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BON VOYAGE MARIE
INFORMACIÓN
Titulo original: On Ira
Año Producción: 2025
Nacionalidad: Francia
Duración: 96 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 12 años
Género: Comedia, Drama
Director: Enya Baroux
Guión: Enya Baroux, Philippe Barrière, Martin Darondeau
Fotografía: Hugo Paturel
Música: Dom La Nena, Barbara Pravi
FECHA DE ESTRENO
España: 18 Julio 2025
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Karma Films


SINOPSIS

Marie tiene 80 años y un plan que no se atreve a confesar. Cuando su irresponsable hijo Bruno, y su adolescente nieta Anna insisten en saber por qué quiere viajar a Suiza, Marie improvisa una historia increible: una herencia olvidada en un banco suizo. Lo que empieza como una mentira piadosa se convierte en un disparatado viaje familiar en una vieja autocaravana, al que se une Rudy, un asistente social que apenas conoce y que se ve atrapado contra su voluntad en la aventura. A lo largo del camino, entre reproches, risas y secretos, este viaje inesperado hará que tres generaciones se reencuentren… incluso si no era eso lo que buscaban...

INTÉRPRETES

HÉLÉNE VINCENT, PIERRE LOTTIN, JULIETTE GASQUET, DAVID AYALA, HENOCK CORTES, GABIN VISONA, BRIGITTEAUBRY, FANNIE OUTEIRA DA COSTA, JEANNE ARÉNES, NICOLAS LUMBRERAS, ARIANE MOURIER, GLÉA GODJI, NICOLAS MARTINEZ,MARTIN DARONDEAU, GUILIAN ROUX, AVA HERVIER

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ENTREVISTA A LA DIRECTORA...
¿CÓMO NACIÓ ESTA PRIMERA PELÍCULA?...
Nació de mi deseo de dirigir. Es algo con lo que sueño desde los 18 años y por lo que estudié cine. Empecé trabajando como ayudante de dirección y luego como actriz, mientras buscaba la historia adecuada. Tras la muerte de mi abuela, con la que tenía un vínculo muy fuerte, sentí inmediatamente la necesidad de escribir un largometraje sobre ella, pero no terminaba de encontrar el enfoque adecuado.
Recordaba lo que nos decía un profesor en la escuela de cine: «No penséis que vuestras vidas interesan al público, tenéis que ir más allá». Eso me hacía dudar.
Pero durante el duelo, me di cuenta de que podía quitarle solemnidad al tema, incluso reírme, y contar esta historia desde una comedia. El duelo es algo universal. Al compartir esta idea con mi amigo, coguionista y productor Martin Darondeau, me animó a lanzarme, y ahí empezó todo.

¿TRATAR UN TEMA TAN ÍNTIMO FACILITÓ O DIFICULTÓ LA ESCRITURA?...
Desarrollamos el proyecto durante siete años. Creo que mi paciencia y empeño venían precisamente de lo sanador que me resultaba hablar de algo tan personal. Lo más complicado fue dejar entrar a Martin y a Philippe Barrière (el otro coguionista) en el proceso. Para mí era fácil tratar estos temas, pero al compartirlos tuve que aceptar otras miradas y revisar algunas ideas. Aprendí que sus comentarios no eran un juicio a mis vivencias, sino a cómo las contaba. Afortunadamente, trabajé con personas que siempre respetaron mi visión y me ayudaron a no alejarme nunca de la idea inicial.

¿DESDE EL PRINCIPIO TENÍAS PRESENTE EL TEMA DEL DERECHO A MORIR DIGNAMENTE?...
Sí, desde muy pronto. La primera imagen que tuve fue la de una abuela que decide hacer un último viaje con su familia en vez de seguir tratándose la enfermedad.
Fue una reacción directa a lo que viví con mi abuela, que murió de cáncer en un hospital, en una situación muy medicalizada y dependiente. Quería imaginarle un final distinto, y al hacerlo me interesé por el suicidio asistido, un tema del que hablábamos con frecuencia y con el que ella estaba de acuerdo, aunque nunca llegó a dar pasos concretos. El viaje de Marie, en ese sentido, se convierte en un trayecto hacia una muerte elegida.

