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NOTAS DEL DIRECTOR...
Envejecer es difícil para todos, pero especialmente doloroso para Jacobo Kaplan, quien a sus 75 años ha comenzado a hacerse preguntas peligrosas: “¿Qué sentido tuvo mi vida?”, “¿Es el mundo mejor gracias a mí?”. De niño, Kaplan llegó a creer que el hecho de llamarse al igual que el patriarca bíblico Jacob le reservaba un destino excepcional. Sin embargo hoy, los dilemas intelectuales y morales concernientes al lugar en el mundo que tanto él como su familia deberían ocupar, le angustian. Convertido en un patriarca sin patriarcado, miembro de una comunidad en la que es ignorado y de una familia desinteresada por su herencia cultural, Jacobo teme que la perdida del carnet de conducir sea una señal del inicio del fin. Un día, una ocasión se le presenta: su última oportunidad para sumergirse en una aventura que cambiara su vida por completo. Junto a su compañero de ruta, Wilson Contreras, la dupla emprende un épico viaje que los afectará de manera diferente. Siempre me han atraído especialmente los personajes con cualidades quijotescas, aquellos cuyo anhelo de aventura épica se opone firmemente a las circunstancias absurdas de la realidad. Los hombres que usan su imaginación fértil como una herramienta de la supervivencia de la existencia cotidiana aburrida, y al hacerlo, encuentran una manera de vengarse de la muerte y el olvido. A través de personajes que muestran contradicciones y fragilidad, mi objetivo es retratar una historia del hombre ante el miedo a la muerte, sobre lo que cree y quiere creer, sus valores y sus miedos ante la pérdida de identidad, sobre la innata voluntad de dejar una marca de nuestro efímero paso por el universo, gracias a esos pequeños y grandes momentos que hacen de nuestro viaje por este mundo, ridículo, pero siempre fascinante.