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INFORMACIÓN
Titulo original: The Walk
Año Producción: 2015
Nacionalidad: EE.UU
Duración: 123 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 7 años
Género: Aventura, Drama, Biografía
Director: Robert Zemeckis
Guión: Robert Zemeckis, Christopher Browne. Basados en la novela "To Reach  The Clouds", escrita por Philippe Petit
Fotografía: Dariusz Wolski
Música: Alan Silvestri
FECHAS DE ESTRENO
España: 25 Diciembre 2015
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Sony Pictures


SINOPSIS

Narra la historia del artista Philippe Petit cuando en 1974 quiso cruzar las Torres Gemelas del World Trade Center...

INTÉRPRETES

JOSEPH GORDON LEVITT, GUILLAUME BAILLARGEON, ÉMILIE LECLERC, MARK TRAFFORD, INKA MALOVIC, LUCAS RAMACIERE, MARTIN LEFEBVRE, PHILIPPE BERTRAND, LAURENCE DESCHENES, PATRICIA TULASNE, SASHA DOMINIQUE

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   El 7 de agosto de 1974, el día antes de que Richard Nixon anunciara su dimisión, Philippe Petit, un funámbulo francés, sorprendió a la ciudad de Nueva York con un paseo sobre un cable colocado entre las torres del casi terminado y parcialmente ocupado World Trade Center. Transeúntes sin un segundo que perder frenaron en seco y alzaron la vista. Vieron lo imposible: un hombre bailando en lo alto, aparentemente en el aire.
 
Ahora, cuarenta años después, Zemeckis –uno de los realizadores más hábiles a la hora de integrar tecnología al servicio de una historia emotiva– pondrá a los espectadores en la piel de Petit. 'El desafío (The Walk)', un épico espectáculo cinematográfico para la gran pantalla, ofrece a los aficionados al cine la oportunidad de ir donde un único hombre ha logrado o logrará jamás llegar: a 110 pisos de altura en el aire, sobre un cable, paseando entre las torres del World Trade Center.
 
“Cuando descubrí esta historia, pensé: ‘Dios mío, esta es una película que A) debería hacerse fuera como fuera, y B) debería sin lugar a dudas presentarse en 3D’”, explica Zemeckis. “Cuando ves a un funámbulo, siempre tienes que hacerlo mirando hacia arriba. Nunca tienes la perspectiva de lo que se siente en la cuerda floja. Nuestra película sigue la historia de Petit y, al final, te pone sobre el cable, caminando con Philippe, y, al presentarla en 3D, va a resultar espectacular y muy emotiva”.
 
Espectacular, emotiva y emocionante, con una intensa trama llena de percances y contratiempos, mientras Petit y su variopinto equipo tratan de lograr lo imposible. “Me encanta la idea de un tipo, un artista, que consigue llevar a cabo esa travesura”, comenta Zemeckis. “La travesura es ilegal, es peligrosa, pero no hace daño a nadie. Parecía algo sacado de otra época. La verdad es que ya no se ven cosas así. Era casi como una fábula”.
 
“Me asombró la pasión del sueño de Philippe y cómo logró cumplirlo. En cierto modo, guarda ciertas similitudes, para mí, con un productor que quiere hacer una película”, opina el productor Steve Starkey. “Pero, por debajo de todo eso, está esa emocionante historia de un gran plan, y la tensión para ejecutar lo que Philippe llama su ‘golpe’. Al final, nos hace llorar a mí y a otros, algo similar a lo que viví cuando leí 'Forrest Gump”.
 
“Philippe vio las dos torres, trazó una línea con un lápiz entre ellas y dijo: ‘Tengo que tender un cable entre esas dos torres, tengo que recorrerlo’. En su mente, esas torres se construyeron para que él pudiera ofrecer esa actuación”, aporta Zemeckis. “Lo sorprendente de Philippe, y por lo que creo que su historia es única y a la vez universal, es que eso es algo que le sucede a todos los artistas. Si le preguntas a un artista: ‘¿Por qué has pintado este cuadro? ¿Por qué has compuesto esta música? ¿Por qué has hecho esta película?’ Nunca hay una respuesta. Todo el que persiga un sueño improbable se identificará con esa sensación que tenía dentro Philippe, que tenía que hacerlo, costara lo que costara”.
 
