo de primera fichado para encargarse de todo el trabajo tras las cámaras, que incluye al director de fotografía Enrique Chediak (“El corredor del laberinto”, “Marea negra”) y el diseñador de producción Andrew Laws (“Jack Ryan: Operación Sombra”, “Última llamada”). Chediak, Laws y Cuesta estuvieron todos de acuerdo en dar la máxima prioridad a la verosimilitud, convertir las páginas de los estilizados e impecables tecno-thrillers del siglo pasado en algo más tosco pero efectivo.
“Michael no quería que la película quedara muy pulida”, aporta Laws. “En vez de eso, queríamos que los espectadores sintieran que se encuentran con los personajes en ciudades reales, no en algún universo extraño realzado. Me encantan los grandes retos, así que me encantó el reto de trabajar con tantos escenarios reales”.
Chediak prosigue: “Por mucho que no quisiéramos un aspecto muy pulido, tampoco queríamos que la película tuviera el típico aspecto granulado del cine de acción moderno. Queríamos usar una gama de colores más real, que pareciera actual. Al mismo tiempo, se trata de un mundo de gente que trabaja a puerta y ventanas cerradas, así que jugamos mucho con la luz. La película se va volviendo más cálida a medida que Mitch descubre su camino”.
La fotografía se centró principalmente en sumergir al espectador en el punto de vista subjetivo de Rapp. “Utilizamos muchas lentes de gran angular con una profundidad de campo muy escasa para que tus ojos siempre se dirijan hacia Mitch”, explica Chediak. “La cámara está siempre con él”.
La oportunidad de usar el deslumbrante entorno de Roma, conocida como “la Ciudad Eterna”, fue especialmente emocionante para Laws, pero no buscaba imágenes de postal. En vez de eso, fue en busca de una Roma más clandestina. “Roma es realmente un personaje más de la película”, asegura Laws. “Pero, por hermosa que sea, queríamos usar las partes de Roma que la mayor parte de la gente nunca ve. Eso es lo que nos llevó al complejo de viviendas de Corviale, donde filmamos algunos de los momentos culminantes de la película”.
Construido a las afueras de Roma en la década de 1970, Corviale es el edificio residencial más largo de Europa, un gigantesco rectángulo corbusiano que alberga a unas 6000 personas en una especie de miniciudad. Como ya había una secuencia en el guion ambientada en un túnel, el equipo responsable del proyecto se quedó encantado al descubrir túneles bajo el edificio. Luego crearon sus propios túneles que pudieran destruir y encajaran con los de verdad. “Los túneles que construimos eran húmedos, polvorientos y llenos de vapor. Constituían un entorno de trabajo muy intenso, pero eso era algo deliberado, para que pudiera sentirse de verdad”, aporta Laws.
Uno de los interiores favoritos de Laws es la “sala de guerra” de Langley, desde la que Irene Kennedy dirige Orion. “Como se trata de un subgrupo secreto dentro de la CIA, nos pareció que teníamos cierta libertad para crear nuestro propio mundo y no centrarnos en la gente de Langley que ya hemos visto antes en otras películas. Creamos nuestra propia versión de una ‘sala de situación’ construida en un viejo complejo de servidores de Sun Microsystems”, explica. “También contamos en todo momento con un asesor de la CIA, de modo que, si hacíamos cualquier cosa que no fuera realista, nos lo hacía saber de inmediato”.
Para el famoso complejo de “la granja” de Stan Hurley, Laws localizó una insólita casa en los bosques de Guildford, Inglaterra. “La cabaña que encontramos tenía un aire increíblemente americano, y estaba en un entorno que parecía encajar a la perfección con la actitud primaria de Hurley”, recuerda Laws.
Laws también recreó minuciosamente en un plató la cubierta del U.S.S. Dwight D. Eisenhower, el célebre portaaviones de 114 000 toneladas. “La acción que se desarrolla en el portaaviones es tan intensa que necesitábamos la versatilidad de un decorado”, explica. “Filmar en un navío militar hoy día puede resultar un ambiente muy controlado, pero en un decorado teníamos muy pocos límites en cuanto a cómo podíamos filmar”.
Tal vez el trabajo más insólito que tuvo que afrontar Laws fue crear una réplica exacta de una bomba nuclear portátil. Para que quedara bien, Laws colaboró con un físico nuclear. “En primer lugar, la bomba tenía que parecer real para cualquiera que sepa del tema y, en segundo, tenía que resaltar la aterradora realidad de lo pequeño y ligero que puede ser un artefacto nuclear moderno”, comenta. “Lo tuvimos todo en cuenta, desde de dónde procedían las piezas de la bomba a utilizar fibra de carbono para reducir el peso de la bomba. Es sin duda una de esas cosas sobre las que nunca esperarías tener que documentarte al empezar tu carrera”.
