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FIRE OF LOVE
INFORMACIÓN
Titulo original: Fire Of Love
Año Producción: 2022
Nacionalidad: Canadá, EE.UU.
Duración: 93 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 7 años
Género: Documental
Director: Sara Dosa
Guión: Shane Boris, Erin Casper, Jocelyne Chaput
Fotografía: Danilo Miranda Cares
Música: Nicolas Godin
FECHA DE ESTRENO
España: 26 Agosto 2022
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Caramel Films


SINOPSIS

Katia era geoquímica y Maurice geólogo. El Etna y el Stromboli, sus referentes. Juntos compartieron una vida apasionante, un amor volcánico y juguetón vivido al límite. En los años 70 iniciaron una búsqueda conjunta que duraría dos décadas y los llevaría a viajar por todo el mundo para estudiar la erupción de los volcanes. Zaire, Hawaii, Indonesia, Estados Unidos, Japón... Maurice filmaba en 16mm y Katia hacía fotos a pie de los cráteres. Nunca se habían visto unas imágenes similares...

INTÉRPRETES

Documental con MIRANDA JULY, KATIA KRAFFT, MAURICE KRAFFT

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- Docs Barcelona 2022: Mejor película
- Festival de Sundance 2022: Mejor montaje

Informacion exclusivaINFORMACIÓN EXCLUSIVA

   'FIRE OF LOVE' cuenta la épica historia de amor entre Katia y Maurice Krafft y la mayor pasión de sus vidas, los volcanes. Lo suyo era un amor a tres bandas, un matrimonio apasionado, que vivió al límite hasta el final.
  Sobre esa premisa, la cineasta Sara Dosa ha construido un precioso documental utilizando solo el material de archivo de la pareja, sus grabaciones, sus escritos y entrevistas de aquellas décadas de gloriosas aventuras de los 60 y los 70 en las que se convirtieron en auténticas estrellas, especialmente en Francia.
  Katia y Maurice Krafft fueron unos pioneros de la vulcanología en una época en la que muy pocos se atrevían a llegar tan cerca de la lava y de las explosiones. Pocos se han atrevido después, en un mundo cada vez más manejado por drones.
  Tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz, en Armero, Colombia, que acabó con la vida de unas 25.000 personas, la pareja renovó su amor por la humanidad, con la que siempre habían estado tan decepcionados y que habían abandonado a favor de la naturaleza, y empezaron a usar su trabajo para evitar nuevas tragedias como esa.
  La película está narrada con la voz de la cineasta Miranda July, que no solo nos cuenta su historia, sino que también nos plantea preguntas.

ENTREVISTA A LA DIRECTORA...
¿Conocías el trabajo de Maurice y Katia Krafft antes de hacer esta película y cuál fue la génesis del proyecto?...

Llegué a Katia y a Maurice a través de las investigaciones que realicé para la última película que había dirigido, “The Seer and the Unseen”, un documental de realismo mágico sobre una mujer islandesa que puede ver y hablar con los espíritus de la naturaleza. La película arranca con un mito sobre la creación de Islandia y el pacto que los colonos hicieron con los espíritus de la naturaleza para poder vivir allí. Imaginé abrir la película con magníficas imágenes volcánicas de archivo y, una vez que empezamos a buscar el material, encontramos el camino que nos llevaría a la historia de Katia y Maurice Krafft. A medida que aprendía cosas sobre ellos, me enganché por completo a la naturaleza de su relación. No era solo una relación entre Maurice y Katia; era casi un triángulo amoroso entre ellos dos y los volcanes. No hay Maurice y Katia sin volcanes. Eso me llevó a indagar sobre muchas otras cosas: la relación humana con la naturaleza y la capacidad de sentir de la naturaleza, la creación, la destrucción, el amor y el sentido de la vida.

