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SINOPSIS
Un millonario pretende apropiarse de un satélite y explotar así la fuente de energia del futuro, el Helio 3. Para que esto ocurra tendrá que borrar la historia de los astronautas del Apolo XI y aquellos famosos pasos que dieron en la Luna. La única persona capaz de impedirlo es un surfero de doce años que junto a sus amigos viajan hasta la Luna acompañados por un antiguo astronauta...
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NOTAS DEL DIRECTOR...
Las ideas pueden surgir cuando menos te lo esperas y donde menos te lo esperas. A mediados de 2010, cuando ya se veía el final del trayecto de “Las aventuras de Tadeo Jones”, nos preguntábamos qué podíamos hacer a continuación. Podíamos apostar por Tadeo 2 o bien por algo totalmente nuevo que nos abriera nuevos caminos.
Jordi Gasull (uno de los productores) llevaba unos meses intentando convencernos de que hiciéramos una película de astronautas y la idea nos sonaba un tanto peregrina. Pero un día, apoyados en una escalera al final de una jornada laboral, saltó la chispa: una nueva carrera espacial en el siglo XXI. Los buenos irían como se hizo en 1969 y los malos con la ultimísima tecnología. Unos queriendo preservar la historia en forma de bandera y otros borrarla del universo. Así nació 'Atrapa la bandera'.
Sin embargo, lo mejor de la historia estaba por aparecer a medida que trabajábamos el guion. Una potente historia de reconciliación familiar en un marco incomparable. Un sueño para cualquier director… Un perfecto triángulo equilátero: por un lado tenemos una película que tiene que ser fiel a los libros de historia, por otro una fantástica superproducción y por otro una película intimista.
Cuando ya llevábamos algo más de un año trabajando en el proyecto, llegó la noticia bomba de que Paramount Pictures compraba los derechos internacionales de nuestra película y que teníamos distribución mundial garantizada. Cuando uno sueña con hacer cine, es con oportunidades como esta con lo que sueña y había que aprovecharla. Afortunadamente no era el único que pensaba así y los compañeros en Lightbox nos han sorprendido una y otra vez demostrando de lo que son capaces para dejar al mundo con la boca abierta.
Para hacer esta película hemos necesitado aproximadamente 313.000 horas de trabajo, calculadas en jornadas de 8 horas. Gracias a ella hemos conocido gente que ha estado fuera de nuestro planeta y hemos podido acceder a algunos de los rincones más exclusivos de la tierra. En ocasiones nuestro estudio ha parecido la mismísima NASA. Priorizábamos la tecnología fiable frente a la última tecnología, todo para llegar a una fecha marcada en el calendario a fuego: 28 de agosto de 2015, ¡la fecha de nuestro despegue!
LA PRODUCCIÓN...
Producir una película de astronautas en España es un sueño. Aunque es justo reconocer que en nuestra cinematografía ya hemos visitado la Luna con anterioridad de la mano del astronauta encarnado por Tony Leblanc (bueno, nos quedamos en España), viajado a Marte con “Stranded”, recibido visitas extraterrestres con “El Caballero del Dragón” e incluso astronautas nacidos de la imaginación española han visitado en el mundo de la animación, planetas alienígenas con gran éxito como “Planet 51”.
Aun así, los productores somos conscientes de estar pisando un terreno poco explorado, y más cuando tomamos la decisión de que, a pesar de ser un filme de ficción animado, la aventura fuera lo más realista posible: los módulos lunares y los cohetes de las misiones Apolo serían las naves con las que nuestros protagonistas viajarían hasta nuestro pequeño satélite.
Además, tal y como nos convenció hacer uno de nuestros guionistas, vamos a ver por primera vez en el cine la verdadera geografía de la Luna, con unas montañas más altas que el Everest y unos cañones más profundos que el Gran Cañón, alejada de esa imagen de mar de arena que ha quedado retratada en documentales y películas.