La película no muestra únicamente quién era antes y cómo llegó a encontrarse en ese cable (su juventud, el hombre que se convirtió en su figura paterna, etc.), sino también, por primera vez, imágenes en movimiento del propio paseo en sí, no solo desde el punto de vista de los observadores, sino también del de Petit. “Las únicas pruebas documentales del paseo son unas cuantas fotografías”, explica Joseph Gordon-Levitt, que encarna a Petit en el filme de Zemeckis. “Las fotos son increíbles, pero no es lo mismo que ver y sentir cómo sucede. Para mí, hacer una película en la que puedes realmente meterte en el personaje de Philippe cuando vive ese momento, con todas las esperanzas, miedos e imperfecciones que condujeron hasta él, es algo excepcional. Tener ocasión de presenciar eso en una película y estar allí arriba con el personaje, ver lo que vio, es una experiencia totalmente distinta”.
 
De forma similar a como ya hiciera en “Forrest Gump”, al utilizar la particular voz del protagonista para reforzar la narración de esa película, Zemeckis hace que el propio Petit narre momentos de 'El desafío (The Walk)' para aportar algo de perspectiva, sobre todo a sus más íntimos pensamientos mientras se encuentra sobre el cable. El uso ligeramente surrealista del recurso de la Estatua de la Libertad (como Petit, un regalo francés a Estados Unidos) para este fin ayuda a dotar de una cierta cualidad como de fábula a esta película para todos los públicos. “Se trata de una historia real”, afirma Zemeckis, “hasta el más mínimo detalle, pero también tiene un aire de ‘érase una vez’ –un tiempo y lugar perdidos– y quería combinar lo literal con lo figurado”.
 
Como corresponde a una producción así, el supervisor de efectos visuales Kevin Baillie se implicó muy temprano en la película. “Hace ya seis o siete años que formo parte del proyecto”, recuerda. “Robert y yo estábamos trabajando en ‘Cuento de Navidad’, pero ya tenía una gran idea para una película sobre un chiflado funámbulo francés que pretendía caminar por la cuerda floja entre las Torres Gemelas”.
 
El proyecto resultaba especialmente interesante para el supervisor de efectos visuales por el tremendo reto que suponía: habría que crear desde cero todo el mundo del Nueva York de 1974, tal como se vería a cientos de metros de altura, entre dos edificios que ya no están. “Tenemos que hacerlo todo, desde el vestíbulo del World Trade Center al centro de Nueva York en 1974. El departamento de diseño de producción recreó en un plató gigantesco la azotea de una de las torres. Era un decorado enorme y absolutamente alucinante, pero la ciudad que tenía a su alrededor, la niebla que se arremolinaba en torno a las torres, las propias torres que se alzaban por encima de la ciudad, había que crearlas todas de forma completamente digital, a partir de referencias fotográficas. Evidentemente, estos edificios ya no existen, por desgracia, pero tenían que parecer totalmente reales y presentes al 1000%, porque son el corazón emocional de la película. No ha sido hasta hace muy poco cuando la tecnología ha evolucionado hasta llegar al punto en que esto, aunque complicado, es posible. Y solamente en el cine. Curiosamente, por ejemplo, nos encontramos con que diferentes personas recordaban de forma distinta su color, porque cambiaba según el ángulo con que les diera el sol. Queremos honrar y hacer justicia a esos edificios, por esos recuerdos, pero también porque lo que Philippe hizo entre ellos fue precioso”, explica Baillie.
 
De este modo el largometraje transporta a los espectadores a un momento del tiempo en el que a las torres, o, al menos, a la percepción que se tenía de ellas, se les dio una nueva orientación. “Al principio, las Torres Gemelas no le gustaban a nadie. Mientras las construían, todo el mundo en Nueva York pensaba que parecían archivadores. Después de que se produjera este paseo, a la gente le encantaban las torres. Tenían personalidad. Cuando Philippe Petit caminó entre ellas, de pronto se volvieron poéticas y sufrieron una transformación”.
 
“Las torres están muy presentes en la película como personajes”, agrega Zemeckis. “Este fue uno de esos momentos humanos y gloriosos. Es importante recordar eso”.
 
A lo largo de su legendaria carrera, Zemeckis ha hecho filmes que han sabido aprovechar la tecnología más avanzada para ponerla al servicio de la historia. Para Zemeckis, esto último es lo más importante; la tecnología es una herramienta, como cualquier otra técnica, de la que puede valerse el cineasta. “El secreto de cualquier magia es saber combinar”, propone. “Todo gran mago utiliza más de una técnica para crear la ilusión. La labor del cineasta es hacer también eso, utilizar todas las herramientas de las que disponemos y no dejar de combinarlas, para que los espectadores no puedan descubrir el truco”.
 
