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SINOPSIS
Un oficial del ejército británico es asignado al mando de una serie de operaciones secretas con aviones no tripulados para la captura de terroristas en Kenia. Con la vigilancia a la que estos son sometidos el oficial descubre que estos están preparando un ataque suicida...
INTÉRPRETES
HELEN MIRREN, AARON PAUL, ALAN RICKMAN, BARKHAD ABDI, JEREMY NORTHAN, IAIN GLEN, PHOEBE FOX, KIM ENGELBRECHT, MEGANNE YOUNG, CARL BEUKES, MONICA DOLAN
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INFORMACIÓN EXCLUSIVA
Después de su película de 2007 “Expediente Anwar”, el director Gavin Hood regresa al mundo de la guerra contemporánea con el tenso thriller 'ESPÍAS DESDE EL CIELO', que explora tanto la aplicación práctica como las ramificaciones éticas de la guerra de drones.
“Era consciente de todos los distintos aspectos de la guerra de drones”, empieza Hood, “porque había hecho una película sobre actuaciones militares estadounidenses con ‘Expediente Anwar’. Había leído artículos, había leído opiniones y había leído libros. Había intentado mantenerme siempre al tanto de lo que pasaba con las fuerzas armadas estadounidenses, pero no había profundizado en esta cuestión concreta del asesinato dirigido”.
La oportunidad de explorar este aspecto tan polémico de la guerra moderna surgió cuando Hood leyó el guion de 'ESPÍAS DESDE EL CIELO' del guionista Guy Hibbert, que ha escrito filmes como “Cinco minutos de gloria” (2009), “Omagh” (2004) y “Disparo al corazón” (1998), además de contribuir a numerosas series muy alabadas de la televisión británica.
“Sabía que los drones y la guerra por ordenador iban a cobrar cada vez mayor prevalencia en el siglo XXI”, explica Hibbert, “y pensé: ‘Vaya, no hay nadie escribiendo sobre esto, así que vamos a examinarlo’”.
Hibbert visitó una feria de armamento en París “y había drones por todas partes”, recuerda. “Todos los fabricantes de armas habían sacado algo de material nuevo. Entonces, empecé a hablar con militares y dijeron que nunca había habido un debate público sobre este tipo de guerra”.
“Lo que les preocupaba era que, en la guerra tradicional, el comandante está sobre el terreno y toma una decisión sobre la marcha. Eso no es así en la guerra de drones, así que explorar esa idea me parecía un buen punto de partida para una película”.
El guion se desarrolló con los productores Colin Firth y Ged Doherty. “Me encantaron las ideas del guion de Guy”, explica Doherty, “y, al final, conseguimos hacérselo llegar a Gavin Hood, que es un director magnífico”.
Las cuestiones que planteaba el guion despertaron el interés de Hood: “Se trataba de una obra de un guionista de gran talento que generaba algo que podía suscitar un debate entre el público en general y los medios generales”, comenta el director. “Creaba una situación que no tenía respuestas sencillas”.
La situación se desarrolla en Nairobi, Kenia. Jefes militares estadounidenses y británicos tienen la oportunidad de asesinar a distancia a un objetivo terrorista clave, Susan Danford (Lex King), también conocida como Ayesha al-Hady, una inglesa conversa y sospechosa de terrorismo con Al-Shabab de gran valor.
El relato se centra entonces en los hombres y mujeres sobre el terreno, que se encargan de seguirle el rastro a la terrorista, así como en el personal de Kenia, Reino Unido y EE. UU., incluidos militares de alto rango y figuras políticas, junto con el piloto del dron y su equipo. Juntos, estas figuras forman la ‘cadena de muerte’, una estructura de ataque que coordina la identificación de objetivos y la fuerza concreta que se envía para eliminar el correspondiente blanco. También incluye a todos aquellos que discuten y dan las órdenes para atacar el objetivo, y a aquellos finalmente responsables de ejecutar la destrucción del propio blanco.
“Mi título original para la película era ‘Cadena de muerte’”, señala Hibbert. “A lo largo de siglos de guerra, el general sobre el terreno siempre ha sido el responsable de la decisión de si disparar o no disparar. Con la guerra informatizada, ahora se envían imágenes a los escritorios de todo el mundo y un montón de personas distintas quieren tener algo que aportar”.
