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LOS AÑOS MÁS BELLOS DE UNA VIDA
INFORM MACIÓN
Titulo original: Les Plus Belles Années D'une Vie
Año Producción: 2019
Nacionalidad: Francia
Duración: 90 Minutos
Calificación: Autorizada para todos los públicos
Género: Drama
Director: Claude Lelouch
Guión: Claude Lelouch, Valérie Perrin, Pierre Uytterhoeven
Fotografía: Robert Alazraki
Música: Calogero, Francis Lai
FECHA DE ESTRENO
España: 13 Septiembre 2019
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Caramel Films


SINOPSIS

Se conocieron hace mucho tiempo. Un hombre y una mujer, cuya inesperada historia de amor, atrapada en un paréntesis que se ha vuelto mítico, ha revolucionado nuestra forma de ver el amor. Hoy, el ex piloto de carreras se pierde un poco en los caminos de su memoria. Para ayudarlo, su hijo buscará el amor al que constantemente evoca. Anne volverá y reanudará su historia donde la dejaron...

INTÉRPRETES

JEAN-LOUIS TRINTIGNANT, ANOUK AIMÉE, SOUAD AMIDOU, ANTOINE SIRE, MARIANNE DENICOURT, MONICA BELLUCCI, TESS LAUVERGNE, LAURENT PRIDHOMME, JEAN-YVES CRESSENVILLE, BERNARD WARNAS, BENJAIN PATOU, LAURENT DASSAULT

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   Un hombre y una mujer 2ª parte (1986)

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- Festival de Cannes 2019

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DECLARACIONES DEL DIRECTOR CLAUDE LELOUCH...
   Claude Lelouch siempre está en busca de emociones. Cada una de sus películas explora nuevos caminos para expresar lo que es más importante para él. Está enamorado de la vida, y le rinde homenaje en todas sus vertientes, las más fuertes y las más inesperadas. Es un maestro a la hora de inmortalizar esos momentos en la pantalla, momentos que parecen robados a la realidad.
   LOS AÑOS MÁS BELLOS DE UNA VIDA es una película sin precedentes, la primera en reunir a la misma pareja de actores icónicos y hacer que retomen, 50 años después, una historia que se ha hecho famosa en todo el mundo. Pero es mucho más que eso. El trabajo número 49 de Claude Lelouch es, por encima de todo, una visión singular de los aspectos más importantes de nuestras vidas, de la mano de un realizador apasionado e irrepetible. No es ni una conclusión ni un epílogo, sino algo completamente nuevo.

