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SINOPSIS
Sigue al cardenal Lomeli mientras supervisa al grupo de cardenales encargados de elegir a un nuevo líder de la Iglesia, al tiempo que intenta descubrir un secreto del difunto Pontífice...
INTÉRPRETES
RALPH FIENNES, STANLEY TUCCI, ISABELLA ROSSELLINI, JOHN LITHGOW, BRIAN F. O'BYRNE, LUCIAN MSAMATI, SERGIO CASTELLITTO, MERAB NINIDZE, JACEK KOMAN, JOSEPH MYDELL, LORIS LODDI, THOMAS LOIBL, CARLOS DIEHZ, RONY KRAMER, GIULIO SCHIFFER
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LA PRODUCCIÓN...
CÓNCLAVE se basa en la novela homónima escrita por Robert Harris en 2016. Tras adquirir los derechos para la adaptación cinematográfica, House Productions puso en marcha el proyecto con el guionista Peter Straughan, nominado a los Óscar por El topo, y el oscarizado realizador Edward Berger (Sin novedad en el frente) como director.
CÓNCLAVE nos adentra en un mundo impenetrable, reservado para unos pocos. «El mecanismo que se pone en marcha al declararse la sede vacante es uno de los secretos mejor guardados de nuestra sociedad», explica Berger. «Me intrigaba mucho descubrir qué pasaba en el interior de esas salas. No hemos podido conocer todos los detalles porque es un proceso muy hermético, pero a través de nuestras investigaciones sí hemos aclarado algunas cosas. Creo que nadie se ha acercado tanto a la verdad como nosotros».
El protagonista del filme es el cardenal Lawrence, decano del Sacro Colegio Cardenalicio, responsable de reunir al cónclave. Durante el curso de la elección que determinará el futuro de la Iglesia católica, Lawrence descubre un secreto que podría hacer tambalear los cimientos de la institución.
Por si eso fuera poco, Lawrence también lidia con una profunda crisis de fe. «Aunque sus sentimientos no están relacionados con la elección del nuevo sumo pontífice, le ponen en una situación complicada», explica Berger. «Lawrence cree que ya no es digno de ser cardenal. Pidió permiso para marcharse de Roma y pasar un tiempo en un monasterio redescubriendo su fe, pero el papa rechazó su propuesta. Se enfrenta constantemente a sus dudas. Esa faceta del personaje me resultó tremendamente interesante».
El director añade que a Lawrence no solo le preocupa la votación, sino su propio estado emocional. «¿Aún cree en esta institución? ¿Considera que tiene futuro? ¿Podrá reencontrar su vocación y su propósito? Estas preguntas se las plantea mucha gente, no solo gente religiosa, todos los días de su vida».
Tessa Ross y Juliette Howell, fundadoras de House Productions, pudieron leer los primeros capítulos de la novela antes de que se publicara. «Nos los ventilamos y suplicamos que nos mandaran el resto», recuerda Ross. «Envié una propuesta con la colaboración de Danny Cohen de Access Entertainment y pude convencer a Robert Harris de que al proyecto le vendría bien un toque más independiente. Había escrito una novela maravillosa ambientada en un mundo extraordinario y desconocido. House se encargaría de tratar el material con mimo, gracias a un equipo técnico que adaptaría su texto respetando el tono y la intención original».
El currículo de Ross habla por sí solo, pero el autor también comenta que supo que era la persona adecuada por el entusiasmo y la determinación que aportó a todo el proceso. «No he dudado de ella ni un segundo».
La idea de la novela surgió en 2013, cuando Harris estaba viendo la cobertura televisiva del cónclave para la elección del papa Francisco. Al fijarse en las caras de los cardenales, pensó que parecían políticos más que clérigos. «Me propuse investigar sobre el tema para entender cómo funcionaba el proceso», recuerda. «En cuanto empecé a leer sobre el cónclave, vi que tenía muchísimo potencial narrativo».
Por casualidades de la vida, la editorial italiana de Harris estaba trabajando en un libro escrito por el Secretario de Estado para el Vaticano y presentó a los dos autores. «Le pedí ver algunos lugares específicos, como la Casa Santa Marta, residencia de los cardenales durante el cónclave, y la Capilla Sixtina, donde se celebra la votación», comenta Harris. «El procedimiento de votación aparece en la legislación del Vaticano, por lo que pude estudiar cómo se habían desarrollado los cónclaves anteriores. Eso sí, lo más divertido fue inventarme los nombres de todos los miembros del Sacro Colegio Cardenalicio. Hay el mismo número de cardenales en la novela que en la vida real».
