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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
Tras tus incursiones en la comedia con El pequeño Quinquin en televisión y La alta sociedad en cine, has decidido embarcarte en un musical con Jeannette, la infancia de Juana de Arco, ¿por qué?...
Muy fácil, para embarcarme en una nueva aventura fílmica que no había explorado aún: el musical. Cualquiera sabe que la música puede tener una fuerza expresiva intensa, infinita, avasalladora... y tan instantánea quE pensé en convertirla en el elemento central de una película. La idea de adaptar a Charles Péguy y su versión de Juana de Arco vino a continuación, dado su impresionante empleo de prosa y verso, pero con alguna cautela: si la poesía es el culmen del arte, en nuestro momento actual es literatura imposible; es oscura, secreta, inaudible. La mantenemos escondida, por no decir arrojada al cubo de basura de la modernidad. La dificultad intrínseca del género lo ha convertido en pasado de moda, como consecuencia automática de lo contemporáneo.
¿Cómo escapa uno de ese dilema? Ante esa insensibilidad, ¿cómo se puede convertir la riqueza de Péguy en algo actual y accesible, atractivo para nuestra juventud?...
Sin la música, la poesía pasaría la mayor parte del tiempo desapercibida, como algo perdido y de culto. En esta historia, la música –misterio, canción, polifonía, vocal, opera, rock, variedades, electrónica– transporta tan bien la poesía que se podría pensar que es algo natural; sin su canción, la poesía sufre y queda inexpresiva. Casi pienso que esto es aplicable a todas las artes que, en sus distintas expresiones, encierran poesía y la transmiten más allá de sus límites, al mundo.
Nunca habría abordado Péguy, con su mareante poesía –en especial su Juana de Arco– si no hubiese encontrado el refuerzo de otro arte para transmitir su prosa y sus versos con el arma que es el poderoso teatro del cine. La música era obviamente ese otro arte, capaz de insuflar empuje y vida al texto. La música es la banda sonora, de la que Péguy es el libreto. Así nació una ópera cinematográfica.
Jeannette, la infancia de Juana de Arco narra los primeros años de Juana, antes de convertirse en la guerrera y mártir que todos conocemos. ¿Qué te dio la idea de revisitar esta figura histórica, que ya ha inspirado a numerosos cineastas, tan diferentes como Dreyer, Besson, Bresson y Preminger?...
Juana de Arco, como Bernanos escribió, es "una maravilla entre las maravillas". Es una figura prominente dentro de la mitología francesa, porque ninguna mujer ha amado tanto a Francia –en las convulsiones de la Guerra de los Cien Años– y Francia nunca ha sido tan amada.
A la manera de San Agustín, puede resumirse así: si no me preguntas qué es Francia, lo sé; si me lo preguntas, ya no lo sé. Es tan difícil expresar lo que es nuestro país, y al mismo tiempo, en lo profundo, lo sabemos perfectamente, y cómo nos atormentamos cuando nuestro país está siendo atormentado. La cuestión actual sobre la identidad francesa sigue sin respuesta, por no decir del revés. Juana de Arco responde rápidamente a esta honda pregunta, sencillamente con su vida. Contarla, narrar su vida, no es más que dejar escuchar lo que Francia es. Barrès solía decir que Juana de Arco es el milagro de la reconciliación nacional. Todos los franceses, sean realistas, populistas, nacionalistas, socialistas, agnósticos, devotos... encuentran en Juana lo que buscan; hasta ese punto su figura engloba la totalidad de los ideales y sensibilidades francesas, reuniendo en una sola persona todas las diversidades y contradicciones internas.
