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FLOW UN MUNDO QUE SALVAR
INFORMACIÓN
Titulo original: Flow
Año Producción: 2024
Nacionalidad: Bélgica, Letonia, Francia
Duración: 84 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de años
Género: Animación, Aventura
Director: Gints Zilbalodis
Guión: Matiss Kaza, Gints Zilbalodis
Fotografía: En Color
Música: Gints Zilbalodis, Rihards Zalupe
FECHA DE ESTRENO
España: 24 Enero 2025
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Adso Films


SINOPSIS

Un gato se encuentra en un mundo cubierto de agua, sin aparente rastro humano. En la búsqueda de refugio, se une a un barco con animales de otras especies. Llevarse bien con ellos resulta ser un reto aún mayor que superar su miedo al agua. A lo largo de esta aventura, tendrán que demostrar su valentía y superar sus diferencias para adaptarse a la nueva situación...

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Animación

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- Globo de oro:  Mejor película de animación
- Festival de cine europeo de Sevilla 2024
- Festival de Annecy 2024: Premio del público, Premio del Jurado, Premio especial a la Mejor música original y el Premio de la Fundación Gan a la distribución

- Festival de Cannes 2024

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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
La naturaleza y los animales son elementos clave en sus largometrajes “Away” y “Flow, un mundo que salvar”. ¿Cómo era su relación con la naturaleza y los animales de niño, y cómo es hoy?...
Siempre me ha gustado pasear por la naturaleza. Y tuve gatos y luego perros, cuando era adolescente. Todo eso me inspiró. La razón por la que estos entornos se repiten en mis películas es muy sencilla: como paso muchos años creándolos, ¡prefiero que mis historias transcurran en panoramas que me gusten! No quiero hacer distopías ni dramas realistas, así que no necesito este tipo de escenarios. Puedo imaginar fácilmente paisajes naturales, o combinar aspectos de lugares reales que me inspiran. Luego los integro en la narración, porque son una parte muy importante de ella. No son sólo fondos.

¿Qué películas de acción real y de animación le inspiraron para dedicarse al cine?...
Empecé a interesarme por el cine cuando tenía unos trece o catorce años. Mi padre me dio a conocer muchos de los grandes clásicos, sobre todo las películas de Kubrick y Hitchcock, que me parecieron fascinantes. Desde entonces, he visto sobre todo películas de acción real, pero también muchas de animación. Admiro a tantos directores que no podría nombrarlos a todos.
Por supuesto, cuando se trata de animación, está Miyazaki. Me encanta la imprevisibilidad total de sus películas. He leído que cuando empieza a trabajar en un proyecto, aún no sabe cómo va a acabar la historia, y sólo lo descubre durante el desarrollo creativo de la película.
Yo también procedo así, aunque no lo hago exactamente como él, en el sentido de que la historia sigue evolucionando una vez escrito y terminado el guión. Empiezo mi trabajo en la primera escena, luego sigo adelante y descubro en qué se va a convertir realmente la película a medida que la voy creando...
Volviendo a tu pregunta, en lo que respecta al cine de imagen real, me encantan las primeras películas de Paul Thomas Anderson. Alfonso Cuarón también es fantástico. Me gustan sus largos planos secuencia, pero también sus planos cortos, incluso los más sencillos, porque todos tienen sentido y están cargados de emoción. Las películas de Cuarón dan la impresión de haber sido rodadas de forma espontánea, casi documental, mientras que todo ha sido diseñado con un inmenso cuidado, hasta los más pequeños detalles del fondo.
Me encanta este delicado equilibrio en una película, cuando crea la ilusión de no haber sido construida, mientras que todo ha sido meticulosamente puesto en su lugar. Da una sensación de inmersión aún más intensa.

