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UNA CITA EN EL PARQUE
INFORMACIÓN
Titulo original: Hampstead
Año Producción: 2017
Nacionalidad: Inglaterra
Duración: 103 Minutos
Calificación: Autorizada para todos los públicos
Género: Drama, Comedia
Director: Joel Hopkins
Guión: Robert Festinger
Fotografía: Christian Berger
Música: Stephen Warbeck
FECHAS DE ESTRENO
España: 25 Agosto 2017
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Diamond Films

SINOPSIS

Una viuda norteamericana se reencuentra con el amor cuando inesperadamente conoce a un hombre, digamos salvaje, que vive en Hampstead Heath. Ambos se enfrentaran a quienes quieren destruir la casa de este...

INTÉRPRETES

DIANE KEATON, BRENDAN GLEESON, JAMES NORTON, SIMON CALLOW, LESLEY MANVILLE, ALISTAIR PETRIE, HUGH SKINNER, JASON WATKINS, ROSALIND AYRES, ELIZABETH CONBOY, JO WHEATLEY, BRIAN PROTHEROE, PETER SINGH, JOHN SACKVILLE

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LA PRODUCCIÓN...
   “Una cita en el parque” es la última película del director ganador de un BAFTA Joel Hopkins (Nunca es tarde para enamorarse), está escrita por Robert Festinger (En la habitación) y producida por Robert Bernstein y Douglas Rae de la productora londinense Ecosse Films. “Una cita en el parque”, protagonizada por la ganadora de un Oscar® Diane Keaton (Annie Hall) y Brendan Gleeson (Escondidos en Brujas) se inspira en la vida del difunto Harry Hallowes, un hombre que vivió en una choza desvencijada en un rincón tranquilo del parque Hampstead Heath.
  La historia tiene lugar en el pintoresco barrio de Hampstead Village, un refugio verde en medio de la vorágine londinense. Junto a este parque vive la viuda estadounidense Emily (Keaton), a quien, tras la muerte de su marido, la vida se le está haciendo cuesta arriba por culpa de las deudas.
  Un día, mientras rebusca entre las pertenencias de su marido, observa por la ventana de su ático y descubre a un hombre que vive en una cabaña dentro del parque. De repente, presencia cómo le atacan y llama a la policía. Al día siguiente, decide ir en su búsqueda, en un arrebato de compasión que cambiará sus vidas.
  “Es una historia contemporánea que cuenta cómo dos personas muy distintas se enamoran en circunstancias improbables. Él vive en un parque con una forma de vida alternativa, y ella vive en una mansión al lado de ese parque. Son una pareja poco común, pero esta historia va de cómo esos dos personajes se unieron contra viento y marea”, dice el productor Robert Bernstein.
  Los orígenes de la película se remontan a 2007, cuando Bernstein leyó en las noticias la historia de Hallowes y llamó al guionista, Robert Festinger, a quien le fascinó la historia del hombre que sobrevivía en el famoso parque londinense de Hampstead. A Bernstein le gustaba el trabajo de Festinger por su buena mano con los diálogos y empatizaba con ambos personajes, que son radicalmente diferentes. “El desafío era asegurarnos de que los personajes resultaban auténticos, reales”, explica Festinger. Y continúa: “Se trata de un tipo que vive una lucha que por una parte es peculiar, pero por otra parte es universal. Vive en un parque de una manera primitiva, y queríamos encontrar ese punto que hará que el espectador se sienta fascinado y a la vez se vea reflejado. Mantener el equilibrio entre comedia, drama y conflicto”.
  Para dirigir el proyecto, Bernstein contó con Joel Hopkins, conocido por Nunca es tarde para enamorarse con los ganadores del Oscar® Dustin Hoffman y Emma Thompson. Para Festinger fue un flechazo: sintió que ambos estaban “cortados por el mismo patrón”. A Hopkins le atrajo el proyecto por varias razones. Antes que nada, porque él creció en Hampstead, por lo que sus lazos geográficos eran evidentes. Pero lo que le sobrecogía eran los personajes. “Ambos son atípicos, ambos viven al margen de sus respectivos estratos sociales”, comenta Hopkins. Y explica: “Donald digamos que se ha alejado de la civilización. Emily es una estadounidense que vive en Londres, y no termina de integrarse. Recientemente ha enviudado y tiene un grupo de amigas con las que no se siente muy unida. Por eso ella también es una marginada, y ésta es la historia de dos marginados que por un motivo se encuentran y descubren algo el uno en el otro. Para mí, ese es el corazón de la historia”.