Ross tenía muy claro que quería que el guionista Peter Straughan adaptase la novela al cine. «Llevo años admirando su trabajo», explica. «Escribe de una forma muy precisa y tiene un estilo delicado, como si estuviera componiendo una poesía. Es muy meticuloso, con gran nivel de detalle. Al recordar que se había encargado de la adaptación cinematográfica de El topo, supe que sería la opción ideal para este proyecto».
A Harris también le impresionó mucho el trabajo de Straughan. «Me he llevado de maravilla con Peter», comenta. «He tratado tan bien el material que solo puedo pensar que se alinearon los astros para que colaborásemos».
Straughan se crio en una familia católica y conectó inmediatamente con la novela, apunta Ross. «Nos ayudó mucho que conociera este mundo, con sus rituales y reglas. Su enorme capacidad para crear intriga y construir personajes ha sido crucial a la hora de escribir el guion y de diseñar un mundo que resultase tan fascinante como misterioso para el público».
El guionista dice que llevaba tiempo queriendo colaborar con Ross y la productora ejecutiva Robyn Slovo. «Se pusieron en contacto conmigo para ver si quería echarle un ojo al libro», recuerda. «Quizá se acordaron de que soy católico. La novela me encantó y acepté el encargo de inmediato. Robert es uno de los pocos escritores capaces de compaginar la calidad literaria con las intrigas apasionantes. Para un guionista es un regalo trabajar con alguien como él porque sus novelas tienen una estructura muy cuidada, personajes creíbles y diálogos memorables».
Antes de ponerse a escribir, Straughan se reunió con los productores para determinar los elementos en los que se centraría el suspense en la gran pantalla. «Ha sido más fácil que en otros proyectos, porque partíamos de una novela bastante cinematográfica», comenta. «A Robert se le da muy bien analizar temas políticos y lo hace desde una perspectiva diferente y reveladora. Es decir, por encima de todo, Cónclave es un drama político que explora las tensiones entre el idealismo, la espiritualidad y la realpolitik. Habla de cómo las negociaciones y el poder corrompen, porque hacen peligrar la integridad y el altruismo. Todo ello ambientado en un mundo fascinante al que no solemos tener acceso. Diría que lo que más me ha gustado ha sido cómo se va adentrando poco a poco en un ambiente tremendamente conservador y desconocido para sorprendernos con un giro totalmente inesperado».
Berger se unió al proyecto cuando ya tenían el primer borrador de guion. «Tessa ha contado con un equipo impresionante», apunta el director. «Me gustó mucho el borrador de Peter. Creo que he leído todos sus guiones, bueno, mejor dicho, los he devorado».
Ross dice que sigue la trayectoria de Berger desde hace tiempo. «Me gustó muchísimo su trabajo en “Patrick Melrose”. Diría que es uno de los proyectos televisivos contemporáneos que más me han impresionado. Se vuelca en cada uno de sus proyectos y apunta siempre a lo más alto, por lo que ha sido una suerte contar con él. Edward es muy inteligente, aplicado y trabajador. Se puso manos a la obra enseguida, colaborando con Peter en el guion, con la directora ejecutiva Zoe Edwards en temas de presupuesto y con Nina Gold para el casting. Es muy resuelto, no ha parado hasta dar con el equipo que tenía en mente y ha tomado decisiones valientes».
La sensibilidad y minuciosidad de Berger han sido claves para hacer realidad esta película, comenta Michael Jackman, productor de FilmNation Entertainment que estuvo en el rodaje en Italia. «Tenía una visión muy específica y se mantuvo muy firme. Todo lo que tenía en mente funcionó. Rodó una escena preciosa de un actor sentado solo en la Capilla Sixtina, es una imagen impresionista que parece sacada de otra época, que resultó ser fundamental para la historia. Así funciona la mente de Edward Berger. Este señor no da puntada sin hilo».
Tessa Ross le presentó el proyecto a Glen Basner de FilmNation Entertainment cuando estaba todavía en fase de guion y le comentó que Berger sería el director. La empresa no se lo pensó dos veces y decidió financiar y coproducir el largo. FilmNation se asoció también con Indian Paintbrush para coproducir y cofinanciar el proyecto con el productor ejecutivo Steven Rales.
Harris ha visto cómo ocho de sus novelas han funcionado muy bien en pantalla, como Enigma y El oficial y el espía. Con Cónclave adentra a los lectores en un mundo lleno de intrigas políticas y de intereses ocultos, en el que las diferentes partes y facciones intentan ganar la partida. «Es un juego donde todos buscan el poder y a Robert se le da muy bien crear personajes en un mundo donde los intereses y el poder mandan», apunta Berger. «Es una gran historia que se desarrolla en un escenario global, y él ha sabido captarlo muy bien, con personajes muy especiales».
Añade que Straughan partió del libro para crear una historia aún más cinematográfica. «Peter no solo borda los diálogos y crea una historia impresionante que se desarrolla en un ambiente desconocido, sino que añade algo más. Aporta una capa más a la trama principal, podríamos decir que le da alma a la historia».