IMAGINAR LO INIMAGINABLE: LA EXPLOSIÓN NUCLEAR...
El thriller en el que un agente secreto debe impedir que explote una bomba atómica enemiga es algo que ya se ha visto antes. Pero el arma de AMERICAN ASSASSIN, un artefacto nuclear portátil de 70 kg de peso con una potencia aproximada de 30 veces la de la bomba que cayó en Nagasaki, llega a estallar, en extraordinarias circunstancias, cerca de un importante buque de guerra estadounidense. Eso suponía recrear para la gran pantalla algo que parece inconcebible que suceda de verdad. “Normalmente, en este tipo de películas, alguien acaba cortando un cable e impide una catástrofe en el último momento, así que resulta curioso tener una escena en la que nadie corta esos cables”, comenta el diseñador de producción Andrew Laws.
Para recrear el hongo de una explosión atómica, el equipo responsable del proyecto empezó a estudiar grabaciones ya existentes, la mayor parte de las cuales proceden de las pruebas atómicas de la década de 1950 en el atolón Bikini, pero se decidieron por un punto de vista más de ojo del huracán, que sumerge a los espectadores en un asombroso vacío. El supervisor de efectos visuales ganador del Óscar Paul Norris comenta: “El atolón Bikini es la referencia visual más detallada que tenemos, pero también es la imagen que todo el mundo asocia con una bomba atómica. Buscábamos algo que los espectadores no hubieran visto nunca”.
Norris prosigue: “Tuvimos que tener en cuenta muchas cosas, como el vacío creado por la bomba, la perturbación y la onda expansiva. Filmamos toda la acción que se producía a bordo del portaaviones en el decorado, utilizando croma azul para las ventanas, de modo que pudiéramos añadir más tarde las impresionantes imágenes de lo que sucede en el exterior. Y luego creamos las imágenes submarinas con una enorme bola de fuego en el mar y un gigantesco agujero que se produce en el agua, que es como una mezcla de un cráter y un remolino”.
En esa misma secuencia también intervienen una lancha motora y un helicóptero, que se colocaron ambos sobre un cardán hidráulico para recrear las tremendas fuerzas a las que se ven sometidos. Eso era especialmente emocionante con la motora. Tal como recuerda el supervisor de efectos Simon Cockren: “Utilizamos una lancha motora de 19 m de eslora, pero era demasiado grande para ponerla en un cardán, así que creamos una réplica de 9x6 m de la lancha, equipada con un interior de goma, y entonces pudimos hacer que subiera y bajara como si estuviera aguantando unas olas enormes”.
AMERICAN ASSASSIN supone la primera vez que el director Michael Cuesta tiene que trabajar con imágenes tan exigentes y a tan gran escala, y le entusiasmó el proceso. “Fue muy emocionante diseñar esas grandes e intrincadas secuencias de acción y luego verlas hacerse realidad en la pantalla”, opina. “Por grandiosas que resulten, siempre me ha parecido que, cuanto más reales sean, más se sentirán los espectadores como si estuvieran allí con Mitch”.
En última instancia, el realismo tenía que ser lo esencial en AMERICAN ASSASSIN, porque la realidad de las amenazas invisibles siempre ha sido lo que ha movido las novelas de Vince Flynn. Lorenzo di Bonaventura resume: “Parte del atractivo imperecedero de Mitch Rapp es que es tan real que te puedes ver en él. Es alguien que ha experimentado una gran pérdida, que sufre, que lo arriesga todo, y eso es lo que lo distingue de un superhéroe. Representa a gente real, que anda por ahí intentando proteger a los demás”.
Nick Wechsler concluye: “Creo que AMERICAN ASSASSIN sorprenderá, entretendrá, cautivará y asustará a los espectadores, en parte porque saben que lo que hay en juego en la película es similar a lo que hay en juego en el mundo en la actualidad”.
RECLUTAR A DYLAN O’BRIEN...
Mitch Rapp no es como los espías de antaño. Forjado por la tragedia en la era del terror, está cortado por un patrón distinto al de los agentes más deferentemente diligentes, finos y corteses de antes. Es sin duda alguna inteligente, intrépido y eficientemente letal, pero también es impaciente, tosco y sumamente individualista, en un mundo de políticos de carrera. Es un hombre que, desde el principio, no se fía de casi nadie, considera que la autoridad hay que ganársela y se niega a dejar que los obstáculos burocráticos del sistema se interpongan en su camino.