“Los militares llaman a esto la cadena de muerte y plantea preguntas importantes. ¿Quién tiene el poder para tomar esa decisión, para pulsar ese botón? ¿Son los políticos, o el general de Londres, o el general de Estados Unidos, o el comandante en Kenia? La gente que está a punto de morir en nuestra historia incluye a un keniata, dos británicos y un estadounidense, así que, ¿quién toma la decisión?”.
La decisión de eliminar a los objetivos se ve complicada aún más por el problema de los daños colaterales, que una vez más hay que valorar desde la distancia.
“El guion de Guy creaba un escenario muy complejo”, prosigue el realizador Gavin Hood, un cineasta sudafricano que cuenta entre sus créditos como director títulos como “El juego de Ender” (2013), “X-Men Orígenes: Lobezno” (2009) y “Tsotsi” (2005). “El guion es informativo en su forma de establecer la situación, la cadena de mando y la forma en que se usa la guerra moderna de drones”.
“Vemos lo profundamente que se ponen a prueba las emociones humanas en una situación difícil. Entonces, cuando los espectadores ya son conscientes del proceso, se puede empezar a debatir las ventajas de utilizar esta tecnología”.
La cuestión sigue siendo: ¿cuándo se debe usar un arma de guerra? ¿Y cuáles son las consecuencias de utilizar dicha arma? Puede que el arma sea efectiva para eliminar un objetivo pero, ¿cuáles son las consecuencias imprevistas de usar esta arma?
Como indica Hood, cuando se lanza un misil Hellfire desde un dron a gran altura, no es tan preciso como un disparo de francotirador. “Causan grandes explosiones, que hacen saltar muchos escombros”, explica el director. “Inevitablemente, cuando ves esa explosión en la película, se hace muy difícil discutir que no podrían producirse daños colaterales. Todo lo contrario, se ve que podría ocurrir con gran facilidad”.
“Al usar esta arma, por mucho cuidado que se tenga, se pueden producir daños colaterales y hace falta preguntarse cuáles son los efectos de esos daños colaterales en la población local y en la opinión que pueda tener del mundo occidental”.
“Creo que lo que el guion de Guy hace tan magníficamente es animar a mantener un diálogo sincero sobre este tema”, agrega. “No es simplista. Los dilemas que afrontan los personajes en la película son reales y no son fáciles de resolver. Sus reacciones a esos dilemas son profundamente humanas y espero que los espectadores puedan encontrar algo con lo que conectar en el filme, ya sea la reacción emocional del piloto del dron o la reacción del comandante en Kenia, o de los que están en Londres o en Estados Unidos”.
Los daños colaterales causados por el ataque de un dron van más allá de posibles víctimas humanas. La muerte de civiles, aunque sea accidental, tiene un profundo impacto en la guerra propagandística.
“Esa es una conversación muy importante”, opina Hood. “¿Generan en realidad los ataques de drones, que inevitablemente producen víctimas civiles, tanto sentimiento antioccidental que cualquier éxito que puedan tener en la eliminación de objetivos valiosos, se compensa con la creciente animosidad hacia Occidente? Esa es una cuestión de propaganda. En la guerra, la propaganda es una herramienta sumamente importante. ¿Estamos creando propaganda negativa hacia Occidente con el uso de drones?”.
“Creo que la película pregunta si realmente estamos ganando al utilizar esta forma de guerra. ¿Ganamos realmente al usar esos drones? ¿Cuándo deberíamos usar esa tecnología? ¿Qué consecuencias tiene el uso de esa tecnología? Ven a ver la película y podrás decidir por ti mismo”.
Para el equipo de producción, era vital que el relato planteara esas preguntas tan difíciles a la vez que pidiera al espectador que decidiera por sí mismo las respuestas. “Lo que no quieres como director es sermonear al espectador”, apunta Hood. “Te interesa crear una sensación de ritmo, una sensación de tensión, de suspense, mientras que, al mismo tiempo, haces que el espectador se plantee preguntas filosóficas difíciles”.
“Para conseguir eso, tienes que hacer que la historia siga avanzando, para mantener la tensión, al mismo tiempo que encuentras momentos en los que la historia se toma un respiro, para evitar que el espectador pueda quedarse atrás. Hay que darle tiempo al público para procesar los argumentos”.
