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SINOPSIS
A fines de la década de 1980, Stella, Victor, Adèle y Etienne tienen 20 años. Realizan el examen de ingreso a la famosa escuela de interpretación creada por Patrice Chéreau y Pierre Romans en el Théâtre des Amandiers de Nanterre. Lanzados a toda velocidad a la vida, la pasión y el amor. Juntos vivirán un momento crucial en sus vidas, pero también sus primeras grandes tragedias...
INTÉRPRETES
NADIA TERESZKIEWICZ, SOFIANE BENNACER, LOUIS GARREL, MICHA LESCOT, NOHAM HEDJEM, VASSILI SCHNEIDER, OSCAR LESAGE, SARAH HENOCHSBERG, BAPTISTE CARRION-WEISS, ALEXIA CHARDARD
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ENTREVISTA A LA DIRECTORA...
¿”La gran juventud” fue un proyecto que quisiste hacer durante mucho tiempo o te surgió la idea de forma repentina?...
Fue un amigo mío, Thierry De Peretti, quien me dio la idea para la película. Dar a alguien una idea es un regalo precioso.
Lo discutió con mis compañeras de guion, Agnès y Noémie, y fue como el Huevo de Colón: algo obvio. Esta escuela fue una etapa fundamental para mí, tanto en mi trabajo como en mi vida. La gente que co nocí allí y las experiencias que viví dejaron huella en mí. Unos meses después de em pezar a escribir, Noémi sugirió entrevistar a antiguos alumnos. Les contacté uno por uno y nos reunimos. Fue conmovedor; sentí que viajaba en el tiempo. Sabían que la película iba a ser una ficción, que modifi caríamos la realidad y que sus nombres no aparecerían. Fueron muy generosos con sus historias. Las entrevistas fueron excep cionalmente valiosas.
Como todas tus otras películas, “La gran juventud” se basa en tu experiencia personal, pero a la vez trasciende la ficción. Siempre estamos en la intersección entre la autobiografía y la imaginación, un tipo de reconstrucción: ¿tú también lo percibes así?...
Digamos que la base está formada por recuerdos. No solo míos, también de Agnès y Noémie y de ex-estudiantes. Después, sin embargo, nos damos completa libertad para reorganizar, ficcionalizar, mezclar e inventar. Todo esto constituye nuestro campo de juego. La imaginación debe tener la oportunidad de divertirse sin autocensura o demasiados tabúes.
Todas tus películas tratan temas familiares, pero pueden ser divididas en dos subcategorías: tu familia biológica y tu familia artística. “La gran juventud” pertenece a la segunda categoría y está en la línea de “Actrices” (2007)...
Es cierto que casi todas mis películas involucran a la familia como sujeto de exploración.
Incluso en “Les trois soeurs” (2015), con la que adapté la obra de Chekhov, sentí que estaba hablando de mi propia familia.
En “La gran juventud”, hablo de mi familia profesional, mi familia artística. Incluso me atrevo a decir que Chéreau es como mi padre en lo laboral.
Una de las secuencias de la película tiene lugar en Nueva York, en el Institute Lee Strasberg. Muestras una conexión entre el Actors Studio y Les Amandiers. ¿Qué implica eso? ¿Cómo describirías el método de Chéreau?...
Chéreau era moderno. Desde el principio, cuando comenzamos la escuela de teatro, nos envió al centro neurálgico de la modernidad teatral del momento: America, donde el método de Lee Strasberg había nacido unos años antes. Su método fue, para mí, como una ventana que se abría hacia el horizonte; fue decisivo en mi trabajo como actriz. Sandra Nkaké interpreta a un personaje inspirado en Susan Batson, una de las grandes profesoras del Instituto Strasberg, miembro del Actors Studio, a quien conocí allí y con quien he trabajado toda mi vida. El método de Strasberg es acogedor y, en cierto modo, apacible. La dirección de Chéreau era más masculina, más brutal.