¿FUISTE CONSCIENTE DESDE EL PRINCIPIO DEL CARÁCTER POLÍTICO DEL FILME?...
Mentiría si dijera que Bon voyage Marie no tiene un mensaje político.
De hecho, me puse en contacto con la Asociación por el Derecho a Morir con Dignidad (ADMD) para asegurarme de no alejarme de la realidad. Aunque hay algo de poesía, no quería idealizar el suicidio asistido como algo fácil o accesible. Elegí un tono neutro, delicado, que invite al debate. La pregunta es: ¿cómo podemos ser libres para elegir cómo acabar nuestra vida?

¿LA COMEDIA TE PARECIÓ EL TONO MÁS ADECUADO PARA TRATAR EL TEMA?...
Es mi lenguaje natural. De pequeña, cuando me hacía daño, mis padres intentaban hacerme reír. Crecí con un padre humorista y una madre y abuela con mucho sentido del humor. Aunque en mi familia hubo dramas, se enfrentaron con distancia e ironía. Desde niña aprendí a usar el humor como defensa ante el dolor. Descubrí que incluso en los momentos más trágicos hay lugar para la risa. En lugar de recurrir a música triste y lágrimas, preferí inspirarme en recuerdos reales: hospitales, funerales… llenos de situaciones absurdas o embarazosas. Reírse de lo grave puede liberar.

¿FUE FÁCIL ELEGIR EL FINAL DE LA PELÍCUAL?...
No, durante mucho tiempo manejamos dos finales distintos. El primero, muy pedagógico, mostraba con detalle cómo se lleva a cabo un suicidio asistido. Pero tras mucho debate, dos semanas antes del rodaje, optamos por la otra opción: no mostrar nada. No sabemos cuándo muere Marie, pero sí que ha tomado su decisión. Esto permite cerrar con una nota poética, más luminosa, mostrando que sus seres queridos aceptan su pérdida.

¿CÓMO SURGIÓ EL VÍNCULO CON LA COMUNIDAD GITANA EN LA PELÍCULA?...
Fue casual. Hace unos años, viajando con una amiga, conocí a un gitano llamado Yago, poco después de que muriera mi abuela.
Me habló de cómo acompañan a sus mayores hasta el final, con rituales muy presentes. Esas conversaciones me marcaron y me pareció natural integrarlas en la historia.

¿QUÉ PELÍCULAS TE INSPIRARON EN ESTE PROYECTO?...
Sin duda «Little Miss Sunshine».
Me ayudó a entender que lo importante no son las peripecias del viaje, sino la evolución de los personajes. También me inspiré en «The Farewell» (La despedida) de Lulu Wang, sobre una abuela enferma y un falso matrimonio.
Me ayudó a construir el engaño y la relación entre abuela y nieta. En Francia, mis referentes son Nakache y Toledano. Mi sueño sería acercarme un poco a su forma de combinar humor y emoción.

¿CÓMO ELEGISTE A LOS ACTORES PROTAFONISTAS ?...
Hélène Vincent fue la primera. Se parece a mi abuela y la admiro profundamente. Aceptó el papel hace más de cinco años y esperó con paciencia. Para ella, que es muy vital y joven, fue un trabajo de transformación.
Escribí el personaje de Rudy pensando en Pierre Lottin, con quien trabajé en La familia Tuche.
Le dio ternura y excentricidad. Rudy parece no encajar, pero acaba siendo el más sensato de todos.
David Ayala me conquistó en Sangre y Dinero y supe que quería verlo en un papel protagonista. Juliette Gasquet fue una revelación en el casting. Tenía un talento evidente.