Naturalmente, la película no habría sido posible sin el auténtico Philippe Petit, que asegura que la cinta ofrece una visión muy fiel de cómo se produjeron los hechos reales. “He visto muchas obras maestras de Robert Zemeckis, pero esta naturalmente es diferente para mí, porque implica parte de mi vida”, confiesa Petit. “He de admitir que me mantuvo en vilo, no solo durante la secuencia de funambulismo, sino toda la aventura. Al ver la película en IMAX 3D, me sentí transportado de vuelta a ese día de agosto de 1974. Es mi historia, la conozco bien, sé cómo acaba, y aun así no podía evitar pensar: ‘¡Vaya, espero que estos tipos lo consigan!’. Así que, si la magia de una magnífica película consiguió transportarme al día más importante de mi vida, imagina lo que sentirán los millones de personas que la vean. Por primera vez en la historia del cine, van a verse realmente sobre el cable, conmigo. Es una película preciosa y me encantó por completo lo que vi”.
 
Petit opina que la razón por la que su historia va más allá del simple acto de equilibrismo para convertirse en un relato inspirador y universal, es que trata sobre un artista que vuelca toda su alma y su corazón en su trabajo. “Es la diferencia entre alguien que coge una pértiga y se juega la vida para llegar al otro lado y alguien como yo, que lleva su vida a cuestas al cruzar”, reflexiona. “Uno puede ser sensacional, pero el otro es una inspiración. La gente me ha dicho, después de una actuación: ‘Me da la sensación de que puedo hacer realidad mis sueños, que podría mover montañas’. Puedes tomar la palabra ‘funámbulo’ y sustituirla por cualquier otra profesión. Trata sobre la búsqueda de la perfección, la atención al detalle, el respeto por las herramientas y centrarte en lo que estés haciendo, sea lo que sea, aunque sea en el arte de vivir”.

 
Joseph Gordon-Levitt encarna al protagonista principal, Philippe Petit. Es un papel que pocos actores más podrían interpretar de forma tan memorable. “Se trataba de uno de esos papeles que parecía hecho a medida para mis intereses y talentos personales”, asegura el actor.
 
“Cuando me reuní por primera vez con Joe, me pareció que entendía perfectamente la esencia de su personaje”, recuerda Zemeckis. “Si te fijas en la obra de Joe, es un artista consumado”.
 
Sin duda, 'El desafío (The Walk)' haría pleno uso de las aptitudes físicas de Gordon-Levitt (que ha exhibido en numerosas ocasiones, ya sea en un memorable número de canto y baile, que incluía múltiples volteretas hacia atrás, cuando le tocó ejercer de presentador de “Saturday Night Live”, o al pasar semanas montado en bicicleta rodando el papel protagonista del estimado thriller “Sin frenos”), unidas a su capacidad como artista, como ha podido verse en su labor de presentador de su programa de televisión “HitRECord on TV”, combinada con su interés en trabajar en thrillers, como “Origen”, “Looper” y “El caballero oscuro: La leyenda renace”.
 
De hecho, Gordon-Levitt afrontó encantado el reto de caminar por la cuerda floja. “Era un reto importante, pero me gustan los retos”, afirma. “Me encanta hacer cosas con mi cuerpo, incorporar el aspecto físico en la interpretación. No hay nada como un primer plano en una película, pero lo que puedes transmitir al público con tu cuerpo también forma parte de lo que hace divertido todo esto”.
 
“¿Qué es el funambulismo?”, pregunta Robert Zemeckis. “Podría decirse que es un trabajo de especialistas porque es arriesgado. Se trata de algo peligroso, estás sobre un cable, suspendido, en el caso de las torres del World Trade Center, a más de 400 m de altura, pero también tiene algo de danza. Y de gimnasia. Y de ballet. Es una interpretación física completa, no es solo la acrobacia, es una forma de arte en sí misma. En ese aspecto, es muy interesante. En términos de cine, es trabajo de especialistas pero, en realidad, es probablemente más bien como el ballet”.
 
Así que Gordon-Levitt aprendió a caminar por la cuerda floja. Y no podría haber pedido un maestro mejor: el mismísimo Philippe Petit. “Pasé ocho días seguidos con Philippe en un taller individual”, recuerda. “Fue muy generoso con el tiempo que me dedicó; pasamos bastante tiempo juntos. Me estuvo enseñando a caminar por el cable, pero lo que me enseñó realmente fue mucho más amplio. Para Philippe, ese equilibrio en el cable es una metáfora de toda su vida y creatividad”.
 