Volviendo a sus inicios, ¿cómo aprendió a crear modelos 3D de personajes y escenarios, y luego a animarlos? ¿Y cómo empezó a componer música?...
Cuando era adolescente, quería hacer todo tipo de películas, pero pronto me di cuenta de que tendría dificultades para hacerlo sin un presupuesto o unas habilidades particulares. A esa edad era tímido y me faltaba confianza en mí mismo. Me dije que sin duda me resultaría muy difícil trabajar con grandes equipos y explicar a toda esa gente lo que quería que hicieran.
Así se me ocurrió la idea de hacer películas de animación por mi cuenta, a mi ritmo, para crear lo que quisiera. Primero probé la animación 2D dibujada a mano, porque parecía la técnica más sencilla, pero pronto me di cuenta de que no sabía dibujar tan bien como esperaba.
Como me fascinaban los movimientos de cámara y el lenguaje visual del cine de acción real, intenté reproducirlos en 2D, pero era muy difícil.
Eso fue lo que me impulsó a formarme en animación 3D.
Algunos de mis primeros cortometrajes realizados de esta manera no estaban muy logrados técnicamente, lo que me llevó a compensar estas debilidades utilizando movimientos de cámara bastante elaborados.
Los decorados eran incompletos y los personajes no parecían tener peso cuando se movían, pero intenté compensar estas carencias con los movimientos de cámara, el ritmo rápido del montaje y la música que compuse sin formación previa.

Para aclarar las cosas, ¿aprendió a hacer esto por su cuenta, o más tarde, en la escuela de cine?...
Hice mis primeros cortometrajes como parte de los cursos de arte de mi instituto. Aunque esta experiencia escolar fue muy valiosa, adquirí estos conocimientos principalmente por mi cuenta, creando estos cortometrajes y viendo tutoriales sobre técnicas de realización y animación en YouTube. Después no fui a la universidad.
Seguí haciendo cortometrajes porque uno de los que había hecho en la escuela se presentó en festivales y ganó un premio. Eso me dio un presupuesto muy pequeño para preparar otro, y luego seguí aprendiendo así, en lugar de ir a estudiar a una escuela de animación...
Sentía que aprendía mejor progresando a mi ritmo que teniendo que entregar trabajos impuestos por los profesores. Cada uno de estos
cortometrajes me ayudó a aprender nuevas técnicas, y cada vez, el siguiente estaba más logrado.
También aprendí mucho haciendo mi primer largometraje, “Away”, del que estoy orgulloso porque es casi mi «película de graduación», mi diploma no oficial, por así decirlo. La escala de la película me permitió progresar, aunque me basé en cosas que sabía que eran fáciles de hacer, como utilizar ciclos de animación para crear los planos del chico alejándose a toda velocidad en su moto. Fueron estos pequeños trucos los que me permitieron terminarla por mí mismo, igual que cuando un joven director de películas de imagen real sitúa la acción de su historia en su ciudad natal, consigue que sus amigos actúen y rueda la mayoría de las escenas en casa de sus padres. La historia de “Away” se construyó en torno a estas limitaciones. Desde entonces, de aprendido muchas cosas nuevas haciendo “Flow, un mundo que salvar”: este proceso continúa.

¿Qué significa la animación para usted, personalmente y como artista y narrador?...
Tengo la impresión de que me permite explorar el subconsciente más profundamente que si hiciera una película de imagen real. La animación no se ve tan afectada por las barreras culturales o lingüísticas: puede ser mucho más universal y primaria. No creo que deba considerarse como un registro aparte del cine, porque no es más que otra técnica narrativa.
Desde el principio tuve la sensación de que “Flow, un mundo que salvar”, sólo podía contarse en animación, porque todos los personajes son animales y porque tenía en mente movimientos de cámara muy concretos. Espero que esta aventura no se vea sólo como un largometraje de animación, porque está muy inspirada en las películas de imagen real. De hecho, “Flow, un mundo que salvar” es una mezcla de lo que más me gusta de todo el cine.

“Flow, un mundo que salvar” es una experiencia visual casi onírica, y una fábula. Una vez más, utiliza únicamente la narración visual para introducir al público en el viaje iniciático de los personajes. ¿Por qué decidió no utilizar nunca el diálogo, ya desde su primer cortometraje en 2010, “Rush”?...
En el cine, mis escenas favoritas no se basan en los diálogos: son siempre las imágenes y la forma en que se sienten lo que más recuerdo.
La animación se adapta perfectamente a este enfoque, porque puedes diseñar un plano de la A a la Z con absoluta precisión, mientras que es extremadamente difícil en la acción real. “Flow, un mundo que salvar” fue concebida desde el principio para ser contada de esta manera. Puede que en el futuro intente utilizar diálogos si la historia lo requiere, pero serán breves y la película seguirá basándose en la narración visual.

