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SINOPSIS
Una expedición que se encuentra escalando el Everest es devastada a causa de una tormenta...
INTÉRPRETES
JOSH BROLIN, ROBIN WRIGHT, KEIRA KNIGHTLEY, JAKE GYLLENHAAL, SAM WORTHINGTON, JASON CLARKE, EMILY WATSON, CLIVE STANDEN, MICHAEL KELLY, MARTIN HENDERSON, JOHN HAWKES
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INFORMACIÓN EXCLUSIVA
El 10 de mayo de 1996 ofreció un amanecer espléndido. Rob Hall, jefe de la expedición de la empresa neozelandesa Adventure Consultants, meticuloso y siempre preocupado por la seguridad, y Scott Fischer, encargado de la expedición de la empresa Mountain Madness de Seattle, un alpinista de gran experiencia, seguidos por sus equipos, encararon el último tramo de la montaña más alta de la Tierra, el Everest, a 8.848 metros por encima del nivel del mar, el equivalente a la altitud de vuelo de un Boeing 747. Los dos equipos llevaban dos meses ascendiendo la montaña, aclimatándose al frío extremo y a la falta de oxígeno a una altura donde el mero hecho de andar puede ser agotador.
Tres alpinistas del grupo de Hall y dos sherpas alcanzaron la cumbre aquel mismo día, pero se desató una tormenta de una violencia inesperada mientras los cinco hombres emprendían el descenso. Al no amainar la tormenta y al acercarse la noche, Hall intentó desesperadamente ayudar a un cliente agotado, el cartero Doug Hansen, a bajar por una pared de unos 12 metros a 8.790 metros de altitud conocida como el Escalón Hillary en honor al legendario alpinista neozelandés sir Edmund Hillary.
Al atardecer, Hall quedó exhausto por el esfuerzo realizado en el rescate de Hansen. Ante la imposibilidad de bajar, decidió quedarse solo a merced de los elementos, en la Cima Sur, a 8.764 metros de altura. Al día siguiente, la tormenta no había remitido, impidiendo que otros alpinistas consiguieran rescatarle desde arriba por falta de visibilidad. Los intentos desde abajo también fracasaron.
Andy "Harold" Harris, un guía de Adventure Consultants de Nueva Zelanda, desapareció casi en la cima de la montaña. Fue avistado por última vez ascendiendo de nuevo por la Cima Sur para prestar ayuda a Hall y a Hansen. Pasó parte de la primera noche con Hansen bajo ráfagas que alcanzaban los 130 kilómetros por hora y a 40 grados centígrados bajo cero, pero Harris desapareció en la oscuridad y nunca volvió.
Fischer, que había alcanzado la cumbre con dos guías, Anatoli Bukréyev y Neal Beidleman, y con seis clientes, también tenía graves dificultades para bajar. Acompañado por el sherpa Lopsang, jefe de los sherpas de Mountain Madness, Fischer se derrumbó al superar el Balcón, a 8.412 metros, y convenció a Lopsang de que siguiera bajando sin él. Lopsang inició el descenso con la esperanza de que alguien subiera con oxígeno desde el campamento para ayudar a Fischer.
Por su parte, Bukréyev había empezado a bajar antes que sus clientes e intentó llegar hasta Fischer, pero se vio obligado a retroceder debido a las condiciones meteorológicas extremas. Esa misma noche consiguió rescatar a otros alpinistas perdidos más abajo, a 7.925 metros, en el Collado Sur (así llamado por ser el punto más bajo de una cresta entre dos picos).
Mientras tanto, otros hombres luchaban por sobrevivir a unos 850 metros más abajo del Collado Sur. A Beck Weathers, un patólogo originario de Texas que formaba parte de la expedición de Adventure Consultants, le deslumbró la nieve mientras ascendía. Le habían operado de los ojos años antes, y al cruzar la "zona de la muerte", un lugar donde la falta de oxígeno hace que se paralicen literalmente sistemas vitales del cuerpo, empezó a perder visión hasta no ver más allá de un metro.
