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NOTAS DE DIRECCIÓN...
En 2008 conocí a Víctor a través de un interfono. Los dos trabajábamos en un turno de noche en un medio de comunicación. Hablábamos mucho, pero no nos habíamos visto nunca. Un día, llegó antes a su turno y pasó por mi planta a verme. Yo me lo había imaginado de muchas maneras, pero nunca en una silla de ruedas.
Víctor siempre me hablaba de su equipo de baloncesto. Un día fui a verle jugar. Me sorprendió mucho la determinación con la que jugadores de distinta edad, sexo, tamaño y capacidades se arrojaban al campo y la brutalidad con la que chocaban sus sillas de ruedas. La imagen se alejaba totalmente de lo que yo entendía por “discapacidad”.
Conocí a Vicky y a Lucía, las únicas mujeres del equipo. Lucía, de tan solo 17 años, luchaba cada partido por poder salir del banquillo unos minutos, en una liga eminentemente masculina. Vicky había sufrido una lesión que le impedía seguir jugando a baloncesto a pie y estaba aprendiendo a jugar en silla.
Diez años después, Vicky y Lucía juegan en la selección femenina y tienen por primera vez la oportunidad de clasificarse por sus propios méritos para unos Juegos Paralímpicos. Zuri Goikoetxea y yo decidimos convertirnos en una más del equipo durante prácticamente un ciclo olímpico, con el objetivo de conocerlas más allá de la silla de ruedas y de sus respectivas discapacidades.
La mejor forma de acercarnos al otro es eliminar los prejuicios, pero la mejor manera de no tener prejuicios es conocer al otro. Nuestra película pretende ser la salida a este bucle, un interfono en un turno de noche.