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ABOU LEILA
INFORMACIÓN
Titulo original: Abou Leila
Año Producción: 2019
Nacionalidad: Argelia, Francia, Quatar
Duración: 133 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años
Género: Thriller, Drama
Director: Amin Sidi-Boumedine
Guión: Amin Sidi-Boumedine
Fotografía: Kaname Onoyama
Música:
FECHA DE ESTRENO
España: 28 Agosto 2020
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Flamingo Films


SINOPSIS

En la Argelia de 1994, acribillada por los atentados terroristas, dos hombres parten hacia un viaje por el desierto en busca del autor de uno de esos ataques. Se llama Abou Leila, y el atribulado S. está seguro de poder encontrarle. Su amigo de la infancia Lofti le secunda, aliviado también con la idea de sacar a S. de la ciudad. Pero todo se va volviendo cada vez más extraño en su viaje, la realidad va cediendo poco a poco. Una obra apabullante y pesadillesca que nos hará dudar de nuestra propia percepción, y de lo que se nos presenta como verdad de entrada...

INTÉRPRETES

SIMANE BENOUARI, LYÉS SALEM, AZOUZ ABDELKADER, FOUAD MEGIRAGA, MERIEM MEDJKRANE, HOCINE MOKHTAR, SAMIR EL HAKIM

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- Festival de cine europeo de Sevilla 2019

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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
Un intertítulo indica que la acción tiene lugar a mediados de la década de 1990, en los años más oscuros de la Guerra Civil argelina. Este es el único elemento concreto en la película. ¿Por qué decidiste acercarte a este período sin ninguna contextualización sociopolítica?...
Creo que las películas que intentan explicar los fundamentos políticos y sociales del terrorismo argelino están prácticamente condenadas al fracaso porque el tema es demasiado vasto y en general demasiado complejo como para ser diseccionado en una película de dos horas. Personalmente, me resulta mucho más interesantes explorar los fundamentos universales de la violencia, y esta es además mi forma de hablar sobre lo que sé sin pretender ponerme en la piel de otra persona, porque en ese momento yo era un adolescente al que ese entorno le provocó mucho miedo y melancolía.
No soy ni sociólogo ni historiador, y no tenía edad suficiente para asimilar determinadas cosas.
Sin embargo, el trauma está ahí, difuso y a veces inconsciente, y temas como la fragilidad mental y la violencia que consume a un país y sus habitantes crean el escenario ideal para poder explicar de forma clara y efectiva el terrorismo sin necesidad de señalarlo directamente. Por lo tanto, para mí, evocar este período es una forma de explorar los sentimientos inequívocamente humanos relacionados con lo que experimentamos, y para intentar recrear un microcosmos, a través de la metáfora y el arte, que a pesar de ser surrealista, sea capaz de llegar al fondo de la cuestión sin verse lastrado por la obligación de ser imparcial o exhaustivo.

Ninguno de los dos personajes
se erige como el protagonista principal; se turnan y esto hace que la historia pueda derivar hacia dos posibles caminos muy diferentes y contrapuestos. ¿Cómo se complementan entre sí?...
En efecto, no hay un personaje principal en Abou Leila, a pesar de que S. tiene una mayor presencia en pantalla y que la historia gravita a su alrededor. Lotfi tiene un papel igual de importante y me gusta la idea jugar con esos dos puntos de vista y con el entorno.
No se complementan como en una “película de colegas”, sino que son los dos posibles resultados de una misma fragilidad. Esto se debe a que Lotfi es tan frágil como S., pero supo disimularlo gracias a su sólida personalidad.
Instintivamente, sabe que S. es su última oportunidad de encontrar cierta humanidad, y lo usa como excusa para escapar de un contexto que lo socava. Lotfi es un punto de referencia para S., tanto como S. lo es para Lotfi. Intentan salvarse el uno al otro por separado huyendo juntos. Ambos personajes representan ideas y pensamientos, y no son simples personajes con los que poder identificarse.