Pero Chéreau y Strasberg iban tras el mismo objetivo: la verdad. Es difícil para mí resumir el método de Chéreau; digamos que él le dio muchas vueltas y trabajó mucho...
Y él también nos exigía mucho a nosotros, nos pedía mucho de nosotros mismos. Si lo que me ofreció Patrice pudiera resumirse en palabras, éstas serían “exigente” e “implacable”– palabras que me han guiado toda mi vida. Siguen haciéndolo a día de hoy y, cuando me aparto de ellas, siento que traiciono mi profesión.
Conseguiste retratar el magnetismo de Chéreau pero también lo duro y exigente que podía llegar a ser...
No mantuvimos los nombres de los estudiantes reales, pero después de reconsiderarlo, dejamos los de Patrice Chéreau y Pierre Romans.
Aunque Romans sea menos conocido, la dupla Chéreau y Romans se ha convertido en una leyenda; han entrado en el imaginario colectivo.
Tampoco queríamos abandonar lo poco convencional que era la escuela. La escuela de teatro Amandiers no era como el Conservatorio clásico, era más bien una escuela alternativa, no era una “escuela” como tal. Para nosotros, ellos eran como “los Dioses del Olimpo”, eran extremadamente guapos, jóvenes y carismáticos. Siempre que pasaban por un pasillo, la gente se callaba instantáneamente. Cuando comenzamos a escribir el guion, solo describimos a Chéreau en el trabajo, lo único que nos atrevimos a escribir fueron escenas de ensayos. Utilizamos sus notas, sus cartas, sus entrevistas; nos basamos en el espectáculo que Pascal Gregory había creado a partir de sus textos. Tratamos de acercarnos a la inteligencia y precisión de
Patrice utilizando lo que él había dicho textualmente, a veces palabra por palabra. En resumen, al principio el personaje era un hombre trabajador, serio y bastante interesante pero teórico, sin mucha textura.
Necesitábamos hacerlo más complejo, aportar más profundidad y matices. En cuanto a Pierre, dar forma a su personaje fue bastante rápido, no tuve dificultades para relatar sus contradicciones, sus defectos. Para Chéreau, tuve que obligarme a mí misma. Me dije que él habría odiado ser representado sin defectos. A él no le interesaban los personajes planos, prefería personajes con un lado oscuro.
Se interesaba apasionadamente por lo humano y habría odiado ser representado como un ídolo. La irreverencia era fundamental en sus películas y en su enfoque en la dirección. Por respeto a él, tenía que faltarle al respeto.
En la película, él dice algo como: “El tiempo que se pasa en el escenario, poco importa si tienes un personaje principal o secundario, lo que realmente cuenta es tu trabajo”. ¿Compartes su visión del trabajo de un actor?...
Sí, lo que importa es la concentración. Para mí, actuar y escribir son una forma de meditación. En la vida cotidiana, siento que estoy fragmentada, no totalmente consciente de las cosas. Cuando trabajo, por el contrario, me siento lúcida. Independientemente de si es un papel principal o secundario, una película o un cortometraje, una escena simple, es el momento en que logro concentrarme. Es como cuando mi hijo comienza a construir algo con Legos y mientras lo veo, me digo a mí misma: “¡Esto es igual que mi trabajo!”. De esto trata mi trabajo: de esforzarme por construir algo bien con mis manos, mi imaginación, mis recuerdos y mis emociones. Y los momentos que paso haciendo eso son una bendición, un momento de gracia. Quizás tenga algo que ver con una forma de fe.
En “La gran juventud”, hay un aspecto que me gusta particularmente: la mezcla de comedia y tragedia, a veces incluso en la misma escena. Estoy pensando específicamente en la escena en la que los estudiantes descubren que todos han mantenido relaciones con todos, lo cual es bastante gracioso; pero cuando se dan cuenta, tienen miedo de haber contraído el SIDA, lo cual es terrible...
