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SINOPSIS
Júpiter nació el día en que diversas señales apuntaban que en el futuro haría grandes cosas. Ya de mayor su oficio es el de limpiar casas pero un día un ex militar que ha sido modificado genéticamente entra en su vida. La misión de este no es otra que la de seguirla y conseguir que reclame su herencia, cosa que puede hacer que el universo altere el equilibrio...
INTÉRPRETES
MILA KUNIS, CHANNING TATUM, DOUGLAS BOOTH, SEAN BEAN, EDDIE REDMAYNE, VANESSA KIRBY, TERRY GILLIAM, JAMES D'ARCY, GUGU MBATTA-RAW, CHRISTINA COLE, JO OSMOND
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Los cineastas Lana y Andy Wachowski invitan una vez más al público a territorio inexplorado y a nuevos y fantásticos mundos con ‘El destino de Júpiter’. Su primera aventura original de acción y ciencia ficción desde la trilogía de ‘Matrix’, ‘El destino de Júpiter’ descubre un universo en el que la Tierra es solo una pequeña pieza de una vasta maquinaria de comercio galáctico: un premio, a punto de ser tomado por la fuerza y despojado de su recurso más valioso: la humanidad. “Ni me acuerdo de una época en la que la inteligencia alienígena o el potencial inherente a la inmensidad del espacio no nos fascinara”, dice Lana Wachowski. Escrita, dirigida y producida por los Wachowski, ‘El destino de Júpiter’ es ciencia ficción en su concepto, pero incluye elementos de sus otros géneros favoritos. Thriller y epopeya de acción, es también, en esencia, una historia de amor entre dos personas que nunca se habrían encontrado de no ser por un acontecimiento extraordinario que solo puede pasar una vez cada varios siglos, si es que llega a ocurrir: una Recurrencia, un humano nacido con un patrón genético que es una copia exacta de uno que ya ha existido. Partiendo del Chicago actual y atravesando el cosmos, ‘El destino de Júpiter’ ofrece un panorama impresionante, mientras una joven mujer, arrancada de la más banal de las vidas, se reconcilia con una regia identidad de la que nunca había sabido, y con los riesgos y las responsabilidades que vienen con ella. “Lana y Andy Wachowski crean desde el nivel molecular hasta la extensión del universo”, dice Channing Tatum. La intención de los cineastas al configurar un escenario tan vasto es dar un marco a la revelación para una sobresaltada e incrédula Júpiter de que la humanidad no se originó en la Tierra, y que su planeta es parte de un orden social y empresarial mucho mayor que data de más de mil millones de años atrás. En palabras de Lana: “Queríamos contar la historia de un viaje imposible, descabellado, que la lleva tan lejos como nadie podría ir jamás, para acabar regresando a su propia sensación de 'hogar', y a darse cuenta de lo que es importante para ella”.