Gordon-Levitt comenta que Petit también compartió con él consejos y sabiduría para caminar por la cuerda floja. “Antes de conocerlo, cuando no había hecho más que leer sus libros y ver sus entrevistas, le había oído decir: ‘Nunca me caigo’, y admito que, al principio, lo malinterpreté. Pensé: ‘Bueno, eso es arrogante; podría caerse’. Pero, cuando estuvimos juntos, me enseñó lo que quería decir con eso. Me dijo: ‘Salto porque lo he decidido yo’. No conviene nunca seguir luchando por mantener el equilibrio hasta el punto de perder el control. Si tienes un problema, toma una decisión antes de que sea demasiado tarde y afróntalo. O saltas a la colchoneta o, si estás en el cable, te arrodillas. Pero haces algo al respecto, no te limitas a caerte”.
 
“Conseguí enseñarle a caminar por la cuerda floja”, prosigue Petit. “Realizamos un taller privado individual terriblemente agotador, de nueve de la mañana a cinco de la tarde, todos los días, con descansos de tan solo 30 segundos, así fue como trabajamos. No lo dejaba tranquilo. Empezamos con la cuerda en el suelo y, para cuando terminamos, estaba a dos metros de altura, en un cable de nueve metros de longitud”.
 
Pero Petit argumenta que aprender a caminar por la cuerda floja no es cuestión de aprender a mantener el equilibrio en una fina cuerda, es cuestión de arte. “Le enseñé mi estilo de funambulismo, no el funambulismo de cuerda floja”, sugiere. “Le enseñé que no hay equilibrio a menos que tu cuerpo y tu alma, o tu corazón o tu mente, funcionen al unísono con tus pies y con la pértiga que sujetas con los brazos. Y ese es para mí el secreto del equilibrio. Sin pasión, sin alma, no tendrás más que una tontería de acróbata en una cuerda”.
 
En última instancia, para Gordon-Levitt, el equilibrismo se parece mucho a la interpretación. “El primer paso es muy difícil, porque te asaltan las dudas”, explica. “Pero luego el reto era dejar de lado esas dudas y centrarte en divertirte y disfrutar –puedo hacerlo, no es tan difícil. Me recuerda a actuar. Puedes empezar a comerte el coco y pensar: ‘Oh, Dios mío, están rodando, cuánta gente mirando, no puedo pifiarla’, porque entonces estás listo. No puedes pensar así. Tienes que ser capaz de desechar todas esas ideas y centrarte. Sentí una experiencia muy similar al hacer funambulismo”.
 
“Los actores siempre están estudiando algo como preparación para sus papeles, pero Joe fue mucho más allá”, sostiene Steve Starkey. “No solo quería prepararse emocionalmente y aprender la técnica para poder actuar apropiadamente, fue mucho más lejos y, de hecho, fue capaz de caminar por sí mismo por la cuerda floja. Fue capaz de atravesar todo nuestro escenario por sí solo en un cable de verdad, así de lejos llevó su preparación. Recibió una enorme ovación de todo el equipo, que se mostró entusiasmado de ver a su actor realizar él mismo la acrobacia”.
 
Además de aprender funambulismo, interpretar el papel de Petit también le sirvió de inspiración a Gordon-Levitt. “Philippe, ¡menudo personaje!”, exclama. “Ha sido una suerte haber tenido ocasión de conocerlo y hacernos amigos. Haber podido conocer su feroz determinación y concentración y, al mismo tiempo, esa conexión personal mágica, extravagante, positiva y sumamente dulce de la que goza. Es toda una combinación, la verdad”.
 
Para interpretar el papel –de una persona real– el actor considera que era más importante captar la naturaleza del hombre que realizar una imitación. “Para mí, la mejor forma, como actor, de honrar a una persona real es interiorizarla. En lugar de imitarla con la máxima precisión, asimilé lo que me encantaba y admiraba de Philippe, e interpreté mi versión de eso. Lo más importante era contar la historia general que Philippe estaba contando al caminar por ese cable: puedes hacer cualquier cosa que te imagines. Puedes crear lo imposible. Eso es lo que es la magia; eso es lo que es el arte”.
 
Para poder interpretar a Petit, Gordon-Levitt tuvo que aprender a decir a la perfección ciertas líneas de diálogo en francés, y además muchas más líneas en inglés con el marcado acento parisino de Philippe Petit. “Lo gracioso de Philippe es que sigue teniendo un fuerte acento francés, y reconoce abiertamente que mantiene su acento francés a propósito; creo que le gusta porque lo diferencia. Es su personaje”, postula Gordon-Levitt. “En 1974, en la época del paseo, estaba obsesionado con hablar inglés, porque se había obsesionado con los Estados Unidos y la cultura americana. Obligó a hablar inglés a todo su equipo mientras estaban allí. Ahora, no habla francés muy a menudo. Intenté hablar francés con él y me respondía en francés, pero poco después volvía al inglés. Está más acostumbrado a hablar inglés.
 