UN HOMBRE INTEGRO...
Más de cien clérigos van llegando al Vaticano y muchos empiezan a hacer campaña desde el primer minuto. Berger recurrió a un reparto internacional de pesos pesados para interpretar a algunos de los hombres más influyentes de la Iglesia católica.
Ralph Fiennes, nominado a los Óscar en dos ocasiones, interpreta al cardenal Lawrence. «Fue la primera persona en la que pensé», comenta el director. «Como intérprete sabe aportar honestidad, seriedad y profundidad a sus papeles. Pero, por encima de todo, Ralph sabe transmitir la vida interior de un personaje mejor que cualquier otro actor. Lawrence es un hombre cauto y con mucho temple que no siempre expresa sus sentimientos, por lo que Ralph no tiene mucho texto en el filme. Deja que los demás hablen mientras él escucha. Nos hace partícipes de su confusión emocional y espiritual. Y por eso resulta tan atractivo».
«Todos sabíamos que Ralph era una intérprete de primera, pero no contábamos con que fuera tan generoso como actor y colaborador. Ha sido impresionante trabajar con él, tanto con respecto al resto del elenco como con su propia interpretación», comenta Jackman sobre Fiennes.
Fueron muchas las cosas que atrajeron a Fiennes. «De primeras, me encanta el estilo de Peter Straughan», comenta sobre el guionista. «Por no hablar de Tessa Ross, que es una productora maravillosa con un gusto cinematográfico exquisito. Y no menos importante, había visto hace poco Sin novedad en el frente y me había encantado, así que me apetecía mucho trabajar con Edward».
Disfrutó mucho del guion al leerlo. «Está protagonizado por personajes manipuladores y oscuros que hacen cosas turbias. Hay ambición y corrupción, pero no todo se centra en los complots políticos. A Lawrence lo que le interesa es determinar quién será el mejor líder espiritual».
Al actor le resultó muy interesante un personaje con tantas contradicciones. «Después de dedicar su vida a este momento, Lawrence ahora debe gestionar un cónclave plagado de tensión política», explica. «En lugar de estar desconectando en un monasterio, está en el centro de la polémica. Es un hombre de gran integridad espiritual, por lo que se toma muy en serio lograr que el proceso de elección se desarrolle de una manera ética, moral y transparente».
Fiennes le dio muchísima importancia a retratar la historia de la forma más precisa posible. En el libro, su personaje es un hombre italiano llamado Lomeli. Dado que Fiennes es inglés y la película está rodada principalmente en su idioma, Berger decidió que el personaje compartiera su misma nacionalidad. «En primer lugar me informé sobre la existencia de cardenales ingleses», comenta el actor. «Descubrimos que efectivamente había tres, por lo que me quedé más tranquilo. No obstante, como la película se desarrolla en Italia insistí en hablar en italiano cuando Lawrence se dirige al cónclave. Lawrence se maneja perfectamente en italiano cuando se enfrenta al cardenal de Venecia, su principal oponente».
Harris y Straughan se documentaron a fondo sobre el cónclave, por lo que en el filme se retrata de la manera más realista posible. «Huelga decir que hay mucho secretismo y no hemos podido acceder a todos los detalles, por lo que en ocasiones nos hemos tomado licencias poéticas, pero con la intención de ser fieles al proceso. Me obsesioné con informarme sobre cosas como el hábito que llevaban durante las cenas», comenta.
Un tema muy importante es que Straughan no ha simplificado nada y mucho menos las contradicciones internas de Lawrence. «Disfruto mucho con este tipo de películas como espectador», confiesa. «Todos los personajes tienen sus propias prioridades y motivaciones, por lo que hay mucho que analizar. Peter ha sabido muy bien cómo desarrollar los personajes de la novela y ha escrito tan bien los papeles que ha sido fácil atraer a un reparto tan increíble».
LOS PAPABLES...
Stanley Tucci interpreta al cardenal Bellini, buen amigo de Lawrence y su gran aliado. Es el líder de facto de la facción progresista dentro del Colegio Cardenalicio y uno de los principales candidatos a convertirse en el nuevo papa.
El cardenal Aldo Bellini es el Secretario de Estado, responsable de todas las funciones políticas y diplomáticas de la Santa Sede y de la Ciudad del Vaticano. Es un inteligente político, además de ser un hombre de fe. «Lleva toda su vida adulta vinculado a la Iglesia católica», explica Tucci. «Tiene una gran amistad con el cardenal Lawrence, pero las exigencias de este cónclave van a ponerla a prueba».
Tucci comenta que ya había leído la novela cuando le mandaron el guion. «Peter Straughan ha sabido trasladar la historia a la pantalla con mucha sutileza, elegancia y seriedad. Acepté el proyecto enseguida».