¿Cree que las películas de animación actuales son demasiado parlanchinas?...
Sí, pero desde hace mucho tiempo, sobre todo cuando se trata de grandes producciones. Muchas películas de animación independientes son más atrevidas y se basan más en la narración visual.
No sé por qué el diálogo se ha vuelto tan importante. Aprecio los momentos más tranquilos de una película, porque proporcionan un cambio de ritmo y renuevan el interés cuando empieza una nueva escena de acción. Eso ya no funciona cuando todo está constantemente frenético y saturado de diálogos y gritos. Preferiría que hubiera más cambios de ritmo en estas superproducciones animadas. Imagino que sus creadores multiplican estos intercambios de chistes para entretener a los niños, pero estoy convencido de que los jóvenes espectadores también pueden disfrutar de una película sin diálogos si es espectacular.

Los temas de catástrofes naturales y personajes que se ayudan entre sí para sobrevivir son importantes en “Flow, un mundo que salvar”. ¿Por qué le gusta tanto contar este tipo de historias?...
Principalmente porque no quiero incluir un villano o antagonista en mis películas. En cambio, puedo utilizar una catástrofe para crear un conflicto y obligar a los personajes a iniciar su viaje. En “Flow, un mundo que salvar”, la inundación devasta muchas partes del paisaje natural.
Al principio se percibe como una fuerza negativa, pero poco a poco los personajes llegan a apreciar la belleza de estas vistas sumergidas, ya que el agua ha invadido gran parte del mundo. Como estas catástrofes naturales son de dominio público, no requieren ninguna explicación previa. Es una ventaja preciosa, ya que no utilizo diálogos: puedo concentrarme en el tratamiento de los personajes.

Los acontecimientos catárticos sacan lo mejor y lo peor de las personas. Te ayudan a plantear los conflictos y los problemas de la historia...
Sí, y también son muy espectaculares. Los elementos del decorado, los colores y el tratamiento de la animación son muy precisos. Todo se basa en una concepción artística profunda. Dedicamos muchísimo tiempo a crear todas las consecuencias de este cataclismo.

En “Away”, la amenaza estaba representada por el gigante oscuro que sigue al héroe para devorarlo...
Sí, pero se trataba de un espíritu, una fuerza primigenia de la naturaleza, ni buena ni mala, desprovista de emociones o intenciones humanas.
En ese sentido, el gigante es comparable al diluvio de “Flow, un mundo que salvar”. Lo usé para incitar a mi héroe a la acción.

Aunque se creó utilizando una mezcla de animación 2D dibujada a mano y 3D, tu cortometraje “Aqua” es un borrador de “Flow, un mundo que salvar”...
Así es. “Aqua” es una de mis primeras películas, y cuenta la historia de un gato que tiene miedo al agua. Esa era la idea principal. Pero en “Flow, un mundo que salvar”, su transposición a largometraje, es sólo el punto de partida, porque el gato tiene miedo sobre todo de otros gatos... La inundación en sí no es la razón de sus actos. Echando la vista atrás, me pareció que “Aqua” tenía unas cualidades particulares y una energía que me costó encontrar en mis siguientes cortometrajes, aunque fueran más logrados técnicamente. Me gustó mucho. Unos años más tarde, cuando buscaba una nueva idea para un proyecto de largometraje, decidí transponer “Aqua” añadiendo temas relacionados con nuestra sociedad.
La otra razón era más «meta»: acababa de terminar “Away”, cuyo héroe tenía que abrirse camino por su cuenta a través de una isla, ¡igual que yo, que tenía que hacerlo todo en esa película! Me apetecía apoyarme en una metanarrativa, e imaginé que la historia de “Flow, un mundo que salvar” giraría en torno a la colaboración del gato con un grupo de personajes, ya que por primera vez iba a dirigir una película trabajando con un gran equipo... En Aqua, utilicé muchos primeros planos, y el montaje era rápido. “Flow, un mundo que salvar” es más contemplativa, y la aventura adquiere una dimensión totalmente nueva.
Quería utilizar la cámara para despertar la curiosidad y el placer de explorar vastos paisajes. Esa es una de las principales diferencias de estilo entre “Aqua” y “Flow, un mundo que salvar”.