Gordon-Levitt trabajó con tutores de dicción e idioma para dominar las frases  que tenía que decir en francés y aprender a pronunciar las frases en inglés con el acento francés de Petit pero, además de los expertos, contó con la orientación de sus compañeros de reparto de lengua francesa: Clément Sibony, César Domboy y la francocanadiense Charlotte Le Bon. “Ayudamos un poquito, pero lo hacía muy bien”, opina Charlotte Le Bon. “Ya se le daba muy bien el francés antes de la película. Le gusta mucho la cultura francesa. Sabe mucho de poesía francesa; más que yo, en realidad”.
 
El propio Petit apunta que, durante sus sesiones individuales de preparación con Gordon-Levitt, el actor aprendió mucho más que equilibrismo. “Bob Zemeckis me comentó más tarde: ‘He de contarte un secreto. Además de aprender funambulismo de ti, ¿sabes qué hacía Joe día y noche en ese taller? Conocerte a ti. Aprender tus manierismos, tu acento, tu locura... podrás apreciarlo en la película’. ¡Y así es! No tengo más que elogios hacia esta película”.
 
  “No pudimos rodar entre las dos torres del World Trade Center, por supuesto, porque, por desgracia, ya no existen, pero pudimos replicarlas de tal manera que creo que es un homenaje hecho con un enorme afecto a esos edificios”, afirma Joseph Gordon-Levitt. “Bob se obsesionó con los edificios, con todos los detalles, y, en ese aspecto, recordaba a Philippe, porque Philippe se obsesionó con esos edificios en 1974, cuando aún los estaban construyendo. Podía decirte todos los distintos ascensores. Podía decirte las dimensiones, la altura y anchura, y qué distancia había entre las torres, de esquina a esquina. Resultó muy emotivo ver a Bob reconstruir con sumo cuidado y cariño esos edificios”.
 
Recrear las torres fue el mayor reto de producción que tuvieron que afrontar la diseñadora de producción Naomi Shohan y el supervisor de efectos visuales Kevin Baillie en 'El desafío (The Walk)'. En última instancia, su trabajo es una combinación de un decorado enorme en un plató y meses de recreación digital.
 
El primer reto fue decidir qué construir físicamente y qué crear digitalmente. “Tuvimos que calcular qué metros cuadrados del set de la azotea nos permitirían obtener el mayor número de planos, sabiendo que habría bastantes planos”, recuerda Shohan. “Queríamos ser fieles, más que fieles. Queríamos homenajear las torres, su escala. Si no estás familiarizado con el lugar, es imposible apreciar la enormidad de la tarea”.
 
Valiéndose de los planos originales del World Trade Center, Shohan diseñó y construyó una enorme esquina de 12x18 metros de la torre sur, donde se desarrolla la mayor parte de la acción, ya que la historia sigue a Philippe durante el golpe. Aunque el equipo de rodaje también tenía que filmar lo que sucedía en la torre norte, podían apañarse con una sola esquina, ya que las dos torres eran casi idénticas, de modo que Shohan podía simplemente cambiar la decoración de la azotea y hacer los ajustes necesarios para que pareciera la esquina contraria.
 
El equipo de Shohan construyó una azotea estructuralmente sólida, algo que se hizo necesario dado que, por problemas de espacio, el lugar más práctico para recrear el piso 110 (una localización clave, en la que Philippe y Jeff se esconden durante horas) resultó ser justo debajo del set de la azotea.
 
Al final, Shohan y su equipo recrearon básicamente una cuarta parte de la azotea de 60x60 m del World Trade Center. Con ángulos de cámara creativos, eso fue a menudo suficiente. Sin embargo, para recrear el resto de la azotea, las torres y el Nueva York de 1974, visto desde el aire a más de 400 m de altura, Baillie y su equipo de efectos visuales de Atomic Fiction tuvieron que hacerse cargo del proyecto.
 
Para la torre, Baillie y su equipo contaron con los planos originales de cada planta del World Trade Center, así como con infinidad de referencias fotográficas. Sin embargo, su equipo y él tuvieron que hacer frente a un reto inesperado. “La torre en sí es algo engañosamente complicado de hacer que parezca real”, explica Baillie. “Es tan geométricamente simple, con esas líneas rectas que llegan hasta el suelo, que si la haces perfecta, resulta falsa. Tuvimos que crearla entera y luego descubrir cuál era la cantidad adecuada de defectos e imperfecciones que se le podían meter, como paneles ligeramente desalineados, o comprobar que la distancia entre los paneles no se mantiene perfectamente uniforme. También creamos unos 30 pisos de interiores, de modo que, si te fijabas bien, podías ver escritorios y sillas dentro”.
 