El personaje ya brillaba sobre papel por lo que el actor explica que para pulir su interpretación solo hizo falta repasar algunos matices con el director durante el rodaje. «Me ha gustado mucho trabajar con Edward», comenta el intérprete. «Algunas de las cosas que comentamos fueron cuánto se enfadaría el personaje en determinado momento o con cuánta distancia se enfrentaría a algunas situaciones. Edward le ha dado mucha importancia al lado más emocional de las escenas, para captar lo que estaría sintiendo cada personaje. Por otra parte, Peter solía estar en el rodaje, lo cual nos ayudó muchísimo».
Según Berger, «es un placer trabajar con Tucci» y añade que «aporta dinamismo a todo lo que hace. Ha sido una suerte tremenda contar con dos pesos pesados de la interpretación como Stanley y Ralph. Cada escena ha sido como un combate verbal del que han disfrutado muchísimo. Daba gusto verlos porque se notaba que se iban superando con cada escena».
El director explica que la forma de trabajar de los dos actores era totalmente opuesta. «Ralph es muy serio, firme y trabajador. Es bastante cuadriculado. Stanley aporta mucha alegría y dinamismo. Crea una magia muy especial».
Tucci aconseja al público que presten mucha atención a la trama, porque es una película con muchos giros. «El filme está lleno de sorpresas. Yo también soy director y al participar en este proyecto me ha sorprendido muy gratamente colaborar con gente tan talentosa. Por no hablar de los decorados y del hecho de que la historia tenga una base real. ¿Cómo no va a ser emocionante formar parte de esto?».
John Lithgow interpreta a uno de los más firmes candidatos a convertirse en el nuevo sumo pontífice, el cardenal Tremblay, un hombre canadiense que derrocha encanto. Como principal candidato conservador, es astuto, ambicioso y tiene grandes posibilidades. «Después de leer el guion, intercambié un par de emails con Edward y luego mantuvimos una larga charla por teléfono», recuerda el actor. «Tremblay es un personaje complicado, todos lo son en este filme, y ha sido un regalo interpretarle».
Lithgow dice que ya conocía el trabajo de Berger. «Es un director fantástico. Considero todo un honor que pensara en mí para el papel y lo he cogido con mucho gusto. La historia es tan arrolladora como en cualquier novela de suspense y, encima, los hechos se desarrollan en un lugar bastante desconocido y misterioso».
Berger, que considera a Lithgow una «fuerza de la naturaleza», añade que el intérprete «aporta humor, calidez, intensidad y alegría a su personaje. Le encanta un guion bien escrito. Ha sido maravilloso contemplar a un actor de su categoría en acción».
Para los cardenales, el proceso de elegir a un nuevo papa se parece a la situación que viven los miembros del jurado cuando están aislados. Según Lithgow, «No tienen noticias del mundo exterior y el mundo exterior no puede saber nada de lo que deliberan. Siempre que un grupo de personas se reúne para debatir sobre temas de máxima importancia surgen polémicas. Los cardenales tienen una vocación sagrada, han hecho un voto de santidad para llevar una vida espiritual. Pero ningún ser humano es ajeno a defectos como los celos, la codicia, el rencor y la ambición. Partiendo de esa base, la dualidad está servida».
Todos los personajes principales, incluido Tremblay, oculta secretos que, de salir a la luz, echarían por tierra sus posibilidades de ser elegido. «Cada uno de los hombres que se presenta como candidato tiene una ideología diferente y llevaría a la Iglesia católica hacia su forma de pensar», explica Lithgow. «Los espectadores más religiosos entenderán la historia de una manera, pero los que no sean creyentes disfrutarán de la trama y de las intrigas».
La directora de casting Nina Gold trabajó codo a codo con Berger para dar con un grupo de actores internacionales y completar el Colegio Cardenalicio. El reconocido intérprete italiano Sergio Castellitto da vida al cardenal Tedesco, aportando una energía anárquica que desbarajusta este proceso tan formal. «Sergio es un actor fabuloso», apunta Berger. «Tedesco quiere devolver a la Iglesia católica a los tiempos del medievo. Es una persona extrovertida, que no se muerde la lengua, sobre todo si cree que va a levantar ampollas. Disfruta de la vida y le encanta el poder. Y quiere asegurarse de ser él quien lo obtenga. Crea un contraste muy interesante con el resto del grupo».
El perfil público del actor les vino de perlas para rodar en una base militar italiana. «Había un parking gigante entre el comedor y la base», recuerda Jackman. «Pensábamos que tendríamos que rodearlo, porque el parking era una zona de alta seguridad, pero Sergio me dijo, “Espera un segundo”. Se acercó a los guardias y le dejaron pasar sin problemas. “En una de mis películas interpreto a un general y al verme se han pensado que soy ese personaje”».