  Para los papeles de Emily y Donald, Hopkins contó con la oscarizada actriz Diane Keaton y con el ganador de un Emmy Brendan Gleeson. “Son dos actores muy diferentes y también dos personas muy distintas, y creo que eso es lo divertido de esta historia: son una pareja muy peculiar”, explica Hopkins, que sabía bien que parte del éxito de una película radica en que los protagonistas tengan química en la pantalla, pero a la vez sabía que estos dos actores venían de técnicas muy distintas. “Brendan es muy preciso; le encanta resolver, saber exactamente qué hace, se involucra mucho. Diane es más libre y le gusta ir viendo por dónde va saliendo la escena, así que ha sido divertido unir ambos estilos durante el proceso. Y por ahora, toquemos madera, los resultados son muy buenos”.
  Festinger, que presenció el rodaje, coincide con Hopkins en que precisamente ese acercamiento distinto de ambos actores al trabajo es lo que enriqueció las sensaciones de la historia. “Brendan trabajó el personaje desde una metodología casi shakespeariana. Aporta una enorme gravedad, y es un gran actor, se come el guion”. Keaton, apunta Festinger, usaba su experiencia en comedia para encontrar el lado más luminoso de Emily. “Es capaz de profundizar mucho en el personaje y a la vez conseguir de pronto una gran ligereza. De una manera positiva, nunca sabes qué ocurrirá, porque ella siempre está conectada con su personaje. Como escritor andas buscando a ese personaje que tanto tiempo has estado viendo, y de pronto aparece alguien como Diane que lo eleva a otro nivel”. Esta combinación de estilos tan distintos en la manera en que encarnan a sus personajes generó la tensión necesaria para propulsar el drama y la comedia del guion, tal como Festinger explica. “Ves cómo esas dos texturas, esos dos mundos chocan y piensas mucho en cuál es la tensión que radica en la película. ¿Podrán convivir estos dos mundos? Creo que funciona porque tenemos a dos actores maravillosos que son capaces de encontrar dentro de sí mismos a sus personajes. Funciona”.
  A Gleeson le fascinó inmediatamente el papel de Donald. “Recuerdo terminar de leerlo [el guion] y pensar, cuando llegué a la escena del juicio, que aquello era tan improbable que tenía que ser real. Tenía que preguntar si estaba basado en hechos reales, que hasta cierto punto así era; desde luego esa escena sí”, comienza Gleeson. Continúa: “Me fascinaba pensar que podía llevar a alguien a vivir una vida tan peculiar con todas sus consecuencias. Lo que me gustaba es que no era el final de la historia, había otro capítulo después. El personaje y sus circunstancias, supongo”.
  Sabiendo que su personaje estaba basado en parte en una persona real, Gleeson se enfrentó a la cuestión de cómo conseguir que este hombre, que había tomado una decisión tan radical, resultase creíble para el espectador. “Con este tipo, sentí que era una cuestión de tomar la buena decisión. Tenía la sensación de que él sentía en su temperamento una debilidad, que era el hecho de que en la vida huyó de varias situaciones, pero al final encontró la forma de que todo funcionase, y también encontró la manera de no ser una carga para otros ni para sí mismo, así que en cierta forma llegué a envidiarle”.
  Al preguntarle cómo fue trabajar con Keaton, Gleeson contesta que para él fue una ráfaga de aire fresco, y que le impresionó la generosidad de la actriz americana: “Trabaja contigo igual de duro tras la cámara que delante de la cámara; ha sido todo un placer trabajar con ella”.
  Entonces buscaron a los actores y actrices de reparto. Entre ellos encontramos, desde la colaboradora habitual de Mike Leigh, Lesley Manville, hasta el actor británico de TV y teatro, Jason Watkins, pasando por el actor dramático Simon Calow, y la estrella de la serie Happy Valley, James Norton. “Hemos tenido mucha suerte”, dice Hopkins. “Hemos conseguido un reparto maravilloso, y eso implica que la calidad de la obra aumenta mucho. Hace que mi trabajo sea mucho más sencillo: las escenas cobran vida y yo sólo tengo que gritar acción para que ellos hagan el resto”.