Hall le hizo prometer que no seguiría adelante y que le esperaría para que bajaran juntos. A las pocas horas, se levantó la tormenta, envolviéndole completamente y sin posibilidad de resguardarse.
Unos alpinistas que bajaban de la cima encontraron a Weathers y le prestaron ayuda. Le ataron al guía Mike Groom, de Adventure Consultants, mientras intentaban encontrar el Campamento Cuatro, a unos 7.925 metros de altura, en el Collado Sur. Pero la tormenta de nieve y la profunda oscuridad les impidió localizar el campamento en la llanura del Collado. Agotados, su única esperanza era formar una piña para protegerse del viento glacial, y esperar a que hubiera un poco de visibilidad para encontrar sus respectivos campamentos.
Cuando la tormenta amainó ligeramente, Groom aprovechó para ir en busca de ayuda. Sabía que disponía de muy poco tiempo. Todos estaban profundamente debilitados después de las 27 horas pasadas a la intemperie, y de haberse quedado sin oxígeno, agua y comida. Con parte de las extremidades congeladas, exhaustos, habían agotado su esperanza de sobrevivir.
Groom llegó al campamento y Bukréyev regresó a las pocas horas, aunque en plena noche, para rescatar a los tres clientes de Mountain Madness. Sin embargo, decidió que los clientes de Hall, Weathers y la alpinista japonesa Yasuko Namba, que ascendía las Siete Cumbres por séptima vez, no podían salvarse debido al estado de congelación y debilidad que les impedía hablar o moverse.
En lo que posteriormente fue descrito como un milagro del alpinismo, Weathers reaccionó, y a pesar de estar casi ciego, con las manos congeladas hasta las muñecas, consiguió llegar a una tienda del Campamento Cuatro la tarde siguiente. Un día después, un equipo de rescate compuesto por alpinistas de otras expediciones le trasladó al Campamento Uno, a 6.035 metros. La descripción de los que le vieron fue la de "un cadáver andante".
Guy Cotter, otro guía de Adventure Consultants, también estaba en la zona, encabezando una expedición en el cercano Monte Pumori. Había estado en contacto por radio con Hall durante la escalada a la cumbre del Everest, y al empezar la tormenta entendió de inmediato la peligrosa situación en la que estaba su amigo. A la mañana siguiente recorrió la corta distancia que le separaba del Campamento Base, situado a 5.534 metros, para ofrecer su ayuda al equipo de rescate.
Intentó organizar una expedición para rescatar a Hall, pero los dos sherpas que salieron en su busca se vieron obligados a retroceder a solo 106 metros de donde se encontraba, demasiado agotados para seguir. La terrible tormenta había dejado a todos exhaustos. No quedaban alpinistas en las suficientes buenas condiciones como para bajar a Hall de las terriblemente escarpadas pendientes y decidieron cancelar los intentos de rescate. Los supervivientes del Collado Sur y sus compañeros sherpas iniciaron el descenso hacia el siguiente campamento.
Peach Weathers y Lisa Choegyal, que llevaba años viviendo en Katmandú, se pusieron en contacto con la Embajada estadounidense para conseguir que un helicóptero nepalí rescatara a su marido Beck y a otro alpinista de la Cascada de Hielo, a 6.000 metros de altitud. El rescate ha sido descrito como uno de los más atrevidos que se hayan llevado a cabo en las montañas de Nepal.
Beck Weathers sobrevivió, pero la tormenta se llevó a Rob Hall, Scott Fischer, Andy Harris, Doug Hansen y Yasuko Namba, además de otros tres alpinistas pertenecientes a un grupo formado por policías indotibetanos, la primera expedición india en alcanzar la cima desde el Collado Norte, situado a 7.020 metros. Hasta entonces había sido el día más mortífero de la historia del ascenso al Everest.