¿Puede describirse “Flow, un mundo que salvar” como una fábula en la que los animales nos representan a los humanos? ¿Y los distintos aspectos de nuestras reacciones ante la adversidad?...
Sí, creo que la gente se identificará con estos animales. Pero, desde el principio, nuestra intención fue retratar su comportamiento de forma creíble. Por supuesto, también nos tomamos libertades artísticas, como en la escena en la que el gato agarra el timón del barco, ¡cosa que no ocurriría en la vida real! Pero aparte de eso, intentamos que los movimientos de los animales fueran lo más verosímiles posible, para evitar los tópicos de animales que actúan y piensan exactamente igual que los humanos. Nuestros personajes tienen objetivos sencillos y esenciales, lo cual es fundamental en ausencia de diálogo. Pero sencillo no significa simplista: nos dejamos tiempo para explorar a fondo estas ideas y su significado, sin prisas.

Al principio de “Flow, un mundo que salvar”, pensamos en el gato como el héroe inteligente que todos esperamos ser. Pero más adelante nos damos cuenta de que los demás animales representan otras facetas de lo que somos, incluidas las menos positivas...
Es curioso oírte hablar del gato como un héroe. Imagino que lo es, pero para ser sinceros, ¡también queríamos que se portara mal!
Los gatos son muy egoístas y a veces brutales. Pero supongo que acabamos perdonándoselo todo porque ¡es tan mono! Y porque le acompañamos en su viaje de iniciación. Al principio, el gato es independiente y no tiene ningún deseo de estar con otros animales.
Pero no quería basar la película en una idea tan didáctica. Así que creé un nuevo equilibrio añadiendo personajes como el perro, cuyo viaje es el opuesto al del gato: al principio de la historia, siempre está siguiendo a alguien. Pero evoluciona, y al final es más independiente y toma sus propias decisiones. Cada una de las personalidades de estos animales refleja un aspecto del individuo enfrentado a la vida en sociedad. El lémur recoge todo tipo de objetos en su viaje. Hasta que nos damos cuenta de que se comporta así porque es lo que hacen los demás lémures. En otras palabras, lo hace porque piensa que sus compañeros lémures sólo le aceptarán por sus posesiones materiales y no por sus cualidades personales. El lémur busca la validación de su pueblo. Lo mismo ocurre con el pájaro herido, que desea desesperadamente volver a volar para unirse a su bandada.
El último, el capibara, es un forastero que no se mueve con los tiempos.
Quise incluir uno en el equipo porque he visto muchas fotos de carpinchos durmiendo plácidamente junto a leones o cocodrilos. Al parecer, conviven con todo tipo de animales, y era interesante tener un personaje así en la historia.

¿Es el comportamiento del lémur también una sátira del consumismo, de nuestras compras impulsivas y a veces irracionales?...
Sí. Espero que el público también llegue a comprender sus motivaciones, a pesar de todo. Aunque actúe de forma irracional en las circunstancias de esta inundación, ha sido formateado por la sociedad de los lémures, y es difícil que abandone este comportamiento.

La atmósfera onírica de “Flow, un mundo que salvar” es fascinante. Uno tiene la sensación de estar en algún lugar entre la realidad y la imaginación, casi como en un sueño que continúa cuando te despiertas, y del que no quieres salir. ¿Puede hablarnos de los estados de ánimo oníricos y pesadillescos de sus películas?...
En “Away”, esto era deliberado, sobre todo en la escena en la que el niño se queda dormido y sueña. En el caso de “Flow, un mundo que salvar”, no estaba previsto, pero el ritmo de la película y su lenguaje cinematográfico dan esta sensación, esta impresión de «aumento de la realidad» que me gusta mucho. También me gusta no explicarlo todo. No se explica la razón de la inundación, ni el significado de las estatuas que descubren los personajes. Damos algunas pistas aquí y allá, pero nunca una explicación completa. No quiero diseñar una película como un rompecabezas en el que el público tenga que encontrar las piezas y encajarlas. El objetivo de “Flow, un mundo que salvar” no es resolver un enigma, sino dejarse llevar por esta experiencia visual... Imagino que, dentro de un tiempo, algunos artículos o vídeos colgados en la red presentarán teorías sobre el significado del final de la película, pero no quiero desvelar esas respuestas. La conclusión de “Flow, un mundo que salvar” es más abierta, y espero que esto te permita reflexionar un poco más y seguir preguntándote por la historia. Dicho esto, la trayectoria de los personajes está claramente definida: el gato evoluciona constantemente y ya no aborda la vida de la misma manera al final de la película. Pero no quiero explicar la lógica de este mundo, porque lo que más me interesa es la historia de iniciación de los protagonistas. También hay una escena onírica en “Flow, un mundo que salvar”, pero su propósito es explorar los pensamientos y motivaciones del gato. Todo se construye en torno a él: los entornos y los demás personajes con los que interactúa sirven para contar su historia. Al menos, así empezó todo. Más tarde, los demás animales empezaron a tener sus propias vidas, lo que dio lugar a nuevas historias sobre ellos. La atmósfera onírica vino después.
Probablemente es algo que me sale de forma natural.