  Tuvieron que pasar muchas cosas para que esta película viera la luz. Lo primero era la imagen en la lejanía de una mujer y su perro por la mañana, en la playa de Deauville hace más de medio siglo. Era una imagen de la vida misma, que me llevó a crear muchas otras. Había que hacer una película elegante, una película que no desapareciera de la memoria. Tuve que recorrer París al amanecer para reproducir el recuerdo de un encuentro. Me caí y volví a levantarme; pasé por el éxito y el fracaso. Necesitaba libertad para hacer exactamente lo que quería. Necesitaba las dos caras intemporales de Anouk y Jean-Louis. Necesitaba captar una perspectiva de la vida a través del viaje de dos personajes, interpretado por dos actores excepcionales.
  LOS AÑOS MÁS BELLOS DE UNA VIDA extrae su autenticidad de una realidad que ha dejado huella en todos nosotros. Las imágenes del pasado se combinan con las actuales para producir un movimiento dinámico de ida y vuelta. Esto es lo que hace que LOS AÑOS MÁS BELLOS DE UNA VIDA sea una película universal.
  Los personajes consiguen vivir un nuevo comienzo. Me resulta tremendamente conmovedor ver a Jean-Louis y Anouk 52 años después, en el espacio de un segundo. Es un segundo de eternidad que produce una brecha en el tiempo. Las emociones hacen que el círculo se cierre. Y las imágenes de Jean-Louis y Anouk en dos épocas diferentes intensifican aún más nuestras emociones.
  No se trata de una secuela. Sabía que la película necesitaba involucrar también a los que no habían visto UN HOMBRE Y UNA MUJER. Necesitaba tener vida propia y ser independiente.
  La película retoma una historia de amor que tuvo lugar en 1966 y que dejó una huella indeleble en nuestra memoria. Es una película sobre los rastros que dejamos en los demás. En el primer flashback, Anouk Aimée envía un telegrama a Jean-Louis que dice: "te quiero”. Y esa declaración termina dando un vuelco a sus vidas. Todo comienza con un momento extraordinario en el que una mujer tiene el coraje de decir "te quiero”. Es lo más difícil que se puede decir al otro y, una vez que lo has dicho o escuchado, tu vida cobra sentido de repente. De repente, sientes que haber nacido es algo bueno; que toda la sangre, el sudor y las lágrimas han valido la pena. Esas dos palabras, "te quiero", lo compensan todo. Así que construí la película sobre esa idea. Todas estas imágenes son mucho más que clips de películas: se han convertido en parte de nuestros propios recuerdos. Nos pertenecen, como si nosotros mismos hubiéramos vivido ese romance. Un "te quiero" que pertenece a todo el mundo.
   Durante la fiesta por el quincuagésimo aniversario de UN HOMBRE Y UNA MUJER, vi que Jean-Louis y Anouk hablaban entre ellos. Pierre Barouh y Francis Lai también estaban allí. Todos reían y se lo estaban pasando muy bien. Volver a reunirnos fue maravilloso. Era como si algo hubiera quedado sin terminar, y ninguno de nosotros quisiera que terminara. Ese día comprendí lo que hacía que Anouk y Jean-Louis siguieran siendo tan especiales después de todos estos años. Pensé para mí mismo que sería fantástico volver a reunirlos, como una pareja de novios eternos que aún no habían pronunciado sus últimas palabras, unas palabras que también podrían ser las primeras.
  Pensé que permitir que vivieran un tiempo extra, con total libertad, podría ser la mejor apuesta de mi carrera. A nuestra edad, podría hacer que Anouk y Jean-Louis hablaran con total libertad. Al igual que yo, están en el tercer trimestre de sus vidas. Por fin podemos decir lo que pensamos de verdad, mientras que en la vida diaria, uno tiende a moderar las palabras.
  Unos meses después, volví a ver a Jean-Louis y, una vez más, me dije que tenía que filmar a este hombre. Se había convertido en un imperativo. Todo está escrito en su cara, todo lo que se ha dicho y lo que se ha quedado sin decir. Así que seguí adelante y le conté mi extravagante idea: “¿Te gustaría volver a hacer una película juntos?" Le dio miedo de que fuera una película innecesaria. Le dije que si no nos gustaba, no la estrenaríamos. Sus ojos se iluminaron. Extendió la mano y me dijo: "¡De acuerdo, vamos a hacerla!". Y salí corriendo.
  Anouk dijo sí de inmediato, porque es imposible que me diga que no. Pero tenía algunas dudas, al igual que Jean-Louis y yo mismo. Pero sabía que debíamos intentarlo. Cuando eres el único que está convencido de algo, es cuando estás más cerca de la verdad.
