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SINOPSIS
Historia real del piloto y héroe de guerra Louis "Louie" Zamperini, quien en compañía de dos tripulantes, sobrevivieron a lo largo de 47 días en una balsa, tras estrellarse el avión en el que volaban, antes de ser capturados por los japoneses y enviados a un campo de prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial...
INTÉRPRETES
JAI COURTNEY, GARRETT HEDLUND, DOMHNALL GLEESON, JACK O'CONNELL, FINN WITTROCK, ALEX RUSSELL, LUKE TREADAWAY, JOHN D'LEO, SPENCER LoFRANCO, JOHN MAGARO
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AUDIOS
PREMIERE
SECUELAS Unbroken: Path to redemption (2018)
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
Cuando Louie Zamperini falleció el 2 de julio de 2014 a los 97 años, no se le lloró en silencio, al contrario, se le honró como a un auténtico héroe americano. Este antiguo atleta olímpico cuya larga, increíble e inspiradora vida ha sido descrita como una de las mayores historias de superación del siglo XX, vivió más allá de lo humanamente posible. Ante las circunstancias más desesperadas, su indomable voluntad sigue dando un mensaje de esperanza a las millones de personas que conocen su historia. Todo empezó hace casi un siglo. Louie era el último hijo de una familia de emigrantes italianos y durante su adolescencia vivió en Torrance, California. Era un incorregible ladronzuelo que se colaba en cualquier casa, robaba en las tiendas y se peleaba con el primero que se metía con él. Con la paciente ayuda de su hermano Pete, consiguió dar un vuelco a su vida y canalizar su desbordante energía como corredor. Después de batir récord tras récord, “Tornado Torrance” se clasificó a los 19 años para participar en los Juegos Olímpicos de 1936, sorprendiendo a todo el que se cruzaba en su camino, desde su famoso compañero de equipo Jesse Owens, hasta el hombre que casi consiguió cambiar la faz de la tierra, Adolf Hitler. Al igual que la mayoría de hombres de su generación, el joven estudiante de la Universidad de California que había rozado el récord de la milla, decidió dejar sus sueños de lado para alistarse en el ejército al estallar la II Guerra Mundial. El subteniente Louie Zamperini se convirtió en tripulante de bombardero de las Fuerzas Aéreas – uno de los destinos más peligrosos, ya que aproximadamente el 50% de sus compañeros no regresaron con vida – y realizó numerosas misiones de éxito en el Pacifico. El mes de abril de 1943, el avión Liberator B-24, llamado “The Green Hornet”, en el que volaba Louie tuvo un problema de motores y cayó al Pacífico. De los once tripulantes, ocho murieron en el acto. Louie y los otros dos supervivientes, el capitán Russell Allen “Phil” Phillips y el sargento Francis “Mac” McNamara, el artillero del avión, fueron a la deriva en una balsa durante muchas semanas en medio del Pacífico. Mac consiguió sobrevivir 33 días a pesar de haber sido ametrallado por un bombardero japonés, de sufrir siete heridas y de los omnipresentes tiburones que rondaban la balsa, antes de sucumbir al hambre, la deshidratación y el cansancio. Louie y Phil aguantaron 47 días, un récord absoluto en los anales de supervivencia en el mar, y acabaron recorriendo 3.500 kilómetros hasta llegar a un atolón, empujados por la cola de un tifón. Nada más avistar tierra fueron capturados por la Marina japonesa y llevados al primero de una serie de campamentos de prisioneros. Durante más de dos años, Louie y todos sus compañeros presos pasaron hambre, además de ser sometidos a tremendos abusos físicos y mentales. Louie se convirtió en el objetivo de un comandante desequilibrado, Mutsuhiro Watanabe, al que llamaban “El Pájaro”, que se divertía con juegos sádicos de una brutalidad incomprensible. Louie consiguió sobrevivir al trato inhumano en algunas de las peores zonas de la ocupación japonesa antes de enterarse el 20 de agosto de 1945 (dos semanas después de que una bomba de 4.000 kilos llamada “Little Boy” [Muchachito] aniquilara Hiroshima), de que los prisioneros eran libres y que la guerra había terminado. Tal como cuenta Laura Hillenbrand en su libro Invencible: “En medio de los hombres que corrían y se regocijaban, un Louie demacrado, enfermo y empapado, se tambaleaba sobre sus débiles piernas. En su mente exhausta, dos palabras se repetían una y otra vez: ‘¡Soy libre! ¡Soy libre! ¡Soy libre!’”