¿Cómo obtuviste permiso para acceder al archivo cinematográfico de los Krafft?...
Los Krafft eran muy conocidos en su época, sobre todo en Francia, así que estaban muy bien documentados y había creado su propia imagen pública, algo con lo que jugamos en la película. No fue muy difícil conseguir las imágenes tomadas por terceros porque existen en muchos archivos públicos europeos, a pesar de que había muy pocas grabaciones de los dos juntos. Sin embargo, el propio archivo de Katia y Maurice había cambiado de manos a lo largo de los años y nos llevó cierto tiempo encontrar dónde estaba el material. Lo encontramos en Image'Est, una compañía de archivos con sede en Nancy, Francia. Bertrand, el hermano de Maurice, les había confiado el archivo y también nos autorizó a acceder a él. Tuve el placer de reunirme con Image'Est en Francia y comprendí que guardaban muy celosamente la riqueza de este material porque les importaba la historia de Maurice y Katia.
Nuestra productora Ina [Fichman] desarrolló una relación maravillosa con ellos y pudo negociar el acceso a todo el archivo. Una vez que cerramos el acuerdo, se pusieron a trabajar y digitalizaron gran parte del material y empezaron a enviarnos lotes. Esto se produjo durante el COVID, así que yo estaba encerrada en mi casa. Pero cuando me llegaba el material me sentía transportada a la Islandia de 1973 o a la Indonesia de 1979. Sentí que tenía que viajar a través de sus imágenes. Somos muy afortunados de haber podido montar toda una película gracias a ese material.
La mayor parte del material que acabamos utilizando no se había visto en casi 30 años y estaba digitalizado por primera vez. Aunque los archivos de Krafft se utilizaron en sus propias películas, así como en documentales científicos y educativos en los años 80 y 90 (como "Volcano Watchers" y "The Rhythm of the Earth"), solo se han difundido de manera significativa unos dos minutos que aparecen en “Dentro del volcán” de Werner Herzog.

¿Sabes qué tecnología de cámara utilizaban los Krafft? ¿Cómo lograron acercar tanto la cámara a los volcanes?...
Las imágenes provienen de cámaras de 16 mm y, a menudo, Katia también filma con una cámara fija. Tengo entendido que a Katia le resultaba más fácil acercarse con una cámara fija pero disponían de todo tipo de artilugios para proteger sus equipos. Una de nuestras tomas más icónicas es la de Katia justo al borde de un cráter donde estaba midiendo la temperatura que era de 1.200º. Aislaban sus equipos con aluminio y asbesto; no tenían drones ni nada parecido así que intentaban ser lo más creativos posible para conseguir las tomas. Es cierto que hay historias de equipos derritiéndose pero también tenían algunos amigos y porteadores que les ayudaban a acarrearlos. Hay una historia sobre un viaje a Goma en el Congo, en lo que entonces era el Zaire. Allí se presentó un pueblo entero que quería compartir la aventura con Katia y Maurice Krafft y los ayudaron a cargar sus equipos. Está claro que no estaban solos en este proyecto tecnológico de cuidar de sus equipos.

¿En qué estado estaba el material cuando lo recibiste?...
Ya se habían escaneado 20 o 30 horas en DigiBeta, pero casi todo estaba en carretes de 16mm. Image'Est escaneó maravillosamente bien y con gran minuciosidad 200 horas e hicieron un trabajo magnífico. Una de las cosas interesantes es que Maurice y Katia habían tratado ellos mismos algunas imágenes. Trabajamos con el tratamiento de color que ellos habían aplicado originalmente en sus propias películas. Eso se convirtió en parte de la estética que adoptamos en nuestra última sesión de color: respetar cómo vieron ellos su propio material e incorporarlo a la textura y a la sensación de collage de nuestra película.

¿Por qué decidiste hacer un documental sobre todo con material de archivo y no incluir entrevistas contemporáneas?...
Utilizar solo material de archivo planteó muchos desafíos, pero esos desafíos nos permitieron desarrollar algunas de las estéticas más lúdicas e interpretativas de la película. Me fascinó la idea de intentar escuchar la historia de personas que han fallecido, contada a través de lo que habían dejado atrás, no solo en lo material, sino las preguntas que han quedado abiertas. Me encantó el desafío que conlleva escuchar a los protagonistas a través de sus propias palabras en lugar de imponer un juicio o realizar una retrospectiva. Es por eso por lo que elegimos no incluir ninguna nueva cabeza parlante. Además queríamos utilizar el tiempo verbal del presente en la medida que pudiéramos. Si hubiéramos contado con gente comentando el pasado, esa perspectiva se habría visto interrumpida.
Realizamos varias entrevistas e investigamos mucho hablando con sus seres queridos, entre ellos el hermano de Maurice, Bertrand y la cuñada Elisabeth y también colaboradores de los Krafft, para asegurarnos de que nuestra historia fuera precisa. Hubo discrepancias interesantes en las diferentes historias que escuchamos. Al principio fue confuso, pero se convirtió en algo que asumimos y revelamos al principio de la película. Empezamos a comprender que parte del proceso no solo era una narración generacional sino la creación de un mito. Vemos a Katia y Maurice como figuras míticas. Sus historias, por supuesto, surgen de verdaderas experiencias vividas, así como de recuerdos e interpretaciones de sus vidas por parte de los que los conocieron y supieron de ellos.