Esta historia de resistencia, superación y ambición sin límites cautivó a los medios y la imaginación del planeta. La aventura de los valientes supervivientes y de los aventureros que nunca volvieron sigue siendo de máxima relevancia hoy en día.
La cima del Monte Everest, la montaña más alta de la Tierra, supera los 8.800 metros sobre el nivel del mar, más o menos la altura a la que vuela un Boeing 747. El temible pico ha visto a miles de atrevidos alpinistas que sienten la necesidad de enfrentarse al mayor reto que ofrece la escalada. Los acontecimientos del mes de mayo de 1996 fueron los más trágicos en la historia de la escalada al Everest hasta entonces. Los medios del mundo entero siguieron minuto a minuto la historia, que no tardó en convertirse en el tema de varios documentales y de bestsellers cuyas descripciones se contradecían a menudo.
El productor Tim Bevan, de Working Title, empezó a interesarse por la historia en 1997 al leer el libro de Jon Krakauer Mal de altura. El periodista formaba parte del equipo de Adventure Consultants, liderado por Rob Hall, y había escrito un artículo para la revista "Outside". Eric Fellner, el socio productor de Tim Bevan, compartió su entusiasmo por el proyecto, y ambos se enteraron de que Universal Pictures, con quien tienen un acuerdo de distribución desde hace años, poseía los derechos de otras publicaciones en torno a lo ocurrido.
Uno de esos libros es 'Left for Dead: My Journey Home from Everest' (Dado por muerto: Mi viaje a casa desde el Everest), en el que la película se inspira en parte, así como en la última conversación por satélite entre Rob Hall y su esposa, Jan Arnold. Las familias de los escaladores desaparecidos no hablaron públicamente de los trágicos acontecimientos; sin embargo, siempre existió un diálogo con los productores mientras se buscaba el momento oportuno para rodar un largometraje.
Tim Bevan dice: "Para empezar, nos pusimos en contacto con David Breashears, que estuvo en la montaña en 1996 y rodó el influyente documental IMAX acerca del Everest. Descubrí que disponía de la mejor documentación. Al ser una historia tan emotiva y fascinante, mucha gente ha querido escribir o contar lo que ocurrió y se ha convertido en una especie de Cubo de Rubik. En cuanto se mueve, aparece otra posibilidad. Por eso mismo corría el peligro de no ser contada nunca en la gran pantalla, pero reconozco que llevaba tiempo siendo uno de los proyectos que más apasionaba a Working Title".
Aunque se pensó en hacer la película a finales de los noventa con Stephen Daldry como director, los elementos no empezaron a encajar hasta el año 2011. Los guionistas William Nicholson y Simon Beaufoy, los dos con grandes éxitos en su haber, se unieron para escribir un guión magnífico y emotivo. Además, los avances en efectos visuales ya hacían posible captar las terribles condiciones de esas 48 horas sin que el equipo corriera el menor riesgo.
En ese momento, Tim Bevan y Eric Fellner se pusieron en contacto con el realizador Baltasar Kormákur, que se encontraba en Los Ángeles rodando el thriller de acción 'Contraband', también producido por Working Title, y protagonizado por Mark Wahlberg y Kate Beckinsale. Nicky Kentish, que produce 'Everest' con Tim Bevan y Eric Fellner, dice: "Baltasar era el hombre idóneo para llevar a cabo esta tarea. Se entregó totalmente con el fin de plasmar la historia con absoluta autenticidad".
Muy aclamado en su país natal, Islandia, Baltasar Kormákur es un director que se mueve cómodamente entre el drama y la acción, además de estar muy familiarizado con temperaturas extremas. Tiene en su haber las películas 101 Reikiavik, Verdades ocultas, Las marismas e Inhale. Después de Contraband, dirigió Djúpið, donde se describe la historia real del superviviente de un naufragio en las heladas aguas de la costa islandesa. Preseleccionada para los Oscar 2012, la película demuestra el talento del director enfrentado a los elementos más extremos.