¿CÓMO LOS DIRIGISTE?...
Quería crear un verdadero espíritu de equipo. Pierre ya había trabajado con Hélène y con David, lo que ayudó mucho.
Solo teníamos 25 días de rodaje, así que necesitábamos sentir la conexión familiar desde el primer día. Aposté por el diálogo y la confianza. Al principio dudaba de mi legitimidad como directora, pero en cuanto le pedí a Hélène una segunda toma y accedió encantada, supe que podía hacerme respetar sin miedo.

¿QUÉ BUSCABAS A NIVEL VISUAL?...
Quería una imagen bella pero cruda. Usamos mucho cámara en mano para que el espectador sintiera el movimiento. Me inspiré en el cine indie estadounidense, que no necesita luces excesivas ni colores chillones para ser gracioso. Mis productores me dejaron trabajar con Hugo Paturel, un director de fotografía más vinculado al cine de autor.
Buscaba ese equilibrio entre la comedia popular y un cine más artístico. Creo que se puede hacer cine accesible y al mismo tiempo sensible y elegante.

¿QUÉ QUERÍAS TRANSMITIR CON LA MÚSICA?...
Después de ver «Succession», soñaba con cuerdas y orquestas.
Aunque me decían que no era habitual en comedia, quería esa textura emocional. Me enamoré del trabajo de Dom La Nena en «La vida de mi madre», y ella supo crear una música que emociona sin caer en el sentimentalismo.
También incluimos temas como «Hey Baby», de Bruce Channel, y «Voyage, voyage» de Desireless, una canción un poco nostálgica que encajaba perfectamente con la historia y se convirtió en un leitmotiv.

¿QUÉ TE GUSTARÍA QUE EL PÚBLICO SINTIERA AL VER BON VOYAGE MARIE?...
Quiero que se lo pasen bien. Que piensen sobre cómo acompañamos a nuestros mayores en el final de la vida, sí, pero sobre todo que rían y salgan del cine con una sensación de calma y luz. Hablar de este tema con humor fue mi mayor reto. Hacer reír es mucho más difícil que hacer llorar.


ENTREVISTA A HÉLÉNE VINCENT...
¿QUÉ TE ATRAJO DE ESTE PROYECTO?...
Cuando Enya me mandó el guion hace unos años, me conquistó desde la primera lectura. Sentía que entendía perfectamente lo que quería contar. Me gustó sobre todo el tono cómico, porque ya había interpretado un papel sobre el final de la vida en clave dramática, en «Algunas horas de primavera», de Stéphane Brizé, donde interpretaba a una mujer con cáncer que viaja a Suiza para morir. Era precioso, lento y muy triste. Aquí, el trayecto de esta anciana hacia la muerte es una afirmación de vida, de elección, y eso me pareció fascinante. Sentí que debía acompañar a Enya en esta aventura.

¿TE HA MARCADO DE ALGÚN MODO PARTICIPAR EN ESTA PELÍCULA?...
Sí, pertenezco a la Asociación por el Derecho a Morir con Dignidad, pero no creo que este papel haya sido un acto político. «Bon voyage, Marie» no es un manifiesto, sino una historia que plantea una cuestión que nos afecta a muchos.
Es, ante todo, un canto a la vida.

¿CONOCISTE DE PRIMERA MANO HISTORIAS REALES RELACIONADAS CON ESTE TEMA?...
No, a diferencia de otros proyectos, aquí me basé exclusivamente en el guion.
Era tan sólido y emotivo que no necesitaba más.

¿CÓMO TE PREPARASTE PARA INTERPRETAR A MARIE?...
No sé explicarlo bien. Desde pequeña tengo facilidad para proyectarme en personajes muy distintos. A mi edad, ya he vivido muchas cosas que me permiten conectar con emociones sin necesidad de mucha preparación previa. Estudio el texto a fondo y dejo que el personaje me impregne poco a poco. La voz y la forma de andar de Marie fueron esenciales, y surgieron de forma natural. Además, Enya me dirigió con una combinación perfecta de flexibilidad y firmeza.