¿Puedes explicar cuáles fueron esos desafíos y si hubo algún principio rector que tuviste en cuenta a lo largo del proyecto?...
En primer lugar, el material de 16 mm no tenía ningún sonido. Como uno de ellos siempre estaba detrás de la cámara, hay muy pocas imágenes de Maurice y Katia interactuando entre ellos, por lo que tuvimos que imaginar cómo íbamos a contar una historia de amor. No hay imágenes de ellos besándose o tomados de la mano, pero eso nos llevó a pensar creativamente y ver cómo su verdadero amor compartido eran los volcanes; se amaban pero también trabajaron juntos para estar con su tercer amor. Una de las cosas con las que disfruté personalmente fue descubrir con Erin Casper y Jocelyne Chaput, mis dos fantásticas montadoras, la forma de crear imágenes de amor a partir de imágenes volcánicas. Hay algunas escenas realmente explosivas y hablan de la pasión y la plenitud extática del corazón. También hay una escena con cierto tinte erótico, sutil y juguetón. Y, por supuesto, hay escenas peligrosas y premonitorias que, en nuestra opinión, hablan de los riesgos que uno corre cuando se enamora. Los volcanes se convirtieron en nuestro lenguaje para contar una historia de amor y nos pareció que era más fiel a la historia de Katia y Maurice que si los viéramos besarse.
Otra dificultad estribó en que Maurice tenía muchas más grabaciones de audio que Katia. Esto se debe en parte al sexismo de la época y en parte a la forma en que los Krafft dividían su propio tiempo. (Maurice eligió hacer más apariciones en los medios). Sin embargo, Katia fue autora de muchos de los libros de la pareja y solía escribir en primera persona. Decidimos tomar estos textos en primera persona y hacer que un actor los leyera para dar mayor profundidad a la perspectiva de Katia. Estos casos están en cursiva en nuestros subtítulos y están precedidos por nuestro narrador que dice: "Katia escribió después" para diferenciar esos momentos de las grabaciones reales de audio que hizo Katia. En algunos casos también hemos hecho lo mismo con escritos de Maurice, aunque él tiene menos que Katia.
Por último, el marco de una historia de amor fue un principio rector para nosotros. Por esa razón elaboramos con precisión nuestra narrativa en torno a la relación de Katia y Maurice entre ellos y con los volcanes. Esto también planteó un desafío ya que el mundo de la vulcanología es muy amplio, hay otros vulcanólogos, así como conocimientos generacionales y culturales sobre volcanes que, por supuesto, influyeron en su trabajo pero que no representan el meollo de la película. Esperamos que surjan debates interesantes y amplios sobre estos temas cuando estrenemos la película.

