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SINOPSIS
Un exconvicto es reclamado por la policía estadounidense y china para que les ayude a desenmascarar a una red de ciberdelincuentes de alto nivel que opera en varias ciudades norteamericanas y chinas...
INTÉRPRETES
CHRIS HEMSWORTH, VIOLA DAVIS, MANNY MONTANA, WILLIAM MAPOTHER, HOLT McCALLANY, JOHN ORTIZ, JASON BUTLER HARNER, SPENCER GARRETT, TRACEE CHIMO
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INFORMACIÓN EXCLUSIVA
El comienzo de “Blackhat” se remonta a 2012 cuando Michael Mann empezó a desarrrollar este thriller de alto voltaje en el que un pirata informático “blackhat” intenta superar su pasado y hacerse con su futuro dentro de “un mundo feliz” de total interconexión cibernética. La increíble aparición del gusano Stuxnet marcó el comienzo de una forma de entrada ilegal en sistemas informáticos. Para Michael Mann, un cineasta al que le gusta mostrar la tenue línea entre legalidad e ilegalidad, ofrecía un abanico de posibilidades. Empezaron a surgir de forma regular, e incluso alarmante, historias de incursiones en la nueva infraestructura de la arquitectura digital, dejando muy claro que la informatización había creado una membrana interconectiva jamás vista hasta entonces. Michael Mann explica lo que significó para él: “Empecé a interesarme a partir del asunto Stuxnet, un malware diseñado por un equipo de estadounidenses e israelíes. Se apoderó de una central nuclear en Natanz y se convirtió en el primer dron oculto. Y digo “oculto” porque atacó, pero el efecto no fue conocido hasta 18 meses después”. Michael Mann decidió que quería saber más. “La primera revelación fue darme cuenta de nuestra porosidad y vulnerabilidad”, dice. “Lo segundo fue entender que cualquier persona sentada en su sofá con los suficientes conocimientos informáticos y un ordenador bastante potente puede hacerlo desde el Bronx, Lagos o Bombay. “Numerosos piratas informáticos han acabado en la cárcel antes de trabajar en ciberdefensa”, sigue diciendo. “Tal como ellos lo ven, no es muy distinto. Puede compararse a un ludópata, aunque hay una diferencia clave. Para el hacker, es escapismo a la inversa”. Michael Mann y Morgan Davis Foehl, el guionista del film empezaron a escribir una historia basada en hechos tan complejos como fascinantes que no suelen conocerse. El director reconoce que cuando algo le intriga, se esfuerza en saber lo máximo posible. “Suelo empezar reuniéndome varias veces con expertos”, explica. “Conocí a personas en Washington, profesionales de la ciberseguridad privada y de agencias gubernamentales como el Departamento de Seguridad Nacional y el FBI. Y todos decían lo mismo: ‘El mundo no tiene ni idea de la porosidad de nuestra industria tecnológica y de la cantidad de innovaciones que se han robado’. El cineasta necesita documentarse y saber mucho antes de decidir qué historia contará y con qué personajes. “Sinceramente, para mí sería hacer trampa llegar con una historia y colocarla en un entorno”, dice. Mientras hablaban con expertos en seguridad, agentes gubernamentales y piratas informáticos acerca de cómo Internet había cambiado el paisaje de la delincuencia, empezaron a cobrar forma la trama y los personajes. Durante sus conversaciones con ambos lados de la ley, el director y el guionista entendieron la vulnerabilidad – o posibilidad, según se mire – que del sistema. Mientras Michael Mann se preparaba para empezar el rodaje una noticia ocupó todos los titulares: un robo virtual de 45 millones de dólares a un banco. Según The New York Times en mayo de 2013, “la operación incluye a sofisticados expertos informáticos que funcionan en el oscuro mundo de la piratería, capaces de manipular la información tocando unas cuantas teclas”. Durante el rodaje surgieron otros casos importantes de piratería informática y todos tenían la curiosa sensación de haberse adelantado a la realidad. El guión refleja claramente hasta qué punto la piratería informática puede afectar el mundo físico (por ejemplo, infraestructuras, maquinaria, energía, plantas nucleares).