“Y entonces, justo cuando el espectador cree haberse puesto de parte de un razonamiento concreto, ofreces nuevos argumentos que le dan un giro completo y haces que el espectador se pregunte: ‘Un momento, ¿de verdad pienso lo que pensaba hace un minuto? No, puede que no’. Y justo cuando creen estar de acuerdo con otra postura, introduces otro punto de vista”.
La trama de 'ESPÍAS DESDE EL CIELO' no podría haberse desarrollado en ningún otro momento más que el actual, en opinión de Chris Lincoln-Jones, el asesor militar británico del filme. Jones pasó 25 años en el ejército como oficial de la Real Artillería, antes de marcharse en el año 2000 para trabajar en la industria de defensa. “La trama encaja muy bien con lo que está sucediendo actualmente en el mundo”, opina.
Hibbert contactó con Jones por los conocimientos que este posee sobre aeronaves no tripuladas, lo que suponía que podía aportar información vital sobre esta nueva tecnología de combate. La labor principal de Jones fue dotar de verosimilitud al Cuartel General Conjunto Permanente, el cuartel general británico de los tres cuerpos de las fuerzas armadas, con sede en Londres, desde el que se planifican y controlan todas las operaciones militares en el extranjero. Aquí es donde la coronel Powell planifica su compleja operación militar en una remota zona de Nairobi controlada por Al-Shabab.
Jones aportó sus conocimientos de legislación militar, uniformes y lenguaje. También proporcionó información sobre los antecedentes de los personajes, que ayudó a los actores encargados de darles vida. La coronel Powell, pensó, podría haberse alistado durante el conflicto de las Malvinas. Gracias a su aguda inteligencia, habría ido ascendiendo por el escalafón. Pero ESPÍAS DESDE EL CIELO presenta un momento en el que estaría “despidiéndose de su carrera y con una última oportunidad de eliminar a una mujer [Susan Danford] a la que ha pasado los últimos seis años dando caza”.
Por su parte, el asesor militar americano del filme, Chris Hercules, tiene experiencia práctica pilotando drones. “Un día en la vida de un piloto de drones siempre es diferente”, comenta. “Nunca sabes cada mañana en qué parte del mundo te tocará volar. Aunque estés en Nevada o Texas, te puedes encontrar pilotando en distintos lugares por todo el planeta. Podemos servir de apoyo a diferentes grupos por todo el mundo y, además, hacerlo dos o tres veces al día”.
“Estaba entusiasmado de trabajar en esta película”, agrega. “Es un tema importante y la narración está muy bien ejecutada. Muestra que la guerra es horrible, pero todos hacemos cuanto podemos —desde los aviadores a los oficiales o los suboficiales— por hacer lo correcto”.
En cuanto a localizaciones, todo el rodaje se realizó en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), aparte de la base aérea del desierto de Nevada, que se filmó a unas cinco horas al norte de la ciudad, en el desierto de Karoo. “El resto de la película se rodó en los estudios de cine de Ciudad del Cabo y alrededores”, explica Doherty.
“Las escenas de Nairobi se rodaron todas en los platós exteriores de la parte posterior de los estudios. Son el equivalente a Pinewood, en el Reino Unido, y el set que se ve de Nairobi fue originalmente el set de ‘Mandela: Del mito al hombre’, que adaptamos gracias a nuestro diseñador de producción, Johnny Breedt, que también trabajó en esa película. Tomamos su set de Soweto de ese filme y lo convertimos en nuestra Nairobi de la actualidad”.
Curiosamente, todos los sets estáticos de la película tienen en común el hecho de que cuentan con una pantalla que permite a la cadena de muerte vigilar a su objetivo y dirigir el ataque del dron. “No hay literalmente ni una sola escena o momento en el no haya pantallas que tengan parte de la narración trasladada desde o hasta esos distintos lugares”, explica el supervisor de efectos visuales Simon Hansen.
“Si alguna vez ha habido una película de ‘pantallas’, es esta”, comenta el supervisor de gráficos en movimiento Paul Kalil. “Prácticamente cada set estático cuenta con al menos una pantalla, cuando no varias. A través de las pantallas se expone mucha información. Son casi un personaje en sí mismo”.