Más complicado aún para Baillie y su equipo fue la reconstrucción históricamente fiel del Nueva York de 1974, visto entre las dos torres desde más de 400 m de altura. “Nueva York en 1974 tenía un aspecto muy distinto al actual”, señala Baillie. “Tomamos un helicóptero y sobrevolamos Nueva York durante dos días para recoger imágenes reales de referencia del aspecto actual de la ciudad pero, al final, lo que se ve en la película está recreado digitalmente al 100%”.
 
Baillie y su equipo utilizaron como referencia todo el material que pudieron encontrar de la época, desde imágenes de Internet a fotografías de archivo de libros y bibliotecas, planos originales y mucho más. “Hay un sitio web muy bueno, con una barra deslizante que, si la arrastras hasta 1974, todo edificio nuevo desde 1974 aparece señalado en el mapa de azul”, aporta Baillie. “Nos sirvió un poco de chuleta. En definitiva, la mayoría de las fotos de referencia no son más que eso, referencia, y nuestros artistas las utilizaron para recrear los edificios de alrededor de forma completamente digital”.
 
En su mayor parte, el equipo de Baillie realizó los cálculos de cada uno de los edificios para hacerlos lo más precisos posible. “Incluso con edificios que no tenían planos, disponíamos al menos de medidas de la altura que tenían”, prosigue Baillie. Hasta los detalles –como el tamaño y configuración de las ventanas, por ejemplo– se basan, siempre que fuera posible, en esa documentación, y con los escasos edificios que ya no existen y de los que no había referencias fotográficas ideales de la época hubo que “extrapolar con inteligencia”.
 
La maqueta de Baillie está pensada fundamentalmente para verla tan solo desde arriba, o sea, desde el punto de vista de Petit durante su paseo. No obstante, dado que Zemeckis tenía previsto mostrar unos cuantos planos desde abajo –como, por ejemplo, desde la plaza del World Trade Center– estas zonas de la maqueta están completas y listas para explorarse, como si te estuvieras dando un paseo por la ciudad.
 
Al final, recrear las estructuras de la ciudad y las torres fue una tarea que llevó al “equipo de construcción” de 15 personas de Baillie tres meses completar –cuatro años/hombre–, tras lo cual un equipo de más de 100 artistas invirtieron cinco meses para integrar ese mundo digital con el metraje sobre croma verde filmado en el set de rodaje. “Hubo sin duda momentos en que la cosa se puso muy emotiva, tanto para mí como para el equipo”, recuerda. “Al revisar las fotografías de referencia, vimos muchas imágenes del 11-S, porque son evidentemente las imágenes más recientes que se pueden encontrar de las torres. Así que creo que sentimos una gran responsabilidad por mostrar las torres de una forma que fuera sincera, pero al mismo tiempo sirviera de homenaje”.
 
“La otra emoción que sentimos fue puro entusiasmo”, prosigue Baillie. “Lo sentí de verdad, después de terminar el rodaje, cuando me pasé dos días en un helicóptero sobrevolando la Zona Cero a algo más de 400 m de altura. Volábamos exactamente por donde se encontraba Philippe caminando por el alambre. Hace que se te ericen los pelos del cogote, solo de pensarlo. Me encontraba exactamente en el mismo lugar en el que ese tipo se dio su paseo, sin sistema alguno de seguridad; al mirar abajo, me quedé atónito. Fue estupendo vivir esa experiencia, por el material de referencia que pudimos captar, pero también por la sensación emocional, la impresión de la altura y el peligro que conlleva. Así pudimos asegurarnos de que cada plano que incluyéramos en la película transmitiera esa misma sensación. Francamente, no creo que las imágenes que tenemos en el filme hubieran sido tan buenas de no haber estado yo allí para experimentar lo que se siente”.
 
Además de recrear el World Trade Center y la ciudad de Nueva York, el supervisor de efectos visuales Kevin Baillie tuvo que hacer frente a muchas responsabilidades más para que 'El desafío (The Walk)' quedara lo más perfecta posible.
 