“Para nosotros, el diseño y la estética han sido siempre elementos esenciales a la hora de afrontar un proyecto, algo que queda especialmente de relieve en “El destino de Júpiter”, afirma Lana Wachowski. “Queríamos captar todo el esplendor y los detalles de nuestro mundo y reflejarlos en pantalla”, recalca. “También teníamos la determinación de hacer algo que se rehúye mucho en ciencia ficción: combinar diferentes tipos de estéticas, como el impecable resplandor futurista del Museo Guggenheim de Bilbao y el barroco gótico del Museo Británico. Además, queríamos representar la impureza del mundo real, algo difícil de conseguir en un estudio o mediante imágenes generadas por ordenador; por ello, filmamos muchas más tomas exteriores de las que cabría esperar para una película con una ambientación mayoritariamente espacial”. La historia comienza en un Chicago contemporáneo y reconocible, pero no tarda en abandonar este terreno familiar para poner rumbo hacia lo desconocido. ‘El destino de Júpiter’ traslada al público a una refinería de los Abrasax, que sirve de austero hogar para Balem en el planeta Júpiter, o al Alcázar de Kalique, un tranquilo palacio ubicado en el ficticio mundo de Cerise, fuera de nuestro sistema solar. Estos diferentes entornos, concebidos en su totalidad por los hermanos Wachowski, tuvieron que ser llevados a la pantalla con sus propios elementos estructurales y estilísticos y compartir al mismo tiempo una serie de características que sugiriesen que su historia estaba interconectada. De aspecto futurista, todos existen en el presente, pero se modifican para ofrecer las comodidades y la tecnología de una sociedad que se encuentra en una etapa de desarrollo muy avanzada. “El diseño de la película llevó un enorme trabajo, empezando por los bocetos y la infinidad de material de referencia que cubría las paredes de la oficina de los hermanos Wachowski”, relata Grant Hill. “Una de las primeras cosas que hicimos fue reunir un gran equipo de diseño. Contar con la tecnología adecuada resultaba fundamental. Si vas a crear mundos enteros e inventar todo un universo, tienes que mantener una lógica. Hay que pensar en cómo construirían, vivirían, se moverían y vestirían sus habitantes. Cada planeta tiene su propia historia y mitología, además de habitantes particulares que han evolucionado con independencia de sus vecinos y de la población humana de la Tierra, lo cual debe reflejarse en su aspecto”. Los Wachowski adoptaron una estrategia poco común: trabajar con el compositor Michael Giacchino antes de la producción, lo que permitió que la banda sonora de la película (intensa y frenética, solemne y majestuosa o delicada como un susurro, según la ocasión) sirviese como fuente de inspiración adicional para el reparto y el equipo. Muchas de las escenas se rodaron en Chicago y sus alrededores, en especial las relacionadas con la vida familiar de Júpiter, su emocionante huida de los asesinos en lo alto del distrito de negocios, y la remota casa de campo de Stinger, situada en la cercana Minooka. Posteriormente, los directores utilizaron el vasto escenario y las instalaciones de croma de los estudios de la Warner Bros. en Leavesden (Reino Unido). Una de las secuencias más espectaculares de la película tiene lugar cuando el relato comienza a desarrollarse, justo después de que se confirme que Júpiter es la heredera real y se convierta en objetivo de los beligerantes Abrasax. En una perfecta fusión de acrobacias, efectos especiales, tomas manuales de localizaciones y trabajo en escenarios croma, ambos avanzan sin descanso a través de estrechos pasillos, entre rascacielos y bajo puentes, para elevarse posteriormente sobre el horizonte de Chicago en una carrera aérea repleta de curvas cerradas, bruscos descensos y estrategia de combate improvisada por Caine. “Los hermanos Wachowski llevaban mucho tiempo queriendo filmar una película en su ciudad natal, y ‘El destino de Júpiter’ es en muchos sentidos un homenaje a la ciudad”, sostiene Grant Hill. La logística de la Caza de las Sombras comenzó en un plató de Leavesden, donde se construyeron complejas plataformas y se perfeccionó la coreografía de las escenas peligrosas en un entorno seguro antes de llevar la acción a las calles y los cielos. Posteriormente, las pruebas realizadas en Long Beach (California) permitieron comprobar que los artistas podían suspenderse en un helicóptero para ejecutar una serie de acrobacias voladoras mientras las cámaras los grababan desde otro aparato. Tras el éxito obtenido, los directores solicitaron