“Pretendemos conseguir cierto nivel de realismo, así que intentamos no inventarnos nada”, agrega Kalil. “Nuestro asesor militar americano, Chris Hercules, nos proporcionó mucha información sobre el tipo de pantallas que tendrían y lo que haría cada una de ellas. Solo en el control de tierra ya hay 16 pantallas”.
Eso suponía que los actores reaccionaban a las pantallas, en lugar de unos a otros. De hecho, los actores principales —Mirren, Paul y Rickman— no estuvieron juntos en el set durante el rodaje. “No solo no estaban presentes los actores para hablar entre sí, sino que las imágenes que veían los actores en las pantallas no estaban terminadas, ya que se iban a hacer en posproducción”, aporta Hood. “El reparto tenía que reaccionar de manera sincera a una imagen en una pantalla que ellos no podían ver”.
Para ayudar a los actores a aportar su oficio y su imaginación a la historia, Hood les mostraba referencias visuales similares a lo que debían estar viendo. También explicó en detalle cada escena y el ritmo que tenía a cada uno de los actores.
Sin embargo, llegado el momento del rodaje propiamente hablando, el director tuvo que afrontar otro reto. Hay multitud de escenas de acción sobre el terreno llenas de tensión pero, al mismo tiempo, buena parte de la película se centra en figuras clave encerradas en habitaciones, debatiendo sus opciones.
“El gran miedo que tenía con esta película es que podía haber demasiados bustos parlantes en distintas habitaciones”, admite Hood. “Eso podía resultar muy estático, casi como un telefilme. Así que el reto desde un punto de vista de dirección era dotar de energía y ritmo a un filme en el que buena parte de los personajes se encuentran en lugares distintos”.
“Hay diversas maneras de aportar energía a una secuencia y una de ellas es una puesta en escena”, prosigue, “que permita a los actores moverse. Pedí 45 días para rodar la película, en lugar de 30, para que mi diseñador de producción, Johnny Breedt, pudiera construir sets que permitieran a los actores levantarse y moverse, de modo que pudiéramos sentir su tensión”.
“A lo largo de la película, la puesta en escena permite dotar de cierta energía a cada secuencia en la que los actores se puedan mover, algo que se haría en la vida real. La sala en la que se encuentra el personaje de Alan Rickman y se sientan los políticos tenía que ser bastante grande, de lo contrario la mesa lo dominaría todo”.
“Si te fijas en la propia sala de situación de Barack Obama, por ejemplo, está muy apretada”, continúa. “Si observas la sala que creamos para la película, es bastante amplia y permite a los actores caminar de un lado a otro, sobre todo el ministro, que está muy estresado. El set le permite levantarse, alejarse, servirse un vaso de agua, volver a la mesa. Al mismo tiempo, los personajes se ven bastante pequeños en un espacio tan amplio”.
Las ventanas laterales de esta sala concreta eran de listones, lo que permitía cambiar el ambiente a lo largo del día, en lugar de hacer que los personajes se sienten en una sala de un solo tono iluminada por fluorescentes.
“La verdad es que muchas de estas salas están iluminadas mediante fluorescentes en el mundo real”, admite Hood, “pero al contar con esas ventanas en un lado de la sala, permites que se crucen distintas fuentes de luz, lo que es mejor para conseguir iluminación de ambiente en un actor. Y, a medida que avanza el día, nos vamos moviendo poco a poco y parece que cambia el ambiente”.
El set en el que se encuentra el piloto del dron también fue interesante, comenta Hood. “En el mundo real, el tipo estaría simplemente en un módulo. Está en un contenedor en mitad del desierto. Pero, para la película, se diseñó todo un set, de modo que cada pared se pudiera quitar, para poder alejar la cámara, lo que nos permitía alargar la lente y comprimir la intensidad del plano del rostro del actor, en lugar de tener que limitarnos a usar lentes de gran angular en un espacio muy reducido”.
“Construimos muchos de estos sets pensando en aumentar el interés visual y los iluminamos con mucho cuidado para realzar el ambiente de cada escena. Creo, y desde luego espero, que todo ello contribuye a mejorar la película”.
Para estimular y mantener este debate entre los espectadores, Hood necesitaba interpretaciones de su reparto que resultaran absolutamente veraces. “Lo que buscada de cada actor era una reacción intelectual y emocional sincera, dada la situación en la que se encuentra su correspondiente personaje”, explica.
