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NOTAS DEL DIRECTOR...
'La Vampira de Barcelona' es un thriller de época basado en hechos reales, acontecidos en la ciudad condal en 1912, de los que separamos contenido y tesis, que relata la fabricación de un monstruo con el fin de ocultar a los auténticos monstruos.
Formalmente, es una historia de misterio y terror con una puesta en escena onírica y gótica que acerca al mundo de los cuentos clásicos. El Raval, y todo lo que ha significado este barrio en nuestro imaginario, es uno de los protagonistas indiscutibles de la película, que huye de la réplica
exacta para centrarse en la atmosfera de la época en un entorno urbano e industrial. Este recurso permite ciertos juegos escenográficos que presentan el barrio como un entorno laberíntico en el que el mundo laboral y el mundo del ocio, el comercial y el doméstico, se alternan en un constante juego de transformaciones.
Estas calles, que pueden encogerse o elevarse amenazadoramente ante nuestra mirada, conducen de un mercado de calle lleno de gente hasta el Paralelo más grotesco, de un burdel a un almacén, o de un modesto taller textil hasta un nada recomendable comedor popular. El film se mueve, también, entre la superficie y un subterráneo infernal, dualidad que ilustra la estética industrial como si de un motor transformador se tratara; un Moloch que devora a sus trabajadores como si fueran combustible.
Así, la película distingue dos grandes mundos muy diferenciados en la Barcelona de principios de siglo XX. El de los ricos, superficie y apariencia, siguiendo referentes pictóricos como Ramón Casas, Francesc Masriera o Rusiñol, y emplazamientos emblemáticos como el Gran Teatre del Liceu; y el más popular, conectados a través del prostíbulo. En este espacio se reúnen al mismo tiempo el vicio, el lujo y la excentricidad, pasando a un imaginario más exagerado, unos colores más intensos y saturados, de ambientes más cargados, de cuento de terror, similares a la pintura expresionista germánica. Este submundo donde se estrechan los lazos entre el mundo de los ricos y de los pobres es el de Enriqueta Martí, La Vampira de Barcelona.
LA PRODUCCIÓN...
Enriqueta Martí, bautizada como ‘La Vampira del Raval’, es la protagonista de una de las leyendas negras más dantescas de Barcelona de todos los tiempos. Nacida en 1868, su nombre ocupó las portadas de los periódicos del momento después de la desaparición de una niña. Las investigaciones posteriores revelaron una serie de asesinatos macabros que convirtieron su historia en uno de los capítulos más oscuros de la crónica negra barcelonesa.
Enriqueta fue acusada de secuestrar niños, proxeneta y asesina en serie, así como de elaborar ungüentos con los flujos corporales de sus víctimas para venderlos a las clases altas de la ciudad, y de ocultar los cuerpos de los niños tapiándolos en las paredes de su casa.
Este caso ha generado miles de páginas en diarios, novelas, obras de teatro e incluso un musical, si bien hay también libros que desmienten la versión más conocida de los hechos, como Desmontando el caso de la Vampira del Raval, d’Elsa Plaza, o un ensayo de Jordi Corominas, donde se afirma que el único crimen que cometió Enriqueta Martí es el secuestro de una niña, fruto de su desequilibrio psicológico.
Sea como sea, el sórdido caso de Enriqueta Martí es una leyenda ampliamente conocida por todo el mundo y que sobrevuela el Raval, uno de los barrios más emblemáticas de Barcelona. La ‘Vampira del Raval’ está presente en el imaginario colectivo y actualmente es también conocida por el público más joven gracias a la serie española de culto El Ministerio del Tiempo (TVE), que dedicó un capítulo a su personaje.
La película plantea, pues, el atractivo de viajar a otra época y reflexionar sobre la dualidad de un personaje femenino maltratado y sobre quién eran los verdaderos monstruos de esta historia: dos mundos opuestos, separados por la gran escala social, y a la vez siniestros.
Se trata de una película de género –terror, thriller– visualmente exquisita y con autoría propia, tanto a nivel narrativo como visual. El debut en el largometraje cinematográfico de Lluís Danés es una apuesta por un imaginario onírico donde el contraste entre los dos mundos –alta burguesía y clases populares de la ciudad– se hará evidente a través del guion pero también del vestuario y dirección artística, con escenarios creados expresamente para el film que transportan a un Raval donde el objetivo no es la reconstrucción exacta sino la creación de un evocador universo particular.