El título inglés “Flow” hace referencia tanto a la inundación como a la fluida narración visual en más de un sentido, ya que seguimos a los personajes mientras se refugian en el barco, y la corriente nos lleva en un viaje para descubrir otros horizontes... ¿Podría hablarnos de este título?...
Creo que refleja el aspecto de «road movie» de la película, ya que la acción transcurre sin diálogos, en un barco que avanza y nos permite descubrir constantemente nuevos paisajes. Para mí, era importante que esto determinara muy claramente el final del camino, la meta que los personajes debían alcanzar. La inundación también crea una sensación de urgencia, expresada por el gato que intenta alcanzar las torres que le liberarán de sus miedos. Toda la narración está ligada a él. No es un «MacGuffin» hitchcockiano, un pretexto para obligar al personaje a actuar, sino una necesidad ligada a lo que le aterroriza. Al principio, el gato trepa por las cosas para evitar problemas. Se sube a lo alto de la casa y, más tarde, al mástil del barco. Y cuando por fin llega a esas altísimas torres, sube las escaleras de una de ellas para escapar de sus dificultades. Irse para evitar enfrentarse a problemas o situaciones desagradables es una reacción humana muy común, y a mí también me pasa. Pero al final, en lo más alto, el gato decide dar marcha atrás y enfrentarse a los retos de este mundo, aunque eso signifique correr riesgos y renunciar a su comodidad.

“Flow, un mundo que salvar” es su primera experiencia de trabajo con varios artistas y técnicos. Cómo le ha ayudado a desarrollarse como guionista y director?...
Tenía 24 años cuando terminé “Away”, y empecé a desarrollar “Flow, un mundo que salvar” justo después, con un presupuesto y un equipo mayores. Tardé casi el doble en crearlo: cinco años y medio. Todo era más ambicioso, más grande y más complejo. Aprendí muchas cosas nuevas. Hace poco redescubrí los primeros bocetos que habíamos preparado para “Flow, un mundo que salvar”. Gracias a los talentos reunidos en nuestro equipo, lo que se descubre en la película es infinitamente superior. Fue sensacional poder trabajar con gente tan competente y con tanto talento, aunque al principio tengo que admitir que me sentía un poco intimidada. En general, la colaboración fue bastante fácil.
En algunos casos era más complicado, porque antes, cuando surgía un problema al crear un plan, me tomaba el tiempo de resolverlo para saber cómo hacerlo. Pero durante la producción de “Flow, un mundo que salvar”, también tuve que explicar lo que quería conseguir, ¡sin saber cómo llegar hasta allí! Afortunadamente, encontramos formas de avanzar y comunicarnos, utilizando muchas referencias visuales y bocetos. Yo hice lo mismo para crear un primer borrador de la música, añadiendo imágenes de referencia y bocetos a mis pruebas. Primero avancé por mi cuenta y luego llamamos a otro compositor, Rihards Zaļupe, músico profesional, cosa que yo no soy. Es la segunda vez que hago esto. No tenía experiencia previa antes de componer la música para “Away”: no toco ningún instrumento, por ejemplo. Pero mi boceto musical fue útil: se lo di a Rihards y me permitió explicarle cosas que yo no habría podido describir porque no tenía el vocabulario musical necesario. He utilizado este método para comunicarme en otros ámbitos, a veces creando modelos 3D básicos o bocetos que servían de punto de partida a los equipos. Luego ellos lo mejoraban todo. La comunicación no llegaba a través de las palabras, sino de la propia colaboración.