“Ningún personaje posee un conocimiento completo de la situación que ven en sus pantallas y cada personaje, al igual que cada ser humano, ve el mundo desde la perspectiva en la que se encuentra. Era importante que cada uno de ellos adoptara su postura concreta con sinceridad”.
Hood no quería ningún estereotipo en la película. “A veces, cuando un actor interpreta a un personaje controvertido o adopta una postura moralmente cuestionable”, explica, “el actor casi querrá sugerir que él mismo no cree en ello. Eso era algo que no podíamos permitir”.
De ahí que las decisiones de casting fueran absolutamente cruciales. Podría decirse que el personaje más de línea dura de la película, la persona que más desea acabar con el objetivo, sea la coronel Katherine Powell, a quien da vida en la pantalla la ganadora del Óscar Helen Mirren. “Inicialmente, el personaje de Helen era un hombre, pero entonces pensamos: ‘¿Por qué no hacemos que este personaje sea una mujer?’”, explica el productor Ged Doherty. “Y eso cambió por completo la complejidad de la pieza”.
“La idea de contar con Helen fue brillante porque, por un lado, cabría pensar: ‘Bueno, una mujer se lo pensaría dos veces antes de apretar el gatillo’. Al mismo tiempo, sabes que es Helen Mirren y sabes que puede interpretar a personajes duros de pelar. Nunca se sabe muy bien por dónde va a tirar. Helen dota al personaje de un equilibrio perfecto y le ofrecimos el papel enseguida”.
Hood agrega: “Lo genial de una actriz como Helen Mirren es que, incluso cuando toma decisiones que podrían resultar moralmente cuestionables, te crees por completo que es sincera en la postura que adopta, dado el papel que interpreta como coronel de las fuerzas armas británicas. Así que la entendemos incluso en momentos en los que podamos no estar de acuerdo con ella, y lo mismo sucede con el personaje de Aaron Paul”.
Aaron Paul, la estrella de ‘Breaking Bad’, encarna al piloto Steve Watts, que maneja el dron desde una base del Ejército del Aire de los Estados Unidos en pleno desierto de Nevada. Como todos los personajes del filme, actúa dentro de los parámetros de su adiestramiento, y lo que puede ver en la pantalla de su ordenador.
“El personaje de Aaron Paul le planta cara al coronel Powell”, explica Hood, “pero la clave es que lo haga por motivos que resulten sinceros. Es la persona que tiene que apretar verdaderamente el gatillo. Puede que otras personas estén interviniendo en la decisión de lanzar el misil, pero, en última instancia, Steve es quien tiene que hacerlo”.
“Y para imaginar cómo debe sentirse uno, hace falta un actor que te involucre en su dilema y no juzgue al personaje que interpreta. De lo que me siento orgulloso de todos los actores es que ninguno de los personajes de la película resulta ser un estereotipo de alguna clase”.
“Espero que sea el caso de que te guste Helen y te guste Aaron, aunque ambos tengan posturas completamente contrapuestas”, agrega. “Puede que no estés de acuerdo con ellos en ciertos puntos, pero entiendes que son personas reales que están lidiando un dilema real de una forma muy real”.
Hay más personas involucradas en la cadena de muerte, más allá de Powell y Watts, que van desde la gente sobre el terreno en Kenia a aquellos que están observando sus pantallas por todo el mundo. Entre este grupo de personajes se encuentra el ministro de asuntos exteriores británico James Willett (Iain Glen), el teniente general británico Frank Benson (Alan Rickman) y el hombre clave sobre el terreno, Jama Farah (Barkhad Abdi).
Muchas de las ideas de casting, señala el productor Ged Doherty, provinieron de su socio en los negocios, la leyenda británica de la pantalla Colin Firth. “Fue Colin quien sugirió a Alan Rickman y Colin quien sugirió a Aaron Paul”, aporta Doherty. “Barkhad Abdi fue sugerencia mía, porque me encantó en ‘Capitán Phillips’. Estamos encantados con el reparto que hemos logrado reunir”.
