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DEL PRÓLOGO DEL GUION DE 'A HUNDRED FLOWERS'...
Digamos que, por ejemplo, tuvieras un accidente con el coche y no hubieras sufrido daños físicos, pero hubieses perdido tus recuerdos. ¿Dirías que eres la misma persona? Probablemente no. En cambio, si sustituyesen tu cuerpo por una máquina dejando tu memoria intacta, quizá sí seguirías siendo la misma persona.
El ser humano no se define por su cuerpo, sino por sus recuerdos. Incluso los más triviales forman parte de un sistema complejo arraigado en la identidad de cada uno.
Esta película cuenta la historia de Yuriko, una madre que poco a poco va perdiendo la memoria y olvida a su único hijo, Izumi, y, con él, sus recuerdos. El objetivo de la película es ilustrar la naturaleza de los recuerdos humanos, lo que significa tener hijos y los problemas actuales de la demencia a través de las discusiones de ambos personajes y su reconciliación final.
Los recuerdos de la madre, que padece alzhéimer, y los de su hijo se presentan de manera alternada. Los vacíos de memoria de ambos son la perspectiva y los sentimientos del otro. Dado que los recuerdos son, por naturaleza, en primera persona, dudamos o guardamos rencor hacia los demás. Sin embargo, también pueden servir como una fuerza que une a las personas que estarían destinadas a estar juntas y quererse. Al final, la película muestra el momento en el que dos personas, incapaces de compartir sus recuerdos y perspectivas, se unen gracias a un acontecimiento milagroso.
Por norma general, esta película utiliza una toma por escena. Al igual que no podemos «parar» nuestras vidas como en una película, el tiempo transcurre libremente. No obstante, también es cierto que, en nuestro día a día, recordamos fragmentos del pasado a través de sucesos sin importancia. Muchos ocurren espontáneamente y sin contexto al interferir con la realidad que hemos vivido: por ejemplo, recordar una ruptura dolorosa al coger el tren; una pelea con un amigo cuando erais niños durante una quedada; o algo que viste en las noticias el día anterior durante la cena. Si lo piensas, vivimos cada día influenciados por esos fragmentos de recuerdos incompletos y arbitrarios.
La película trasmite este tipo de actividad cerebral mediante movimientos de cámara, edición y sonido. En una sola escena, la realidad se entrelaza con los recuerdos del pasado, pues ambas líneas temporales ocurren en paralelo. La serie de recuerdos pasados que se van insertando a lo largo de la película anuncia ciertos acontecimientos que se resuelven en el clímax del acto final.