El actor irlandés Brían F. O’Byrne, ganador de premios Tony y BAFTA, interpreta a O’Malley, el hombre de confianza de Lawrence, y el actor británico Lucian Msamati, nominado a los premios BAFTA con una larga carrera en cine, televisión y teatro, interpreta al cardenal Adeyemi, que aspira a convertirse en el primer papa africano de la historia. «Quería trabajar con un reparto global», explica Berger. «Al contar con hombres y mujeres de todo el mundo hemos podido representar las diferentes facciones políticas de la iglesia. Adeyemi es un erudito, un gran pensador que ha dedicado su vida a su vocación religiosa. Lucian ha sido capaz de transmitir todo ese arco que lleva a su personaje de la arrogancia, la ambición y el orgullo hasta la humildad y la fragilidad. Cuando su personaje se muestra vulnerable y se derrumba, se vuelve muy humano. Msamati es un actor increíble».
El difunto papa tenía una última sorpresa para el cónclave: el nombramiento reciente y secreto del cardenal Benítez de Kabul. «Cuando aparece, el resto del cónclave se queda de piedra», comenta Berger. «El encargado de interpretar a este recién llegado es Carlos Diehz, en su primer papel importante en cine. Tiene un estilo muy fresco y una gran capacidad para transmitir todos los matices del personaje. Tengo muchas ganas de que el público general conozca su trabajo a través de esta película».
Diehz dejó atrás su carrera como arquitecto para dedicarse a la interpretación hace apenas unos años. La directora de casting Nina Gold dio con él durante un proceso de casting internacional. «Nina contactó con directores de casting locales de todo el mundo», comenta Ross. «La audición de Carlos nos llamó la atención porque era muy pura, transmitía una dulzura que va muy bien con el personaje, sin dejar de lado la autoridad y seriedad férrea».
Diehz explica que su personaje es bastante ajeno a las intrigas políticas y las maquinaciones del cónclave. «Benítez no es como el resto de cardenales. Su fe le hace inmune a las alianzas que se van formando a su alrededor y le permite mantenerse firme en su compromiso con Dios y confiar en el proceso».
Para Diehz, trabajar en Roma con intérpretes y realizadores de tanto nivel ha sido una experiencia única. «Todo el equipo ha sido increíble y no me refiero solo a su enorme profesionalidad. Ha surgido una verdadera camaradería entre todos los miembros del grupo».
Benítez se convierte en la inesperada voz de la razón y la conciencia, apoyando a su candidato sin ambages. «No ceja en su apoyo al candidato y le anima a seguir incluso cuando parece que todo está perdido», explica Diehz. «La película nos recuerda que la fe no puede existir sin la duda. Se puede dudar de un proceso, de una institución, incluso puedes dudar de ti mismo, pero la fe te mostrará el camino para encontrar la fuerza, no solo dentro de la Iglesia católica, sino en tu vida en general».
OJOS Y OÍDOS...
Berger comenta que no es casualidad que el reparto se componga casi enteramente de hombres. «La Iglesia católica es uno de los patriarcados más antiguos del mundo. Marginan a las mujeres, que no tienen voz ni voto. La mayoría de los personajes, incluido Lawrence, acepta que el sistema sea así. Pero hacia el final de la película empezamos a preguntarnos por qué la Iglesia no puede abrirse a escuchar a otras voces».
Una de ellas es la de la hermana Agnes, la monja encargada de la Casa Santa Marta, lugar de descanso de los cardenales participantes en el cónclave. Isabella Rossellini, que interpreta a esta monja estricta y respetuosa, comenta que le pareció interesante este personaje por ser la única mujer con autoridad en este mar de hombres. «No obstante, su papel es el de escuchar y callar, sin discrepar de las decisiones de los cardenales», explica la aclamada actriz. «Tiene mucha presencia y sabe mucho más de lo que podría parecer. Eso es lo que más me atrajo de ella».
Rossellini quedó prendada de las imágenes poéticas con las que Berger había retratado una devastadora guerra en Sin novedad en el frente. «Capta la belleza de un mundo natural que después se destruye y me intrigaba mucho ver qué haría con Roma, la ciudad donde nací y me crie», comenta la intérprete. «El Vaticano tiene mucha relevancia en la capital, se nota mucho su presencia y las calles están llenas de cardenales y curas. Edward ha sabido transmitir el lirismo de una ciudad diferente, marcada por el aura del catolicismo».
Rossellini es un icono, comenta Berger. «Resulta imposible no quererla. Es todo cariño e intensidad. Su mera presencia ilumina cualquier estancia. Le ha aportado esa característica a la hermana Agnes, que las mata callando y consigue influir en el proceso de elección».