El Rapp de AMERICAN ASSASSIN es también un Mitch Rapp que se encuentra al principio de su proceso de formación. Es aún muy joven para una profesión tan brutal, muy verde a la hora de manejar situaciones explosivas y devora ávidamente todos los conocimientos que se combinarán en su interior para ayudarlo a triunfar en su letal oficio. Por eso, el equipo responsable del proyecto fue en busca de un actor joven, que también se encontrara al principio de su carrera, alguien a punto de convertirse en el adulto más oscuro y profundo que en última instancia será Mitch Rapp en todo su apogeo.
Encontraron lo que buscaban en el actor de 25 años Dylan O’Brien, que nunca había abordado un papel semejante. Fue la interpretación que O’Brien ofreció como el fugitivo de laberintos ‘Thomas’ en la serie distópica de gran éxito “El corredor del laberinto” lo que los convenció de que poseía la mezcla necesaria de agallas y confianza en sí mismo para encarnar a Rapp como un joven atormentado.
Di Bonaventura había trabajado recientemente con el joven actor en alza en “Marea negra” e intuyó en él una vena heroica. “Los espectadores tienen que implicarse emocionalmente con Mitch, y eso es algo que se puede lograr con Dylan”, opina el productor. “Abordó el papel con humildad, pero también entendió que Mitch es un tipo duro que, cuando se trata de enfrentarse al enemigo, está a otro nivel. En ciertas escenas, puede verse a un Mitch que aún no está formado del todo pero, en cuanto alguien se enfrenta a él, responde con fuerza. Entonces piensas: ‘Ah, ahí está empezando a surgir Mitch Rapp’. Y así es como debe ser”.
Nick Wechsler agrega: “Dylan es tan americano como el pastel de manzana, con el estilo y el atractivo de un tipo corriente. No tardamos en descubrir que también es un gran atleta, muy fluido, capaz de rendir en las secuencias de acción muy por encima de lo que esperábamos. Mitch sufre un gran trauma emocional, que Dylan fue capaz de utilizar de una forma muy personal. No solo tuvo que centrarse y poner en forma su cuerpo, sino también su mente, y se lo tomó todo muy en serio”.
La mujer de Vince Flynn, Lysa, encontró la elección muy interesante. “Me resultó evidente que Dylan era perfecto para el papel”, opina. “Siente una gran pasión, es disciplinado, inteligente y creo que realmente posee todo lo que Vince pretendía que fuera Mitch Rapp”.
Para Michael Cuesta, resultaba emocionante trabajar con un actor que no fuera aún una estrella consagrada del cine de acción, al igual que Mitch Rapp aún no es un agente consagrado en el mundo de los servicios de inteligencia y tiene que demostrar su valía a cada momento. “Creo que conseguimos a Dylan a una edad estupenda para este papel, porque es de la misma edad que Mitch en la historia de origen de Flynn”, comenta. “El idealismo de la juventud tiene algo que la cámara siempre capta, así que eso funciona bien en un personaje que se enfrenta a su primer rito de transición significativo”.
A O’Brien le entusiasmaba la idea de mostrar a los espectadores cómo se crea un agente de inteligencia en la actualidad, mediante una mezcla de psicología personal, entrenamiento riguroso y los peligros a vida o muerte de las primeras misiones. “Lo que me gusta de AMERICAN ASSASSIN es que te permite ver cómo empezó Mitch Rapp y seguir su trayectoria personal en este mundo de la CIA, motivado por su propia necesidad de venganza, que tiene que aprender a controlar”, explica O’Brien. “Cuando empecé a hablar con tipos que trabajan para la CIA, descubrí que a menudo tienen tipos de historias similares, en las que alguna experiencia dura y oscura los llevó a convertirse en agentes; y a menudo esa misma historia es lo que los sigue motivando hasta la actualidad”.
El joven actor agrega: “Hay muchas películas de espías, pero rara vez muestran cómo empiezan los agentes, antes de adquirir su pericia, y creo que resulta bastante interesante ver a un chico de veintitantos años que sufre una tragedia increíble y encuentra un nuevo camino que lo transforma”.