  Sin duda, una de las peculiaridades principales de esta película son las localizaciones. Hopkins piensa que Hampstead es un personaje más. “Siempre ha sido un barrio peculiar de Londres, una especie de pueblo dentro de la gran ciudad”. Para él, lo mejor del parque es que, contrariamente a lo que ocurre con otros como el Green Park y el Regent’s Park, el Hampstead Heath tiene un lado más salvaje. Gleeson, que en la película vive en un hogar improvisado, corrobora ese carácter propio de Hampstead. “Hay pocos sitios así, una reserva natural en una ciudad inmensa, mantenida por la gente de a pie. Se ha permitido que la gente administre la vida silvestre en el parque, algo que no es nada común, y la gente lo aprecia mucho”.
  Con todos estos elementos, Hopkins y su equipo comenzaron a elaborar una historia para la gran pantalla, donde dos personas muy distintas que viven en un hermoso rincón de Londres, demuestran que el amor puede florecer hasta en las circunstancias más improbables.
  “Una cita en el parque” es la última película del director ganador de un BAFTA Joel Hopkins (Nunca es tarde para enamorarse), está escrita por Robert Festinger (En la habitación) y producida por Robert Bernstein y Douglas Rae de la productora londinense Ecosse Films. “Una cita en el parque”, protagonizada por la ganadora de un Oscar® Diane Keaton (Annie Hall) y Brendan Gleeson (Escondidos en Brujas) se inspira en la vida del difunto Harry Hallowes, un hombre que vivió en una choza desvencijada en un rincón tranquilo del parque Hampstead Heath.
  La historia tiene lugar en el pintoresco barrio de Hampstead Village, un refugio verde en medio de la vorágine londinense. Junto a este parque vive la viuda estadounidense Emily (Keaton), a quien, tras la muerte de su marido, la vida se le está haciendo cuesta arriba por culpa de las deudas.
  Un día, mientras rebusca entre las pertenencias de su marido, observa por la ventana de su ático y descubre a un hombre que vive en una cabaña dentro del parque. De repente, presencia cómo le atacan y llama a la policía. Al día siguiente, decide ir en su búsqueda, en un arrebato de compasión que cambiará sus vidas.
  “Es una historia contemporánea que cuenta cómo dos personas muy distintas se enamoran en circunstancias improbables. Él vive en un parque con una forma de vida alternativa, y ella vive en una mansión al lado de ese parque. Son una pareja poco común, pero esta historia va de cómo esos dos personajes se unieron contra viento y marea”, dice el productor Robert Bernstein.
  Los orígenes de la película se remontan a 2007, cuando Bernstein leyó en las noticias la historia de Hallowes y llamó al guionista, Robert Festinger, a quien le fascinó la historia del hombre que sobrevivía en el famoso parque londinense de Hampstead. A Bernstein le gustaba el trabajo de Festinger por su buena mano con los diálogos y empatizaba con ambos personajes, que son radicalmente diferentes. “El desafío era asegurarnos de que los personajes resultaban auténticos, reales”, explica Festinger. Y continúa: “Se trata de un tipo que vive una lucha que por una parte es peculiar, pero por otra parte es universal. Vive en un parque de una manera primitiva, y queríamos encontrar ese punto que hará que el espectador se sienta fascinado y a la vez se vea reflejado. Mantener el equilibrio entre comedia, drama y conflicto”.
  Para dirigir el proyecto, Bernstein contó con Joel Hopkins, conocido por Nunca es tarde para enamorarse con los ganadores del Oscar® Dustin Hoffman y Emma Thompson. Para Festinger fue un flechazo: sintió que ambos estaban “cortados por el mismo patrón”. A Hopkins le atrajo el proyecto por varias razones. Antes que nada, porque él creció en Hampstead, por lo que sus lazos geográficos eran evidentes. Pero lo que le sobrecogía eran los personajes. “Ambos son atípicos, ambos viven al margen de sus respectivos estratos sociales”, comenta Hopkins. Y explica: “Donald digamos que se ha alejado de la civilización. Emily es una estadounidense que vive en Londres, y no termina de integrarse. Recientemente ha enviudado y tiene un grupo de amigas con las que no se siente muy unida. Por eso ella también es una marginada, y ésta es la historia de dos marginados que por un motivo se encuentran y descubren algo el uno en el otro. Para mí, ese es el corazón de la historia”.
