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NOTAS DE LA DIRECTORA...
La guionista de Carol, Phyllis Nagy, toma las riendas como directora y ejecuta una narración fascinante, parcialmente basada en hechos reales en torno al Colectivo Jane, que practicó miles de abortos durante un periodo de cuatro años gracias a su movilización encubierta y precisa. Apoyada por un impresionante reparto, Elizabeth Banks ofrece una notable interpretación protagonista de Joy, cuya determinación y fuerza de carácter mantienen su relevancia más de medio siglo después. TODAS SOMOS JANE plantea cuestiones urgentes sobre las barreras sistémicas, la naturaleza cambiante de la política y la lucha de las mujeres por mantener el control de sus cuerpos.
Cuando Robbie Brenner me envió el guión de TODAS SOMOS JANE, supe que tenía que dirigirla, pero también tenía temor a dirigirla. Sentí que mantener el miedo y la intrepidez cerca siempre me mantendría honesta. Y así fue.
Mi impulso fue crear una obra que permitiera que el punto de vista de cada personaje prosperara y se comunicara sin juicios morales, sino con el tipo de comportamientos desordenados, complejos y contradictorios que fomentan la empatía del público. No se admiten sermones. El subtexto, el humor y, sobre todo, la convicción de que lo político es siempre personal guiaron mi desarrollo del guion y, en última instancia, esas convicciones se mantuvieron de la página a la pantalla.
Contar esta historia desde el punto de vista de una mujer corriente que se encuentra en circunstancias bastante extraordinarias y a la que se le niega toda elección personal en un momento crítico guió mi año de cuidadosa remodelación y elaboración de un guion ya de por sí excelente para reflejar una narración intensamente política que no tiene lugar en un escenario político per se, pero que escena a escena cambia la idea de lo que es -o podría ser- un escenario político.
Explorar la aleccionadora y dolorosa historia real de la elección en Estados Unidos, honrando al mismo tiempo las notables contribuciones de mujeres como las "Janes", también exigía un tono cuidadoso, reconociendo al mismo tiempo que los hechos y la verdad a veces se excluyen mutuamente.
A pesar de todo, nunca he vacilado en mi creencia de que el material serio se ve mejor con un toque ligero: para invitar a la gente a participar en una conversación es necesario, en primer lugar, ofrecer una conversación. No se puede mantener esa conversación sin saber escuchar, y no se puede escuchar mientras se está aporreando al público hasta la sumisión.
Cómo comunicar un punto de vista cinematográfico sólido sin insistir en que el público mantenga ese mismo punto de vista fue la razón por la que finalmente seguí adelante con TODAS SOMOS JANE.
Exigirme honestidad significaba que tenía que examinar mis propias creencias y sentimientos sobre las diversas situaciones narrativas que presenta TODAS SOMOS JANE: el aborto, la raza, los derechos de la mujer y lo lejos que hemos llegado, o no hemos llegado. Y al hacerlo, llegué a la conclusión de que, por encima de todo, TODAS SOMOS JANE es una meditación sobre la elección -personal, política, transaccional, familiar- y que para mí no podía ser otra cosa que un debate en constante evolución, que espero sinceramente que sigamos manteniendo mucho después del estreno de la película.