¿ENYA TE HABLÓ MUCHO DE SU ABUELA?...
Sí, me habló de ella, pero no necesité ver fotos. Solo con oírla hablar de su relación, entendí el amor que sentía por ella. Eso bastaba. Lo importante fue construir a Marie físicamente: la peluca, las medias de compresión, la ropa… Todo eso me ayudó a meterme en su piel.

¿CÓMO FUE REENCONTRARSE CON PIERRE LOTTIN?...
Fue un placer. Ya habíamos trabajado juntos en una película de François Ozon y me pareció el actor ideal. Tiene una intensidad increíble. Compartir otra vez un rodaje con él fue una alegría. Es generoso, comprometido y ayuda mucho a sus compañeros.

¿TE GUSTA TRABAJAR CON ACTORES JÓVENES COMO JULIETTE GASQUET?...
Siempre he sentido mucha alegría al trabajar con mis compañeros, ya sean jóvenes o mayores. De hecho, tengo la suerte de tener muy pocos recuerdos desagradables en un set de rodaje. Cuando estamos reunidos por un proyecto común, me enamoro de quienes actúan conmigo. Juliette no fue la excepción. Me impresionaba su capacidad de concentración, ya que logró estar presente todos los días de rodaje mientras preparaba su bachillerato — que aprobó con honores— y su ingreso en el Cours Florent. Fue asombrosa.

¿CÓMO FUE EL ENCUENTRO CON DAVID AYALA?...
Al elegir a este actor dotado de gran delicadeza, Enya supo formar un cuarteto realmente extraordinario. Aunque al principio teníamos pocas cosas en común, al igual que en la película, acabamos “formando familia”, o al menos una amistad, con una complicidad verdadera. Ahí es cuando uno se da cuenta de que el casting ha sido un acierto.

¿CUÁL FUE TU REACCIÓN AL VER LA PELÍCULA POR PRIMERA VEZ?...
No la descubrí hasta el Festival de Alpe d’Huez y, como el público, pasé de la risa al llanto durante toda la proyección. Más allá de alegrarme como espectadora, me hizo pensar que todavía puedo seguir trabajando un poco más.


ENTREVISTA A PIERRE LOTTIN... ¿QUÉ FUE LO QUE TE ATRAJO DE ESTE PROYECTO?...
Había visto los cortos de Enya Baroux y me gustaba especialmente su estilo. Me recordaba a cierto cine escandinavo, con un sentido estético poco habitual en el cine francés. Incluso había algo burtoniano en su forma de encuadrar. Y como actriz, puede ser muy divertida, así que esa mezcla de sensibilidad visual y sentido del humor me pareció una combinación prometedora para su primer largo.

¿TE ACORDABAS DE QUE ENYA TE PROMETIÓ UN PAPEL?...
Sí, pero era muy joven, así que no me lo tomé en serio.

¿CUÁL FUE TU REACCIÓN AL LEER EL GUION?...
Volví a encontrar todo lo que me gustaba de su dirección y de su forma de actuar. Vi enseguida el tono que podía tener esta road movie. En cualquier caso, Enya era de esas personas con las que quería trabajar. Se lo dije, y soy de los que cumplen su palabra.

¿QUÉ TE INSPIRABA LA HISTORIA DE BON VOYAGE MARIE?...
Me recordó un poco a «Kill Me Please», esa comedia negra de Olias Barco. Al final, la pregunta que lanza esta película es: ¿quién tiene derecho a decidir sobre la muerte? Es una decisión profundamente personal, pero como pasa con el aborto o con otros temas sociales, hay gente que se cree con derecho a opinar sin que les afecte directamente.