O’Brien opina que Mitch necesita encontrar una forma de reconciliar lo que le ha pasado con su futuro. “Todo su mundo se ha desmoronado y sabe que nada volverá a ser lo mismo”, explica. “Al principio, lo único que quiere es vengarse de la gente que le ha causado tanto dolor. Y está convencido de poder hacerlo mejor operando solo, sin nadie que le frene. No le interesa trabajar para el gobierno. En vez de eso, es la CIA la que se pone en contacto con él, y entonces es cuando se da cuenta de que tiene la posibilidad de hacer mucho más de lo que podría haber imaginado con los recursos de la agencia”.
La CIA no tarda en darse cuenta de que, por mucho que Mitch tenga sus roces con la burocracia, el joven posee algo innato e imposible de enseñar que probablemente no encuentren en las filas de sus habituales reclutas ambiciosos y disciplinados. “Creo que Mitch interesa a la CIA porque posee una pasión pura e inquebrantable por encontrar a la persona que mató a su prometida y además no es nada llamativo”, explica O’Brien. “Nadie miraría a Mitch y pensaría que ese tipo es capaz de matarte con sus propias manos, pero eso es parte de lo que lo hace tan engañoso y eficaz”.
Pero Rapp no podrá conseguir realmente lo que quiere hasta que se enfrente a la fuente de su motivación. No tardará en descubrir que ninguna venganza le permitirá llenar nunca el enorme vacío dejado por su prometida, y entonces es cuando su impulso por actuar se amplía más allá de aliviar su propio dolor. Eso le resultaba especialmente interesante a O’Brien. “Mitch tiene que hacer frente a algo profundo y oscuro en su interior, incluso mientras se encuentra en pleno proceso de formación”, observa. “Se da cuenta de que matar a alguien no va a hacer que se sienta mejor, como él esperaba. Así que tendrá que buscar una forma de canalizar esa ira que nunca desaparece hacia algo más que la simple venganza personal. Empieza a ver que puede tener un impacto en el mundo de una forma que va más allá de él. Lo cierto es que nunca podrá arreglar lo que le sucedió, pero lo que puede hacer es servir a su país y hacer todo lo posible por proteger a los demás”.
Al igual que Rapp necesita sumirse en la formación más dura y rigurosa posible para poner a punto sus habilidades, también tuvo que hacerlo O’Brien. Trabajó de manera intensiva con el legendario preparador de lucha Roger Yuan para mezclar las artes marciales con una coreografía de lucha creativa y centrándose, sobre todo, en el arsenal de Rapp. “Roger fue verdaderamente mi sensei y un gran amigo a lo largo de todo el proceso de preparación y del rodaje de esta película”, comenta O’Brien.
“Para Roger, la cosa iba más allá de ponerme en una forma física estupenda. Se trataba también de poner a punto el aspecto mental, y eso acabó siendo muy importante para la interpretación de Mitch”.
Cuanto más se preparaba, mejor entendía O’Brien el aspecto de meditación y análisis de uno mismo en las artes de combate, que para él resultó transformador. “La preparación de Roger influyó muchísimo en mi forma de interpretar a Mitch, porque Mitch aprende a usar una especie de concentración zen para contrarrestar la rabia feroz que lleva consigo. Roger y yo no nos limitamos a hablar de hacer pesas y movimientos de lucha. Dedicamos el mismo tiempo a hablar de cómo puedes usar las partes más duras de tu vida para hacerte más fuerte y mejor, y me enseñó mucho en general, pero también mucho sobre Mitch”.
Cuesta comenta que el equipo responsable del proyecto quería una versión más delgada y elegante de la silueta del héroe de acción. “Sin duda, no queríamos que Dylan ganara músculo”, aporta el director. “Estábamos todos de acuerdo en que el aspecto de un héroe de acción del nuevo milenio debía ser distinto al del héroe de acción de los años 80, y nos encantaba que el aspecto de Dylan fuera más de velocidad, intensidad y agilidad que de cuánto peso podía levantar. Dylan es casi como una pantera en la película, que centra toda su agudeza mental en su presa, hasta que está listo para abalanzarse sobre ella. Incluso con su físico, Dylan muestra la verdad de quién es Mitch y de lo que está pasando en su interior”.
La guinda del pastel para O’Brien fue la oportunidad de trabajar con Michael Keaton, que le hincó el diente con ganas a su papel del duro preparador de la CIA Stan Hurley. A O’Brien le encantó jugar con los contrastes entre sus personajes. “Hurley y Mitch tienen una relación muy interesante, porque ambos son tipos muy difíciles de tratar”, apunta O’Brien. “A ambos les cuesta mucho confiar en los demás, pero desde el principio lo que hace que funcione es que se respetan mutuamente. Y creo que Mitch quiere sinceramente aprender todo lo que pueda de Hurley y demostrarle a Hurley lo que vale. Quiere que Hurley vea que tiene mucho más de lo que se ve a simple vista”.
