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ANA DE DÍA es el primer largometraje de la directora navarra Andrea Jaurrieta, que sigue la estela del nuevo cine independiente español: nuevos creadores que, pese a las dificultades existentes en la industria, han sido capaces de superar cualquier adversidad levantando de forma independiente sus proyectos desde cero y volviendo a ser capaces de conectar con un nicho de mercado dispuesto a apoyar las corrientes cinematográficas más jóvenes y arriesgadas.
ANA DE DIA es un proyecto independiente que ha tardado 7 años en salir a la luz. Cuenta con un guión respaldado por tres becas internacionales¹ y que formó parte también del Festival Small is biútiful dentro de la convocatoria Espagnolas en París. Así mismo ha sido seleccionada en los “Work in progress” de postproducción del Festival Abycine, Primer Test del Festival REC de Tarragona y fue la única película española seleccionada en el “Work in Progreess” del Festival Internacional PÖFF de Tallin (Estonia) de 2016.
El proyecto fue sacado adelante gracias a dos ayudas del Gobierno de Navarra y una fuerte campaña de Crowdfunding, además del esfuerzo y la entrega de un equipo joven y con ganas de contar nuevas historias que puso todo de su parte.
Cabe destacar que el equipo técnico, con una media de edad de entorno a los 30 años y seleccionado por currículum, estuvo formado en un 70% por mujeres.
¿QUÉ HARÍAS SI UN DÍA DESCUBRES QUE UNA DOBLE IDÉNTICA A TI, Y CUYA PRESENCIA A NADIE PARECE EXTRAÑAR, HA OCUPADO TU LUGAR?...
Si todas tus obligaciones, todos tus deberes, están cubiertos por esa otra persona, ¿tratarías de luchar por tu identidad perdida o por lo contrario intentarías buscar tu propia identidad ajena a todo lo que suponía tu vida ‘normal’? Y en ese caso, ¿te llevaría esta decisión a encontrar la felicidad?
Ana es una joven formal, educada en una familia de clase media tradicional. Está a punto de terminar su doctorado en derecho, entrar a formar parte de una empresa y casarse, pero no se siente realizada.
Un día, descubre que una doble idéntica a ella ha ocupado su lugar.
Dándose cuenta de que por primera vez es totalmente libre, Ana decide explorar su nuevo anonimato y libertad, probando sus límites y buscando el sentido de su propia existencia, entre noches madrileñas de cabaret y la pensión donde se alojará, repletas de personajes que
de algún modo un día también decidieron desaparecer. Sin embargo, la rutina llegará a su nueva vida y una pregunta le atormentará: ¿es posible huir de uno mismo?
La aparición de una doble que comienza a cubrir todas sus obligaciones le permite por vez primera un anonimato total; algo que ella ve como la oportunidad para enfrentarse a su realidad y elegir una vida totalmente diferente a la que llevaba sin necesidad de dar explicaciones a nadie, creyendo que es ahí donde hallará la libertad total y por tanto la felicidad.
Quién es esta doble, de dónde y por qué aparece, son preguntas que no me interesa responder, siendo un punto de partida que se acepta como tal, como el motor que ayuda a Ana a dar el paso de luchar por su objetivo: encontrar su propia esencia.
Cuántas veces no fantaseamos con dejarlo todo y seguir un camino completamente diferente al que llevamos, y soñamos con que un hecho
surrealista así ocurra, ya que no podemos bajarnos de nuestra dinámica vital.
Ana aprovecha para llevar a cabo su propia huída dentro de la ciudad donde vive tratando de encontrarse a sí misma buscando sus propios límites, viviendo una vida completamente opuesta a lo que se esperaba de ella.
La acción se centrará en tres escenarios, tres líneas donde Ana, ahora con nuevo nombre, comenzará a vivir su nueva vida:
Una búsqueda personal dentro de la pensión donde se asentará, con sus respectivos personajes con estilos de vida algo marginales y una casera atormentada por sus represiones.
Una búsqueda laboral al seguir su sueño de ser bailarina en el anticuado Club de Music Hall donde comenzará a trabajar, rodeada de la gente más pintoresca.
Una búsqueda de su libertad sexual, ajena a las represiones que frenaban a su antiguo yo, que se verá encarnada en la figura de Marcelo.
Y la noche. La noche como escenario donde esconderse de la realidad, como máscara donde no sentir en la conciencia sus ‘pecados’.
Pero la autonomía que en un principio creía guiar a los personajes de la pensión, la alegría que inundaba las primeras noches de Music Hall, la libertad que defendía tener con Marcelo, poco a poco comienzan a mostrar que no son sino un sinónimo de soledad, de mentiras y rutina, de personajes que como ella huyeron una vez para encontrarse a sí mismos por diferentes motivos.