Cuando les mostré las primeras tomas unos meses después, ambos me dijeron: "Tenemos que estrenarla”.
  Una vez que aceptaron la idea, mis co-guionistas, Valérie Perrin y Pierre Uytterhoeven, y yo empezamos a escribir la escena en la que los dos personajes se reencuentran. Están sentados uno al lado del otro; es un reencuentro trágico, inútil, furtivo pero imprescindible. Cuando se me ocurrió esta escena, supe que valía la pena hacer la película, aunque solo fuera por esa escena. Si terminaba siendo un corto de veinte minutos, no me importaba: esos veinte minutos valdrían toda una vida. Pero lo que vino después, las situaciones, las emociones y la promesa de interacción, me llevó mucho más allá de esos veinte minutos.
  Ese primer encuentro condensa toda la emoción, la sorpresa, la destrucción, el humor y las contradicciones que encontramos en la base de todas las historias de amor. La vida es muy complicada, pero eso hace que me guste más. De hecho, sus imperfecciones también son francamente fotogénicas. Empecé con su reencuentro: lo que se dicen, lo que no pueden decirse, y todo lo que representan el uno para el otro. Arranque con la idea de que nada podía detenerse. La película también cuenta nuestra historia colectiva. La memoria nos susurra al oído que en la vida no existen las coincidencias; solo hay encuentros. Y hubo muchos encuentros para que esta película llegara a ver la luz.
  Tenía veintiséis años cuando hice UN HOMBRE Y UNA MUJER. Anouk y Jean-Louis ya eran estrellas de cine: Anouk por su trabajo con Fellini, y Trintignant por su trabajo con Vadim. Por extraño que parezca, abordé esta película con la misma mentalidad que la primera.
Había estrenado seis películas seguidas que fueron fracasos comerciales. Así que hice UN HOMBRE Y UNA MUJER como si fuera la última de mi carrera. Cuando haces algo por última vez, das todo lo que tienes, ya que no tienes nada que perder. Había escrito 30 páginas del guión y no había encontrado a nadie que quisiera hacerla. Ningún productor ni ningún distribuidor apostaban por mi idea. En aquel momento se estrenaron las primeras películas de James Bond. Eran el tipo de película por la que se arriesgaban. Así que me lancé yo solo y me endeudé. Sabía que si la película fracasaba, tendría que dedicarme a otra cosa.
  Quería filmar a un hombre y una mujer, no a un actor y a una actriz. Esa era la gran diferencia y se lo dejé muy claro a Anouk y Jean-Louis. Todos los días sucedió algo que logré capturar con la cámara. Cuando la acabamos, nos dio la impresión de que habíamos hecho una buena película, ¡pero estábamos seguros de que no se haría famosa en el mundo entero!
  Todos los que habían sufrido por amor vieron algo de sí mismos en UN HOMBRE Y UNA MUJER. La película se convirtió en una especie de manual de usuario para algo tan maravillosamente difícil como el amor.
  Nos dieron una Palma de Oro, un Oscar y otros 40 premios internacionales. Fue un éxito inmediato y a escala mundial. En un instante, la película había llegado a los corazones del público de todo el mundo. UN HOMBRE Y UNA MUJER cambió mi vida y las vidas de todos los que participaron en su creación. No eres el mismo después de algo así.
  Después del éxito de UN HOMBRE Y UNA MUJER, empecé a recibir ofertas increíbles de los grandes estudios estadounidenses. Eso me permitió comprender el éxito que había logrado. Hubiera tenido la oportunidad de rodar con Steve McQueen y Marlon Brando, dos actores que son la encarnación del cine. Pero a medida que pasaba el tiempo, me di cuenta de que lo que me proponían esos estudios era que me convirtiera en el prisionero de los productores y de los guiones, una posición carente de libertad creativa. El número de diálogos y primeros planos de cualquiera de los actores estaba decidido de antemano en un contrato. Eso no es lo que yo llamo cine. Decliné cortésmente sus ofertas y comencé a retroceder por el camino que se había abierto ante mí, buscando tesoros que tuvieran autenticidad. Eso es lo que me interesa. Creé un cine basado en la espontaneidad, y mi éxito me ha dado la oportunidad de ser un hombre libre. Cada una de mis películas es un experimento. He hecho 49 películas y he vuelto a la escuela 49 veces. He intentado averiguar 49 veces qué tipo de historia se puede contar con una cámara.
 