Estábamos en medio del proceso de producción de Tadeo Jones cuando decidimos que teníamos que encontrar un nuevo proyecto con el que seguir soñando en el mundo de la animación. Nicolás Matji, co-fundador de Lightbox Animation Studios, insistió mucho en que teníamos que lograr encadenar varias películas de animación seguidas si queríamos llegar a ser unos productores de referencia en el mundo animado.
Así, Edmon Roch, Nicolás Matji y Jordi Gasull comenzaron a buscar, junto al director Enrique Gato, ideas y conceptos con las que aventurarnos por caminos distintos a los de Tadeo Jones.
Tras barajar varias historias decidimos embarcarnos en esa gran aventura lunar. No nos embarcamos solos, lo hicimos junto a dos socios excepcionales, Telecinco Cinema y Telefónica Studios, que se sumaron con entusiasmo a nuestra jornada de exploración hacia la Luna. Una aventura que ha llevado a parte del equipo de animación a la NASA, a los centros espaciales de Houston, Texas y Cabo Cañaveral en Florida y a la población surfera de Cocoa Beach, donde los astronautas y sus familias pasan breves temporadas durante los largos entrenamientos de preparación para viajes espaciales.
Poder captar la realidad de los lugares y de sus personajes ha sido una parte fundamental del proceso de producción de la película. No fue fácil convencer a los directivos de NASA de que unos animadores españoles necesitaban acceso a sus instalaciones para dar veracidad a un filme “de dibujos”. Aún recordamos con simpatía lo sorprendidos que estaban algunos ingenieros de NASA cuando veían a nuestro equipo hacer fotos a teléfonos, a trozos de suelo o a mesas, buscando la textura del material adecuada para la gran pantalla.
Horas y horas se han dedicado al estudio de aspectos tan aparentemente nimios como saber cómo se abre la escotilla del módulo lunar. O cuántos escalones separan dicho módulo de la superficie de la Luna, o cómo se regula la presión interna y el volumen de aire en los trajes espaciales. Así mismo, hemos dedicado tiempo al estudio de la geografía lunar e incluso hemos viajado al corazón del cráter Ubehebe en el Valle de la Muerte, donde se encuentra uno de los cráteres terrestres más parecidos a los lunares.
Un filme de animación es un proceso de años en el que el guion se transforma en un “story-board”, dicho story da paso al layout, que a su vez da paso a la animación, que a su vez abre el camino a los planos iluminados y que, por fin, tras ser trabajados en la composición y los efectos visuales, se renderizan para ofrecernos su imagen final. Este proceso, simplificado sobremanera y explicado en poco más de dos líneas, suele llevar entre 18 y 36 meses de trabajo de un equipo de más de 200 personas, al que luego se suman los departamentos de diseño y mezclas de sonido, composición de música y montaje.
Una producción así es muy compleja y cada uno de nosotros ha ido asumiendo unos roles según el momento del proceso en el que estaba la película. Si bien el trío de productores independientes, Jordi Gasull, Nicolás Matji y Edmon Roch trabajaron en solitario durante el proceso inicial de desarrollo de la idea, la participación de Ghislain Barrois y Álvaro Augustin por parte de Telecinco Cinema y de Gabriel Arias-Salgado por parte de Telefónica Studios resultó de vital importancia para que el sueño de los tres primeros pudiera despegar del papel y convertirse en una película.
Pero hay películas y películas. Y ésta, por su dimensión, necesitaba de un gran partner internacional. Horas y horas de paseos arriba y abajo por la Croissette de Cannes fueron necesarios para esa búsqueda. No fue un camino fácil. Nunca lo es. Sabíamos que teníamos una buena historia. Habíamos demostrado que podíamos hacer películas que gustaran al público como Tadeo Jones y decidimos hacer un “teaser tráiler”, una pieza de poco más de dos minutos y medio que mostrara a los agentes financieros de lo que éramos capaces y al gran director que sujetaba la historia: Enrique Gato.
