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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
"2 Otoños 3 invierrnos" es una ficción muy documentada sobre cierta juventud parisina contemporánea... .- Quería mostrar un humor y un desasosiego que vivimos y compartimos la gente de mi generación. Dar testimonio, modestamente, de una época que se acaba. ¡Y no solo en Paris! En los años 2010, amamos diferente, tenemos una idea diferente de la muerte, somos cada vez menos despreocupados. Quería que la película acabase con una canción de Bertrand Betsch titulada “Les Vents Contraires” que dice: “ «Sin embargo sigo viviendo.» Me gustan mis personajes porque, a pesar del desencanto general, de los golpes del destino, se mantienen en pie y avanzan con la cabeza alta. ¿Los primeros trabajos de video-arte de Benjamin en la escuela de Bellas Artes de Burdeos, son en realidad los tuyos, de la época en que estudiaste en esa misma escuela?... .- Exactamente. En concreto, el vídeo que aparece fue una cosa que rodé con mis hermanos corriendo por el jardín de mis padres en los Pirineos. Súper 8, pasado a Hi-8. Tenía previsto volver a filmar esta escena con actores, pero encontré el vídeo. ¡Me pareció que representaba lo que era ser estudiante de Bellas Artes en Burdeos en los años 90 de una forma tan auténtica...! Además de la mezcla de humores e influencias, también juegas con la mezcla de formatos de rodaje. Incluso en una misma secuencia... .- Estaba convencido de que la película funcionaría si tenía este punto “patchwork” de planos procedentes de distintos espacios y tiempos. Sabía desde el principio que en el rodaje mezclaría formatos. La película contiene todos los formatos posibles: desde Super 8 a 5K pasando por DV, 5D, 16mm y animación. Teníamos todo el rato una cámara digital y una 16mm. Decidía instintivamente, junto con Sylvain Verdet (el operador), cuál sería el mejor formato para contar la escena. A veces incluso cambiábamos de cámara durante la secuencia. Es curioso como el grano del 16mm hace inmediatamente la ficción, produciendo un sentimiento de melancolía. Esta imagen vibrante, opuesta a la hiperrealidad del 5K, es como la huella de un tiempo tristemente pasado. "Dos otoños y tres inviernos" son tres años sin estaciones soleadas. ¿Por qué ocultarlas?... .- Quería abarcar tres años de la vida de mis personajes. No quería que el relato se convirtiese en un inventario psicológico, con todos los acontecimientos fundamentales de una historia de amor. Prefería remarcar las rupturas brutales, reencontrar a los personajes cambiados después de elipses importantes que corresponden a esas “estaciones luminosas”. Es interesante, o a mí me lo parece, no saber como han vivido esos meses, imaginar lo que ha podido pasar. Tengo la sensación de que suele ser en otoño o en invierno cuando las parejas de las grandes ciudades se deshacen. En tu cine, insistes en nombrar todo precisamente, así como en cartografiar el espacio... .- Para hablar de sujetos tan universales como los de "Dos otoños y tres inviernos", citar ayuda a ir a lo concreto. Citar lugares, marcas... En la vida, sucede así, bajamos al Simply Market, no al supermercado, vamos a Go Sport, no a una tienda de deportes. Arman, Amélie y Benjamin tienen también sus costumbres, sus bares preferidos, sus cines favoritos. Se ha convertido en una figura omnipresente en el nuevo cine francés... ¿Por qué elegiste a Vincent Macaigne?... .- En cada película me encuentro con la misma dificultad de encontrar un actor francés treintañero que pueda embarcarse y al que pueda confiar mi historia. ¡Es una responsabilidad! Vi a Vincent en la película de Guillaume Brac, "Un monde sans femmes". Tiene una forma de actuar que me encanta y que le acerca a los actores cómicos americanos. Rápidamente pensé en él, aunque sabía que estaba muy liado y sería complicado. Entonces vi a un gran número de actores que no me convencieron. La fecha de rodaje se acercaba y yo estaba nervioso. De repente un día, recibí un SMS de Vincent diciéndome que el guión le había gustado mucho, en realidad no lo había leído hasta ese momento. Vincent aporta mucho a la película. El rodaje de los monólogos fue una gran experiencia: él tenía una cantidad astronómica de textos que aprenderse. Esos monólogos eran la estructura de la película y exigían mucha precisión. Había que darle cuerpo y alma y ser fiel a las palabras, todo ello en un estudio de las afueras parisinas delante de un croma. Maud Wyler, Bastien Bouillon y Audrey Bastien también sufrieron esta suerte. Los primeros días de rodaje (empezamos por los monólogos) fueron momentos de convivencia muy intensa. El rodaje posterior dependía mucho de estas horas en el estudio. Ahora pienso que nos hicieron fuertes para lo que venía.