  Filmamos LOS AÑOS MÁS BELLOS DE UNA VIDA en trece días, en una carrera enloquecida. Sabía que teníamos que filmar rápido y capturar los momentos a medida que ocurrían, en lugar de estancarnos en los ensayos o desviarnos del camino. No quería prepararme antes de tiempo. Anouk y Jean-Louis ya estaban lo suficientemente inquietos. Abordé la película de la misma forma en que conduje el coche en mi primer corto titulado C'ETAIT UN RENDEZ-VOUS: como una metáfora de la existencia, atravesando la vida como atravesé París en 1976. Saltándome todos los semáforos en rojo, asumiendo todos los riesgos, haciendo frente a los peligros y llegando al otro lado... o no. El éxito de esta película no dependía de que yo dirigiera a los actores. Era algo más. Era la vida misma, y la vida nos regaló un gran espectáculo.
  Cuando llegué al primer día de rodaje, me dio la impresión de que me estaban llevando a la horca. Pero no me pusieron la soga alrededor del cuello. Por el contrario, me indultaron y me pusieron en libertad. Pero seguía siendo el momento más aterrador de mi vida.
En primer lugar, no faltaba luz, y eso es esencial. Vi el sol, y como estábamos planeando filmar en exteriores, era obligatorio tener la mejor luz de fondo para el pelo de Anouk.
  La primera escena que filmamos tuvo lugar en la tienda del personaje de Anouk. El hijo de Jean-Louis (Antoine Sire, el mismo actor de UN HOMBRE Y UNA MUJER) ve a la que se escapó, a la única mujer en la que aún piensa su padre. Souad Amidou (la misma actriz de UN HOMBRE Y UNA MUJER, que interpreta a la hija de Anouk) también está en esta escena. Los dos niños pequeños de la primera película tienen ahora 52 años más. Eso es lo que hace que las interacciones de los personajes sean tan auténticas y cercanas a la verdad.
  El segundo día, rodamos la escena en la que Anouk y Jean-Louis se reencuentran. Tiene 19 minutos y está rodada en tiempo real. Casi no hay improvisación. Van siguiendo el guión mientras se lo susurro cuando están en el escenario. Descubren el guión, y capturo ese momento en la pantalla. Quería que ese reencuentro fuera lo más espontáneo posible. No ensayaron. Esa mañana, durante el maquillaje, les di algunas notas para que las revisaran, pero no quería que supieran demasiado. Hicimos tres tomas. Fue un verdadero momento de reencuentro. Eso es lo que amo en el cine, y es lo que el cine puede ofrecer. Rodé una escena de 19 minutos en 19 minutos.
  Cuando llegué a casa esa noche, casi me derrumbé llorando. Sentí como si acabara de filmar lo que posiblemente era la escena más bella de mi carrera.
  Rodamos la película por orden cronológico, así que la energía que va recuperando Jean-Louis a lo largo de la película, cuando comparte el escenario con Anouk, también se iba apoderando de la película mientras rodábamos. La película se nutre de lo que estaba sucediendo en la vida real, como si estuviéramos documentando su reencuentro, pero con un guión muy preciso. Sabía que el diálogo era un factor fundamental en esta película. Lo que iban a decirse sería crucial y primordial.
  Al final, tuve una suerte extraordinaria de haber podido esperar 52 años para hacer esta película. Las cosas buenas les ocurren a los que saben esperar. El sentimiento de sorpresa y espontaneidad son fundamentales en esta película. Como si sólo les hubiera dicho a Anouk y Jean-Louis, "Nos vemos en Normandía tal día” y yo no tuviera nada que ver. Después de la escena del reencuentro, esa misma sensación de espontaneidad es la que nos permitió avanzar, como si la suerte estuviera de nuestro lado. Si hubiéramos ensayado de antemano, habrían experimentado esas emociones antes de empezar a rodar. Sabía que tenía que capturarlo todo día a día, tenía que exprimirlos y no darles la oportunidad de analizar o intelectualizar las cosas.
  Cuando Anouk lleva a Jean-Louis a su habitación de hotel en Normandía, donde hicieron el amor por primera vez en UN HOMBRE Y UNA MUJER, vi sus reacciones. Era como si los hubiera llevado a la escena del crimen. De hecho, esa habitación se ha convertido en una especie de museo. Me di cuenta de que estaban un poco inquietos, y que más allá de una pareja de actores había un hombre y una mujer.
  Cuando los llevé a la estación de tren o a la playa, a los lugares donde se había desarrollado su historia, pude ver en sus expresiones que algo estaba sucediendo. Ningún director puede hacer que se produzca ese tipo de momento. Ningún realizador puede crear un momento como ese. Todo está sucediendo en otro lugar. Así que comprendí que estaba filmando lo que representan, inconscientemente, 52 años de trabajo. Por eso digo que es una película milagrosa.