autorización para rodar entre las calles y sobre los edificios del centro de Chicago. Fueron necesarios ocho meses de planificación para ejecutar el trabajo aéreo in situ, que precisó de la asistencia de un buen número de organismos reguladores. “Fue un esfuerzo en varios frentes”, continúa el productor. “Durante dos semanas, tuvimos que cerrar partes del centro de la ciudad por la mañana temprano y al caer la noche, y hubo que evacuar por completo la zona para que un helicóptero pudiera volar entre los edificios con los dobles de Channing y Mila suspendidos a 450 metros del suelo mientras otro hacía maniobras a su alrededor para poder grabarlo todo. Al mismo tiempo, un tercer helicóptero filmaba los fondos para los cientos de tomas de efectos visuales en las que se mostraría la destrucción de gran parte del centro de Chicago”. “Las imágenes tomadas con la cámara montada en el helicóptero se complementaron con las de cuatro equipos terrestres apostados en los tejados de los edificios por los que pasaban los aparatos”, comenta John Toll. “La secuencia final es una mezcla bastante compleja de efectos visuales y fotografía en vivo, que incluye acrobacias realizadas tanto por los actores como por sus dobles en Chicago y frente al croma”, concluye Toll. “Los efectos visuales relacionados con los extraterrestres y las naves espaciales se generaron por ordenador e integraron en los planos de acción en vivo”. Para ello, Glass y su equipo trabajaron codo con codo con Toll en la creación de una nueva plataforma para cámaras que se pudiese utilizar en las tomas de localizaciones y proporcionase planos aéreos de 180 grados o “planos en blanco” en los que superponer las imágenes generadas por ordenador. “Ayudamos a diseñar y construir la Panocam, que estaba integrada por seis cámaras RED en un montaje aéreo con giroscopio estabilizado”, recuerda Glass. “Esto nos permitió captar un ángulo de visión muy amplio a alta resolución en muchas tomas. Sin ella hubiera sido imposible grabar tantas escenas aéreas; además, nos dio más flexibilidad con los primeros planos acrobáticos. En el estudio utilizamos el sistema NCam, que nos proporcionaba información en tiempo real sobre los entornos virtuales y datos casi instantáneos de las cámaras para la preparación de las posvisualizaciones in situ y la posterior edición”.
“¿Por qué son tan feas las naves espaciales?”, pregunta Lana en tono jocoso. “Parecen portacontenedores de una refinería petrolífera. Sin embargo, si se analiza la historia del transporte se puede ver que los seres humanos, en especial los más ricos, siempre han viajado en medios con estilo, desde los carros hasta los coches, pasando por los barcos y los aviones. Este tema salió a relucir en nuestra primera conversación con Hugh, Dan y Gaeta”. Un sentido de opulencia que sirvió de protocolo para los increíbles vehículos que aparecen en la película. Además de la nave de Titus, cuyo uso principal es el de palacio flotante, los Wachowski imaginaron una novedosa flota de naves espaciales distinguidas y ágiles, en las que se combinaban funcionalidad y elegancia. Cada una tiene una belleza propia, basada en diseños orgánicos inspirados en la naturaleza (algunas se asemejan a insectos o aves de presa) y con apéndices que pueden utilizarse como velas, alas o cuchillas. Para esbozar el aspecto y el funcionamiento de estos vehículos, los cineastas no se limitaron a intercambiar ideas con John Gaeta, Bateup, Glass y sus respectivos equipos, sino que recurrieron a diseñadores de todo el mundo, llegando a colaborar con veinte artistas conceptuales de siete países diferentes. “Fue un modo fantástico de ver las ideas de personas con formaciones muy diferentes”, comenta Bateup.
La diseñadora de vestuario Kym Barrett, que colaboró por primera vez con los hermanos Wachowski creando las vanguardistas indumentarias de ‘Matrix’, comenzó a forjar los conceptos que aplicaría en los trajes 18 meses antes de la fotografía principal. Junto con Jeremy Woodhead, director de maquillaje y peluquería, creó el estilo de los cientos de seres que habitan los mundos de ‘El destino de Júpiter’. “Cuando los personajes van desde robots hasta miembros de la realeza, pasando por soldados e híbridos, tu imaginación se pone a funcionar. Te vienen a la mente cosas en las que nunca habías pensado con anterioridad”, afirma. La transformación más impresionante es la que atañe al aspecto de Júpiter, que pasa de una ropa informal y bastante terrenal a una serie de prendas exquisitas, acordes con su recién adquirida realeza.