Las películas de Michael Mann siempre están basadas en experiencias reales, como lo demuestra el tiempo y la energía que usa para documentarse y el entrenamiento al que somete a los actores. Para que la historia sea más auténtica, el realizador se preocupa de que los actores conozcan a las personas en las que están basados sus personajes y los lugares donde realmente vivieron. Algunos intérpretes han pasado meses documentándose y adquiriendo la experiencia necesaria para dar vida al personaje que Michael Mann plasmará en la pantalla y que arrojará luz a un mundo desconocido para la mayoría de nosotros. Otra de las reglas del realizador es que cada personaje debe tener un pasado. “Debe ser una persona de verdad para que el actor pueda apoyarse en ese pasado y dar vida al personaje”, dice. En este caso, el director quería borrar la imagen estereotipada de pirata informático del chico blanco, delgado, con gafas, procedente de la clase media. “Hace años que esto ha cambiado”, dice. “Puede ser alguien que vive en un edificio de protección oficial o en Bombay, da igual. Me gustó que Hathaway fuese el hijo de un obrero siderúrgico de la zona sur de Chicago”. Al empezar la preproducción, el director y el actor, Chris Hemsworth, viajaron a Chicago y a zonas cercanas. “Pasamos un par de días en la planta siderúrgica de U.S. Steel”, dice Michael Mann, también fuimos a la Bolsa de Chicago porque en la película se manipulan los futuros de la soja”. Hablando de su inmersión previa al rodaje, Chris Hemsworth dice: “Dos meses y medio antes de que empezara el rodaje, Michael me dijo que me necesitaba, debíamos ir a visitar los altos hornos y los lugares donde había crecido mi personaje. Yo estaba en Australia, pero volví”. Chris Hemsworth siempre había pensado que la posibilidad de que alguien pudiera manipular la Bolsa, bancos o una infraestructura pública o privada era cosa de películas: “No sabía mucho del tema, solo que salía de vez en cuando en las noticias. Pero mi personaje lo lleva en la sangre, forma parte de su vida”. El actor se entrevistó con varios piratas informáticos, algunos de los cuales habían acabado en la cárcel”. Con este thriller de acción centrado en la metamorfosis tecnológica a nivel mundial, Michael Mann ha realizado su proyecto más ambicioso hasta la fecha: 66 días de rodaje en 74 decorados repartidos en cuatro países, con un recorrido de más de 16.000 kilómetros. Numerosas localizaciones nunca habían sido testigos de una producción de tal magnitud, que debía llevarse a cabo dentro de un calendario muy estricto. La historia empieza en Chicago, pero el rodaje empezó en Los Ángeles, donde se filmó en 11 decorados durante 15 días, desde grandes edificios de oficinas del centro de la ciudad y restaurantes en el barrio coreano, hasta las pintadas de los grafiteros en los barrios de Los Ángeles Este. Michael Mann dice que tuvieron la suerte de encontrar localizaciones fascinantes en Asia: “La ingeniería civil de Hong Kong es extraordinaria, sobre todo la forma de separar a los peatones del tráfico rodado”. El rodaje en Hong Kong, una ciudad de más de siete millones de habitantes y seis mil rascacielos, empezó en lo más alto, en el bar del hotel Ritz-Carlton, situado en el piso 118, desde el que se domina toda la isla y la costa de una de las civilizaciones más antiguas del mundo. Durante 26 días, el reparto y el equipo se abrieron paso entre populosos mercados, helipuertos, el puerto con más tráfico del mundo, antiguos barrios y modernos edificios, desde las colinas más altas hasta el mar, aprovechando las imponentes vistas de Hong Kong. Una dificultad añadida fue la humedad que hay en verano y las estrechas calles siempre llenas de gente. Pero, tal como explica Chris Hemsworth, era un reto perfectamente estudiado e intencionado. Después de Hong Kong se trasladaron a la costa noroeste de Malasia para rodar las devastadoras consecuencias del funcionamiento defectuoso de la central nuclear. A continuación sobrevolaron el estrecho de Malaca, que lleva al mar de Java, para rodar en Yakarta, Indonesia, donde la película llega a su apoteosis. El rodaje en la capital de Indonesia duró diez días durante los cuales el equipo pasó de un decorado a otro en la animada ciudad, desde un rascacielos sin terminar de construir, una estructura abandonada y fantasmagórica, a los barcos “bugis” con sus profundos cascos pintados a rayas atracados en el puerto de Kota, en la ciudad antigua, lo que los holandeses llamaban Batavia y los indonesios llaman Sunda Kelapa. A pesar de albergar una pequeña aunque enérgica comunidad cinematográfica, no se había rodado ninguna producción hollywoodiense en Yakarta. Incluso la película del año 1982 dirigida por Peter Weir ‘El año que vivimos peligrosamente’, se rodó en otros decorados debido a las amenazas de los extremistas. Muchas personas le habían dicho al realizador que era imposible rodar allí, pero él se sintió atraído por la intensidad y vitalidad de la ciudad. También le impresionó la paleta de colores, con el verde de los edificios oficiales, el rojo y ocre de los hoteles, y los amarillos saturados de los anuncios de neón. Michael Mann se sintió como en casa. Después de Yakarta se trasladaron a Kuala Lumpur, Malasia, para terminar el rodaje. Allí, entre otras cosas, el equipo tiró un camión desde el tejado de un aparcamiento a través de un muro de cemento. El vehículo cae diez metros hasta el tejado de un edificio, donde rebota y cae otros cuatro metros antes de llegar a la calle. Todo se rodó en decorados naturales.