¿QUÉ TENÍA DE INTERESANTE RUDY COMO PERSONAJE?...
Me gustaba que, de entrada, pareciera un tipo despreocupado.
Lo vi como una especie de ángel de la muerte disfrazado, que aporta un punto de ironía y distancia ante la historia, pero que, en el fondo, acompaña a Marie hasta el final. Eso le daba al personaje una doble lectura y un toque casi trascendental, aunque oculto tras varias capas de humor.

¿TE VES REFLEJADO EN ÉL?...
Digamos que refleja mi parte más cómica. A menudo me han dado papeles de tipos al límite o excéntricos, y creo que Rudy es una mezcla de ambos. Pero para mí sigue siendo un personaje, alguien que no soy yo, y eso me permitió como actor explorar otros registros.

¿TUVISTE DIFICULTADES AL INTERPRETARLO?...
Sí. Como hacía tiempo que no interpretaba a un fanfarrón, temía que acabara resultando cargante o demasiado sarcástico.

¿QUÉ FUE LO MEJOR DE TRABAJAR CON HÉLÈNE VINCENT?...
Ya habíamos coincidido justo antes en «Cuando cae el otoño», de François Ozon. Eso ayuda mucho, porque ya hay complicidad y no hace falta construirla desde cero.
Con Hélène no siempre hace falta hablar para entendernos. Muchas veces basta con un silencio. La veo más como una compañera de oficio que como una veterana con lecciones que dar, porque ella no va de eso. Aun así, aprendo mucho cuando compartimos escena.

TAMBIÉN CONOCÍAS A DAVID AYALA…
Sí, habíamos trabajado juntos en «El triunfo», de Emmanuel Courcol. David es un tipo encantador, un gran actor y una persona muy cercana.

¿CÓMO FUE ENYA BAROUX DURANTE EL RODAJE?..
Segura de sí misma, y muy en su sitio. Se notaba que tenía experiencia, aunque fuera su primer largo. Ha hecho muchos proyectos combinando distintas funciones, así que llegaba con mucho rodaje. Como nos conocemos bien, fue fácil comunicarnos, había mucha confianza entre nosotros. Como estaba convencido de que iba a hacer una buena peli, incluso cuando no coincidíamos en algo, me sentía tranquilo en el set, como nadando en aguas calmadas.
Tampoco fue un paseo… ¡aunque estuviera Hélène Vincent en el reparto!

¿QUÉ TE HA ENSEÑADO ESTA PELÍCULA COMO ACTOR Y COMO PERSONA?...
Como ciudadano, si el tema de esta tragicomedia llega al público, me confirmará que el cine puede contribuir a cambiar las cosas, incluso las leyes.
Como actor, he aprendido a confiar un poco más en mí mismo.
A veces la clave está en no forzar, en dejar que la magia surja con naturalidad.

¿QUÉ SENTISTE AL VER LA PELÍCULA TERMINADA?...
Me impresionó la claridad con la que se plantea el tema y la delicadeza con la que está dirigida. «Bon voyage Marie» no parece para nada una ópera prima; se nota la experiencia tras la cámara. Es una película madura y muy bien construida.


ENTREVISTA A DAVID AYALA...
¿QUÉ TE ATRAJO DE ESTE PROYECTO?...
Al leer las primeras páginas del guion, especialmente la escena en el banco, me eché a reír porque me sentí totalmente identificado con Bruno. Ese hombre endeudado utilizaba exactamente las mismas palabras que yo usaría; era como oírme a mí mismo negociando con mi asesora del banco.