  De repente, lo que nos había asustado se convirtió en un juego. Nos estábamos divirtiendo. Dependiendo de tu temperamento, la vida es un juego de ajedrez o un juego de póquer. El deseo de seguir jugando nunca nos abandona.
  Además tuve la suerte de contar con un grupo de actores excepcionales que interpretan papeles pequeños pero importantes. Mónica Bellucci encarna a Elena, la hija de Jean-Louis, y sin la intensidad que aportó al papel en tan poco tiempo, el personaje no hubiera tenido tanta fuerza. Marianne Denicourt aporta humanidad a la película; es encantadora y alegre; es la luz que nos guía.
  Me impresiona la belleza de Anouk, que no ha perdido ni un ápice de su encanto y elegancia. Cuando veo el humor de Jean-Louis y su manera de ver la vida, pienso en todo lo que ha sufrido. Tuve la audacia de capturar la humanidad que ha extraído de su experiencia. Se ha nutrido de esa experiencia. Fui a verlo al teatro. Nunca he visto nada tan hermoso en un escenario. Cuando recita un poema, evoca momentos de extraordinaria gracia. Su voz contiene toda la verdad del mundo y su sonrisa todo su encanto. Junto a él, Anouk está radiante. Ella encarna su suerte, su memoria, su energía.
  Esta película, el reencuentro de dos personajes, es el retrato de una mujer y un bribón: un hombre que amaba a las mujeres y la vida, que era infiel, con todos los defectos del mundo. Es el retrato de un pícaro que se quedó en el terreno del humor y la comedia, que nunca tuvo miedo a nada. Ella, por otro lado, es una auténtica dama, una mujer que cree en la fidelidad y en un amor verdadero.
  La muerte no forma parte de esta película, solo la esperanza. Nunca había visto tanta belleza en los dos. Es reconfortante y conmovedor verlos marcharse juntos al final, como una pareja de aventureros. Tenía lágrimas en los ojos mientras rodaba.
  El amor es el arte del presente, y el presente es todo lo que tenemos. Contiene todas las virtudes. Aunque a los protagonistas de mi película solo les quedara una hora de vida, esa hora sería la mejor. Por eso tomé prestada la frase de Víctor Hugo: "Los mejores años de la vida son aquellos que aún no se han vivido”. He estado obsesionado con esta frase, y se ha deslizado en muchas de mis películas. La verdad es que no hay nada mejor que el presente.

  Cuando le hablé de la película a Francis Lai, él también tuvo ciertas dudas. Le dije que necesitaba su mejor tema musical, ese que todavía no había escrito. Las canciones eran una parte esencial de UN HOMBRE Y UNA MUJER. El mejor comentario sobre una película es una buena canción. Le dije que quería que hubiera dos: “Les plus belles années d'une vie" y "Mon amour”. Son las dos últimas canciones temáticas que Francis escribió, y son absolutamente devastadoras.
  Le pregunté a quién tenía en mente para la orquestación, y sugirió a Calogero. Era un buen momento ya que acababa de grabar un video musical con él. Es un ser humano increíble, maravilloso. Fuimos a casa de Francis, y Francis tocó sus dos composiciones para él. Calogero se quedó impresionado y dijo que sí en el acto.
  Así que me puse a trabajar con Francis y Calogero. Didier Barbelivien, otro de mis colaboradores que conoce bien mi trabajo y mi forma de pensar, escribió las letras. Una vez más, Nicole Croisille tuvo a bien prestarnos su voz y su estilo único. Quería combinar las voces de Nicole y Calogero. Juntos, los dos tonos de voz reflejan perfectamente la intemporalidad.
  Francis Lai estuvo presente en la grabación antes de dejarnos. Le maravilló la orquestación de Calogero.
Después, Calogero me hizo una visita y me dijo con gran modestia que había compuesto una pieza que podría encajar en la película. La escuché: era un vals maravilloso que encajaba a la perfección en la película. También le emocionó volver a orquestar el tema de UN HOMBRE Y UNA MUJER. El tema tiene una densidad descomunal, como si lo hubieran compuesto hoy.

  Durante el proceso de montaje, soy la primera persona que ve mis películas. Cuando vi la cara de Jean-Louis por primera vez, que la cámara deja ver lentamente como si fuera un recuerdo que sale a la superficie, y la cara de Anouk, que parecía estar perdida y lúcida a la vez, me eché a llorar. Era como si estuviera redescubriendo sus caras y las huellas que el tiempo había dejado en sus rostros. Las escenas de su primer reencuentro, filmadas 52 años antes, me vinieron inmediatamente a la mente. Había transcurrido medio siglo. Volví a llorar viendo la escena del reencuentro.
  He mezclado muchas veces el pasado con el presente, pero en esta ocasión tuve la sensación de haberlo logrado algo que sólo estaba en mis sueños. Filmé el presente y el pasado lejano con las mismas personas con la edad real que tenían en cada periodo de tiempo. Sin maquillaje, sin actores que interpretaran a los personajes más jóvenes o mayores. El mismo par de caras, transformadas por el paso del Tiempo. Puedes leer las secuelas de la vida en sus caras. La vida real y su mitología, lo que sabemos y lo que imaginamos sobre Anouk y Jean-Louis, se mezclan con la ficción, que a su vez se basa en la realidad. Es un metadrama profundamente conmovedor, pero también repleto de humor, como si fuera un desafío al paso del tiempo.