. El soldado que había conseguido sobrevivir regresó a California, pero su vida había cambiado para siempre. Tenía pesadillas y un terrible desorden mental que no fue clasificado como tal hasta muchos años después: TEPT o Trastorno de Estrés Postraumático. Como numerosos héroes que consiguieron sobrevivir a los terribles campos de detención, sus días eran un auténtico infierno y sus noches estaban plagadas de terrores. La vida de posguerra se convirtió en otra lucha monumental. Durante cuatro años después de su liberación, se enfrentó a una ansiedad incapacitante, al alcoholismo y a unos demonios que le impedían dormir. Por fin, Louie y su joven esposa Cynthia se enteraron en septiembre de 1949 de la existencia de un joven reverendo llamado Billy Graham. Louie abrazó el cristianismo y consiguió cambiar su vida torturada por ansias de venganza. En los años siguientes se dedicó a difundir la palabra de la espiritualidad, la fortaleza y el perdón… hasta el punto de que volvió a Japón para hacer las paces con los que le hicieron pasar hambre y le atormentaron. Únicamente “El Pájaro” no quiso verle. La historia de Louie lo tenía todo para ser una gran película. De hecho, hace tiempo que Universal se interesó por el proyecto. En 1957, el estudio compró los derechos de Devil at My Heels, escrito por el propio Louie Zamperini, pensando en convertirlo en un vehículo para Tony Curtis. Cuando el actor protagonizó Espartaco, de Stanley Kubrick, el proyecto se quedó en un cajón antes de que se escribiera el guión. En 1998, un documental sobre la vida de Louie fue emitido por CBS Sports y despertó el viejo proyecto. El productor Matthew Baer lo vio, se sintió profundamente conmovido y decidió embarcarse en una aventura que duraría 16 años hasta conseguir materializar el proyecto. Se entrevistó con Louie y su familia antes 3de presentar el proyecto a Universal, a quien seguían perteneciendo los derechos. El estudio se interesó inmediatamente por llevar la épica historia a la pantalla. Sin embargo, y a pesar de encargar varios guiones, ningún director estaba decidido a realizar la película. Nada cambió hasta 2002 cuando Laura Hillenbrand, que acababa de terminar la novela 'Seabiscuit', se interesó por otro famoso californiano. Mientras se documentaba para escribir la novela, encontró en varias ocasiones el nombre de Louie Zamperini y pensó que le gustaría saber más de él cuando tuviera tiempo. Y así fue. Una vez el libro en manos del editor, Laura Hillenbrand escribió a Louie y este le contestó. Al cabo de unas cuantas conversaciones quedó fascinada por el hombre cuyo lema era: “Si puedo aguantar, lo conseguiré”, y le pidió permiso para que su siguiente libro tratara de él. El nonagenario aceptó a pesar de haber escrito sus memorias hacía años, pero seguía empeñado en difundir la palabra de la reconciliación. Durante su colaboración, que se basó en 75 conversaciones telefónicas y una extensa documentación que se convirtió en unos 400 apuntes, Hillenbrand y Zamperini acordaron que no se verían en persona hasta la publicación del libro. La autora necesitaba conservar la imagen del joven problemático que se transformaría en héroe, y el protagonista estaba muy ocupado dando conferencias y asistiendo a actos benéficos a pesar de su avanzada edad. El libro 'Invencible' se publicó en 2010 y se convirtió de inmediato en un superventas, permaneciendo 185 semanas (15 de ellas en el primer puesto) en la lista del New York Times de libros de tapa dura más vendidos. Hasta la fecha se han vendido más de cuatro millones de ejemplares solo en Estados Unidos.