Cuando leyó el guión de 'Everest', el director se entusiasmó: "Los paisajes y la meteorología son una parte importante de mí. En Islandia, la naturaleza nunca está muy lejos. Las erupciones volcánicas y las avalanchas bajo las que desaparecen pueblos enteros nos recuerdan constantemente la fuerza de la madre naturaleza. Después de recorrer a caballo y durante semanas las montañas de Islandia sin encontrarme con el menor rastro de civilización, tuve ganas de contar la historia de unas personas atrapadas en condiciones extremas, obligadas a revelar su auténtico yo de una forma sutil, mientras enseñan cada vez más quiénes son a medida que crecen las dificultades. Por lo que yo he vivido, puedo asegurar que nunca se sabrá quién es realmente un amigo hasta llegar a una situación extrema, cuando las cosas se ponen mal. La posibilidad de contar una historia única que transcurre en la montaña más alta del mundo, me pareció una oportunidad que no podía dejar pasar bajo ningún concepto".
Baltasar Kormákur añade que la idea le despertó algo en lo más profundo de su ser: "Desde el primer momento quise rodar esta historia de la forma más real posible. Eso significa llevar al espectador al Everest y mostrarle la montaña como nunca se ha visto hasta ahora y, a la vez, crear una película intimista, cercana a la relación entre los personajes, algo que suele escasear en las grandes producciones". Y añade, después de un momento de reflexión: "El Everest es la metáfora perfecta de toda ambición, y cualquiera que tenga ambiciones debe saber equilibrarlas con la vida familiar. Está la montaña y está el hogar; la distancia entre ambos es enorme, y cada uno tira en una dirección opuesta".
El cineasta se sintió fascinado por el hecho de que tantas personas quieran escalar el Everest. También le atrajo la gloria y el deseo de cumplir el sueño de una vida. "Desde luego, cabe hacer la pregunta: '¿Qué necesidad tienes de escalar el Everest?' Pero nadie sabe realmente qué contestar", explica. "Y ocurre lo mismo cuando se pregunta: '¿Qué necesidad tienes de vivir, qué necesidad de hacer algo?' Incluso las personas ricas necesitan hacer algo. Me parece que es una de esas preguntas difíciles de contestar".
Baltasar Kormákur se sumergió en toda la documentación disponible para descubrir lo que había pasado aquel fatídico día en el pico más alto del mundo. "Es una historia conocida, está muy documentada", dice el director, "pero hay versiones diferentes y algunas se contradicen radicalmente".
En conversaciones con los otros productores y con los guionistas, insistió en que la historia debía contarse respetando a todos los que se vieron involucrados. Era de suma importancia que se honrara la memoria de las ocho personas que perdieron la vida aquel día en la montaña y contar una historia donde no se intentara justificar ni criticar las decisiones que se tomaron antes y después del ascenso.
Por ejemplo, uno de los problemas más comunes a los que se enfrentan los alpinistas deseosos de subir al Everest son los retrasos causados por la cantidad de escaladores atraídos por la famosa montaña. Aquel día de mayo, 34 personas de diferentes expediciones intentaron llegar a la cima, pero nadie podía prever que se desatara semejante tormenta cuando todo indicaba que las condiciones meteorológicas eran perfectas.
El coproductor David Breashears empezó a trabajar en el proyecto con Working Title hace más de diez años y ha sido un asesor muy valioso. En 1996, cuando tuvo lugar la tragedia, estaba en la montaña dirigiendo y rodando el documental IMAX Everest, estrenado en 1998. Pudo contarles a los actores y al equipo lo que significó realmente una tormenta tan terrible. "Todos los que hemos participado en esta película nos hemos preocupado por su autenticidad y por respetar a los personajes", dice.
Guy Cotter, el asesor jefe de la expedición que ayudó a coordinar el rescate fallido de su amigo Rob Hall, y que actualmente dirige Adventure Consultants, ayudó a los productores a plasmar la realidad en la gran pantalla. Guy Cotter y Rob Hall habían escalado juntos desde que eran adolescentes. "Los guías alpinos de gran altitud formamos una hermandad, y los acontecimientos de 1996 nos enseñaron muchas cosas", explica. "Nos hicimos preguntas; sobre todo, cómo impedir que algo así volviera a suceder. En cierto modo, nos ayudó a crecer, a madurar".