DECLARACIONES DE ANOUK AIMEE...
  “Cada vez que Claude me pide que trabaje con él, no dudo en decir que sí, aunque sólo sea una breve aparición en la pantalla. Claude significa mucho para mí. Es familia. Dicho esto, tuve algunas dudas cuando me dijo por primera vez que quería hacer esta película. Por un lado, tenía muchas ganas de rodar con él, pero por otro lado, me preguntaba cómo resultaría la película. ¿Cómo retomas una película tan trascendental? No es muy normal que alguien te pida retomar lo que pasó hace 50 años. Es un momento histórico: es la primera vez que los actores asumen los mismos papeles 52 años después. Confié en él porque el director siempre ha sido lo más importante para mí. Son los que se ganan la confianza que yo deposito en ellos. La personalidad y el carisma de un director son factores decisivos para mí. En este caso, decidimos enseguida seguir adelante con el proyecto y no lo he lamentado.
  Cuando a Claude se le ocurrió la idea de UN HOMBRE Y UNA MUJER, lo que nos dijo fue lo que convenció y no las pocas páginas del guión que tenía escritas. Recuerdo que lo conocí en casa de Jean-Louis y Nadine. Nadine era amiga mía. Había hecho la película especialmente para nosotros y la idea me tentó. Conocía un poco a Jean-Louis porque habíamos trabajado en una película en Italia, pero no habíamos actuado juntos.
  Claude tiene una relación muy orgánica y dinámica con la cámara. He trabajado con Alexandre Astuc, que también tiene un enfoque muy poco estructurado, pero Claude es algo más. Había trabajado con Jacques Demy, un director muy suyo. También había trabajado mucho con directores italianos, que tienen un enfoque más dinámico y enérgico que los directores franceses. Pero Claude es único. Ha realizado tomas que se han vuelto icónicas. Es imposible definir la manera de dirigirnos. En primer lugar, es una forma de vivir. Es inclusivo y familiar, enérgico y entusiasta. Con él, todo es inesperado y espontáneo. Lo que hace que Claude sea único es el entusiasmo y la pasión increíble que sigue teniendo.
  Nadie hubiera predicho el gigantesco éxito que supuso UN HOMBRE Y UNA MUJER. Fue una sorpresa increíble, una sorpresa maravillosa. Un sueño hecho realidad. Siempre recordaré la noche en que Claude ganó el Oscar. Cuando subió al escenario para recibirlo, todos en la sala se pusieron de pie. Hollywood le dio una ovación atronadora. Fue un momento bastante surrealista después de todo lo que habíamos pasado para hacer la película. Nosotros mismos transportábamos el equipo. Yo me maquillaba sola. La peluquera también se ocupaba del vestuario. Todo se hizo con un presupuesto muy ajustado, así que cuando llegamos a la ceremonia de los Oscar, parecía irreal. Es un recuerdo muy importante para mí.
  Y 52 años después, Claude me cuenta que quiere hacer esta película. Me fío de él sin hacer preguntas. Como de costumbre, no hay ensayos. Nos dimos cita en Normandía. La primera escena que rodamos se desarrolla en la tienda, con los hijos, los mismos hijos de la primera película. Escucho lo que me dice Claude y lo hago. No me lo pienso. Confío totalmente en él. Con Claude, te sumerges, y si algo no sale bien, él te lo dice. Dejas que te guíe. Vives el momento, lo escuchas. Intentas expresar algo, y luego vuelves a empezar.
  Mi primera escena con Jean-Louis es nuestra conversación en las instalaciones de la residencia cuando voy a visitarlo. Me recuerda un poco, pero la verdad es que no me reconoce. Me cuenta cosas de esa mujer que amaba más que a nada en el mundo, y yo le recuerdo mucho a ella, hasta el gesto más pequeño. Cuando llegué, él me miró y fue un momento muy perturbador. Pensar que él era la persona que yo había conocido y ahora sólo representaba para él un recuerdo... Fue algo extraordinario.
  De vez en cuando, Claude nos susurra los diálogos. A veces nos deja continuar. Nos sabemos nuestros diálogos, pero él nos nutre con más ideas a medida que se le van ocurriendo, mientras observa nuestros rostros y nuestras expresiones. Así que tenemos que seguirle el juego, en todos los sentidos del término.
  Sentí muchas emociones diferentes al volver a interpretar a este personaje. En primer lugar, la sensación de redescubrir a Jean-Louis y a mí, UN HOMBRE Y UNA MUJER, cara a cara. Ya no es exactamente el mismo hombre, y yo tampoco soy la misma mujer, como ocurre en la película. Ambos hemos cambiado. En la película, él es que más ha cambiado, ya que su personaje no me reconoce. Yo retomo la historia donde se quedó de forma más directa que él. Solo le recuerdo a alguien, mientras que yo sé quién es. Tengo que perdonarle por lo que hizo en el pasado y comprender su presente.
  Después de todos estos años, el personaje de Anne Gauthier ha regresado a mi vida. Está claro que todas las cosas que yo he vivido, observado, aprendido y absorbido han calado en ella. Pero yo no intento analizar las cosas; solo las vivo en el momento presente, como ocurre en la vida real. Me gusta la espontaneidad tanto como a Claude.
  Claude nos llevó a los lugares donde discurrió la primera película para ver cómo reaccionábamos. Era una especie de emboscada emocional, pero estoy acostumbrada y no tenía miedo, porque confío en él. Cuando estaba en la habitación del hotel con Jean-Louis, no le daba muchas vueltas a la situación. Si analizo demasiado pierdo espontaneidad. No se trata de actuar, sino de provocar emociones. ¡Ese es el cine de Lelouch! Claude me coloca en una situación, y yo me limito a existir de acuerdo con el guión. Por eso trabajar con él es un placer. Es una maravilla experimentar y vivir el momento, las situaciones que se le ocurren. La cámara está ahí para capturar lo que le das. La cámara me ama, y yo le devuelvo el favor. En el teatro es diferente: cada noche te sientas y analizas lo que has hecho. Pero si me pusiera a buscar una explicación, perdería esa sensación de sorpresa. Se volvería demasiado intelectual, y menos visceral. Necesito sorprenderme, incluso cuando estoy actuando. Claude es mi director ideal. Me transporta constantemente al límite de la sorpresa o de la inestabilidad.
  Rodamos todo en menos de dos semanas. Claude es el único que puede hacer algo así. Cada vez que trabajo con él ocurre lo mismo. UN HOMBRE Y UNA MUJER también se rodó en muy poco tiempo. Lo que llevó más tiempo fue viajar a las diferentes localizaciones.
  Paradójicamente, aunque Claude haya cambiado, su cine no lo ha hecho. El Claude que conocemos hoy ya estaba en UN HOMBRE Y MUJER. Pero las cosas han cambiado. La vida ha evolucionado, y también las técnicas. En la primera película, Claude llevaba una cámara que pesaba muchos kilos. Ahora es mucho más ligera. La técnica de la que disponemos hoy hace que sea más fácil rodar y, como resultado, facilitar la actuación y la dirección, aunque en última instancia seguimos estando frente a una cámara.
  Por encima de todo, el cine articula maravillosamente bien la experiencia humana. Una película de éxito es como una gran historia de amor. Siempre es difícil explicar por qué amamos a alguien. Cuando las cosas van mal, se buscan los motivos y, en este caso, no veo ninguno”.