Después de buscar financiación para llevar la asombrosa historia de Louie Zamperini a la pantalla, y del tremendo éxito del libro, Matthew Baer volvió a llamar a la puerta de Universal. El estudio compró los derechos del libro en diciembre de 2010. Varios realizadores dijeron estar interesados en dirigir la película y, en 2011, el estudio contrató a Richard LaGravanese para escribir el guión. El primer obstáculo que debió superar el guionista fue cómo contar la historia de Louie y qué elementos incluir en ella. La primera versión acababa con la vida de posguerra de Louie. A continuación, William Nicholson se hizo cargo del guión y decidió que la historia debía acabar con el regreso de Louie a Estados Unidos. Pero haría falta mucho más para materializar la vida de Louie en una película. Matthew Baer mandó la versión de William Nicholson a varios directores, entre los que se encontraba Angelina Jolie, cuya casa en las colinas de Hollywood no estaba lejos del hogar de Louie.
La primera película como directora de Angelina Jolie, 'En tierra de sangre y miel', de 2011, surgió después de que escribiera un guión impulsado por su trabajo humanitario. Cuando se presentó la posibilidad de que se rodara el guión, Angelina Jolie se dio cuenta de que no le apetecía que lo dirigiera otra persona, ya que también trataba de la violencia hacia las mujeres. “Nunca había pensado en dirigir”, dice. “Siempre creí que un día dejaría de actuar y que aprovecharía para estar en casa con los niños”. Y añade: “Acabé dirigiendo la película casi ‘por defecto’ porque no me apetecía entregar el material a nadie”. Cuando el productor Matthew Baer le mandó una versión de 'Invencible' en 2012, Angelina Jolie se sintió cautivada por la historia de Louie Zamperini. “La versión que leí me intrigó, pero en cuanto leí el libro de Laura, supe que quería hacer la película”, explica. Mientras leía el libro de Laura Hillenbrand, el productor Matthew Baer le dijo a la directora que Louie era su vecino. “De hecho, veía el tejado de mi casa desde su salón”, comenta Angelina Jolie, riendo. Una llama prendió en el interior de la directora; estaba convencida de que debía dirigir 'Invencible', pero no tardó en descubrir que conseguirlo no sería tarea fácil. “Tuve que luchar para obtener el puesto”, dice. Angelina Jolie empezó a documentarse a fondo, leyendo todo lo que podía encontrar e intentando decidir cómo presentar la historia cinematográficamente. No solo se trataba de un drama histórico que abarcaría desde los años de 1920, pasando por los Juegos Olímpicos de 1936, hasta las batallas aéreas de la II Guerra Mundial; también había que hacer sentir al espectador lo que significa ir a la deriva en un océano durante 47 días y la terrible experiencia en los campos de prisioneros. Inspirándose en su nuevo amigo, Angelina Jolie (a la que Louie llamaba Jolly [alegre, en inglés]) empezó a trabajar. “Hice los storyboards en casa, sirviéndome de fotos de Internet que pegaba en hojas de cartón”, recuerda. “Las puse en varias bolsas de basura y fui a Universal, donde vendí la idea convenciéndoles de que era capaz de hacer la película”. Dado que la historia de Louie transcurre a lo largo de casi un siglo con una gran abundancia de detalles, hubo que decidir cómo se contaba y qué se contaba. La directora mandó una versión del guión a Joel y Ethan Coen, que no solo son amigos suyos, sino que también tienen el mismo agente, para saber si estaban dispuestos a retocar el guión con el fin de reflejar lo que deseaba plasmar en la película. Los famosos y oscarizados hermanos no suelen escribir para terceros, pero les pareció una buena historia y se sintieron intrigados por la vida de Louie. Uno de los hijos de Ethan era fan del libro. Todos estaban de acuerdo en que Australia ofrecía las mejores condiciones para rodar 'Invencible'. Durante toda la preproducción, Angelina Jolie y Matthew Baer siguieron viendo a Louie Zamperini para tenerle al corriente del desarrollo del proyecto. Naturalmente, algunos de los actores principales también quisieron conocerle antes de trasladarse a las antípodas. En la planificación del rodaje, la cineasta, el director de fotografía y el resto del equipo se enfrentaron a una tarea de envergadura. No se trataba solo de las escenas de acción, también había momentos tranquilos y silenciosos, otros de tremenda luminosidad y algunos de profunda oscuridad. Y no hablemos del agua, mucha agua, de día, de noche, aguas turbulentas, aguas mansas. Cada escena, tanto interior como exterior, era una pieza para la evolución del drama. Al rodar con cámaras digitales Alexa y objetivos Master Prime con un formato 2:40, Roger Deakins y Angelina Jolie podían ver el resultado de forma inmediata. También hablaron mucho de las luces y de las sombras, que son muy importantes.
