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NOTAS DE LOS DIRECTORES...
Tras el último ataque del ejército Israelí a la franja de Gaza, los Medios de Comunicación internacionales giraron sus cámaras hacia otros conflictos de mayor interés dejando a la población de Gaza aislada y desamparada. La Comunidad Internacional que había mirado durante todo el conflicto hacia otro lado trataba de ocultar las consecuencias que había tenido para un pueblo, que más allá de las miles de muertes, se enfrentaba a la desnutrición, la falta de suministros, medicinas y bienes de primera necesidad. Ahí nació la necesidad de narrar en primera persona la situación en la que se encontraba Gaza. Por ello viajamos hasta El Cairo para entrar por la frontera de Rafah, la única frontera que la Franja de Gaza no tiene con Israel. Justo antes de nuestra partida estalló el golpe de estado de Al-Sisi en Egipto, aliado de Israel, que cerró la frontera dejando Gaza absolutamente aislado del mundo exterior. Esto nos obligó a tener que cruzar la península de Sinaí, en ese momento centro logístico de Al Qaeda en la zona, con la ayuda de un convoy militar hasta la Frontera Sur de Israel, para poder acceder a Cisjordania.
Durante varias semanas pudimos presenciar las vulneraciones de Derechos Humanos hacia la población Palestina en Cisjordania, hasta que conseguimos un permiso para entrar en Gaza. Decir que este permiso lo pudimos conseguir alegando un supuesto estudio Agrícola a la Franja por parte de una Universidad, con todos los riesgos que ello conllevaba. Lo que supuso tener que acceder sin apenas material de grabación.
Una vez conseguimos los permisos, pudimos entrar por el paso de Erez. Fue en ese momento en el que entendimos perfectamente la metáfora con la que se describía a la franja, como la cárcel más grande del mundo a cielo abierto. Durante esas semanas de rodaje en Gaza pudimos presenciar cada una de las consecuencias que sufre la población gazatí a causa del bloqueo por tierra, mar y aire que mantiene Israel desde 2007 y la situación de posguerra que atraviesa la vida diaria de todas y cada una de las personas tras la última agresión del ejército israelí sobre la Franja de Gaza.
El documental, que comenzó como una mera denuncia de la situación del pueblo Palestino, pronto se convirtió en un retrato íntimo del horror, crudo y sin censuras, de las consecuencias de la barbarie sobre la población civil. Pronto las miradas y los gestos desbordaron el plano informativo para convertirse en eje trasversal de una realidad aplicable a tantos otros conflictos.
Este documental, no ha conseguido financiación, ha sido censurado en festivales, han intentado boicotear proyecciones, ha recibido acusaciones de todo tipo. Creemos que la importancia de un documental reside en su veracidad y su aproximación a la realidad sin ambages ni filtros.