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NOTAS DEL DIRECTOR...
Crecí durante el renacer del cine de terror de la década de los ochenta.
A los ocho años, lleno de curiosidad e incitado por mi hermano mayor, vi mi primera película de terror. No recuerdo el título, pero la experiencia fue aterradora y también adictiva. La prohibición de mis padres a ver ese tipo de películas solo aumentó mi interés por ellas, si bien no era nada fácil encontrarlas.
Unos años más tarde, con la aparición del video club todo eso cambió. Fue el verano del 82 cuando me convertí en un cinéfilo del cine de terror. El VHS que compraron mis padres se convirtió en el ‘cine del barrio’ donde más de 20 chicos nos reuníamos para ver al menos dos o tres películas de terror de una sentada, la mayoría de ellas eran películas de terror de serie B, pero eso no nos importaba.
Fue un verano inolvidable donde me vi atrapado en una avalancha de cintas escalofriantes que nunca fueron pensadas para niños de mi edad, pero que la existencia del video club y la generosidad de un hermano mayor nos permitió a muchos jovencitos acceder a ellas. Nuestra ansiedad por ver más y mejores películas se vio truncada con el final de las vacaciones. De regreso a clase, descubrí la existencia de un cineclub donde por primera vez podía ver películas de terror en la pantalla grande. Se había acabado la serie B y descubría el cine de terror de autor.
Para mi sorpresa, eché de menos la familiaridad del salón de mi casa cuando veía esas películas. Era como si ver cine de terror en la intimidad fuese una experiencia más personal, más auténtica y perturbadamente más gratificante.
NOTAS DEL GUIONISTA IVÁN LEDESMA...
Tras recibir el encargo de desarrollar un !lm de terror que ocurriese en la ciudad de Barcelona, rápidamente pensé en la estación de metro Rocafort y en las leyendas que había oído alguna vez.
Personalmente, soy uno de los millones de usuarios diarios de la red de metro de Barcelona. Desde siempre. Es mi medio de transporte natural. Toda la vida he viajado en sus entrañas. Lo he visto crecer.
Vivir. Y también he visto algunas cosas extrañas. Investigando, contacté con diferentes trabajadores de TMB, tanto antiguos como nuevos, y con ellos, que me abrieron las puertas de los lugares que normalmente están vetados a los viajeros comunes, descubrí un sinfín de historias increíbles: sitios escondidos dentro del metro, almacenes llenos de historia de la ciudad, estaciones nunca acabadas con leyendas propias, vías muertas, relatos de fantasmas, viajeros que salen en las pantallas de seguridad pero no están allí, puntos negros de la red donde los suicidios son frecuentes sin que nadie entienda porqué…
Documenté todo esto en diferentes entrevistas y me planteé escribir un libro de terror que diese voz a estas experiencias y relatos que había compilado.
Pero puede ser que por la propia idiosincrasia del metro -tan vivo, tan visual, tan potente- la idea mutó rápidamente en crear un guion de cine.
Con un punto de partida fantástico, he intentado implementar una parte de este recopilatorio de mitos, leyendas y experiencias propias de la tradición oral dentro de los conceptos que hay en el guion de “ESTACIÓN ROCAFORT”