Los dos acaban haciendo que el otro cambie. “Mitch es como un animal enjaulado cuando conoce a Hurley, pero Hurley le enseña que hay veces en que tienes que mantener tus emociones bajo control. Al mismo tiempo, Mitch le recuerda a Hurley que a veces las emociones es lo que hay detrás de la lealtad. Necesitas esa mezcla de distanciamiento y pasión para ser capaz de sobrevivir como asesino de éxito”, describe O’Brien. “Fue inspirador explorar todo esto con Michael. Va a lo suyo a su manera, y la pasión y energía que sigue aportando cada día me dejaba pasmado. Tengo 25 años y me siento más quemado que él”.
MICHAEL KEATON SE VUELVE OSCURO...
Tan importante como encontrar al actor adecuado para interpretar a Mitch Rapp en la película era la elección de Stan Hurley, que dirige un campamento secreto de formación para agentes de Estados Unidos conocido crípticamente como “la granja”, un lugar tan secreto que a los nuevos reclutas los llevan allí con los ojos vendados. Al haber pasado ya por todo lo imaginable y mucho más, incluida una devastadora traición, Hurley se siente sumamente escéptico sobre tomar al claramente indisciplinado Rapp bajo su tutela, pero no puede negar que Rapp posee una pasión y una entrega inquebrantable que hace mucha falta actualmente en la primera línea.
Michael Keaton se encarga de interpretar a un hombre considerado como uno de los agentes más temidos de la CIA. Keaton ya es conocido por su versatilidad, en papeles que van desde “Turno de noche”, “Las locas peripecias de un señor mamá” y “Batman” a los filmes ganadores del Óscar “Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)” y “Spotlight”, o el reciente éxito del cine de superhéroes “Spider-Man: Homecoming”, pero Hurley es el tipo más duro que ha interpretado hasta la fecha.
El equipo responsable del proyecto se mostró encantado de ver a Keaton encarnar a un personaje tan duro, cínico y físicamente volátil, que pasa por momentos muy difíciles a lo largo de la película. “Michael ha ofrecido muchas interpretaciones notables y elogiadas, pero este es un tipo de papel que no le habíamos visto hacer antes, así que resulta emocionante”, opina Nick Wechsler. “Queríamos que Hurley fuera mucho más que un estereotipo de hombre de acción. Queríamos que tuviera gran profundidad de carácter y por eso Keaton es tan buena elección”.
La vis cómica de Keaton también le pareció a Lysa Flynn que encajaba a la perfección con el estilo de Vince Flynn. “Me pareció importante que Hurley fuera alguien con un buen sentido del humor y un poco tosco, así que fue estupendo ver a Michael en este papel. Tenía que ser alguien que pudiera interpretar a un tipo de personaje socarrón, con un toque de humor, porque Vince también era así”, aporta. “Vince era gracioso, muy ingenioso y quería que sus personajes parecieran reales y cayeran bien”.
Esta no es, ni mucho menos, la primera incursión de Keaton en el terreno de la acción, pero lo que dice que le atrajo de AMERICAN ASSASSIN fue el particular punto de vista de Michael Cuesta. “Michael es muy inteligente y lo que más admiraba es que quería crear un thriller de espionaje que reflejara mejor y con más matices el mundo tal como lo conocemos hoy día. Yo no quería hacer algo que fuera otra trillada película de espías con los típicos villanos, y Michael hizo ciertas cosas muy inteligentes para evitar los estereotipos y no simplificar en exceso cosas que son en realidad muy complicadas. La película refleja lo complejo que es ahora mismo el mundo”, explica Keaton.
Profundizar en la dura realidad de Stan Hurley fue un proceso tanto físico como mental. Empezó documentándose sobre su personaje, hablando largo y tendido con Cuesta y colaborando con los antiguos miembros de la CIA que trabajaban como asesores del filme. “Empecé preguntándome quién era este tipo fuera de la CIA, que es lo impulsa como persona”, apunta Keaton. “Yo lo veo como alguien muy listo, que es sin duda muy duro, pero que cree que no puede haber margen de error en este trabajo, y ha cometido un grave error con su antiguo alumno, Fantasma, que tendrá que afrontar”.