¿Cuál fue el proceso de elaboración de la narración de la película y cómo se involucró Miranda July?...
Como ya he mencionado, los archivos planteaban muchas limitaciones. Aparte de que el material de 16 mm no tenía sonido sincronizado, las entrevistas grabadas también planteaban limitaciones significativas. Por ejemplo, muchos se montaban de golpe o tenían música incrustada que no podíamos cortar con limpieza. Eso dejaba poco margen de maniobra para nuestro propio proceso de montaje. Y muy pocas de sus apariciones en los medios profundizaron en las vidas y opiniones de los Krafft fuera de sus informes científicos. Por lo tanto, necesitábamos un vehículo creativo que nos permitiera dar forma a la narrativa, así como dar cuerpo a los sentimientos de Katia y Maurice lo mejor que pudiéramos. Esto fue muy importante para nuestro retrato de Katia, que aparecía mucho menos en los medios. La narración se convirtió en nuestro vehículo para proporcionar el contexto, llenando los vacíos narrativos y para hablar de los mundos interiores de nuestros personajes.
Elaborar la narración fue en gran medida un trabajo de cuatro personas: yo misma, las montadoras Erin y Jocelyne, y Shane Boris, uno de nuestros productores. En cuanto empezamos a escribir, nos dimos cuenta de que una voz inquisitiva y muy curiosa resultaría perfecta en lugar de un narrador omnisciente de "voz de Dios", que es cómo históricamente ha funcionado casi toda la narración en muchos documentales convencionales. Queríamos que nuestro narrador provocara, hiciera preguntas y hablara de los vacíos del archivo y se preguntara sobre los misterios de todo lo que nunca podremos saber. El tema de lo desconocido es muy importante en nuestra película. Intentamos establecer conexiones entre el misterio del amor, el misterio de los volcanes y los misterios del archivo. Para dar sentido a los materiales que han dejado atrás lo que ya han fallecido.
Empezamos a escribir la narración antes de que Miranda se incorporara al proyecto. Me encanta el trabajo de Miranda desde que vi "Tú, yo y todos los demás" hace más de 15 años, y he leído todo lo que ha escrito y visto todo lo que ha hecho. Nuestro productor ejecutivo Greg Boustead la mencionó, y todos estuvimos de acuerdo en incorporarla a la película. Nos pareció que, de alguna manera, habíamos estado escribiendo para ella sin siquiera darnos cuenta; fue uno de esos momentos maravillosamente fortuitos. Ella es muy curiosa y aporta una profunda intimidad personal a lo grandioso y a lo profundo. Su voz y su interpretación de actriz y la brillante guionista que es encajan muy bien con el espíritu del narrador que siempre quisimos encontrar. Ha sabido transmitir con su voz una gran profundidad, riqueza, curiosidad y nostalgia durante todo el proceso de grabación, pero de una manera sutil. Su participación en la película ha sido un maravilloso regalo.

¿En la película aparece algún material original nuevo?...
Sí. Hay unas cuantas tomas en las que el excelente director de fotografía Pablo Álvarez-Mesa filmó nuevas imágenes para incluirlas en el collage de nuestra película. Por ejemplo, en la escena en la que Maurice y Katia se conocen, explicamos que el registro visual de su incipiente romance es escaso. Por ejemplo, no tenemos imágenes de su primera cita. Contamos esta historia a través de las noticias de archivo de los años 60 en Estrasburgo, así como imágenes recién filmadas de tazas de café expreso con cada vez menos expreso en ellas para indicar el paso del tiempo. También hay varias tomas de rollo B en la escena en la casa de Katia y Maurice que filmamos nosotros mismos ya que, curiosamente, a Katia y Maurice no les interesaba filmar su vida doméstica, solo la de los volcanes.

¿Puedes hablarme en qué te has inspirado para hacer la película?...
Para contar esta historia fundamentalmente francesa nos inspiramos viendo muchas películas francesas de la Nouvelle Vague, ya que conformaban el telón de fondo cultural de Katia y Maurice, con adultos jóvenes, y se reflejan en su trabajo. Desde el punto de vista cinematográfico, en las imágenes de Maurice y Katia, había zooms maravillosamente divertidos que están muy estilizados y que se aprecian en muchas películas francesas de la Nouvelle Vague. Escribían con un estilo rico y divertido, y me recordó el estilo de narración de Truffaut. Además, las películas francesas de la Nouvelle Vague nos ayudaron a comprender dos temas clave: la del triángulo amoroso así como la del existencialismo. Además, nos ayudaron a dar forma a nuestro enfoque de la narración. La narración de “Sans Soleil” sigue siendo una de las cosas más hermosas que he escuchado en mi vida. El tono de nuestra narradora es muy diferente, pero muchos de los temas sobre el tiempo, el espacio, el significado, la nostalgia y las relaciones que provienen de la narradora estaban en nuestras mentes, corazones y oídos.
La naturaleza asociativa de gran parte de los montajes de las películas francesas de la Nouvelle Vague también fue muy importante para nosotros, sobre todo cuando tratábamos de dar sentido al archivo. Por ejemplo, en un carrete había una foto de una iguana, luego una toma de un volcán, luego Katia en una cámara de aire y después tres fotos más de volcanes. ¿Cómo le damos sentido a todo eso? Usar la lente de la asociación, que formaba parte de ese estilo, nos ayudó muchísimo a orientar la mirada hacia nuestro propio montaje: la libertad de poner un elefante marino con un pájaro.