El rodaje empezó el 6 de octubre de 2013 frente a la costa de Queensland, Australia, donde Angelina Jolie rodó a los muy debilitados y demacrados Louie, Phil y Mac después de estar varias semanas a la deriva en el océano Pacífico. “Decidimos rodar estas escenas en el mar para capturar el aislamiento y la desesperación de los tres hombres después de días a la deriva, para mostrar su total indefensión de una manera orgánica”, explica el productor Clayton Townsend. Filmar en el mar significaba trasladar a 150 personas desde la pequeña ciudad de Redland Bay, en Queensland, bastantes kilómetros mar adentro para que solo se viera agua en 360 grados. “El primer requisito fue tener un barco ‘madre’ anclado cerca, así como varias lanchas, pontones y botes de traslado”, explica el productor. “Fueron unos días muy duros para todo el equipo, pero sobre todo para los actores. Varias veces al día se les trasladaba de la balsa, azotada por las olas, hasta el barco principal mientras cambiaban la posición de las cámaras”. El maquillaje de la película fue creado por la conocida maquilladora Toni G, que estudió el look general con Angelina Jolie y luego trabajó en estrecha colaboración con el maquillador de efectos especiales Arjen Tuiten. “Realizamos moldes de casi todos los actores protagonistas para las escenas en alta mar y también para los campos de detención”, dice Arjen Tuiten. “El rodaje en la balsa probablemente representó el mayor desafío para nosotros y para los actores. Hubo que imitar cinco etapas de pieles quemadas por el sol y el viento. Están en medio del océano, tienen los ojos hinchados por el sol, la piel seca y con ampollas, los labios agrietados. Además, debían estar demacrados. Nos llevaba horas cada mañana. Tuvimos que maquillarles los dientes, que se habían vuelto amarillentos, negros en parte. Llevaban lentes de contacto para que sus ojos parecieran enrojecidos”. Desde el principio del rodaje quedó muy claro para todos, Angelina Jolie, el reparto y el equipo técnico, que se habían lanzado a una aventura muy complicada y dura. Para los tres actores en la balsa así como para los que encarnan a los prisioneros en los campos japoneses, el desafío había empezado varios meses antes con un importante sacrificio: comer mucho menos. “Creo que perdí unos 15 kilos”, dice Finn Wittrock. Después del rodaje en alta mar, el equipo se trasladó a los estudios Warner ubicados cerca de la Costa Dorada australiana para rodar más escenas con la balsa en las piscinas de los estudios. Después de eso, se instalaron en tiendas de campaña en la selva que cubre el monte Tamborine de Queensland para rodar escenas que transcurren en la isla Kwajalein, el famoso campo de detención conocido como la “Isla ejecución”, el auténtico corazón de las tinieblas. El diseñador de producción Jon Hutman no había tenido mucho que hacer en las escenas de la balsa; su verdadero trabajó empezó ahí, pero según él no había que preocuparse. “Lo que me gusta de trabajar con Angie”, dice, “es que tiene toda la película en la cabeza. Sin embargo, no significa que no esté abierta a sugerencias”. “El desafío consistía en construir un campo creíble y que fuera absolutamente japonés”, dice Jon Hutman. “Nos documentamos mucho mediante fotos y diseñamos un campamento con seis barracones, dos edificios centrales y un gran patio cuadrado donde los prisioneros forman para ser inspeccionados por “El Pájaro”. Angelina Jolie rodó detalladamente la terrible rutina a la que se sometía a los prisioneros. Además de las palizas diarias, los prisioneros, que apenas comían y carecían de cuidados médicos, eran obligados a participar en desagradables rituales y a limpiar las letrinas con el fin de humillarlos. Después de varias semanas de rodaje, el equipo se trasladó a Sídney para rodar una escenas que transcurren en Radio Tokyo.
