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NOTAS DEL DIRECTOR...
"El Mundo entero" nace de la necesidad de poder volver a hablar, aunque solo sea un ratito, con alguien que se ha ido. En mi caso, para conseguirlo, solo había una manera: a través del cine.
Después de la muerte de mi madre en 2001, a los 49 años de edad, sentí la necesidad de seguir comunicándome con ella de alguna manera. Y el cine se convirtió para mí en el medio, no solo para hacerlo, sino para dar continuidad a una historia, que el destino quiso dar por acabada, pero que para mí no lo está.
Por eso yo, cada año, voy a ver a mi madre al cementerio.
Y sí, hablo con ella.
Tal y como hacía mi vecina Felipa con sus amigas muertas o, sin ir más lejos, como hacía mi abuelo para volver a ver a mi abuela.
Para algunos puede que sea una locura. Para otros, sin embargo, es algo natural.
Y es que, en el barrio pacense de San Roque, donde nací, algunos tenemos la creencia de que los muertos... no están del todo muertos.
En "El Mundo entero", la protagonista se reúne con su hijo, en una cita anual, porque necesita pedirle ayuda para resolver algunas cosas que no han quedado, para ella, del todo cerradas en su vida.
En esta ocasión, La Chary va a encargarle a su hijo una misión, que encierra una importante historia antihomofobia, y que es uno de los ejes centrales de la trama del mediometraje.
En ese desarrollo, la cinta adquiere tintes de comedia social, con un argumento donde planea de fondo el dilema de la educación de los hijos y de nuestra implicación emocional con el mundo que nos rodea. Y así, La Chari se pregunta y nos pregunta:
¿Cómo educar a un hijo diferente? ¿Cómo integrarle, siendo diferente, en lo socialmente establecido? Y finalmente... ¿cómo cambiar las cosas para que ese hijo tenga la mejor vida posible, cuando nos hayamos ido?
Para ello La Chary se transformará, a lo largo de la historia, en una madre coraje que no dejará indiferente ni al más pintado. Con su actitud y su presencia desde el otro lado, y a la vez más viva que nunca, va a contarnos que es posible cambiar las cosas, hasta cuando pensamos que ya no lo es.
Para ella... incluso después de muerta.