Me gustaría saber cómo encajan los Krafft en el discurso científico de entonces y de ahora. Como se ve en la película, los Krafft fueron importantes en tanto que figuras públicas y divulgadores del conocimiento, pero ¿hasta qué medida participaron en los descubrimientos científicos a través de la publicación o el intercambio de conocimientos entre sus pares?...
Se veían a sí mismos como vulcanólogos de campo. Había muy pocos vulcanólogos que viajaban para ver volcanes activos. Se atrevieron a acercarse más que cualquier otro vulcanólogo así que pudieron extraer muestras que nadie había visto nunca. Los datos químicos, geológicos y sus notas y filmaciones fueron una mina de oro para los científicos que estaban deseando dar sentido a los misterios de los volcanes. Ellos también publicaron, pero eran conocidos como científicos que podían extraer toda esa riqueza de observación y todos esos materiales para estudiarlos.
También fueron controvertidos en muchos sentidos. Por ejemplo, siempre estaban traspasando las zonas de seguridad. Algunos pensaban que era asombroso lo que hacían en nombre de la ciencia, y otros decían que estaban sentando precedentes peligrosos. En la película, Katia dice que sus compañeros los ven como “bichos raros”. Pero eso les gustaba; asumían la naturaleza idiosincrática de su nicho de estudio.
A medida que avanzaban, empezaron a verse a sí mismos más como cineastas y fotógrafos, aunque todo lo hacían en nombre de la investigación científica. A día de hoy, la gente sigue viéndolos como pioneros en el campo de la vulcanología. Algunos siguen criticándolos por sus atrevidas payasadas ya que a menudo desafiaban las normas de seguridad establecidas por las autoridades. Pero el trabajo que hicieron ellos ya no se realiza desde hace mucho tiempo, en parte debido a la tecnología de los drones y dispositivos de detección remota. Ellos ocupan una franja de tiempo realmente interesante entre "nunca se había hecho antes" y "nunca se volverá a hacer”.

¿Has trabajado con algún asesor científico para comprender la naturaleza técnica de su trabajo?...
Si, desde luego. Clive Oppenheimer, un maravilloso vulcanólogo de fama mundial que figura en tres películas de Werner Herzog, fue nuestro asesor. Conocimos a Clive en un taller que nuestros productores ejecutivos de Sandbox Films organizaron junto con el Instituto Sundance hace tres años.
Enseguida nos hicimos amigos, y él nos dio sus notas y puntos de vista sobre la película, además de realizar una revisión científica exhaustiva de la película y sus consejos fueron extremadamente valiosos durante todo el proceso. De hecho había conocido a Maurice, así que arrojó algo de luz al respecto. También contamos con otra revisión científica de Rebecca Williams. Hizo unos comentarios fantásticos con muchísimo detalle. Estamos muy agradecidos de contar con ellos y con su aprobación.

Señalas en la película que los Krafft eran muy conscientes de lo que eran y hasta qué punto "juegan" a ser "vulcanólogos errantes”. ¿Querían que el público viera todas sus películas?...
Creo que querían que lo que el público viera sus montajes. Tenían una gran base de fans, realizaron giras de conferencias por todo el mundo así que no solo se dirigían a la comunidad científica (que era su audiencia natural). Pero hay muchas imágenes que no creo que estuvieran destinadas al público: momentos de belleza que no tienen nada que ver con los volcanes, pequeños retazos de la vida, jugando entre ellos, probando cosas. Hay dos minutos de un dragón de Komodo comiéndose un animal muerto. Para mí es una prueba de su manera de ver el mundo aunque esas imágenes no acabaran en ninguna de sus películas. Hay momentos maravillosos de Katia mirando al sol. Me dan pistas sobre lo que les gustaba y son ese tipo de descubrimientos los que aportaron mucha vida y amor a la película.
Un día, nos encontramos con imágenes que tenían muchas tomas de vaqueros lanzando sus sombreros al aire, montados en sus caballos y cabalgando hacia la puesta de sol. ¡No tenía idea de cuál era su finalidad porque no había sonido! Pero me podía imaginar muy bien a Maurice detrás de la cámara gritando "¡acción!" Incluimos este momento en la película (con la icónica música de Ennio Morricone) porque no está muy claro si esos momentos que filmaron los grabaron solo por diversión o para que los viera el público.
Cada vez que se grababan a sí mismos, yo tenía la sensación de que estaban dejando su imagen a la inmortalidad porque cualquier momento podía ser el último, y ellos lo sabían. Me pareció que estaban escribiendo su propio mito, algo que trascendía el tiempo.