  Para los papeles de Emily y Donald, Hopkins contó con la oscarizada actriz Diane Keaton y con el ganador de un Emmy Brendan Gleeson. “Son dos actores muy diferentes y también dos personas muy distintas, y creo que eso es lo divertido de esta historia: son una pareja muy peculiar”, explica Hopkins, que sabía bien que parte del éxito de una película radica en que los protagonistas tengan química en la pantalla, pero a la vez sabía que estos dos actores venían de técnicas muy distintas. “Brendan es muy preciso; le encanta resolver, saber exactamente qué hace, se involucra mucho. Diane es más libre y le gusta ir viendo por dónde va saliendo la escena, así que ha sido divertido unir ambos estilos durante el proceso. Y por ahora, toquemos madera, los resultados son muy buenos”.
  Festinger, que presenció el rodaje, coincide con Hopkins en que precisamente ese acercamiento distinto de ambos actores al trabajo es lo que enriqueció las sensaciones de la historia. “Brendan trabajó el personaje desde una metodología casi shakespeariana. Aporta una enorme gravedad, y es un gran actor, se come el guion”. Keaton, apunta Festinger, usaba su experiencia en comedia para encontrar el lado más luminoso de Emily. “Es capaz de profundizar mucho en el personaje y a la vez conseguir de pronto una gran ligereza. De una manera positiva, nunca sabes qué ocurrirá, porque ella siempre está conectada con su personaje. Como escritor andas buscando a ese personaje que tanto tiempo has estado viendo, y de pronto aparece alguien como Diane que lo eleva a otro nivel”. Esta combinación de estilos tan distintos en la manera en que encarnan a sus personajes generó la tensión necesaria para propulsar el drama y la comedia del guion, tal como Festinger explica. “Ves cómo esas dos texturas, esos dos mundos chocan y piensas mucho en cuál es la tensión que radica en la película. ¿Podrán convivir estos dos mundos? Creo que funciona porque tenemos a dos actores maravillosos que son capaces de encontrar dentro de sí mismos a sus personajes. Funciona”.
  A Gleeson le fascinó inmediatamente el papel de Donald. “Recuerdo terminar de leerlo [el guion] y pensar, cuando llegué a la escena del juicio, que aquello era tan improbable que tenía que ser real. Tenía que preguntar si estaba basado en hechos reales, que hasta cierto punto así era; desde luego esa escena sí”, comienza Gleeson. Continúa: “Me fascinaba pensar que podía llevar a alguien a vivir una vida tan peculiar con todas sus consecuencias. Lo que me gustaba es que no era el final de la historia, había otro capítulo después. El personaje y sus circunstancias, supongo”.
  Sabiendo que su personaje estaba basado en parte en una persona real, Gleeson se enfrentó a la cuestión de cómo conseguir que este hombre, que había tomado una decisión tan radical, resultase creíble para el espectador. “Con este tipo, sentí que era una cuestión de tomar la buena decisión. Tenía la sensación de que él sentía en su temperamento una debilidad, que era el hecho de que en la vida huyó de varias situaciones, pero al final encontró la forma de que todo funcionase, y también encontró la manera de no ser una carga para otros ni para sí mismo, así que en cierta forma llegué a envidiarle”.
  Al preguntarle cómo fue trabajar con Keaton, Gleeson contesta que para él fue una ráfaga de aire fresco, y que le impresionó la generosidad de la actriz americana: “Trabaja contigo igual de duro tras la cámara que delante de la cámara; ha sido todo un placer trabajar con ella”.
  Entonces buscaron a los actores y actrices de reparto. Entre ellos encontramos, desde la colaboradora habitual de Mike Leigh, Lesley Manville, hasta el actor británico de TV y teatro, Jason Watkins, pasando por el actor dramático Simon Calow, y la estrella de la serie Happy Valley, James Norton. “Hemos tenido mucha suerte”, dice Hopkins. “Hemos conseguido un reparto maravilloso, y eso implica que la calidad de la obra aumenta mucho. Hace que mi trabajo sea mucho más sencillo: las escenas cobran vida y yo sólo tengo que gritar acción para que ellos hagan el resto”.
  Sin duda, una de las peculiaridades principales de esta película son las localizaciones. Hopkins piensa que Hampstead es un personaje más. “Siempre ha sido un barrio peculiar de Londres, una especie de pueblo dentro de la gran ciudad”. Para él, lo mejor del parque es que, contrariamente a lo que ocurre con otros como el Green Park y el Regent’s Park, el Hampstead Heath tiene un lado más salvaje. Gleeson, que en la película vive en un hogar improvisado, corrobora ese carácter propio de Hampstead. “Hay pocos sitios así, una reserva natural en una ciudad inmensa, mantenida por la gente de a pie. Se ha permitido que la gente administre la vida silvestre en el parque, algo que no es nada común, y la gente lo aprecia mucho”.