“Aaron estuvo genial en muchos aspectos”, prosigue el productor. “Es una de las personas más encantadoras que puedes conocer y durante el rodaje creó un ambiente maravilloso con el equipo y los demás miembros del reparto. La verdad es que Helen y él estuvieron tan bien que cortamos buena parte de la historia anterior de sus personajes, porque nos dimos cuenta de que, a medida que veías la película, los personajes se iban dando a conocer a través de sus actos. El espectador no necesitaba que le contáramos de dónde habían salido”.
“Se entiende que el personaje de Aaron Paul es un buen tipo y esta es la primera vez que le toca apretar el gatillo, pero tiene principios morales. En mi opinión, cuando ves todo lo que tiene que pasar en esta película, su historia es en muchos sentidos el eje central emocional del filme”.
También interpreta un papel clave el icono inglés de la pantalla y los escenarios Alan Rickman, cuyo personaje, además de ser fundamental en la cadena de muerte, aporta algo de humor a la historia. Vemos por primera vez al teniente general Frank Benson en una juguetería donde, como un pez fuera del agua, pasa ciertos apuros para comprar una muñeca.
“Tiene gracia verlo preocuparse por comprar una muñeca”, opina Doherty, “pero contar con ese elemento en la historia sirve para mostrar cómo un militar tiene que alternar entre dos modos de vida tan dispares”.
El director se muestra de acuerdo. Esos breves momentos de humor son vitales para la historia, sostiene Hood. “Al igual que en la vida real, hay momentos en los que la tensión se relaja mediante el humor y la risa”, prosigue. “A veces, la risa procede de la frustración y lo ridículo de la situación”. Señala lo disparatado de la cadena de muerte que, a veces, deja a sus participantes paralizados. “Esta gente se encuentra a veces en una situación casi absurda”.
“Y, a menudo, en cuanto te ríes, te das cuenta del dilema que afronta esta gente. La película provoca al espectador de formas muy reales. En un determinado momento, te sientes terriblemente irritado y frustrado con la situación, y al instante siguiente no puedes evitar reírte. Eso no es nada fácil de conseguir en una película así”.
Si el filme fuera constantemente oscuro, podría hacerse difícil de aguantar. “Al intercalar algo de humor en las dosis adecuadas, ese humor permite relajar la tensión, lo que se hace muy necesario por momentos”, explica Hood. “Si, por otro lado, introduces humor de forma inoportuna, lo único que conseguirás será molestar al espectador”.
“Así que, una vez más, se trata de conversaciones que mantuve con los actores: cómo encontrar momentos de humor, sin excederse, pero que sigan resultando realistas”.
Los momentos de humor también surgen sobre el terreno, cuando Jama Farah traba amistad con un niño, al mismo tiempo que espía al objetivo para los militares británicos y americanos. El actor de origen somalí Barkhad Abdi, que saltó mundialmente a la fama al interpretar a un pirata moderno en “Capitán Phillips”, da vida a Farah en la gran pantalla.
“Me pareció que la interpretación de Barkhad en ‘Capitán Phillips’ fue una de las más cautivadores que había visto en los últimos cuatro o cinco años, de un actor completamente nuevo del que nadie sabía nada”, observa Doherty. “Recordé que era el malo en ‘Capitán Phillips’, pero que aun así nos inspiraba simpatía, por la situación en la que se encontraba. Y al mismo tiempo, daba miedo”.
“Me pareció que sería genial que esta vez interpretara a un héroe, a uno de los buenos, y, de nuevo, para mí, dotó al papel de la misma intensidad que en ‘Capitán Phillips’. Fue maravilloso trabajar con él”.
Otro personaje muy importante es una niña somalí llamada Alia, que, a lo largo de la película, se convierte en una posible víctima, cuando la cadena de muerte valora los posibles daños colaterales de su ataque con el dron. Su papel es fundamental para la historia.
Ciertamente, para el guionista Guy Hibbert, la vida de una niña africana inocente, atrapada en un conflicto global era razón más que suficiente para escribir el guion. “Es difícil hacer películas en las que las víctimas son personajes clave, puesto que son víctimas de los actos de otros”, explica.
“Fue todo un reto. Pero veía la guerra y pensaba que las víctimas del mundo a menudo no ocupan un lugar apropiado en la historia. Alia fue mi forma de idear cómo convertir a la víctima en el motor de la historia”.