¿QUÉ TE PARECIÓ LO MÁS INTERESANTE DE SU PERSONAJE?...
Me gustaba mucho este personaje. Era un tipo majo, pero algo tramposo, siempre metido en líos. Me parecía entrañable.
Se las apaña como puede, pero para vez le sale bien. Como padre de un chaval de 13 años, también me ilusionaba interpretar a un padre de una adolescente. Antes del rodaje hablé mucho con Enya sobre el personaje. Quería saber cómo veía ella a Bruno, quién era para ella y qué esperaba de mí.
Al final entendí que no tendría que alejarme mucho de mí mismo.
Aunque sí había una incógnita: el cuarteto. Todos estábamos un poco preocupados por si no funcionaba... Pero desde el primer día de rodaje, Enya se mostró segura de sí misma, y gracias a esa confianza, nos lanzamos todos con tranquilidad.

¿QUÉ SUPUSO COMPARTIR ESTA AVENTURA CON HÉLÈNE VINCENT?...
Fue maravilloso porque los dos compartimos un amorprofundo por el teatro. En el set, nos contábamos anécdotas escénicas como dos jubilados, hablando de amigos, de obras, de otros tiempos… Hélène tiene una carrera impresionante a sus espaldas, y la admiro mucho por ello. Me hace feliz saber que pronto volveremos a coincidir en otro rodaje.

¿CÓMO FUE TRABAJAR CON PIERRE LOTTIN?...
Ya conocía a Pierre porque habíamos trabajado juntos en «El triunfo» de Emmanuel Courcol.
Desde aquel rodaje se forjó una verdadera amistad, y ahora somos muy cercanos. Pierre es una fuerza de la naturaleza. Como suele interpretar a personajes canallas y se hizo conocido por su papel en «La familia Tuche», que es casi una caricatura del norte, no siempre se percibe lo auténtico e inteligente que es.
Es muy distinto de los personajes que interpreta.

¿TE MOSTRASTE PROTECTOR CON JULIETTE GASQUET DURANTE EL RODAJE?...
No especialmente. Con Juliette se creó una amistad muy natural y bonita. Me gustó mucho como actriz. Tenía 17 años durante el rodaje y ya mostraba una madurez impresionante, incluso brillante en muchos aspectos.
Tiene una forma de actuar muy natural, un talento que la hace destacar sin esfuerzo.

¿CÓMO FUE TRABAJAR CON ENYA BAROUX?...
Enya es muy precisa, sabía lo que quería en cada escena. Aun así, no abusaba de los ensayos, nos dejaba espacio para soltarnos, ser naturales y jugar con el personaje.
Fue un rodaje muy cálido, donde había gran complicidad entre los cuatro protagonistas. Y es, sin duda, una verdadera directora de actores. Ya domina el arte de la puesta en escena.

¿TIENES ALGÚN RECUERDO
ESPECIAL DEL RODAJE?...
Sí, uno muy emotivo con Hélène.
Rodábamos la escena en la que Bruno se entera de la decisión de su madre y salen los dos a fumar un cigarro en la parte trasera del coche, justo frente al lugar donde va a ocurrir todo. No logran hablarse, pero sus miradas lo dicen todo. Es una escena tierna y algo incómoda a la vez que se me quedará grabada por mucho tiempo.

¿QUÉ TE HA ENSEÑADO ESTA PELÍCULA?...
Comprendí que los actores siempre trabajan consigo mismos. Nuestra imagen, nuestra voz, nuestro estado emocional... todo lo volcamos en el personaje. Aunque haya trabajo de composición, siempre mostramos algo de nosotros. Además, me encantó que el equipo estuviera formado por personas de 20 o 30 años. Alejándome un poco de esa juventud, fue fantástico trabajar con ellos, dejarme llevar por su mirada, su visión del mundo. Fue una verdadera familia durante todo el rodaje.


ENTREVISTA A JULIETTE GASQUET...
¿CÓMO LLEGASTE A ESTE PROYECTO?...
Con 17 años hice un primer casting y, en la segunda prueba, me dieron el guion. En cuanto lo leí,  me encantó que fuera una aventura colectiva con cuatro personajes muy peculiares, anunciando una  historia de grupo. Desde el principio quise formar parte de esa familia ficticia. Aunque estaba  preparando la selectividad y el examen de Concours de Clase Libre (acceso a la Clase Libre) del  Cours Florent, me motivaba muchísimo estar en este proyecto.