Abou Leila toma la forma de un western metafísico. ¿Tu idea inicial era inclinarte hacia el aspecto psicológico de tus personajes, en contraposición a sus acciones?...
Hay un cierto aspecto de western en Abou Leila, pero no tanto.
Además, la película desactiva o integra de manera diferente todos los géneros que toca. De hecho, la metafísica discurre de alguna forma a lo largo de la película, tomando varias formas. Los niveles de lectura se pueden multiplicar y, por tanto, las ideas también.
Necesitaba especialmente explorar una persona, y no solo su violencia interior. Su fragilidad, sus sueños, sus miedos, son tan interesantes como sus impulsos violentos, que no aparecen tan a menudo. En realidad, hay un deseo de seguir una progresión que no sea narrativa, sino mental, humana, emocional y no hacer distinciones entre el punto de vista de la “historia” y el de mis personajes. Mezclar perspectivas y casarlas sin ningún tipo de transición y sin avisar al espectador, sin separar la realidad de las ideas que genera, es para mí la única forma de que una película sea tan filosófica como dramática. Y también necesariamente surrealista, en el verdadero sentido del término, es decir, mediante la aparición de lo irreal y las proyecciones mentales de los protagonistas en la realidad sin que el autor enfatice el aspecto impactante o imposible de esta irrupción.

Finalmente, la narrativa mezcla
diferentes niveles de realidad y temporalidad, como si distinguir la cadena de causalidad en el desencadenamiento de la violencia tuviera, en última instancia, poca o ninguna importancia. ¿Cómo trabajaste con tu equipo técnico para construir esta atmósfera creada a partir de variaciones casi invisibles?...
Ideé toda la puesta en escena a partir de esa frontera entre la realidad y lo onírico, pero variando el proceso para tener en cuenta mis propios sueños y pesadillas. En ocasiones esa frontera es invisible, en otras, en cambio, está subrayada, dependiendo de lo que quería expresar sobre la relación entre mi personaje y el contexto circundante. Tanto con el director de fotografía como con el de sonido intentamos trabajar para que el espectador se sumergiese en el universo paralelo de la película, evitando el abuso de los efectos, tanto los increíbles como los evidentes.
Aquí es donde entra un cierto surrealismo, porque se trata más de entrar en la perspectiva de los personajes sin ninguna transición, que de “hacer creer” que es real o un sueño, o ambos.
Esta distinción simplemente no importa. Una vez más, alejándome del naturalismo pude sumergirme completamente en el contexto violento de esa época. A primera vista puede parecer superficial, pero estoy convencido de que permite que espectador activo sienta las cosas primero para reconstruir a continuación las ideas complejas que subyacen a estas sensaciones. Por supuesto, no es una regla general, sino más bien una especificación impuesta por el tema de la película.

¿Cuál es tu relación con el cine argelino?...
Como la gran mayoría, aprendí el oficio a través de los dos cortometrajes que realicé en Argelia, y también gracias a algunos otros trabajos de producción propia.
Siempre he intentado no repetirme y al mismo tiempo mantener mi personalidad. No me importa mucho mi lugar en el cine argelino, sin embargo sí que me importa el propio cine argelino, inevitablemente, porque todavía se busca a sí mismo y no cuenta con el apoyo real del público local que muchas veces lo acusa de hacer el juego a occidente y a las inversiones internacionales.
Indudablemente, hay algo de verdad en este pensamiento y, a nivel personal, intento no trabajar en películas cuyo plan cinematográfico son únicamente clichés hastiados y que se ruedan como un telefilm. Sin embargo, cada vez surgen más personalidad muy interesantes y espero que esta escena (de Argelia y el Magreb en general) finalmente se vea como una contribución real al séptimo arte y no como una curiosidad folclórica o un simple apoyo a ideas políticas o partidistas. Depende tanto de los responsables de la toma de decisiones como de los propios creadores hacer un esfuerzo en esta dirección. Mientras tanto, es importante que cada uno dirija su propio destino. Intentando hablar solo en primera persona acabaremos creando una verdadera comunidad de pensamiento tan variada como coherente.

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