En el aspecto físico, Keaton se sometió encantado a la dura preparación, practicando incluso las coreografías de lucha en su tiempo libre durante el rodaje de “Spider-Man: Homecoming”. “Me mantengo en bastante buena forma todo el año, así que no me costó demasiado”, señala Keaton. “Pero cuando me di cuenta de lo sumamente preparado y en forma que estaba Dylan –resultaba impresionante– también me di cuenta de que los espectadores tenían que creer que Stan podía hacerle frente a eso. Así que en vez de cardio, que es lo que suelo hacer, me puse a hacer muchas más pesas para la película”.
T ras someterse a un riguroso régimen de ejercicio diseñado por el preparador físico Steve Zim, el resultado fue un físico ajustado y fibroso que parece reflejar la tensión controlada de Hurley. “La parte física era muy importante para el papel, porque creo que un tipo como Stan tendría la mentalidad de que, si quiere seguir ganándose la vida haciendo eso, va a tener que mantenerse en plena forma, tanto física como mental”, opina Keaton.
Cuesta se sintió especialmente encantado al ver la química natural entre Keaton y O’Brien, que parecía a la vez a punto de estallar y llena de potencial. “Es una pareja insólita, pero se puede ver que tienen una sinergia asombrosa”, afirma Cuesta.
Keaton comenta sobre O’Brien: “Dylan es muy veraz como actor y lo que realmente me impresionó de él es que siempre hacía las preguntas más perspicaces y lógicas, que van directas al meollo del asunto”.
En cuanto a lo que Hurley piensa de Rapp, Keaton considera que, aunque Hurley desearía al principio no haber conocido nunca a ese joven advenedizo, tampoco puede realmente rechazarlo. “Cuando llega Mitch, Stan cree que no tardará más de 25 minutos en largarse de allí”, bromea Keaton. “Pero también detecta algo en Mitch, tiene algo que creo que ni siquiera quiere admitírselo a sí mismo. Al haber visto a tantos de esos tipos, sabe que Mitch tiene algo diferente, pero no es necesariamente algo con lo que quiera tratar. Dada la edad de Stan, dada la experiencia que acaba de tener con un alumno que se ha descarriado, y dado lo que se juega el país, no está muy seguro de necesitar nada de eso”.
Pese a todas sus dudas, Mitch acaba ganándose a Hurley. Aun así, Hurley no lo tiene nada fácil, ya que, en una de las secuencias más angustiosamente intensas de la película, es brutalmente torturado por su antiguo alumno, valiéndose irónicamente de las mismas técnicas de experto que Hurley le enseñó. El rodaje de esa escena exigió mucho esfuerzo.
“Michael Cuesta quería que resultara muy crudo y que no utilizara cosas que ya se han visto en otras películas, así que se le ocurrieron varias ideas muy buenas y las probamos todas. Fue todo tristemente incómodo, pero es lo que cabría esperar de una escena de este tipo”, señala Keaton. En cuanto a cómo se mete uno en la piel de alguien que sufre esa clase de horror físico extremo, Keaton explica: “Tienes que pensar en lo que espera conseguir si aguanta, a quién intenta proteger y cómo se aferra al más mínimo ápice de resistencia que le quede. Te preguntas cómo crees que soportarías algo así y luego le añades lo fuerte y capaz que es un tipo como Hurley”.
Di Bonaventura resume: “Hurley es uno de los personajes más populares de los libros, pero su historia completa no se conocía hasta AMERICAN ASSASSIN. Ahora tenemos oportunidad de mostrar a los espectadores por qué está considerado una leyenda. Representa la visión del mundo de otra generación, y Michael llegó y creó una nueva versión del clásico mentor de espías. Aporta una tensión poco convencional que es todo lo que querrías para Hurley”.
SUPERVISORES, ALIADOS Y ENEMIGOS: EL REPARTO SECUNDARIO...
Vince Flynn llenó los libros de Mitch Rapp de un reparto recurrente de personajes claramente realistas procedentes de la CIA y círculos gubernamentales, algunos de los cuales cobran vida en AMERICAN ASSASSIN. Entre ellos destaca el de Irene Kennedy, la subdirectora de la CIA que decide asumir un enorme riesgo al reclutar a Rapp, con la esperanza de crear un agente de aspecto sencillo e instintos asesinos.
Sanaa Lathan se encarga de ofrecer una nueva visión de este personaje favorito de los fans, que progresa a lo largo de la serie hasta convertirse en jefa de la CIA. La actriz formada en Yale y ganadora del premio Emmy es conocida por sus papeles en “El mejor amigo del novio”, “Love & Basketball” y “Fuego abierto”, “Queríamos a una actriz dramática con mucha fuerza que pudiera meterse en la piel de esta mujer tan poderosa”, aporta Nick Wechsler. “Por eso consiguió Sanaa el papel”.
