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Si toda la película debería ser una experiencia de tránsito, un trayecto de ida hacia algún lugar desconocido, quizá las mejores películas siempre proponen un viaje.
"Destino Marrakech" es la aventura de un estudiante alemán lejos de su hábitat, en una tierra que desconoce y que acaba conformando una especie de educación sentimental.
Centrada en una historia de amor y en la iniciación sexuald el protagonista, la relación de Ben con la nativa Karima genera toda una serie de conflictos culturales entre la mentalidad occidental y los códigos morales de la comunidad bereber.
El film nos propone un viaje de entendimiento hacia la dignidad y la convivencia, al tiempo que negocia con un intenso conflicto paternofilial entre Ben y su negligente progénitor, un director de escena que debe reconciliarse con su pasado. Mediante este magnífico, sedutor relato de iniciación, la directora demuestra por qué es una de las voces más heterodoxas del cine alemán, capaz de saltar de un género a otro sin despeinarse, pero siempre proponiendo relatos de transformación personal realizados con enorme solvencia y calidad autoral. Su lucidez para auscultar las emociones de los personajes, en cuyas vidas el destino y el drama se acaban confabulando, no es desde luego algo que encontremos habitualmente en las pantallas.