Para conseguir los sueños primero hay que soñarlos y, si con nuestra imaginación podíamos ir a la Luna, ¿por qué no soñar con que un estudio de Hollywood distribuyera la película? Y el sueño se hizo realidad. Paramount Pictures se sumó a la misión de atrapar la bandera y convirtió la película en la primera de la historia del cine español que es distribuida mundialmente por un estudio de Hollywood. Un hecho insólito del que nos mostramos especialmente orgullosos.
Ahora comienza la cuenta atrás. Estamos listos para el despegue el 28 de agosto de 2015. Ojalá ustedes se sumen como viajeros a la aventura y atrapen la bandera junto a nuestros protagonistas.
EL GUION...
Tenía apenas tres años cuando estaba sentado frente al televisor de casa de mis tíos. Esa noche del 20 de julio de 1969, Neil Armstrong y Buzz Aldrin pisaron la Luna. Quizá la memoria me falle y el alunizaje que vi por televisión fuera el de otra misión, tal vez el del Apolo XVII en diciembre de 1972. En cualquier caso, uno de mis primeros recuerdos me remite a la imagen de los astronautas caminando sobre la Luna. Unos caballeros vestidos con escafandras blancas realizando la mayor aventura de la historia. Como bien decía el fallecido Arthur C. Clarke, “posiblemente dentro de 10.000 años, lo único que se recuerde del siglo XX es que fue el siglo en que el hombre salió de su casa, la Tierra, por primera vez”.
Recuerdo también que siendo niño mis juguetes favoritos (que aún conservo) tenían relación con la exploración espacial: el Madelman astronauta 2001 y el muñeco Billy Blastoff del Apolo XII. Y así crecí, lleno de fascinación por la aventura lunar. Soñando poder hacer algún día una película de astronautas.
Un día de principios de 2009, leyendo un artículo sobre videojuegos, leí sobre una modalidad de juego denominada “Atrapa La Bandera” (Capture the Flag). Y en aquel momento se me pasó por la cabeza la idea, un tanto peregrina, acerca de qué bandera sería la que yo tendría más interés en atrapar. La imaginación voló a mis recuerdos de infancia, a esos sueños que siempre he llevado conmigo. Y ese vuelo me llevó a la Luna. A la bandera que Armstrong y Aldrin habían plantado cuando era niño.
Poco después, impartiendo una clase de guion en la Universidad de los Andes, di rienda suelta a mi afición espacial y pregunté a los alumnos acerca de la realidad de las exploraciones lunares. Mi reacción fue de asombro, cuando casi el 70% de los alumnos de máster me respondieron que no creían que el hombre hubiera pisado la Luna. En ese instante, sentí que había una historia.
En aquel momento estábamos inmersos en plena producción de Tadeo Jones y pensé que quizá la animación podía ser el mejor vehículo para hacer una película de astronautas en España.
Les propuse la idea a Nicolás Matji, Edmon Roch y Enrique Gato. Edmon mostró enseguida entusiasmo ante una aventura espacial y Nicolás comentó que por qué no volvían con los viejos cacharros lunares; que regresaran a la Luna como en 1969. Era una opción lógica, pues a día de hoy, cualquier misión en la Luna pasaría por los vehículos del Apolo, en particular por el único cohete que fue completado para la misión Apolo XVIII y que hoy se conserva en el Johnson Space Center. Los otros dos cohetes que se conservan en otros centros de la NASA nunca fueron operativos. No sé si fue la conexión de la bandera con el mundo de los videojuegos o la ilusión de volver con viejas naves lo que despertó el interés de Enrique, pero aquel día dijo que sí; que le apetecía dirigir una película de astronautas.