A Lathan le atrajo desde el primer instante Kennedy por tratarse de un personaje femenino en una insólita posición de poder, que tiene que compatibilizar la naturaleza entusiasta de sus agentes con las cautelosas maquinaciones políticas de Washington D.C., mientras responde a ambas a su propia manera, sin concesiones. “Creo que Irene es la caña”, afirma Lathan. “Es una patriota que entiende las inmensas sutilezas y la importancia de su trabajo, y aun así no se detendrá ante nada para conseguir que se haga justicia”.
Al mismo tiempo que sentía una gran afinidad con la fuerza y la devoción de Kennedy, Lathan también era plenamente consciente de que no encajaba con la descripción física que hacía Vince Flynn de Kennedy en los libros. Pero eso también le pareció una oportunidad emocionante. “Irene no es una mujer negra en los libros”, admite Lathan, “pero estaba entusiasmada de interpretar a una mujer afroamericana que ha logrado ocupar un puesto tan importante dentro de los servicios de inteligencia. Me pareció que eso decía mucho de lo compleja que es Irene, lo lista y fuerte que ha tenido que ser, y me interesaba mucho explorar a una mujer así”.
Lathan consultó con varios asesores de la CIA para comprender mejor las frustraciones y satisfacciones de un trabajo en el que hay tanto en juego como el de Kennedy. Al hacerlo, empezó a entender por qué Kennedy busca fuera del sistema para reclutar agentes para Orion. “Orion es una división de operaciones encubiertas de alto secreto que responde únicamente ante Irene y su jefe, Stansfield, así que son un grupo increíblemente de élite, pero son de un cierto ‘tipo’”, explica Lathan. “Kennedy ve en Mitch a alguien que no es de ese tipo y no se convertirá en objetivo al instante. Parece una persona de verdad, así que puede pasar desapercibido en cualquier parte pero, aun así, bajo todo eso, posee todas las habilidades letales de los mejores. También ve que Mitch está sufriendo mucho por su pérdida y que, si pudiera pulir eso con la ayuda de Hurley, [Mitch] podría convertirse en un asesino como ningún otro de los que Estados Unidos tiene a su disposición”.
Kennedy no podría necesitar a Rapp con más urgencia, dado que los Estados Unidos se están viendo amenazados por uno de los suyos, un antiguo asesino de Orion convertido en renegado y conocido internamente por el apodo de Fantasma. Fantasma refleja una aterradora realidad de nuestros tiempos: que cualquiera puede convertirse en terrorista en un mundo en el que las experiencias personales tienen tantas posibilidades de incitar a la violencia como una serie de creencias. Se encarga de interpretar al antiguo alumno de Hurley que se ha vuelto en contra de los ideales de Occidente Taylor Kitsch, el actor canadiense que se dio a conocer como el jugador de fútbol americano Tim Riggins en la alabada serie de televisión “Friday Night Lights”, además de interpretar a Gambito en “X-Men Orígenes: Lobezno” y de encarnar al Navy SEAL Michael P. Murphy en “El único superviviente”.
Fue el convincente trabajo de Kitsch en “El único superviviente”, como jefe de un desventurado equipo de SEALs, lo que movió a Lorenzo di Bonaventura a ofrecerle el papel de Fantasma. “La idea con Fantasma es que otrora era un recluta de la CIA muy seguro y con mucho talento, pero ahora se siente traicionado por Estados Unidos, lo que lo hace increíblemente peligroso”, explica el productor. “Para interpretarlo, necesitábamos a alguien que pudiera realmente hacer pensar al espectador: ‘Vaya, la CIA la pifió bien al dejar suelto a este tipo’”.
Y agrega: “A lo largo de la historia, empiezas a ver que Mitch y Fantasma son muy similares en algunos aspectos. Fantasma ve en Mitch a una nueva versión de cómo era él hace unos años, y a ambos los mueve la venganza. Podrían ser el mismo tipo, lo que lleva su enfrentamiento a otro nivel”.
Para profundizar en lo que lleva a alguien a transformarse de joven idealista a siniestro traidor que se enfrenta a quienes le enseñaron todo, Kitsch ahonda en el pasado de Fantasma. “Sacaron a ese chico de Texas de la nada para convertirlo en un miembro de operaciones especiales para la CIA. Entonces lo metieron en un programa que ni siquiera se supone que existe, y descubrió que estaba muy por encima de la media, aprendía con rapidez y bordaba toda la formación, y en ese tiempo, Stan Hurley se convirtió en una especie de figura paterna para él. Pero ahora se siente abandonado por esas mismas personas que lo convirtieron en un asesino tan hábil”.