Rossellini reconoce que las mujeres no desempeñan un papel público relevante dentro de la Iglesia y están al servicio de los curas. «Pero como dice Agnes en el filme, “Dios nos ha dado ojos y oídos”. Es mi frase favorita del guion», comenta la intérprete. «Ven, oyen, tienen opiniones y su presencia es importante».
La actriz, que es también directora, productora y guionista, explica que Berger recrea la atmósfera del Vaticano en planos coreografiados y pictóricos. «En una de las escenas vemos a todos los cardenales caminando juntos con sus sotanas rojas. Las monjas van todas de azul y caminan alejadas de ellos. No se mezclan. Con esa imagen explica cómo funciona la dinámica entre los hombres y las mujeres en esta historia».
A menudo se dice que el casting representa el 90 por ciento del trabajo del director, apunta Berger. «Ha sido una enorme suerte contar con un reparto tan espectacular», añade. «Los actores se han dado mucho apoyo, incluso en las escenas en las que no participaban. Esa forma de trabajar viene de Ralph Fiennes, que siempre da el 120 por ciento y se vuelca en cada proyecto».
LA CIUDAD ETERNA...
CÓNCLAVE se rodó en Roma, en los míticos estudios Cinecittà, que fueron fundados en 1937 con ayuda de Benito Mussolini para fomentar el cine italiano. Tras quedar arrasados por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial, se reconstruyeron en la década de 1950, convirtiéndose en instalaciones de referencia en Europa y en el mayor estudio del continente.
«Quisimos rodar en Roma, que es donde se desarrolla la historia», comenta Berger. «Pero no se puede grabar dentro del Vaticano, claro, por lo que construimos reproducciones de la Capilla Sixtina y de la Casa Santa Marta en Cinecittà. Allí han rodado Fellini, Antonioni y Rossellini —padre de Isabella— y se respira la historia del cine entre sus paredes. Es impresionante trabajar allí y, desde luego, sientes la presión de estar a la altura de las circunstancias».
Fiennes y el resto del reparto también se emocionaron al saber que rodarían allí. «Italia cuenta con una cantera de profesionales insuperable. Su técnica es de las mejores del mundo. El país lleva siglos dándonos grandes artistas y su sector cinematográfico no se queda a la zaga. Algunos de los realizadores más importantes del siglo XX han trabajado en Italia. Impresiona mucho rodar una película donde aún se percibe la presencia de esos pesos pesados del cine», comenta el intérprete.
Para crear los escenarios que recrean las zonas prohibidas del Vaticano tuvieron que tirar de documentación, imaginación e ingenio, según explica Berger. «Son lugares en los que la arquitectura antigua convive con la arquitectura moderna, por lo que era muy importante encontrar la forma de resaltar esos contrastes, para que el público no se cansara de ver arquitectura eclesiástica por todas partes. La diseñadora de producción Suzie Davies lo ha bordado y ha creado unos escenarios inolvidables».
A Davies le fascinaba la yuxtaposición de lo moderno y lo tradicional en Roma. El decorado más ambicioso fue, sin duda, la Capilla Sixtina, donde se desarrolla la votación. «Nos sorprendió descubrir que tenían una reproducción en el almacén de Cinecittà», confiesa. «Hemos podido restaurarla con la ayuda de los mismos pintores que trabajaron en el decorado original».
Berger es un director muy visual y se ha planteado el diseño como la contraposición de dos ideas, explica Davies. «Lo concibió como un contraste de luz y oscuridad, de lo masculino y lo femenino, de lo tradicional y lo contemporáneo. Roma y el Vaticano son lugares legendarios, estéticos, llenos de ornamentación y dorados que sobreviven desde hace siglos. También hemos querido incorporar los diseños simétricos y agudos de la arquitectura fascista italiana. El contraste es visualmente arrebatador».
Una muestra sobresaliente de lo anterior se percibe en la recreación de la Casa Santa Marta. «Quería que pareciese una cárcel de lujo», explica la diseñadora. «Las puertas parecen las rejas de una prisión y las contraventanas pocas veces se abren. Trabajamos la iluminación con el director de fotografía Stéphane Fontaine, para crear una sensación de hermetismo cuando están dentro de la residencia y de mayor libertad dentro de la Capilla Sixtina».
La diseñadora de producción confiesa que se sintió superada por la cantidad de localizaciones históricas que le ofrecía Roma, pero tuvo claro que una de las escenas más impresionantes del filme se desarrollaría en el Palazzo Barberini, un palacio del siglo XVII que alberga una gran colección de obras maestras italianas. «Tiene una sala llena de dorados que es algo inaudito, con un fresco impresionante en el techo. Rodamos ahí una secuencia, con un coro cantando a viva voz y con los cardenales vestidos de gala, con todos los diferentes colores. Es una escena muy potente».