A continuación, el rodaje prosiguió en la bahía de Sídney, concretamente en la isla Cockatoo, un antiguo penal del siglo XIX que más tarde fue el mayor astillero de Australia durante 150 años. Jon Hutman y su equipo aprovecharon los edificios abandonados de la isla para crear el diabólico campo Naoetsu, así como algunas calles del puerto de Yokohama. Para el director de fotografía Roger Deakins, filmar en el decorado de Naoetsu fue un desafío más entre los numerosos que le planteó el rodaje. Sin embargo, hace hincapié en que filmó estas secuencias exactamente como otras. La luz juega un importante papel en las secuencias de Naoetsu, sobre todo en la que Louie sujeta la tabla. Angelina Jolie y Roger Deakins querían que Louie mirara al sol de frente, que fuera casi una silueta, mientras “El Pájaro” le contempla dando la espalda a la cámara. “Para conseguirlo, rodamos al final de la tarde, aunque nos dejaba muy poco tiempo, pero obtuvimos lo que queríamos”, añade el director de fotografía.
A continuación, el rodaje se trasladó brevemente a Camden, una ciudad al oeste de Sídney, para filmar las secuencias de la juventud de Louie, cuando se presenta para entrar en el equipo de atletismo del instituto y habla con sus compañeros. Los interiores del hogar de los Zamperini se rodaron en los estudios Fox de Australia, antes de que todos se trasladaran a Tamworth, Nueva Gales del Sur, para filmar en Werris Creed, un pueblo de 1.500 habitantes que haría las veces de Torrance. Allí se rodaron las escenas de la difícil adolescencia de Louie. Después de un descanso vacacional, todos se reunieron en Sídney para rodar en un complejo deportivo de Blacktown la secuencia en que Louie corre en los Juegos de 1936 y deja impresionados a los espectadores, entre los que está Adolph Hitler, que quiere conocer al “chico que corre la última vuelta tan rápido”. La secuencia de la carrera resultó complicada para los actores debido al calzado deportivo con tacos que se llevaba en 1930, que no tiene nada que ver con las sofisticadas zapatillas actuales de diseño ergonómico. “Lo hicimos fabricar en México”, explica Louise Frogley. “Son como unas zapatillas de bailarina totalmente planas con tacos únicamente en la parte delantera. Teníamos varios modelos con tacos más o menos largos y solo usamos el calzado con tacos largos para los primeros planos”. Greg Smith, el entrenador que se encargó de los actores para las escenas de carreras, suponía que surgirían pequeños problemas. “Hay zapatillas de carreras para 100, 200 y hasta 1.500 metros. Están diseñadas para incrementar presión en los músculos de la pantorrilla y en el tendón. Los corredores de los años treinta del siglo pasado tenían más fuerza en la parte inferior del cuerpo. Eran tenderos, peones, y sus cuerpos eran diferentes de los de ahora. Corrían sin inclinarse. Los corredores de hoy son más altos y se inclinan mucho hacia delante. Después de pasar un día corriendo con ese calzado, algunos de los chicos se resintieron”. Una vez acabado el rodaje de las escenas de carreras, el equipo se trasladó de nuevo a la Costa Dorada de Queensland, concretamente a los estudios Warner Australia, para rodar la tremenda batalla aérea entre el bombardero B-24, “Super Man”, y los cazas Zero japoneses con que empieza la película. El director de fotografía Roger Deakins creó una iluminación en el plató que permitía colocar la cámara en cualquier punto del decorado. “Las secuencias eran complicadas y nos preocupaba poder filmarlas en el poco tiempo del que disponíamos”, explica Angelina Jolie. Angelina Jolie y Roger Deakins rodaron complicadas y largas secuencias con maniobras aéreas en picado mientras los actores aguantaban estoicamente el ensordecedor ruido de las metralletas. Aquí también el departamento de maquillaje debió esmerarse en aplicar sangre falsa en repetidas ocasiones para simular las heridas causadas por las balas. Una vez acabadas las secuencias con el “Super Man”, se filmaron en el plató las escenas de la caída del “Green Hornet”, antes de pasar a las enormes piscinas del estudio para rodar los primeros días de los tres hombres en la balsa. Y para terminar, el equipo se trasladó a un auténtico paraíso, la playa Airlie, en Queensland del Norte, donde se rodaron las escenas de Louie entrenándose en la playa para los Juegos Olímpicos de 1940 (que no llegaron a celebrarse), mientras sus compañeros de las Fuerzas Aéreas descansan o se divierten… ajenos a lo que les reserva el destino.
GALERÍA DE FOTOS
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