DECLARACIONES DE JEAN-LOUIS TRINTIGNANT...
  “La primera vez que Claude me contó su idea, le pregunté por qué quería hacerlo. Me preguntaba a quién podría interesarle una película como ésta, pero él insistió, y al final me convenció. Ese es el poder de Claude: dirige personas, tanto en sus proyectos como en sus películas. Así que acepté. Hicimos la película y no me arrepiento, porque rara vez he hecho algo tan agradable.
  Cuando rodamos UN HOMBRE Y UNA MUJER, hace más de 50 años, yo ya había hecho 40 películas, muchas de ellas italianas. Pero esa película fue la mayor sorpresa de mi carrera de actor. Ya había visto algunas películas de Claude. Eran muy buenas, pero faltaba algo. Yo era amigo de Pierre Barouh, el compositor, y fue él quien me puso en contacto con Claude. Lelouch me pareció un tipo bastante raro... Nos quedamos a dormir. Se levantaba temprano y muy en forma. Se iba a correr; no bebía; no fumaba. No se parecía en nada a nosotros. Ya hacía gala de una disciplina extraordinaria. A día de hoy, solo le he visto hacer algo si realmente cree en ello. Tiene una fuerza tremenda que no he visto en muchas personas.   Así que merece el éxito que ha cosechado. A pesar de todo lo que ha tenido que luchar y soportar por ser libre, no ha dejado de ser optimista.
  Cuando rodamos UN HOMBRE Y UNA MUJER, me di cuenta de que filmaba con su propio estilo, muy instintivo y singular. Nunca he visto a nadie trabajar de esa manera. Es posible que UN HOMBRE Y UNA MUJER haya sido la experiencia que más me ha marcado en el cine, pero nunca pensé en repetirla.
  Esta nueva película ha sido un sueño para mí, ¡un sueño maravilloso! Dejo que Claude me guíe. Por supuesto, en la película y en mi personaje hay muchas cosas que se parecen a mí, que vienen de mí.
  Tenía un guión, pero era corto: solo 15 páginas. Claude desarrolló mucho más las escenas. Él filma mucho, aunque no lo incluye todo en el montaje final. Le encanta hacer eso. Tiene que filmar cada segundo. En una jornada de ocho horas, rodábamos siete horas. ¡Mucha actividad!
  Yo seguiría a Claude hasta el fin del mundo. Él consigue sacar algo diferente de mí. Tiene tanta energía y es muy imaginativo. Nunca me he sentido tan próximo a un director. Le encanta rodar... Es lo que da sentido a su vida; es maravilloso. Y no le paralizan las cosas pequeñas. En el cine, solemos dedicar mucho tiempo a los detalles. Con él, es diferente. Él tiene una idea y nosotros la rodamos. Lo experimentamos juntos, sin perder tiempo ni energía. Espero que todas las personas a las que quiero -y a las que no quiero- tengan la oportunidad de hacer una película con Lelouch. Es el sueño de un actor hecho realidad.
  Volver a conectar con Anouk 52 años después también fue genial. Ella me encanta; es una amiga maravillosa. Asumir el mismo papel 52 años después es una experiencia única. Creo que nadie lo ha hecho.
  Para las generaciones más jóvenes, UN HOMBRE Y UNA MUJER es un fenómeno cinematográfico que les queda muy lejos. Es una historia de amor que se convirtió en un ícono en su época, y ahora ha vuelto. Los flashbacks de la primera película son profundamente conmovedores, porque nuestras caras cuentan la historia de todo lo que nos ha ocurrido en la vida, y en un tono más ligero y más libre de lo que era posible entonces. En UN HOMBRE Y UNA MUJER, nuestros personajes se buscaban mutuamente; estaban buscando el amor; estaban descubriendo la vida. Esta vez, se reencuentran con el bagaje que ha dejado huella en sus vidas. Eso es todo un logro.
  Claude rodó todo muy deprisa, algo que le encanta a los actores. Fue un momento mágico e increíble. Es otra hazaña extraordinaria. Ningún otro realizador es capaz de rodar un largometraje en diez días. Es algo que sólo puede hacer Claude Lelouch. Trabajó en las dos últimas películas de Haneke. Antes de hacer esta, le pregunté a Claude qué realizadores le gustaban, y mencionó a Haneke. Eso me hizo muy feliz, porque es un estilo que es muy diferente al suyo, pero le gusta, porque a Claude le encanta el cine, en todos sus estilos, siempre y cuando sea sincero.
  Yo ya no tengo ganas de hacer películas. Si esta es la última que hago, estoy satisfecho. Estoy feliz, porque no pensé que podría hacer otra película de éxito, y estoy seguro de que esta lo será. Por otra parte, tampoco me chiflaba hacer películas hace 50 años.
  La verdad es que no quería ser actor. Creo que hubiera sido más feliz haciendo una carrera en la que no hubiera sido el centro de atención, como un vulcanólogo o un músico. Hubiera sido más feliz. Este trabajo puede ser muy satisfactorio, pero siempre es una sorpresa. He hecho más de 110 películas. Hay algunos éxitos, pero son pocos y distantes entre sí. Debería haber hecho 11 películas en lugar de 110.
  Cada vez que me ofrecían un papel, respondía con total sinceridad que había otros que lo podían hacer mejor que yo. Pero los productores insistían y decían que me necesitaban, y acababa haciéndolas. La verdad es que a veces digo tonterías porque he sido muy feliz siendo actor. Y ahora me siento muy feliz de hacer esta película.
  El cine ha cambiado. No lo digo por la edad que tengo, sino porque las películas ya no se hacen de la misma manera. Se da demasiada importancia a los aspectos técnicos y a los trucos. Pero sigue habiendo muy buenos actores, sobre todo en Francia. Antes, un especialista hacía cosas increíbles en una película; ahora todo se hace digitalmente. Filman a ocho actores y hacen que parezcan 8.000. Todo se ha vuelto mucho más fácil en el plano técnico y eso ha creado un ambiente de rivalidad constante que no tiene sentido. Hoy en día, no se pide a la gente que arriesgue su vida por una película, y en eso consiste el cine. Es lo que quería ver el público. Creo que era maravilloso arriesgar nuestras vidas de esa manera, incluso cuando el riesgo no era tan grande. Ahora los ordenadores pueden superarnos. Afortunadamente, para aquellos que quieran arriesgar sigue existiendo el teatro.
  Esos momentos de autenticidad que captura la cámara son las únicas cosas que han resistido a los ataques de tecnicismo. Y es lo que hace Claude. Él siempre busca eso, y por esa razón LOS AÑOS MÁS BELLOS DE SU VIDA es un éxito. Es una película sobre dos personajes mayores, pero es una película que ofrece esperanza. No es el fin de algo. Es una continuación, y el comienzo de otra cosa: el comienzo de una nueva relación entre ambos.
  Esta película me hizo mucho bien personalmente. Llevaba años sin ver a Claude y lo lamento, porque es un hombre extraordinario. Es un tipo genial. Creo que su película también le hará bien al público. Claude es muy optimista, y tiene razón para serlo”.