  Con todos estos elementos, Hopkins y su equipo comenzaron a elaborar una historia para la gran pantalla, donde dos personas muy distintas que viven en un hermoso rincón de Londres, demuestran que el amor puede florecer hasta en las circunstancias más improbables.
  “Una cita en el parque” es la última película del director ganador de un BAFTA Joel Hopkins (Nunca es tarde para enamorarse), está escrita por Robert Festinger (En la habitación) y producida por Robert Bernstein y Douglas Rae de la productora londinense Ecosse Films. “Una cita en el parque”, protagonizada por la ganadora de un Oscar® Diane Keaton (Annie Hall) y Brendan Gleeson (Escondidos en Brujas) se inspira en la vida del difunto Harry Hallowes, un hombre que vivió en una choza desvencijada en un rincón tranquilo del parque Hampstead Heath.
  La historia tiene lugar en el pintoresco barrio de Hampstead Village, un refugio verde en medio de la vorágine londinense. Junto a este parque vive la viuda estadounidense Emily (Keaton), a quien, tras la muerte de su marido, la vida se le está haciendo cuesta arriba por culpa de las deudas.
  Un día, mientras rebusca entre las pertenencias de su marido, observa por la ventana de su ático y descubre a un hombre que vive en una cabaña dentro del parque. De repente, presencia cómo le atacan y llama a la policía. Al día siguiente, decide ir en su búsqueda, en un arrebato de compasión que cambiará sus vidas.
  “Es una historia contemporánea que cuenta cómo dos personas muy distintas se enamoran en circunstancias improbables. Él vive en un parque con una forma de vida alternativa, y ella vive en una mansión al lado de ese parque. Son una pareja poco común, pero esta historia va de cómo esos dos personajes se unieron contra viento y marea”, dice el productor Robert Bernstein.
  Los orígenes de la película se remontan a 2007, cuando Bernstein leyó en las noticias la historia de Hallowes y llamó al guionista, Robert Festinger, a quien le fascinó la historia del hombre que sobrevivía en el famoso parque londinense de Hampstead. A Bernstein le gustaba el trabajo de Festinger por su buena mano con los diálogos y empatizaba con ambos personajes, que son radicalmente diferentes. “El desafío era asegurarnos de que los personajes resultaban auténticos, reales”, explica Festinger. Y continúa: “Se trata de un tipo que vive una lucha que por una parte es peculiar, pero por otra parte es universal. Vive en un parque de una manera primitiva, y queríamos encontrar ese punto que hará que el espectador se sienta fascinado y a la vez se vea reflejado. Mantener el equilibrio entre comedia, drama y conflicto”.
  Para dirigir el proyecto, Bernstein contó con Joel Hopkins, conocido por Nunca es tarde para enamorarse con los ganadores del Oscar® Dustin Hoffman y Emma Thompson. Para Festinger fue un flechazo: sintió que ambos estaban “cortados por el mismo patrón”. A Hopkins le atrajo el proyecto por varias razones. Antes que nada, porque él creció en Hampstead, por lo que sus lazos geográficos eran evidentes. Pero lo que le sobrecogía eran los personajes. “Ambos son atípicos, ambos viven al margen de sus respectivos estratos sociales”, comenta Hopkins. Y explica: “Donald digamos que se ha alejado de la civilización. Emily es una estadounidense que vive en Londres, y no termina de integrarse. Recientemente ha enviudado y tiene un grupo de amigas con las que no se siente muy unida. Por eso ella también es una marginada, y ésta es la historia de dos marginados que por un motivo se encuentran y descubren algo el uno en el otro. Para mí, ese es el corazón de la historia”.
  Para los papeles de Emily y Donald, Hopkins contó con la oscarizada actriz Diane Keaton y con el ganador de un Emmy Brendan Gleeson. “Son dos actores muy diferentes y también dos personas muy distintas, y creo que eso es lo divertido de esta historia: son una pareja muy peculiar”, explica Hopkins, que sabía bien que parte del éxito de una película radica en que los protagonistas tengan química en la pantalla, pero a la vez sabía que estos dos actores venían de técnicas muy distintas. “Brendan es muy preciso; le encanta resolver, saber exactamente qué hace, se involucra mucho. Diane es más libre y le gusta ir viendo por dónde va saliendo la escena, así que ha sido divertido unir ambos estilos durante el proceso. Y por ahora, toquemos madera, los resultados son muy buenos”.