Mi gusto por la tragicomedia viene seguramente de Chéreau. Le encantaba reír. Durante los ensayos o los rodajes, a veces lo escuchábamos reír y nos encantaba, era muy buena señal. Creo que este gusto personal también viene de mis raíces italianas.
El cine italiano es el cine de mis padres, de mi infancia, de mi subconsciente, y la tragicomedia está en el ADN del cine italiano.
Necesito esta mezcla, ya sea desde la interpretación o desde la dirección. Y también como cinéfila. Necesito reírme de nuestra existencia y de nuestras miserias, lo necesito tanto como el oxígeno.
El momento más trágico de la película es cuando Etienne muere. Imaginamos a Etienne como una mezcla entre un romance juvenil y tu hermano que falleció prematuramente...
En realidad, no hay mucho de mi hermano en Etienne. El personaje está inspirado en alguien de mi juventud que ya no está aquí, pero que siempre formará parte de mí. Gracias a la película, puedo permitirme hablar sobre él y que mis memorias cobren vida, con alegría. Me gustaría citar algunas líneas que Noémie escribió en la carta del guionista, y que parecen expresar precisamente esta idea: “Gracias a la ficción, las personas se convierten en personajes, y luego gracias a los actores, estos personajes vuelven a convertirse en personas.
Y estas personas, que están vivas y presentes frente a la cámara, permiten que el pasado que descansa en nosotros no se momifique, sino que vuelva a ser parte del presente y esté vivo. Solo la ficción puede separar los recuerdos de la nostalgia”.
Una de las escenas más bonitas que la película nos cede es este relevo entre la compañía de los Amandiers de los años 80 y el grupo de actores y actrices que reuniste para la película, similar a una transmisión de talento y espíritu...
Con Marion (Touitou, directora de casting), tuvimos un desafío, que era recrear una compañía que fuera como la que habíamos formado nosotros en la década de los 80. No estábamos buscando a los mejores actores, si no a actores con personalidad.
Y luego también buscamos crear parejas y un grupo. Sentí que estaba formando una orquesta. Los castings duraron mucho tiempo, para todos; a veces probaba a una actriz en dos o tres roles diferentes, probábamos parejas, los intercambiaba y combinaba, chico-chica, chico-chico, chica- chica, Sofiane y Noham, Nadia y Clara,Nadia y Vassili, etc.
Un día, me impactó la presencia en pantalla de la pareja formada por Nadia y Sofiane, una verdadera pareja cinematográfica, y no pude dejarlos ir. El tiempo que duraron los castings nos permitió, a los jóvenes actores, actrices y a mí, desarrollar un lenguaje común. Y esto eesencial para mí: crear un lenguaje común para cada película. Necesitaba entender si cada uno de ellos estaría dispuesto a perder el control sobre sí mismos durante una escena. También necesitaba descubrir si tenían sentido del humor, ya sea dirigido a ellos o con relación a la situación. Una vez que se hizo la selección final, ensayamos durante un mes más, todos juntos, para encontrar nuestro propio método colectivamente.
Lo más importante para mí, hoy en día, es que estos jóvenes sean queridos por el público tanto como yo los quiero.
Tu película nos recuerda que la generación de los Amandiers también fue la de los años del SIDA, cuando la enfermedad se estaba cobrando la vida de miles de jóvenes...
Realmente fue la era de Eros y Thanatos.
Eso es lo que sentimos mientras escribíamos el guion. Queríamos mostrar la energía de la juventud al tiempo que rozábamos la tragedia. En la película, hay una constante atracción de estas dos fuerzas opuestas que son la vida y la muerte.
En cierto modo como “La carroza de oro” de Jean Renoir, o la más reciente “Guermantes” de Christophe Honoré, “La gran juventud” difumina los límites entre la actuación y la vida, entre sentimientos realmente vividos y sentimentos interpretados. En tu vida y experiencia como actriz, ¿has caído a veces en esta confusión entre realidad y actuación?...
Estos límites son hacia los que Chéreau y Romans nos empujaban, como si quisieran eliminar la frontera entre la vida y el trabajo.
