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    En 2004, año en que se ambienta la película, Matteo Messina Denaro era el tercer fugitivo más buscado del mundo según Forbes, sospechoso de decenas de asesinatos y de los atentados que aterrorizaron Italia en 1992 y 1993. Pero, tras darse a la fuga, desapareció en el silencio. Treinta años de invisibilidad sostenidos por la reflexión, el ocultamiento y una complicidad generalizada en el oeste de Sicilia. Hasta que en enero de 2023, fue arrestado en un centro médico de lujo en Palermo donde recibía tratamiento contra el cáncer bajo identidad falsa. Murió en prisión cuatro meses después, llevándose a la tumba los secretos más turbios de Italia.

  Los directores accedieron a la correspondencia real de 2004 entre Messina Denaro y un ex alcalde, descubriendo un criminal completamente diferente a los mafiosos convencionales: “Matteo era hijo de padrino, hipernarcisista, pero criado entre burgueses”, lo que implicó que fuese un lector obsesivo: Agassi, Vargas Llosa, Baudelaire y Dostoievski. En su escondite encontraron bibliotecas enteras. La película explora la paranoia de esos treinta años de fuga, cuando impartía órdenes mediante pizzini (las cartas que se enviaban en código) mientras vivía en las sombras. Pero sobre todo, expone algo más incómodo: la relación orgánica entre la mafia y el Estado.

  Toni Servillo (“La gran belleza”), uno de los intérpretes más laureados del cine italiano con dos Premios del Cine Europeo y cuatro Donatello, encarna a Catello con su característica expresión de irónica diversión, dando a todo lo que le rodea un toque de ligereza que contrasta con la oscuridad de la trama. Elio Germano (“La gran ambición”), ganador del Premio al Mejor Actor en Cannes y con seis Donatello, interpreta a Matteo Messina Denaro y, como reflexiona el propio actor sobre su interpretación: "Este hombre daría risa si no hubiera cometido tantas atrocidades".

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