  Festinger, que presenció el rodaje, coincide con Hopkins en que precisamente ese acercamiento distinto de ambos actores al trabajo es lo que enriqueció las sensaciones de la historia. “Brendan trabajó el personaje desde una metodología casi shakespeariana. Aporta una enorme gravedad, y es un gran actor, se come el guion”. Keaton, apunta Festinger, usaba su experiencia en comedia para encontrar el lado más luminoso de Emily. “Es capaz de profundizar mucho en el personaje y a la vez conseguir de pronto una gran ligereza. De una manera positiva, nunca sabes qué ocurrirá, porque ella siempre está conectada con su personaje. Como escritor andas buscando a ese personaje que tanto tiempo has estado viendo, y de pronto aparece alguien como Diane que lo eleva a otro nivel”. Esta combinación de estilos tan distintos en la manera en que encarnan a sus personajes generó la tensión necesaria para propulsar el drama y la comedia del guion, tal como Festinger explica. “Ves cómo esas dos texturas, esos dos mundos chocan y piensas mucho en cuál es la tensión que radica en la película. ¿Podrán convivir estos dos mundos? Creo que funciona porque tenemos a dos actores maravillosos que son capaces de encontrar dentro de sí mismos a sus personajes. Funciona”.
  A Gleeson le fascinó inmediatamente el papel de Donald. “Recuerdo terminar de leerlo [el guion] y pensar, cuando llegué a la escena del juicio, que aquello era tan improbable que tenía que ser real. Tenía que preguntar si estaba basado en hechos reales, que hasta cierto punto así era; desde luego esa escena sí”, comienza Gleeson. Continúa: “Me fascinaba pensar que podía llevar a alguien a vivir una vida tan peculiar con todas sus consecuencias. Lo que me gustaba es que no era el final de la historia, había otro capítulo después. El personaje y sus circunstancias, supongo”.
  Sabiendo que su personaje estaba basado en parte en una persona real, Gleeson se enfrentó a la cuestión de cómo conseguir que este hombre, que había tomado una decisión tan radical, resultase creíble para el espectador. “Con este tipo, sentí que era una cuestión de tomar la buena decisión. Tenía la sensación de que él sentía en su temperamento una debilidad, que era el hecho de que en la vida huyó de varias situaciones, pero al final encontró la forma de que todo funcionase, y también encontró la manera de no ser una carga para otros ni para sí mismo, así que en cierta forma llegué a envidiarle”.
  Al preguntarle cómo fue trabajar con Keaton, Gleeson contesta que para él fue una ráfaga de aire fresco, y que le impresionó la generosidad de la actriz americana: “Trabaja contigo igual de duro tras la cámara que delante de la cámara; ha sido todo un placer trabajar con ella”.
  Entonces buscaron a los actores y actrices de reparto. Entre ellos encontramos, desde la colaboradora habitual de Mike Leigh, Lesley Manville, hasta el actor británico de TV y teatro, Jason Watkins, pasando por el actor dramático Simon Calow, y la estrella de la serie Happy Valley, James Norton. “Hemos tenido mucha suerte”, dice Hopkins. “Hemos conseguido un reparto maravilloso, y eso implica que la calidad de la obra aumenta mucho. Hace que mi trabajo sea mucho más sencillo: las escenas cobran vida y yo sólo tengo que gritar acción para que ellos hagan el resto”.
  Sin duda, una de las peculiaridades principales de esta película son las localizaciones. Hopkins piensa que Hampstead es un personaje más. “Siempre ha sido un barrio peculiar de Londres, una especie de pueblo dentro de la gran ciudad”. Para él, lo mejor del parque es que, contrariamente a lo que ocurre con otros como el Green Park y el Regent’s Park, el Hampstead Heath tiene un lado más salvaje. Gleeson, que en la película vive en un hogar improvisado, corrobora ese carácter propio de Hampstead. “Hay pocos sitios así, una reserva natural en una ciudad inmensa, mantenida por la gente de a pie. Se ha permitido que la gente administre la vida silvestre en el parque, algo que no es nada común, y la gente lo aprecia mucho”.
  Con todos estos elementos, Hopkins y su equipo comenzaron a elaborar una historia para la gran pantalla, donde dos personas muy distintas que viven en un hermoso rincón de Londres, demuestran que el amor puede florecer hasta en las circunstancias más improbables.

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