Uno de los elementos más llamativos del Vaticano es la cantidad de fuentes antiquísimas. Tomando como referencia la reconocida Fuente de las Tortugas de la residencia de verano de Pío IV, que data del siglo XVI, Davies y equipo diseñaron un estanque habitado por reptiles, haciendo una referencia sutil al papel que desempañan estos animales como símbolo recurrente en la teología cristiana. La tortuga, que aparece tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, representa diferentes virtudes cristianas: su paso lento simboliza la perseverancia necesaria para comprender la sabiduría divina, su caparazón representa la protección de Dios y su longevidad refleja la naturaleza eterna del crecimiento espiritual.
Tras colaborar con Lisy Christl en el diseño de los vestuarios de Sin novedad en el frente, Berger volvió a contar con ella para este filme. «Me encanta trabajar con Edward», comenta. «Nos pasamos un año trabajando en Cónclave. Es un director que sabe transmitir exactamente lo que busca, por lo que no tengo que perder tiempo con bocetos innecesarios para que luego prefiera tirar por otro lado».
Aunque hubiera sido más sencillo alquilar réplicas idénticas de las sotanas de los cardenales en Roma, Christl prefirió echar la vista atrás para sus diseños. «Se documentó sobre la historia de la institución para crear algo parecido a lo que llevan hoy en día», explica Berger. «Pero ha utilizado telas diferentes, con una costura distinta y colores mucho más intensos. Ha conseguido una imagen mucho más potente y rotunda».
Teniendo en cuenta que la mayoría de los personajes visten igual, Christl se decantó por diferenciar a los personajes a través de elementos como cruces, anillos, zapatos y capas. Tedesco, un hombre ostentoso de gustos exquisitos, utiliza accesorios más lujosos que contrastan con el estilo de Lawrence, un hombre sencillo que prefiere pasar desapercibido. «Aunque llevan el mismo hábito, de manera subconsciente vemos que llevan la sotana de manera muy distinta», explica Berger.
Tuvieron un contratiempo con una pieza de vestuario que podría haber sido un desastre, pero que al final se acabó convirtiendo en una de las favoritas de Christl, tal y como recuerda la diseñadora: «Hubo un malentendido con el sastre que iba a coser la capa del cardenal Bellini. Pensó que era una sotana y cuando la vi me quedé preocupada, pero cuando se la puso Stanley, vi que era perfecta. Nos indica que Bellini es un clérigo moderno, que no se parece a los demás».
Muchos de los intérpretes tuvieron que acostumbrarse a llevar los hábitos cardenalicios. «Los hombres no están acostumbrados a llevar falda, ni siquiera cuando llevan pantalones debajo», comenta la diseñadora. «Cambiaba su forma de andar. Cuando se ponían la vestimenta, se transformaban en cardenales».
Visualmente, Berger aspiraba a crear algo único con CÓNCLAVE, distanciándose de otras películas ambientadas en entornos religiosos. «Nuestro director de fotografía Stéphane Fontaine tiene un estilo muy particular, que se percibe tanto en las imágenes como en su forma tan intuitiva de captar a los personajes. Eso nos ha permitido alejarnos de otros proyectos que puedan tocar temáticas eclesiásticas».
Todos los planos están estudiados meticulosamente, explica. «Me gustan las tomas que van directas al grano, con precisión quirúrgica. Preparamos las escenas de forma tan concienzuda, que era como si hubiéramos montado la película antes de empezar a rodar».
Las secuencias de la votación, un proceso que se repite seis veces a lo largo de tres días, supusieron todo un reto para el director. «Cada cardenal escribe un nombre, mete su papeleta en una urna y así sucesivamente. ¿Cómo hacer que no fuera monótono el escrutinio?». Berger explica que utilizaron storyboards y previsualizaciones para asegurarse de mantener la tensión en cada una de las secuencias. «Todas las sesiones son intensas a su manera. En lugar de detener la acción, impulsan el desarrollo de la historia. Creo que el público se meterá en la trama y los espectadores estarán ansiosos por ver cómo van las votaciones, quién avanza puestos y quién va quedando atrás. Estuve varios meses trabajando con el montador Nick Emerson para pulir la narrativa. La cámara, el sonido, el vestuario y el diseño de arte se combinan para crear una experiencia realmente única».
UNA PIZCA DE MODERNIDAD...
CÓNCLAVE supone la quinta colaboración de Berger con el compositor Volker Bertelmann, quien se alzó con un Óscar por la música de Sin novedad en el frente. «Llevo muchos años trabajando con Volker», comenta el director. «No busco música tradicional ni tampoco composiciones que resulten familiares o que podrían utilizarse en otras películas. Volker siempre lo clava».