"Rob estaba en su mejor momento como alpinista", sigue diciendo. "Pero nuestra profesión, la de guías alpinos de gran altitud, estaba empezando. Los pioneros no siempre sobreviven cuando descubren los parámetros del entorno en el que se encuentran".
Baltasar Kormákur , para llevar a buen término lo que describe como "lo más difícil que he hecho en mi vida", decidió leer todo lo publicado y ver todo lo grabado acerca de los acontecimientos. Habló con un sinfín de escaladores que habían alcanzado la cumbre del Everest, intentando comprender qué motiva a un alpinista. Viajó al Everest durante la preproducción, antes de desplazarse a Nueva Zelanda para conversar con los supervivientes y los familiares de los fallecidos.
"Disfrutar de la oportunidad de ir al Everest fue un auténtico regalo", dice, hablando de lo que aprendió. "Viajar hasta allí, conocer esa parte del mundo. ¿Quién no ha soñado con el Everest? Pero hasta entonces no formaba parte de mis planes".
Los otros dos productores son Brian Oliver y Tyler Thompson, de Cross Creek Pictures, que en 2013 se unieron a Working Title para llevar a la pantalla la extraordinaria Rush. "La producción se basó en una profunda colaboración a una escala insospechada", dicen los dos productores. "Basta con oír 'Monte Everest' para sentirse transportado a un mundo de aventura, mezcla de admiración y respeto, no solo por las personas que han conquistado la cima, sino por las que han muerto intentando hacer realidad un sueño. La película es un retrato intimista de lo que significa agarrarse a la vida en condiciones de inimaginable dureza, y Baltasar es uno de los pocos realizadores que pueden capturar en la pantalla los riesgos, la tensión y el entusiasmo que se siente al sobrevivir a más 8.000 metros de altura".
Con la preproducción en marcha, quedaba encontrar a los actores que darían vida a los valientes personajes. Los productores y el realizador supieron reunir un reparto coral de gran talento y perfectamente preparado para enfrentarse al esfuerzo físico y emocional que significa contar la historia de 'Everest' con todos sus detalles.
Cualquier rodaje es un reto, pero 'Everest' resultó ser más agotador que la mayoría. El reparto y el equipo se embarcaron en una producción de proporciones épicas que acabó convirtiéndose en una auténtica expedición. Con un rodaje distribuido entre el Nepal, los Alpes italianos, los estudios Cinecittà de Roma y los estudios Pinewood en el Reino Unido, los desafíos de la filmación superaron todo lo previsto.
La mayoría del público conoce el Monte Everest por los numerosos documentales que se han rodado allí, y Baltasar Kormákur quería apartarse a toda costa de la sensación de "cinéma vérité". El director tenía muy claro que 'Everest' debía ser filmada con absoluta autenticidad para la gran pantalla de modo que el público viera la inmensidad de la montaña y entrara emocionalmente en la historia de los protagonistas. Consecuentemente, jamás pide a los actores que hagan algo que él no haría y tiende a quedarse al lado de la cámara, lo más cerca posible de los actores, en vez de observar la filmación desde la tienda de los monitores.
La mano derecha de Baltasar Kormákur durante el rodaje fue el director de fotografía Salvatore Totino, que colaboró con Ron Howard en películas tan taquilleras como 'El código Da Vinci' y 'Ángeles y demonios', o películas más intimistas del realizador como 'El desafío - Frost contra Nixon' y 'Cinderella Man, el hombre que no se dejó tumbar'. Juntos estaban decididos a que la épica película debía mostrar la majestuosidad de la montaña más alta del mundo... y los incalculables peligros que encierra.