De hecho, pasamos casi todo nuestro tiempo allí, en Nanterre, siempre inmersos en el trabajo. Hoy en día, aún disfruto de esa sensación; necesito borrar fronteras, pero ahora soy capaz de salir de una filmación o un escenario de teatro y volver a mi vida, cuidar de mis hijos, etc. y luego, cuando tengo que volver a trabajar, regreso a mi pequeño planeta de la fantasía.
A día de hoy, me es más fácil ir y volver, como con una pequeña escalera.
Nadia Tereszkiewicz interpreta a Stella, basada en ti, con una energía maravillosamente feroz. ¿Cómo la encontraste?...
Coincidimos en el reparto de “Solo las bestias” de Dominik Moll; ella interpretaba a gran actor. Sofiane tiene una energía diferente a la que yo tenía en mente para el personaje. Lo llevó a un lugar distinto, un lugar más interno, menos inquieto de lo que había imaginado. Pero no me molestó desviarme un poco de mi idea inicial. Quería filmar esa cara, esos ojos, esta forma de hablar y caminar; encontré todo interesante, y eso es muy importante. Creo que fue Truffaut quien dijo que las películas son solo un pretexto para filmar a las personas en las que estamos interesados.
¿Hay alguna película en particular que te haya servido de inspiración para “La gran juventud”?...
Hay varias, pero especialmente “Pánico en Needle Park” de JerrySchatzberg. Organizamos una proyección de la película durante los ensayos. Quería mostrar a los jóvenes actores y actrices la veracidad en la actuación de Al Pacino y Kitty Winn. También quería mostrarles ese mundo, esa época, esa juventud. Y en particular, quería que Nadia y Sofiane comprendieran la conexión entre el amor y las drogas.
Las drogas son como una tercera persona en una relación amorosa. Una gran diferencia entre mi historia y la de Schatzberg es que Etienne y Stella tienen comparten esta pasión por el teatro y la actuación mientras que los personajes interpretados por Pacino y Winn no tienen pasión excepto por el amor que los une.
En la película descubrimos a “Clara Bretheau”, que interpreta a Adèle y que aporta una bonita excentricidad. Creemos reconocer a Eva Ionesco en ella...
De hecho, este personaje se basa un poco en Eva. Algunos de sus rasgos insolentes, libres y hermosos provienen de Eva, pero eso es todo. Después de eso, inventamos su personaje, lo combinamos con diferentes recuerdos, varias personas; nos divertimos. En cuanto a Stella, Etienne y los demás, los llevamos a otro lugar. Durante la elaboración del guion, Adèle ya era Adèle, y ya no era Eva. Y Clara, que tiene una personalidad fuerte y un gran sentido del humor, se adueñó del personaje y lo hizo completamente suyo. Lo que quería contar con este personaje y con varios de los otros que son estudiantes en la escuela de teatro era que, a pesar de su corta edad, ya habían experimentado la crueldad de la vida. Y, sin embargo, esto no les había impedido mantener la ingenuidad, la energía y la inocencia de los veinteañeros.
Hablemos de tus coguionistas, Noémie Lvovsky y Agnès De Sacy. ¿Qué papel desempeñan en tu trabajo?...
No podría escribir sin ellas. Conocí a Noémie cuando terminé en Amandiers hace más de treinta años. Conocernos tan bien es extremadamente valioso en nuestro trabajo. Me aportan su talento y su amistad.
Raramente trabajamos las tres juntas; tenemos sesiones en parejas y de vez en cuando nos juntamos las tres para evaluar el progreso. Para “La gran juventud”, fui consultando con una y con otra durante dos años. Pasamos por muchas versiones antes de lograr el resultado final. Es importante para mí decir que hay muy poca improvisación en esta película. Hay algunas escenas con Chéreau en las que sí que hubo improvisación, ya que Louis improvisó mucho, logrando que las escenas fueran más realistas, vivas y nítidas. Pero aparte de eso, es una película que fue completa y minuciosamente guionizada. Necesitaba cuestionar y explorar todo en la etapa de guion: la relación entre Chéreau y Romans, las indicaciones escénicas para Platonov, la historia de cada estudiante, cómo las drogas se estaban colando en la escuela, el miedo al SIDA, la muerte, la vida después de todo eso. También tuvimos que, en la etapa de escritura y luego en la etapa de montaje, alternar constantemente entre la historia de amor y la historia del grupo, cuestionándolas, oscilando de una a otra.