Para la secuencia del paseo en sí, Baillie señala que, por impresionante que fuera la proeza de Gordon-Levitt de aprender funambulismo, los efectos visuales pudieron echar una mano de dos formas. “Para lo más sencillo, Joe dio él mismo el propio paseo, lo que fue asombroso”, opina. “Para algunas de las cosas más complicadas, como cuando se tumba, o cuando se pone la pértiga sobre la espalda, el alambre se colocó en una viga de acero verde de 6 m de longitud. Cuando ves las propias imágenes grabadas, está caminando por una superficie de 15 cm de anchura, con el alambre en mitad de la misma, pero, después de borrar todo el verde, parece que se encuentre directamente sobre un alambre”.
 
Naturalmente, el verdadero Philippe Petit contó con años de preparación para realizar esta proeza, mientras que Gordon-Levitt no tuvo más que ocho días. Así que no poseía la capacidad necesaria para realizar ciertas maniobras más técnicas sobre el alambre. Para estas, el equipo de la película empleó a un doble, Jade Kindar-Martin, que es uno de los funámbulos más consumados del país –un tipo que se casó con su mujer en la cuerda floja y que, por absoluta y fabulosa coincidencia, se formó con Rudy Omankowsky, Jr., hijo de Papa Rudy, que enseñó a Philippe Petit. “Sacamos una foto y pusimos tanto a Philippe como a Jade al teléfono con Papa Rudy, Jr., que estaba entusiasmado de que estuviéramos haciendo la película”, recuerda Starkey. “Jade continuó con la preparación de Joe que había iniciado Philippe antes del rodaje. Los sábados, venían y seguían practicando, y Joe acabó aprendiendo a cruzar la torre”.
 
Kindar-Martin también realizó las acrobacias sobre el alambre que quedaban más allá de la capacidad de Gordon-Levitt. El departamento de efectos visuales estaba presente para asegurar que su interpretación encajara a la perfección con la de Gordon-Levitt. “Había unas cuantas maniobras verdaderamente complicadas que únicamente un verdadero funámbulo puede realizar, como arrodillarse en el alambre y saludar con la mano, o los giros más complicados, o hacer malabarismos con antorchas encendidas en una cuerda floja”, reconoce Baillie. “Por mucho talento que tenga Joe, son cosas que no puede hacer. Jade, el doble, se encargaba de realizarlas y luego le cambiamos la cara. Escaneamos el rostro de Joe en 43 poses distintas, para que pudiéramos grabar todos los movimientos musculares de los que es capaz su cara. Pudimos imitar el gesto de concentración y determinación que tendría Joe si estuviera ejecutando esa maniobra en el alambre”.

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El desafío (The Walk)' se filmó en 2D y los expertos de Legend3D se encargaron de convertirla a 3D. Aunque no hace tanto las conversiones a 3D acarreaban un estigma muy negativo, Baillie declara que ahora: “No volveré a hacer una película de ninguna otra manera. Es un proceso increíble y creo que queda mejor que rodar una película con dos cámaras, porque puedes ajustar la profundidad para ayudar a los espectadores a sentir la emoción concreta que le interesa al director. No tienes que ceñirte a la realidad, puedes hacer lo que hace el ojo humano, de todos modos, que es filtrar información para crear una versión modificada de la realidad que tus ojos transmiten luego a tu cerebro”.
 
El filme se concibió como una película 3D y Baillie asegura que todo el equipo tuvo mucho cuidado, desde la preproducción hasta la posproducción, de tomar decisiones que quedaran bien en 3D. “Por ejemplo, usamos una amplia profundidad de campo para el foco, lo mantuvimos todo enfocado, en la medida de lo posible”, explica Baillie. “Bob también estaba encantado de poder usar planos largos y amplios, en lugar de cortes rápidos. Normalmente, una película puede tener algo más de 2000 planos, pero 'El desafío (The Walk)' no tiene más que 826. Y Bob lo hizo adrede, para que los espectadores tuvieran oportunidad de absorber y explorar ese entorno 3D que están viendo”.

 
Para recrear el ambiente de 1974 que necesitaba el film, la diseñadora de producción Naomi Shohan quería simplicidad de diseño y un mundo creíble por el que se desenvolviera el personaje de Philippe Petit. “No estábamos en los lugares reales y no estábamos en 1974, así que hicimos lo que pudimos para evocar el espíritu y el aspecto de los lugares reales”, explica Shohan. “Intentamos que quedara lo más fiel posible”.
 
Eso no quiere decir que la película no tenga diseños. El enfoque de Shohan era intentar evocar la belleza de los movimientos de Petit, su gracia y su forma, al crear el espacio por el que se pueda mover. “Había algunas fotos de referencia que pude ver de Petit en su apartamento de Nueva York, hablando con sus amigos; no había más que una mesa, una pared y un cuadro, y él se está moviendo de un lado a otro. Se mueve con mucha gracia, es la figura definitiva en el espacio”, recuerda. Así que, concluye: “Esta es una película sobre un hombre en el espacio. Esperaba que la simplicidad del diseño dejara hueco en el plano para que el ser humano fuera casi como una silueta que se mueve por el espacio”.
 