Obviamente, eran personas que vivían cerca de la muerte y, al hacerlo, se convertían en mitos. Al ver sus sombreros rojos, no he podido evitar pensar en Jacques Cousteau....
No conozco su relación con Jacques Cousteau; pero estoy segura de que existió. En Francia y en todo el mundo estaba ocurriendo ese fenómeno cultural tan potente sobre el turismo de aventura y los viajes. Los viajes en avión se estaban popularizando. Tampoco se puede ignorar que tenían el privilegio de ser europeos blancos que podían viajar por todo el mundo. En esa época en muchos países se vivían movimientos de resistencia contra las potencias coloniales. Y esa ola de aventuras está relacionada con los impulsos coloniales de exploración del mundo.
En esa época también hubo un momento estético de ciencia ficción. Se nota en Cousteau y sus trajes de buzo de aguas profundas, y lo mismo ocurre con Maurice y Katia que llevaban esos cascos volcánicos. Había algo divertido en cruzar fronteras y romper límites, un movimiento que culminó en los años 60 y 70.

Los Krafft no son tan conocidos ahora como cuando estaban vivos. ¿Crees que su historia y tu película van a interesar al público?...
Acercarse a lo que amas te ayuda a comprenderlo mejor. Así se vive una vida con sentido y, en última instancia, la muerte también tiene sentido. Katia y Maurice lo demuestran tanto en sus vidas como en sus muertes y, por lo tanto, ese es el mensaje clave que espero que nuestras audiencias se lleven a casa.
No es una película sobre el clima, pero espero que la gente vea en ella una historia sobre la capacidad de sentir de la naturaleza y su poder y se enamoren de nuestro planeta como lo hicieron Katia y Maurice. Creo que vivimos una crisis planetaria de tal magnitud que espero que la gente encuentre una manera de relacionarse con el mundo natural para respetar y tener empatía con la Tierra, que sufre un ataque de enormes proporciones. Creo que, a pesar de que murieron hace 30 años, su historia sigue estando de actualidad con algunos de esos temas.
También espero que ayude a que surjan debates sobre los volcanes y las relaciones ecológicas que van mucho más allá de los 93 minutos de nuestra película. Aunque esta historia refleja las perspectivas de Katia y Maurice, existe, por supuesto, un vasto universo de personas que viven en relación con los volcanes. Como parte del estreno, nos gustaría poner en marcha una gira educativa y de conferencias que invite a conversar con científicos, ecologistas culturales y expertos indígenas que también poseen un conocimiento cultural profundo y generacional que surge de las experiencias vividas en paisajes volcánicos.

¿FIRE OF LOVE es una evolución de tu trabajo anterior?...
Estoy fascinada con la forma en que los seres humanos siguen encontrando sentido a las relaciones con la naturaleza. Es tan alucinante, variado, diverso y potente... y yo soy tan curiosa que creo que siempre habrá algo que explorar. Esta película no se parece en nada a mi primer largometraje, “The Last Season”, ni tampoco a mi segunda película independiente, “The Seer and the Unseen”. Ambas fueron en gran parte películas de cinéma vérité, y esta es muy elaborada. Parte de una perspectiva cinematográfica, pero en el meollo de la película hay una investigación sobre el poder absoluto del mundo natural, sobre cómo dar sentido a los misterios a los que los seres humanos no pueden acceder y las historias que contamos a pesar de ese misterio. “The Seer and the Unseen” está relacionada con esas preguntas sobre el mito, la realidad y la imaginación. En el caso de FIRE OF LOVE, mucha gente cree que la ciencia y el mito son cosas opuestas. Pero me gusta la idea de que son solo medios diferentes para contar historias sobre el planeta.

¿Quiénes fueron tus principales colaboradores en la película?...
Para mí es una película de collage. Se unieron muchas piezas diferentes y quisimos que diera la sensación de que era una película hecha y cosida a mano. Esto fue posible gracias al trabajo colaborativo entre mis maravillosas montadoras Erin Casper y Jocelyne Chaput, los productores Shane Boris e Ina Fichman, los productores ejecutivos Greg Boustead y Jessica Harrop, y todo un equipo increíble. La colaboración que hubo entre nosotros es difícil de explicar. Todos nos divertimos mucho haciendo esta película. Espero que el sentido del juego y el amor se puedan sentir en el trabajo final. Me inclino ante todo su profundo trabajo a pesar de que soy yo quien da esta entrevista.

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