Uno de los problemas fue trasladar todo el equipo de filmación a distintos lugares de la montaña e impedir que las cámaras se congelaran, para lo que se instalaron tiendas especiales donde mantener la ALEXA a una temperatura adecuada.
Decir que el plan de rodaje era ambicioso es quedarse corto. Empezó el 14 de enero de 2014 en Katmandú con una unidad reducida que se dedicó a rodar en localizaciones a 6.000 metros de altitud, donde el reparto y el equipo no tuvieron más remedio que acostumbrarse a las dificultades de la vida en la alta montaña. "La altitud te afecta inmediatamente", recuerda Jason Clarke. "El periodo de aclimatación empieza en el Campamento Base. Reconozco que para los actores fue maravilloso recorrer el Himalaya y que la experiencia nos unió mucho". A pesar de estar más acostumbrados a hoteles de cinco estrellas y a caravanas de lujo, el reparto de 'Everest', al igual que el equipo, no tardó en acostumbrarse a la realidad de la vida en la montaña mientras se movían de una localización a otra.
Baltasar Kormákur hace un rápido repaso de los problemas a los que se enfrentaron: "El agua estaba congelada, no había calefacción, dormíamos con mantas eléctricas. Casi no podíamos salir de la cama para ir a mear por el frío que hacía. Los actores no tenían ayudantes, nadie les echaba una mano. Debían llegar andando al rodaje y llevar ellos mismos su equipo".
Josh Brolin añade: "Balt quería que fuese lo más realista posible. Trabajamos las horas que hiciera falta, olvidamos los horarios habituales. Nada de volver a una caravana entre escena y escena o que la maquilladora hiciera retoques. Recuerdo estar tumbado en la cama y contemplar las nubecillas de vapor que exhalaba al respirar sin acabar de creer el frío que estaba pasando. Reconozco que nos quejamos, pero lo pasamos muy bien, y las dificultades sirvieron para unirnos".
David Breashears, que se ha pasado la vida rodando en lugares inhóspitos en condiciones extremas, dice: "De golpe, sin conocernos previamente, nos sumergimos en un torbellino de actividad. Salimos del caos de Katmandú para trasladarnos a la falda del Everest. Gran parte del equipo jamás había estado más arriba de 3.000 metros sobre el nivel del mar. No podíamos ir más despacio o pararnos como hace una auténtica expedición porque estábamos bajo una presión tremenda para rodar lo máximo posible cada día".
"Hubo entre 190 y 200 aterrizajes en la falda del Everest solo para transportar a la gente y las toneladas de equipo", sigue diciendo. "Al trasladar a los miembros del reparto y del equipo con avionetas, no pudieron aclimatarse progresivamente como ocurre con los montañeros. La logística requerida para este rodaje superó con creces cualquier otro proyecto en el que había trabajado en el Himalaya".
El productor Kentish Barnes resume el sentimiento del equipo: "Fue una experiencia brutal, pero que nos unió a todos profundamente".
Una vez acabado el rodaje en Nepal, todos se trasladaron a Val Senales, en el norte de Italia, para rodar exclusivamente en el glaciar Senales. El equipo estaba compuesto aproximadamente por 180 personas procedentes de Inglaterra, Nueva Zelanda, Australia, Alemania, Italia, Estados Unidos, Islandia y Nepal. El rodaje, complicado de por sí, lo fue aún más cuando cayó una de las mayores nevadas de los últimos años, enterrándolo todo bajo varios metros de nieve en polvo.
El diseñador de producción Gary Freeman dice: "Plantábamos tiendas en la montaña, cosa nada fácil si tenemos en cuenta que la pendiente era de 45 grados. A Baltasar le gustan los decorados naturales muy inhóspitos. Regresábamos dos días después, y las tiendas habían desaparecido bajo un grueso manto de nieve. El trabajo de mi equipo fue agotador, tenían que desenterrar y reconstruir los decorados constantemente".
