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EL SENDERO AZUL
INFORMACIÓN
Titulo original: O Último Azul
Año Producción: 2025
Nacionalidad: Brasil, México, Países Bajos, Chile
Duración: 93 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de años
Género: Drama, Ciencia ficción
Director: Gabriel Mascaro
Guión: Gabriel Mascaro, Tibério Azul, Murilo Hauser, Heitor Lorega
Fotografía: Guillermo Garza
Música: Memo Guerra
FECHA DE ESTRENO
España: 12 Diciembre 2025
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Karma Films


SINOPSIS

Tereza, de 77 años, ha vivido siempre en una pequeña ciudad industrial de Brasil. Un día recibe una notificación oficial del gobierno para trasladarse a una colonia remota, creada para que los jubilados pasen "sus últimos años” y así dejar espacio a los más jóvenes para que sigan siendo plenamente productivos. Pero en lugar de aceptar este destino impuesto, Tereza se rebela y decide embarcarse en un viaje transformador por el Amazonas, para cumplir un último deseo antes de que le arrebaten su libertad. Esto marcará su vida para siempre...

INTÉRPRETES

DENISE WEINBERG, RODRIGO SANTORO, MIRIAM SOCARRAS, ADANILO, ROSA MALAGUETA, CLARISSA PINHEIRO, DIMAS MENDOÇA, DANIEL FERRAT, HEITOR LÓRIS, RAFAEL CÉSAR, ISABELA CATAO, DANIELA REIS, DIEGO BAUER, ALDENOR SANTOS, TONY FERREIRA

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NOTAS DEL DIRECTOR...
   Normalmente, las narrativas sobre la vejez suelen mostrar a las personas mayores en el recuerdo o en decadencia. Rara vez aparecen como protagonistas del presente. Sin embargo, EL SENDERO AZUL reivindica precisamente a las personas mayores como seres llenos de energía y de ganas de vivir.
  Para alejarme de la melancolía y la nostalgia al hablar del envejecimiento, decidí jugar con diferentes géneros cinematográficos. No quería hacer una película sobre el pasado ni tampoco sobre un futuro que se acababa, sino sobre un presente lleno de vida.
  El Amazonas me ofrecía el contexto perfecto para este viaje y la selva me proporcionaba nuevos senderos para hablar de alguien que, aunque envejeciendo, aún tenía sueños que cumplir.

ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿QUÉ FUE LO QUE TE INSPIRÓ PARA CENTRAR LA HISTORIA EN UN PERSONAJE COMO TEREZA Y CÓMO DEFINIRÍAS EL GÉNERO DE LA PELÍCULA?...
EL SENDERO AZUL es una película sobre el derecho a soñar, protagonizada por una mujer que decide no aceptar el destino que otros -en este caso el Estado- han elegido para ella por su edad. Quise hacer una película que fuera una oda a la libertad, con una septuagenaria rebelde como protagonista, que se enfrentaba a un encierro forzado en una colonia creada específicamente para seniors. De esta manera quería mostrar que nunca es tarde para encontrar un nuevo sentido a la vida.
No es habitual encontrar protagonistas de esta edad en el cine, especialmente dentro de géneros como la distopía, la fantasía o el drama `coming-of-age´.
La rebeldía frente al sistema a menudo parece ser cosa de jóvenes, como si la búsqueda de tu lugar en el mundo fuese algo exclusivo de la juventud.
Espero que EL SENDERO AZUL sea una película que juegue con los géneros.
No quise encasillarme en uno solo, sino crear un diálogo entre lo lírico y lo imaginativo, en una especie de delirio post-tropical que desdibujara algunas de esas líneas tan rígidas, que explorara grietas y revelara todo su potencial dentro de las tradiciones narrativas. Me fascina ese cine que especula sobre nociones fantásticas de la realidad pero que incluso podrían ser aún reales. En mi opinión no hace falta un coche volador en pantalla para crear un desplazamiento en el tiempo y el espacio. Los cambios culturales o de comportamiento pueden marcar una distopía incluso de forma más radical que la tecnología. El reto para mí fue pensar en un hipotético mundo único que no fuera ni pasado, ni presente, ni futuro. También quise mostrar la vitalidad de un cuerpo envejecido.
La película se sitúa en una sociedad obsesionada con la productividad, en el que las personas mayores son invitadas a exiliarse y permanecer lejos del resto de la comunidad al alcanzar cierta edad. La veía como una fábula casi distópica, pero también inspiradora sobre Tereza, una mujer de 77 años a la que “le ha llegado su hora de marcharse”. Ella se niega a aceptar esta especie de “eutanasia social” y se embarca en un viaje en busca de la libertad y de cumplir uno de sus sueños. Todo comienza cuando huye en barco hacia el corazón del Amazonas y hacia el suyo propio.

¿CÓMO SURGIÓ TU INTERÉS POR REPRESENTAR A PERSONAJES MAYORES EN EL CINE?...
Crecí en una casa con mucha gente, y mis abuelos siempre formaron parte de mi vida. Mi abuela, por ejemplo, aprendió a pintar tras la muerte de mi abuelo, con 80 años, y ver cosas así cambió mi perspectiva del envejecimiento. Me enseñó que las personas mayores también pueden ser protagonistas de su propio proceso de redescubrimiento y transformarse de manera sorprendente.
La mayor parte de las narrativas las muestran como figuras olvidadas en un mundo que continúa sin ellas.
El envejecimiento se retrata como una etapa de aislamiento doloroso y declive físico. El pasado suele ser el motor que impulsa al personaje hacia un propósito final, muchas veces posiblemente para poder morir en paz. Son relatos con una carga de nostalgia e inevitabilidad donde la muerte marca, de forma más o menos sutil, la tensión dramática.
Pero en mi película, yo quería ofrecer una perspectiva diferente.
Propone un viaje, con toques de aventura y fantasía, reconectando con el deseo de libertad. Es una “boat movie” sobre envejecer y soñar, con mujeres mayores como protagonistas.