¿Puede decirnos qué le permite conseguir el software Blender en la película?...
Una de las grandes ventajas de Blender es que incorpora un software de renderizado en tiempo real llamado Eevee. No puedo garantizar que esté al día de todo el software más reciente disponible, pero cuando empecé a investigar “Flow, un mundo que salvar”, Blender y Eevee fueron activos inestimables. Me permitieron experimentar y crear rápidamente numerosas variantes de mis pruebas. Podía probar otros ángulos de cámara, ejecutar un render y ver rápidamente si funcionaba o no. Pude avanzar de una forma más espontánea, intuitiva y menos rígida. Y, por supuesto, el hecho de que sea software libre es una ventaja presupuestaria cuando trabajas en una película de animación, porque no tienes que comprar licencias para cada miembro del equipo. Además, como Blender se puede personalizar, nuestros técnicos de talento han creado herramientas especialmente para “Flow, un mundo que salvar”. Esto nos ha permitido ajustarlas a nuestras necesidades.

Los animales están maravillosamente animados en la película. ¿Puede hablarnos del trabajo realizado por el equipo dirigido por Léo Silly-Pélissier?...
“Flow, un mundo que salvar” es una coproducción entre Letonia, Francia y Bélgica. La animación se creó en Francia y Bélgica, salvo algunas pruebas en Letonia, pero la mayor parte del trabajo se hizo en Francia. Teníamos un equipo de animadores muy jóvenes, que era realmente sensacional. Todos eran extremadamente entusiastas, talentosos y con ganas de hacer lo mejor hacer el mejor trabajo posible.
Querían demostrar probarse a sí mismos, y pusieron mucha pasión en sus animaciones. Era divertido verles ver mucho vídeos de gatos porque necesitaban referirse a ejemplos concretos para avanzar.
Como queríamos que los personajes se movieran con mucha naturalidad, crearon un enorme archivo de vídeos de gatos, perros y otros animales. También para los efectos sonoros nos ceñimos a la realidad no recurriendo a dobladores para imitar los gritos de los animales, sino únicamente a grabaciones hechas en la naturaleza.

No te gusta explicar escenas misteriosas, pero aun así me gustaría mencionar el pájaro herido que sube a lo alto de la torre y desaparece a la luz del cielo estrellado. ¿Se trata de un pasaje que va al más allá?...
Sí, pero esta escena también se diseñó para reflejar la evolución del gato, porque lo que está ocurriendo es un punto de inflexión para él. Anteriormente, el gato sólo estaba tratando de subir más y más alto para escapar de la subida del agua y permanecer mantenerse a salvo. Gracias a ello, esperaba seguir viviendo por su cuenta.
Cuando sigue al pájaro herido hasta lo alto de la torre, ambos alcanzan las estrellas. Una vez allí, en el umbral del espacio, descubrieron el entorno definitivo para vivir solos: ya no había nada, ni vida ni presencia que se viera. Nada, ni vida ni presencia que le causara problemas. Por eso sube esta escalera que le lleva a tal altura, al borde del vacío interestelar. Toda la narrativa visual partió de esta idea. En una versión anterior de la secuencia, el gato estaba solo. Luego me di cuenta de que la presencia del gato amplificaría el impacto emocional de la escena, así que lo añadí. El gato le sigue, y cuando el pájaro desaparece, se siente tan solo que se da cuenta de que no es eso lo que quiere hacer. Este preciso momento expresa sus emociones contradictorias, es el punto de inflexión en su viaje, que le empuja a volver a bajar para enfrentarse al mundo.

¿Qué espera que disfruten los niños y los padres de “Flow, un mundo que salvar”?...
Tengo mucha curiosidad por ver cómo reacciona el público. Hay muchas cosas que descubrir en esta historia que gustará tanto a niños como a adultos. Los padres entenderán el simbolismo más profundo simbolismo de las situaciones, y creo que los niños también lo harán, a su manera, porque no es sólo para adultos.
Algunos miembros de nuestro equipo han mostrado extractos de “Flow, un mundo que salvar” a sus hijos pequeños, y parecían fascinados por este universo. Pero yo no pienso en esos términos.
No intento crear una película para niños, sino la que yo quería ver, con la esperanza de que todos la entiendan y les encante.

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