Por si no fuera suficiente, y debido al peligro de aludes, las autoridades locales cerraron el glaciar en varias ocasiones, retrasando el plan de rodaje. En cuanto volvía a abrirse, los actores, los técnicos y el material eran llevados a los decorados con tractores, motos y quads de nieve, así como helicópteros. Algunos incluso usaban el teleférico y los telesillas.
El asesor David Breashears habla de las dificultades: "Los actores aprendieron rápidamente lo que significa estar en un entorno helado y ventoso a mucha altura. Estaban en el exterior durante ocho o nueve horas diarias, e incluso diez en ocasiones, trabajando de noche".
El Tirol del Sur en los Alpes italianos era el paisaje perfecto para Everest. Aunque pueda parecer que sería más fácil que rodar en el Himalaya, las dificultades fueron grandes y el equipo debió soportar temperaturas de 34 grados bajo cero.
Jake Gyllenhaal describe lo que vio y vivió: "Estábamos a 3.800 metros por encima del nivel del mar, nevaba. Todo el equipo técnico llevaba material por el glaciar, los sherpas portaban enormes ventiladores en la espalda, los helicópteros traían las piezas de las cámaras, todo esto 15 minutos antes de empezar a rodar. La organización que representa algo así es extraordinaria; en esta película, todo fue intenso".
Para que las escenas fueran aún más auténticas, los productores contrataron a once sherpas. Era la primera vez que salían de Nepal, y se trasladaron a los Alpes italianos antes de conocer los estudios Cinecittà y Pinewood. David Breashears describe su reacción cuando descubrieron el decorado del Campamento Base en el estudio: "Se quedaron atónitos. El hecho de que a los sherpas les pareciera real dice mucho del trabajo del departamento de decorados".
El productor Tim Bevan habla de la contribución de los sherpas a la película: "Si el Himalaya perteneciese a alguien, debería ser suyo. Son parte de la mitología del Everest y, desde luego, de las ascensiones a la cima. En esta película son nuestros héroes porque llevaron las cargas más pesadas".
También ayudaron con el decorado instalando la tienda dedicada a la cocina tal como está en el auténtico Campamento Base. Incluso la usaron para prepararse alguna comida que otra cuando se trabajaba más tarde de lo habitual y se cansaban del catering. No era raro encontrarlos cocinando un dal bot, un guiso de lentejas y arroz muy apreciado en la región.
Desde Roma, el equipo al completo se trasladó a Londres, a los estudios Pinewood, donde el departamento artístico había recreado muchos decorados de las laderas del Everest, como la cascada Khumbu, el Collado Sur y la cumbre del monte en el famoso plató 007. Era esencial rodar ciertas escenas en un entorno controlado para que Baltasar Kormákur pudiera filmar lo que quería sin poner en peligro a los actores y a los técnicos.
Para crear el vestuario de la película no bastó con acercarse a la tienda deportiva especializada más cercana. Los acontecimientos habían tenido lugar hacía casi veinte años y los equipos de los montañeros han cambiado mucho desde entonces.
El diseñador de vestuario Guy Speranza dice que el equipo se divide en tres niveles: el primero para el primer tramo del recorrido hasta el Campamento Base; el segundo hasta el Campamento Tres situado a 7.468 metros, y finalmente el equipo necesario para alcanzar la cima. "El último equipo fue el más complicado de encontrar", explica el diseñador. "Necesitábamos encontrar numerosos trajes de plumón usados en los noventa, no solo para los actores, sino para los especialistas".
El diseñador también debió considerar los diferentes decorados. Gran parte del rodaje tuvo lugar en exteriores a temperaturas muy por debajo de los cero grados, pero otra parte del rodaje se realizó en los platós de estudios donde un traje adecuado para estar a 8.500 metros por encima del nivel del mar no sirve para rodar en interiores. "Al final, acabamos por crear los equipos de los alpinistas", dice Guy Speranza. "Cada actor tenía un color para que se supiera inmediatamente de quién se trataba aunque llevara una máscara de oxígeno, gafas y gorro".