Esta alternancia es el equilibrio interno vital de la película.
¿De dónde proviene el personaje de la actriz rechazada que termina trabajando en la cafetería del teatro? ¿Existió realmente?...
Es un personaje completamente ficticio.
Escribí su personaje tarde en el proceso, justo antes del rodaje de la película. Faltaba algo, la película necesitaba un personaje frustrado. Un amigo mío que es director, Yann Coridian, me dio la idea de tener a un personaje trabajando en la cafetería del teatro. Esto también me brindó la oportunidad de conocer una perspectiva externa y de contar cómo la gente veía esa situación en ese momento, lo que provocaba en el imaginario colectivo. El Teatro Amandiers, entre 1985 y 1990, fue el epicentro del mundo cultural. Los más grandes autores, directores, actores y talentos europeos del momento asistieron a la conferencia de 1985. Koltès almorzaba en la cafetería, Catherine Deneuve venía a ver el trabajo de los estudiantes. No se podía sentir al completo, al leer el guión, este efecto de onda expansiva en el exterior. Este papel, el de la camarera que surgió en el último minuto, me permitió relacionar todo esto en pocas frases y filmar a Suzanne (Lindon), quien aporta un toque de humor a la película en momentos en que la narrativa puede resultar un poco más pesada.
Hablemos de Louis Garrel, quien tuvo la difícil tarea de interpretar a Chéreau y lo hizo excelentemente...
El día en que Patrice Chéreau murió, estaba en el tren con Louis y él dijo: “Es como si hubiéramos perdido al capitán de nuestro barco”. En efecto, Chéreau era un capitán, un guía, un faro, no solo artísticamente sino también intelectual y políticamente. No quiero hablar en su nombre, pero creo que Louis, aunque no pasó mucho tiempo con él, tenía un vínculo especial con Chéreau, y que yo le ofreciera este papel le tocó la fibra. Louis hizo su propia interpretación y yo le di rienda suelta. Solo discutimos sobre una cosa: una noche, durante los ensayos, le llamé: “Louis, ¿dónde están los cigarros pequeños?” “Me dan igual los cigarros, dejé de fumar y no voy a volver a hacerlo por una película”, respondió.
“Aun así, los cigarros pequeños de Chéreau son como los pastelitos de Madeleine de Proust, no me gusta la idea de no tenerlos”. Se mantuvo firme, y tuvimos una pelea por teléfono. Al día siguiente, apareció con los cigarros pequeños. Aparte de eso, no le pedí nada con respecto a cómo interpretar a Chéreau. Solo lo observé hacerlo, proponer cosas, guiar a los más jóvenes. Su humor, que es único e irresistible, hizo que todas sus escenas fueran sorprendentes y personales.
No quiso imitar, sino transmitir, canalizar a Chéreau. Y también, creo, hablar de él.
¿Qué hay de la banda sonora de la película, que combina músicaclásica con música pop y clásicos del rock and roll? ¿Es esta la música que escuchabas mientras estabas en Amandiers?...
Algunas de las piezas salen de mis obsesiones. Por ejemplo, “Me & Bobbie McGee” de Janis Joplin es una canción que he escuchado toda mi vida. “Libertad es solo otra forma de decir nada que perder” es una frase de culto para mí. En la película, hay muchas canciones de esa época que instantáneamente despiertan una oleada de emociones. Y luego también hay mucha música clásica: Liszt, Bach, Vivaldi. Esa es la música de mi infancia.
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