DECLARACIONES DE CALOGERO (Compositor)...
  “Lelouch es uno de esos pocos realizadores que no deja indiferente a nadie. Provoca emociones en la gente. No importa que lo ames o lo odies, todo el mundo lo respeta y reconoce su sinceridad. Personalmente, me encantan sus películas. Siempre he admirado la forma en que logra sacar algo nuevo de sus actores. En sus películas, los actores que creemos conocer siempre revelan una faceta de sí mismos que no habíamos visto hasta ese momento. ¡Con Claude Lelouch, hasta Bernard Tapie me pareció conmovedor! (Bernard Tapie: hombre de negocios y político francés que también actuó para Lelouch). También sabe por dónde van las cosas, y no le asusta contratar a recién llegados. Claude Lelouch y sus guiones encierran una fuerza vita muy particular. Es un apasionado del cine que ha trabajado con los mejores en su campo.
  La primera vez que trabajé con Claude fue cuando le pregunté si le interesaría rodar el video musical de una de mis canciones, "Fondamental”. No nos conocíamos, pero él aceptó de inmediato. Hizo un vídeo maravilloso. Él recreó el piso de Echirolles donde crecí, con todos los instrumentos que teníamos, los posters y los discos que solía escuchar. Como suele ocurrir con Claude, la idea con la que comenzó lo llevaba a otra, y así sucesivamente, hasta que dio con algo que nadie había previsto pero que encajaba perfectamente con el tono que buscábamos. Cuando Claude Lelouch tiene una idea, en realidad son 1.000 ideas. Su trabajo es arrollador y lo abarca todo, pero al mismo tiempo está muy bien estructurado. Es como si fuera un maestro del cine y un niño al mismo tiempo.
  Cuando hicimos el video musical, tuvo la oportunidad de saber más sobre mi música. Yo aprendí música escuchando a Ennio Morricone, que era un modelo perfecto. Es un compositor genial, y siempre soñé con componer la banda sonora de una película como él lo hacía. Lo que ocurrió a continuación fue una serie de coincidencias, de esas que le gustan a Claude. Unos meses después, Lelouch se puso en contacto conmigo y me dijo: "Tengo una idea loca”. ¡La secuela de UN HOMBRE Y UNA MUJER! Le dije que la música para esa película es de Francis Lai, y que me encantaba su trabajo. Cuando era niño, el tema de "Étoiles du cinema" (que se escuchaba antes de la película de la noche del domingo en la televisión francesa) formaba parte de mi ADN. En ese momento no sabía que era una de las melodías de Francis, pero fue una fuente de inspiración para mi hermano y para mí. Claude me dijo: “Le llamaremos. Él ya escribió dos canciones, y quiero que las orquestes, las arregles y las cantes”. Y justo después, conocí a Francis. Lo que no sabía era que él también quería colaborar conmigo. Claude filmó el momento en que nos conocimos, capturando toda la admiración que siento por Francis y las ganas que teníamos de conocernos.
  Francis tocó las piezas que había escrito y me dijo que sería genial que yo escribiera otra para acompañar a las dos que él había escrito. Nunca olvidaré ese momento. Fue en su casa. Le escuchaba tocar y parecía un niño. Sus ojos estaban llenos de asombro, como los de un niño. Estaba tan contento de tocar sus piezas para mí. Yo tenía lágrimas en los ojos, y él lo vio. Tenía 86 años. Se preguntaba si me iba a gustar. Su música era maravillosa, absolutamente magnífica. Y así surgió una verdadera colaboración entre nosotros: arreglé y orquesté las canciones y melodías de Francis Lai, y compuse otra pieza, un vals, "Le bal du Moulin de la Galette", que se escucha a lo largo de la película.
  Vi UN HOMBRE Y UNA MUJER por primera vez hace cinco años, pero es una película que forma parte de nosotros, la hayamos visto o no. Forma parte del inconsciente colectivo. Había visto clips de la película en el programa de cine de Pierre Tchernia; Vi tantos clips de UN HOMBRE Y UNA MUJER que se había convertido en parte de mí. Es una parte de todos nosotros. Es una película increíble porque suceden muchas cosas y al mismo tiempo no sucede nada. Es tan sutil como la vida misma: una variedad de pequeñas cosas que transforma destinos enteros. Ese es el poder que tiene la película. Todos podemos identificarnos con los personajes. Cuando Claude me pidió que trabajara en la nueva película, me encantó que todo el equipo original formara parte de ella: los actores, algunos miembros del equipo técnico, Nicole Croisille, Francis, etc. Para mí fue como si Claude y Francis me dieran la bienvenida a una familia a la que siempre quise pertenecer.
  El tema musical de UN HOMBRE Y UNA MUJER es muy potente. Francis supo describir la vida con unas pocas notas. El tema es tan potente como el olor del café por la mañana. El olor del café tiene un componente emocional; es un punto de referencia sentimental que nos transporta a nuestro pasado más íntimo. Significa algo para todos, incluso si ese algo es diferente para cada uno de nosotros. Es un pequeño detalle que nos devuelve a nuestras propias vidas. Es imposible imaginar un mundo sin el olor del café. Y ocurre lo mismo con esta música: Francis Lai logró componer una música que se ha convertido en parte de nuestras historias personales.
  Trabajamos juntos como suelo hacerlo con mi hermano. El compone la música y yo hago los arreglos. Francis me dio la música que había compuesto en el acordeón, y me fui a casa inmediatamente para empezar a trabajar en los arreglos. A él le encantó el resultado.
  Me había pedido que escribiera una nueva pieza para la película, pero yo quería recuperar el tema icónico que todo el mundo conoce: "Dabadabada”. Francis no había pensado en utilizarlo, pero le encantó el resultado. Y trabajamos juntos hasta que llegamos a un momento extraordinario: la grabación. Francis vino al estudio. No lo sabíamos entonces, pero ésta iba a ser su última sesión. Me dio la sensación de que estaba contento y muy satisfecho con el trabajo que yo había hecho.
  He visto dos veces LOS AÑOS MÁS BELLOS DE UNA VIDA, y cada vez tuve la misma reacción. Me conmueven las actuaciones de los dos actores. Son increíbles. Son el pilar de la película y Claude la captura. Los filma con una gran humildad. Coloca la cámara y deja que llenen el espacio. Es un espectador que admira lo que está presenciando. No le pide a los actores que sean lo que fueron hace 50 años; sólo les pide que sean ellos mismos, con todo lo que han vivido. En eso reside el poder del cine. Además, el sentido de la lealtad es lo que permitió a Claude reunir a un equipo que lleva 52 años con él, además de algunos recién llegados como yo.
  Esta es mi primera banda sonora de verdad. He tenido algunas experiencias componiendo música para películas, pero nunca estuve tan satisfecho como ahora. Rechazo muchos proyectos porque quiero que exista una colaboración estrecha, y sobre todo quiero que la gente venga a mí por mi La música, mi mundo, mi sensibilidad, y no por mi éxito. Quiero poder trabajar en un ambiente de confianza. Y es lo que me ocurrió con Claude y Francis. Fue una experiencia única para mí. Desde niño había soñado con acceder de esa forma mundo de la música para el cine”.

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