Para conseguirlo, se decidió por opciones monocromáticas en su gama de colores. “Quería que los colores fueran discretos y recesivos”, continúa. “Si iba a haber mucho colorido, prefería que estuviera en el vestuario”.
 
La única excepción, naturalmente, era el circo. “Hace mucho tiempo, fui a un circo del sur de Francia. Era un circo pequeño, de una sola carpa. Era el circo más encantador que había visto nunca. Me acordé de él y quería que nuestro circo se pareciera más a él, a un viejo circo ambulante europeo, más como Cirque du Soleil en sus orígenes que Barnum & Bailey, un circo familiar, de una pista, de la vieja guardia”.
 
Durante el rodaje en localizaciones reales de Montreal, al equipo de filmación le dieron acceso a manzana y media de la ciudad para que la hiciera retroceder en el tiempo 40 años.

 
Para crear el vestuario de la década de 1970 Zemeckis recurrió a Suttirat Larlarb. La veterana diseñadora, colaboradora desde hace tiempo del director Danny Boyle, recibió el reconocimiento de su sindicato (CDG) con el premio a la “excelencia en cine contemporáneo” por su labor en “Slumdog Millionaire”; también ganó un Emmy por su colaboración con Boyle en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
 
“Cuando se habla de los 70, la primera imagen que le viene instintivamente a la cabeza a la mayoría de la gente son los 70 de la música disco. Esto no es así”, explica. “Tiendo a no documentarme mucho sobre moda, porque no representa necesariamente lo que hace la gente de verdad. Esta es una película sobre una persona real y las cosas extraordinarias que pueden encontrarse en la realidad ordinaria”.
 
Larlarb colaboró estrechamente con Gordon-Levitt para crear su vestuario. “El personaje de Petit en la película es muy meticuloso en cuanto al equipo, la física y su preparación, así que decidimos que también sería meticuloso con lo que lleva”, propone Larlarb. “Cuando es un artista callejero y todavía no tiene suficiente pericia, o cuando se prepara para su primera actuación en Notre Dame, queríamos asegurarnos de que cada uno de ellos siguiera unas normas y reglas apropiadas para su personaje. Mantuvimos una conversación muy jugosa”.
 
“Sabíamos cuál sería el vestuario final de Petit, su ropa para actuaciones”, prosigue Larlarb. “En todas sus actuaciones, sabíamos que íbamos a optar por una gama de negros, que no es una gama muy vistosa, pero queríamos que quedara serio y prestar total atención, casi estilo zen, a ese color concreto”.
 
Para vestir a Annie, Larlarb optó por fuentes contemporáneas. “Recurrí a algunas fuentes básicas de los 70, catálogos, sesiones fotográficas de moda y algunas figuras destacadas de los 70 en Francia”, explica. “Jane Birkin fue un buen punto de partida, porque posee esa cualidad como de ensueño que sé que Robert quería para Annie. El personaje tiene que exudar tanto magnetismo interior como astucia, no se trataba simplemente de hacerla glamurosa. Tenía que poseer vitalidad en todo momento, aunque fuera en un único tono de color”.
 
A la hora de vestir a Ben Kingsley, Larlarb mantuvo largas conversaciones con el actor sobre la historia del personaje. “Le interesaba mucho el circo, la preparación circense y el funambulismo, y la vida que rodea a todo eso, así que lo acribillé a imágenes. Agradeció la seriedad con la que nos tomamos nuestro trabajo”, recuerda Larlarb. “Estaba increíblemente entregado a su personaje y agradeció que nosotros también hiciéramos lo mismo. Quería quedarse parte de su vestuario, pese a que sabía que teníamos que conservarlo todo durante un tiempo. Eso también supuso un gran cumplido”.
 
Con los personajes de reparto, Larlarb también hizo elecciones que encajaran con cada uno de ellos. Por ejemplo, los europeos llevarían al principio menos tejidos vaqueros que los americanos, para diferenciarlos; más tarde, cambian de vestuario para tratar de encajar. Albert, el personaje de Ben Schwartz, en concreto, tiene un aire muy americano, muy neoyorkino, resulta un poco dejado, sobre todo comparado con lo meticuloso que es Petit. Los personajes podían ser algo más retraídos o libres, dependiendo de su personalidad.
 

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