¿CÓMO ABORDASTE EL PERSONAJE DE ANNA?...
Enya me habló un poco del vínculo con su abuela, a la que consideraba su mejor amiga.
Para ayudarme a encontrar el tono del personaje, me mencionó al burro de Shrek, porque Anna es alegre y llena de energía.
También reconocí en ella un punto cínico y el humor de Enya, lo cual me inspiró. En realidad, no hice un trabajo de composición muy profundo; simplemente proyecté el texto en las situaciones, seguí las indicaciones y así llegué a un personaje muy diferente a mí.
También me apoyé mucho en la dinámica con Hélène, Pierre, y David. Más que crear un personaje, debía encontrar mi lugar en ese grupo.

¿CÓMO FUE TRABAJAR CON ENYA?...
Como también es actriz, sabía encontrar las palabras adecuadas para guiarme hacia
donde quería llevarme. Fue muy paciente y siempre estuvo disponible, especialmente cuando tenía dudas. Una de las escenas que más me costó fue cuando Anna descubre la verdad sobre el propósito del viaje. En el guion solo ponía «Anna rompe a llorar» y me costaba visualizarlo. Enya me lo explicó con calma, me tranquilizó. Tiene una cualidad fundamental para una directora: sabe cómo generar confianza en sus actores.

¿QUÉ TAL FUE TRABAJAR CON HÉLÈNE VINCENT?...
Al principio estaba bastante cortada, me imponía porque había visto muchas veces La vida es un largo río tranquilo de Étienne Chatilliez. Pero Hélène es encantadora, y la conexión surgió de forma muy fácil. De hecho, una de nuestras primeras escenas juntas fue cantando Voyage Voyage, lo que rompió el hielo al instante. Con el tiempo, los lazos se estrecharon de forma muy natural. Aprendí muchísimo a su lado, tanto en lo interpretativo como en nuestras conversaciones sobre teatro, el oficio y la vida.

¿Y CON PIERRE LOTTIN?...
Me impresionaba especialmente porque era el actor al que más había visto en pantalla. Al principio me intrigaba, porque tiene un universo muy personal.
Pero es divertidísimo, y bastó con reírnos juntos para hacernos amigos. Como compañero de escena, es muy generoso y te anima a dar lo mejor de ti.

¿CON DAVID AYALA SE FORMÓ UNA RELACIÓN PADRE-HIJA?...
No exactamente. Al igual que con los demás, se creó una amistad. En mi caso, estaba teñida de admiración, claro. Pero David, Pierre y Hélène nunca me trataron con condescendencia o paternalismo. Fueron muy generosos, y cada uno me aportó algo distinto. Aprendí a adaptarme a distintos estilos de actuación, fue muy enriquecedor.

¿QUÉ LECCIÓN SACAS DE ESTA EXPERIENCIA?...
Me di cuenta de que me interesan los proyectos que me sacan de mi zona de confort. Aunque al principio me dé miedo afrontar ciertos retos interpretativos, me ayudan a superarme, a probar cosas nuevas, a seguir buscando.
Me reafirmó en mi deseo de no dejar nunca de aprender.

¿QUÉ SENTISTE AL VER LA PELÍCULA?...
La primera vez me costó ver mi cara tan grande en pantalla, y confieso que estuve centrada en mí, revisando mi actuación y anotando errores. Pero la segunda vez pude disfrutarla como espectadora. Me dejé llevar por la historia, por las interpretaciones, la imagen y el sonido. Me emocionó mucho.
Sentí que era una película distinta, incluso innovadora. Nunca había visto una comedia dramática tan profunda e inteligente donde, sin darte cuenta, se te escapan lágrimas entre sonrisa y sonrisa.

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