Hija del pueblo, viviendo en la pobreza e infortunio de su casta, horrorizada por la ocupación de Francia por los ingleses y por la ausencia en el trono del Delfín, alma atormentada por la maldición divina y la injusticia de la gracia, escogida por Dios, amada y luego abandonada por el rey... Pasó por todo, por cada sentimiento, por los más bajos, por los más elevados, por todos nosotros. Juana arrastra a Francia como nadie lo había hecho, de ahí su mística y su capacidad para simbolizar en un movimiento y un personaje el total de la infinita diversidad francesa. Y aunque Juana de Arco, santa y guerrera, ha sido abordada por el cine en múltiples ocasiones, su infancia sigue siéndonos muy desconocida. ¿Y acaso los héroes no nos iluminan más en las sombras de su luz, y en los detalles y contrastes de su mito? Ya he filmado a Camille Claudel en su día a día, en su existencia de espera, y la visita de su hermano Paul cuando ya había pasado casi treinta años abandonada en un manicomio. Del mismo modo, así buscaba a Juana: pequeña, latente y en desarrollo.
Péguy en Domremy, la primer parte de su obra sobre Juana de Arco, que escribió con veintitrés años, cuenta la infancia y adolescencia de Juana, hasta que parte para salvar Orleans. En 1910, con treinta y siete años, escribió El misterio de la caridad de Juana de Arco, un trabajo más lírico y poético, que abordaba el mismo periodo de la vida de Juana. Jeannette, la infancia de Juana de Arco es la adaptación al cine de El misterio, y como tal acaba donde el resto de películas acerca de Juana arranca. El film trata sobre el despertar de la joven Juana, el inicio de su vocación guerrera y espiritual.
La película se divide en dos partes diferenciadas, la infancia y la adolescencia. ¿Cómo has construido la narración?...
En la obra de Péguy, Juana comienza con trece años, y luego tiene dieciséis cuando marcha de Domremy. Buscando una actriz con aproximadamente esas edades, rápidamente encontré a una, amateur, que es quien la interpreta. Tenía trece años, pero pensé que estaba lo suficientemente crecida como para meterse en el corazón bullente de la joven Juana. También busqué a alguien más joven, y encontré a una niña de ocho años que parecía la adecuada, en cuerpo y alma, para representar la infancia de Juana. La niñez es el tema favorito de Péguy: somos niños menores de doce años. Con estas dos Juanas, la más niña y la mayor, podía abordar mejor el relato del largo germinar de su vocación –que el historiador Jules Michelet piensa que duró unos buenos cinco años–, desde la primera vez que escucha voces hasta que parte de Domremy.
Para Jeannette, la infancia de Juana de Arco has escogido el musical. ¿Cómo ha cambiado esto tu forma de trabajar?...
A la hora de dirigir, los musicales tienen sus propios códigos. La continuidad lírica y musical no encaja bien con la discontinuidad que suponen las tomas. El ritmo necesario para variar los enfoques fragmentaría los bailes y canciones; solo un storyboard muy preciso aseguraría la estructura correcta. Podíamos trabajar así por temas y por tomas, sin cronología, y luego encajar todo al montar.
Realmente me gusta este desorden, incluso a la hora de filmar películas tradicionales, lo que es fantástico para cualquiera que quiera huir de los aspectos más monótonos de cualquier aproximación cronológica, que es siempre la madre de la convención. El montaje está inspirado en todo este falso tumulto.
ACERCA DE CHARLES PEGUY...
Nacido en Orleans en 1873, Charles Péguy fue un escritor, poeta y ensayista, un talento único en el panorama literario francés. Comprometido intelectualmente, no encaja en los modelos de su tiempo: primero un socialista y libertario, no estuvo de acuerdo con el pacifismo e internacionalismo de su partido; luego se convirtió en un ferviente católico, aunque visto con suspicacia por la Iglesia. Su obra, fuertemente influenciada por la mística medieval (El tapiz de Notre-Dame), está plena de figuras como Juana de Arco (Juana de Arco y El misterio de la caridad de Juana de Arco). Péguy devolvió nobleza a los valores cristianos y nacionalistas, sobre todo en Eva, un fresco poético a mayor gloria del soldado francés, y advirtió sobre los peligros de la modernidad en El dinero, entre otras. Largo tiempo olvidado tras su muerte en combate en 1914, Péguy ha sido hoy en día redescubierto por intelectuales franceses tanto de derechas como de izquierdas, reclamando ambos su inestimable legado.