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La memoria de unos días de verano, de un secreto y de un primer amor puede abarcar toda una vida. Después del éxito de su corto No me quites, nominado al Goya y coronado con tres biznagas en el Festival de Málaga, Laura Jou ha dado el paso al largometraje adaptando la conocida novela homónima de Pep Puig, La vida sense la Sara Amat, una historia de adolescentes reconocida con el Premi Sant Jordi el 2015. La primera producción de ficción de La Xarxa de Comunicació Local, en coproducción con Massa d’Or (Pa negre, Incerta glòria), cuenta con guion de Coral Cruz y música de Pau Vallvé.
La mirada retrospectiva a un primer amor, los secretos y la pérdida son algunos de los temas de este viaje cinematográfico a los albores de la adolescencia ambientado en los años 80. La experiencia previa de Laura Jou como directora de actores y coach de niños ha sido decisiva para dotar de veracidad y naturalidad las interpretaciones de los jóvenes Maria Morera, que da vida a Sara Amat, una chica que desaparece en plena noche de verano, y de Biel Rossell en el papel de Pep, su cómplice, que la protege en su habitación de la casa de su abuela, interpretada por la actriz Francesca Piñón.
NOTAS DE LA DIRECTORA...
La vida sense la Sara Amat es un caleidoscopio de los veranos en el pueblo de los años 80. Veranos con los mayores se sientan a la fresca delante de casa, de primeros cigarrillos, de piscina clorada, de tardes de siestas larguísimas, de grillos, gallos y gatos, de enamoramientos, de canciones de radio, de hacerse mayor. De hacerse mayor a escondidas de los mayores. De hacerse mayor con tus amigos. De hacerse mayor a través del descubrimiento del sexo, de las mentiras. Hacerse mayor porque la infancia te queda pequeña.
Recuerdo muy bien esta época, y me rodeé de un equipo cuyos miembros, por generación, en los 80 teníamos la misma edad que nuestros protagonistas.
En este sentido pusimos en común una reserva de memoria compartida que llenó de verdad los escenarios, el vestuario y el sonido de los 80.
Cuando Isona Passola me propuso dirigir la peli, sabía que me la daba por mi trayectoria en la dirección de actores jóvenes, pero me planteaba un reto en cuanto a la parte visual. Tenía que poder explicar la historia, más allá de la dirección actoral. Tuve la suerte de tener mucho tiempo para imaginarla y crear metáforas visuales que estuviesen a la altura de la novela. Con la ayuda inestimable de Gris Jordana, la directora de fotografía, conseguimos una atmósfera visual mágica y evocadora.
El otro objetivo era que los niños fuesen los personajes, que formasen una pandilla de verdad, que la interpretación fuese auténtica, particular y verosímil. Por eso conté con un coach, Isaac Alcayde, que se hizo cargo de ellos durante dos meses antes del rodaje.
Fueron de colonias y crearon vínculos. Eso rezuma en la película.
Los niños nunca tuvieron el guion. Llegaron al texto del guion a través de improvisaciones de las escenas escritas. Compartían objetivos y antecedentes con los personajes escritos, y esto fue suficiente para desarrollar las secuencias. Así era cómo nos acercábamos a la realidad: en la vida, sabemos lo que queremos, pero no repetimos ninguna frase de memoria, las palabras surgen de la necesidad de comunicarnos.
LA PRODUCCIÓN...
Como miembro del jurado del Premi Sant Jordi, descubrí la novela La vida sense la Sara Amat de Pep Puig, que reunía todas las condiciones para una película: de suspense intenso pero de amor apasionado, de jóvenes pero para adultos, con una estructura en tres actos impecable y una psicología de los protagonistas grandiosa.
La Xarxa de Comunicació Local ha hecho posible su primera producción de ficción, La vida sense la Sara Amat, aceptando el reto y confiando desde el principio en un equipo de profesionales impecable, y ha quedado muy satisfecha.
La elegida para dirigir la película fue Laura Jou. La conocíamos bien porque había dirigido a los niños de Pa negre (2010), con un resultado aclamado internacionalmente, y porque tiene un currículum de dirección de actores nacional e internacional impecable.
Laura ha sido ideal para dirigir una historia en la que casi todo recae sobre la interpretación de los dos actores adolescentes que la protagonizan. Solo ella ha sabido llegar a sacar a relucir todo el miedo, la ternura, la inseguridad y la pasión de un amor adolescente con actores jovencísimos y noveles. Laura Jou, con el mejor equipo técnico y artístico, y con sus tablas, ha hecho una espléndida ópera prima.
Con La vida sense la Sara Amat, La Xarxa ha creado una «pequeña joya» del cine catalán y en catalán, y ha contribuido a poner en valor autores y obras que hacen grande y diversa nuestra cinematografía; para Massa d’Or ha sido un honor producirla con La Xarxa de Comunicació Local. La película pasa en un pueblo de veraneo al lado de una capital de comarca. Paisajes, personajes y emociones locales que cuando están bien hechas se convierten en los más universales. Y este es el objetivo de la buena televisión y el buen cine catalán.