Llamé a mi amigo Patxi Amezcua y le conté que quería escribir una película de unos astronautas que irían a la Luna a capturar la bandera que estaba ahí plantada desde 1969. Le propuse escribir conmigo la historia. Cuando empezamos a trabajar en ella descubrimos que si queríamos hacer una película de animación teníamos que introducir a niños entre nuestros aventureros lunares: así nacieron Mike, Marty y Amy, nuestros protagonistas surferos.
Pero Patxi estaba muy ocupado preparando su segunda película como director (Séptimo), así que cedió el testigo a un amigo común, Javier Barreira, con el que yo estaba trabajando en ese momento en las reescrituras de Tadeo Jones. Juntos comenzamos a explorar el mundo de “Atrapa La Bandera”. En ese proceso de exploración nos encontramos con el Helio 3, un isótopo del Helio muy estable y nada radiactivo (escaso en la Tierra, pero abundante en la Luna), que puede llegar a ser una de las formas de energía del futuro, pues su aplicación produciría energía nuclear limpia, no radiactiva.
La existencia del Helio 3 en la realidad nos ayudó a encontrar las claves del villano. Y el guion dio un paso hacia adelante con la creación de un Richard Carson joven, alocado, desmedido y que mantiene una especial relación con su padre, del cual conserva la cenizas en un diamante.
Pero aún nos faltaba algo. Y ese algo era lo más importante: el alma de la película. Recuerdo que una vez el gran guionista Guillermo Arriaga me contó que él siempre busca una palabra que defina o englobe su historia y que esa palabra se convierte en su guía, en la esencia temática del filme. Y pasamos días y días hasta que dimos con la esencia de Atrapa La Bandera: la reconciliación. Atrapa La Bandera es una historia familiar, de hecho, sobre la reconciliación en la familia. ¿Cuántas familias están heridas y necesitan reconciliarse? ¿Hay algo más hermoso que poder reconciliarnos con nuestros seres más queridos? Con esa guía comenzamos a profundizar en la historia.
Una vez tuvimos un primer y sólido borrador, pedimos a Neil Landau (que también trabajó en Tadeo Jones) que nos ayudara en el proceso. Su experiencia internacional así como su aproximación analítica al proceso de escritura nos ayudó, como siempre, a dar un salto de calidad. Poco a poco fuimos perfilando ese mundo de aventura pero siempre anclado en la realidad. Dos astronautas, Michael López-Alegría y Alan Bean, han sido nuestros guías y asesores en ese camino que nos ha llevado a atrapar la bandera. Con Michael hablamos mucho sobre la bandera. En realidad, hay seis banderas en la Luna. ¿Qué teníamos que hacer? ¿Una carrera de bandera a bandera? Decidimos simplificar el relato y reducirla sólo a la icónica bandera del Apolo XI. Una bandera que, aunque tuviese los colores de EE.UU., fue plantada en nombre de toda la humanidad. De hecho, cuando veo en esos documentales de antaño cómo gente de todo el mundo estaba pendiente de la llegada de los astronautas y cómo gente de diferentes confesiones religiosas, incluidas las tres mayoritarias en el mundo, rezaban en común, no dejo de pensar en lo que pudo haber sido el “espíritu del Apolo”, una tarea que representaba no sólo el esfuerzo de una nación, sino una gesta de la humanidad.
Llevar a buen término el guion ha sido una aventura también, mucho más pequeña, muchísimo más modesta, incomparable en modo alguno a esa gesta. Pero sí que tuvo algo remotamente en común, el esfuerzo de todos ayudó a que el resultado fuera mejor. Hay que valorar la contribución del director, Enrique Gato, de nuestro director de desarrollo Jorge Tuca, pero también la del equipo de animación de Lightbox, quien con su creatividad ayudó a enriquecer la historia y a configurar su forma final en las páginas de un guion, que siendo de un filme animado, siempre está viva.
Esperamos que permanezca vivo en vuestro corazón para siempre. Ah, se me olvidaba. Si alguna noche os acordáis al contemplar la Luna, hacedle un guiño a la bandera. Aún está ahí.