¿POR QUÉ RODAR EN EL AMAZONAS Y SITUAR LA HISTORIA ALLÍ?...
Conocía el Amazonas desde hace tiempo, gracias a un proyecto llamado Vídeo nas Aldeias, donde formé parte como profesor en la formación de cineastas indígenas. Además, estuve recientemente en un festival de cine en Goa, India, donde vi un enorme casino flotante en medio del río. Ya tenía el guion de esta película en marcha, y aquello me recordó que el Amazonas podía ser el escenario ideal para representar un particular “estado del mundo” que diera profundidad al relato.
Hay una escena clave en la que Tereza se lo juega todo —incluso lo que no tiene— en un casino flotante. Quería que el Amazonas se convirtiera en un personaje más, y así fue tomando forma a medida que reescribía el guion tras ese viaje.
Curiosamente, el Amazonas sigue mostrándose en el cine internacional como un paraíso idealizado. Yo quería desafiar esta imagen romántica, a menudo simplificada en clave ecologista, y mostrar un Amazonas mágico e industrial, casi surrealista, y profundamente político.
Aquí se especula con un sistema político marcado por un populismo tropical de tinte desarrollista y autoritario que coloca al Amazonas no como “el pulmón del planeta”, sino como el corazón de todas sus contradicciones. Lo veo como un personaje vivo y lleno de matices.

EN ESTA PELÍCULA, LOS ANIMALES TIENEN UN PAPEL MUY IMPORTANTE, CASI MÍSTICO, COMO EN TUS OBRAS ANTERIORES...
Sí. Me propuse cuestionar la idealización de la fauna amazónica. En la película aparece una fábrica de procesamiento de carne de caimán a escala industrial, y una casa de apuestas con peleas de peces. Es una manera de mostrar cómo el capitalismo y la cultura pop se han apropiado de las imágenes de esta región en la que la película está rodada.
La película también le abre un hueco especial a un caracol encantado que deja un rastro azul con propiedades mágicas que te muestran el futuro y nuevos caminos a descubrir. Este caracol es una bella contradicción, como la vejez: lento en movimientos, pero con infinidad de posibilidades. La estela azul que deja por donde pasa, es como si se plantara una semilla para un nuevo futuro.

¿CÓMO FUE EL PROCESO DE CASTING?...
Denise Weinberg es una actriz excepcional, con una sólida carrera en el teatro brasileño y una presencia creciente en el cine. En el rodaje me sorprendió su entrega y la profundidad con la que se apropió del personaje. No hubo ni un solo día que no estuviera en el set, aparece en todas las escenas de la película y conmovió mucho al equipo incluso cuando había que repetir tomas.
Rodrigo Santoro es un actor que admiro desde que era adolescente. Yo tenía 16 años cuando tuve la oportunidad de verle en escena presentando una nueva película que estrenaba en mi ciudad. Era el año 2000. Me impactó lo diferente que se mostraba en el escenario y en la pantalla. Mi deseo de hacer una película con él creo que va unido a mi deseo de ser cineasta. Finalmente hemos tenido la oportunidad de trabajar juntos.
Su personaje, Cadu, es un hombre errante y dolido. Cuando a Tereza le prohíben viajar en barcos de pasajeros, ésta le paga para ir con él. La idea era mostrarle cómo un hombre que sufre por estar distanciado de su amor, todo lo contrario a cómo el cine normalmente muestra a este tipo de personajes que suelen ser figuras masculinas libres que viajan huyendo de los compromisos. Pero Cadu es diferente. El barco es su prisión, está en un duelo profundo y necesita recurrir a poderes sobrenaturales para aceptar su destino.
Miriam Socarrás es pura energía. Su personaje aparece en un Amazonas cosmopolita hablando una mezcla de portugués y español única, pilotando su barco y vendiendo biblias y promesas de una nueva vida. El encuentro de las dos actrices fue pura magia.
Adanilo interpreta a Ludemir, un hombre que vive esperando a la orilla del río un progreso que nunca llega. Es un actor de la región amazónica y junto a otros 20 actores locales dieron a la película una poética y un realismo único. Fueron muy generosos con su forma de representar a los locales, además de enriquecer la película con las problemáticas políticas y creativas del cine amazónico.

A PESAR DEL MUNDO DISTÓPICO QUE AMENAZA A TEREZA, ¿CÓMO LOGRASTE HACER UNA PELÍCULA ESPERANZADORA Y LIBERADORA?...
Creo que EL SENDERO AZUL aborda, de forma indirecta, temas muy actuales y delicados como el desplazamiento forzado de personas, grupos o etnias por intereses estatales. Habla de la marginación de los mayores en nuestra sociedad, pero también de muchos otros colectivos, de la gentrificación urbana, de la expulsión de los pueblos indígenas de sus propias tierras, o incluso de los refugiados que huyen de las guerras o las dictaduras.
Espero que la película, aunque sea de manera indirecta, pueda ser inspiradora y sacar a la luz todas esas realidades. Una invitación a resistir, a encontrar nuestra propia forma de libertad.
En todo caso, quise hacer una película apasionada por el presente y las posibilidades de estar vivos. Una historia sobre una mujer —madre, abuela, mayor— que no está encasillada en una única identidad.
Tereza representa ese deseo de seguir viviendo, de probar nuevas versiones de sí misma y atreverse a experimentar.

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