Cuando Fantasma tortura a Hurley, se convierte en una lucha de psiques a un nivel aterrador, lo que suponía que Keaton y él tenían que encontrar una forma de ir a por todas el uno con el otro. “Ambos queríamos cumplir en el aspecto emocional de esa escena y hacer algo diferente de lo que suele verse”, comenta Kitsch. “Me pareció que Keaton estaba perfecto como Hurley. Posee ese aire sardónico, pero resulta completamente convincente como líder y estuvo sencillamente asombroso”.
Cuesta disfrutó especialmente viendo a Kitsch hacer un papel totalmente opuesto a los que ha interpretado anteriormente en la gran pantalla. “Taylor suele interpretar a americanos buenos –soldados y jugadores de fútbol– pero aquí subvierte eso. Fantasma es un tipo que sufrió daños psicológicos al hacer su trabajo. Toda la filosofía de Orion de crear asesinos se volvió contra ellos con este tipo y, así, a través de él, tenemos ocasión de ver la otra cara de la moneda de lo que Mitch Rapp va camino de convertirse”, observa.
Cuando Mitch se emplea a fondo en su primera misión –persiguiendo a Fantasma y a los traficantes de armas con los que está compinchado hasta Oriente Medio y luego Europa– une fuerzas con Annika, una misteriosa agente turca con un pasado igualmente traumático. Pero les costará mucho confiar el uno en el otro. Se encarga de interpretar este complicado papel Shiva Negar, nacida en Irán, pero criada en Turquía y Canadá, antes de convertirse en una intérprete infantil. AMERICAN ASSASSIN supone su primer papel importante en Hollywood. “Queríamos a alguien auténtico para interpretar a Annika, y Shiva nos dejó alucinados”, recuerda Nick Wechsler. “La cámara la adora y vimos tras su belleza una mezcla de agallas y veracidad”.
A Negar le pareció que el personaje estaba casi hecho a medida para ella. “Es una locura la cantidad de similitudes que hay entre Annika y yo”, opina. “Pero Annika también tiene un pasado trágico y muchos otros matices. Es alguien que demuestra que, si no cedes al terrible dolor, te hace más fuerte. Es una auténtica superviviente”.
Annika también siente un vínculo emocional subyacente con Rapp, con quien tiene que fingir que son una pareja casada. “Mitch y él han perdido ambos a seres queridos y eso establece un vínculo entre ellos que los demás no entienden”, aporta Negar. “Annika ve la ira de Mitch y su amargura, pero también sabe de dónde surgen. Está profundamente sumido en la oscuridad, pero ella quiere enseñarle que puede relajarse un poco más y tal vez incluso disfrutar trabajando con ella”.
En una de sus escenas más intensas, Negar tuvo que simular que a su personaje lo someten a un brutal interrogatorio y casi la ahogan. “Fue complicado, porque nunca había hecho nada parecido”, asegura. “Pero a veces, cuando intentas algo nuevo, te sorprendes a ti misma y descubrí que podía aguantar la respiración bajo el agua mucho rato. Teníamos una señal con la mano por si necesitaba salir a por aire, pero nunca la necesité. Lo di todo y espero que se note”.
Negar también descubrió una imprevista pasión por el trabajo de especialista. “Siempre me he mantenido en forma, pero lo que me encantó de prepararme para esta película fue aprender tantas técnicas nuevas, cómo manejar armas y el arte que se necesita para idear movimientos de lucha. Consiguió que estuviera deseando hacer más. Para Annika, disparar y luchar resultan algo totalmente natural, así que me pareció que tenía que esforzarme al máximo”, afirma.
Ese compromiso total impresionó a Cuesta. “Shiva logró mostrar la valentía y la intensidad de Annika de formas inesperadas y su interpretación posee auténtica dureza”, comenta el director. “Ella y todo el reparto entendieron que, cuando a los espectadores les importan los personajes y todo aquello por lo que pasan, entonces es cuando la acción funciona de verdad”.
LA SERIE DE MITCH RAPP...
Iniciada por Vince Flynn en 1999 poco antes de la llegada del nuevo milenio, la serie de libros de Mitch Rapp cuenta ya con 16 entregas, 13 de ellas escritas por Flynn antes de su muerte, y todas y cada una de ellas han figurado en la lista de libros más vendidos del New York Times.
GALERÍA DE FOTOS
https://cineymax.es/estrenos/fichas/100-a/104971-american-assassin-2017#sigProId3e61364af8