Berger tenía una idea muy específica para la música de este filme, que distaba mucho del concepto de su colaboración anterior, aunque mantenía el propósito de utilizar la música en contraposición a la imagen, acompañando la historia. «Me gusta que la música tenga vida propia, no la utilizo para manipular al público y crear un sentimiento específico», explica. «Le pedí a Volker que las composiciones expresaran la vida interior de los personajes».
Bertelmann comenta que al trabajar en Sin novedad en el frente se dio cuenta de que la música minimalista tiene mucho efecto si se utiliza con tiento. «Hemos repetido la jugada en este proyecto. Edward tiene muy claro dónde quiere que suene música y durante cuánto tiempo. En ocasiones simplemente modificamos el sonido de unos timbales unos milisegundos para encajarlos con el diálogo. Me da unas directrices y después me da vía libre, me gusta mucho funcionar así».
La música de órgano hubiera sido la elección más obvia para el cardenal Lawrence, pero comenta que acabaron decantándose por un instrumento mucho menos ortodoxo: el cristal Baschet, creado por los hermanos Bernard y François Baschet y compuesto por barras de cristal que se frotan con los dedos mojados para producir vibraciones. «Se convirtió en uno de los instrumentos clave. Lawrence cree firmemente en la verdad, por eso he querido que su melodía representara una búsqueda. Este instrumento crea una especie de eco que se escucha en la distancia».
Bertelmann también utilizó diferentes cuerdas a lo largo del filme, incluso para componer un tema secundario que subraya la tensión. «En esas escenas las cuerdas se utilizar de una manera más rítmica, para realzar el elemento de suspense. Es un elemento de staccato que suena en situaciones tensas».
En algunas ocasiones el compositor utilizó una orquesta completa de más de 40 instrumentos de cuerda y en otras una orquesta más pequeña, con 24 instrumentos. «También hemos contado con un cuarteto, además de violines, violas y cellos. Grabamos las orquestas más grandes en Budapest y para las secciones más pequeñas fuimos a Abbey Road en Londres, para crear un sonido más íntimo».
Para darle más cuerpo a algunas escenas se escuchan elementos electrónicos de fondo. «También hay mucha percusión de sonoridad grave, como timbales y cajas», apunta el compositor. «Además en algunas escenas toco el piano, pero eso es todo, básicamente. La música es austera, pero densa. Hemos logrado hacer muchas variaciones con los dos temas principales».
FINIS...
El público encontrará en CÓNCLAVE un sofisticado thriller político ambientado en el desconocido ámbito de las altas esferas de la Iglesia católica, comenta Berger. «Por supuesto, se aborda el tema de la fe, pero en el fondo es un thriller político. ¿Quién será el elegido? ¿Será un digno sucesor?».
Los espectadores también disfrutarán al descubrir un sorprendente misterio y al apasionante drama coral. «Es una película muy concisa que nos adentra en un mundo nuevo para contar una historia fascinante y original», añade Berger. «Si además conseguimos que la gente salga dándole vueltas a algunas ideas preconcebidas, mejor que mejor».
Según Ross, el público va a disfrutar mucho con el filme. «Es una historia emocionante. Un thriller protagonizado por unos personajes muy interesantes, hombres inteligentes con defectos muy reales. También es una historia muy relevante, que nos muestra cómo el poder corrompe hasta el punto de que estos hombres acaban envueltos en una batalla luchando en beneficio propio, no por el bien común».
La productora comenta que le conmovió ver que el cardenal Lawrence perdía la fe y luchaba por recuperarla, guiándose por un tremendo descubrimiento que de primeras le parece terrorífico. «Por encima de todo, me gusta que la película plantea una historia de cambio y, por tanto, de posibilidades», concluye. «Vemos como una institución tradicional se enfrenta al cambio solo para darse cuenta de que sin ese cambio no conseguirá sobrevivir. Nos ofrece una versión del futuro en la que la esperanza se encuentra en una opción que no creíamos posible».
Jackman sostiene que adentrarse en un proceso tan secreto siempre resulta interesante. «Queremos entretener al público durante un par de horas. El final quizá sea algo controvertido y seguro que da que hablar, pero no nos estamos posicionando sobre el tema. Para nosotros lo importante es que plantea una esperanza».
Berger confiesa que él se identifica con Lawrence y cree que su historia puede inspirar al público. «Puede ser un momento de reflexión para cualquiera que se plantee darle un giro a su vida, encontrar un nuevo propósito o recuperar uno antiguo. Eso es lo que hace el cardenal Lawrence. Encuentra un momento de liberación. Ha pasado por momentos duros y ahora puede soltar lastre. Creo que así se siente al final de la película y espero que el público también lo entienda así y que los espectadores se sientan identificados con su historia».
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