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NOTAS DEL DIRECTOR...
LA SALA DE CRISTAL (DAS GLASZIMMER) se desarrolla en 1945, poco antes del final de la Segunda Guerra Mundial, y para el director es una película relevante socialmente, llena de profundidad, anclada en un contexto histórico, pero también dotada de detalles ligeros y de poesía.
«Los testigos contemporáneos están desapareciendo. Los recuerdos de testigos contemporáneos como Josef Einwanger (guionista) son importantes y tenemos que contarlos. Es importante enseñar a los niños y jóvenes de hoy la mecánica interna de la seducción y, por tanto, los terribles efectos del ejercicio arbitrario del poder. La historia exige cierta dureza en la narración, pero también debe entretener y cautivar al público joven. Experimentarás cómo se explota la necesidad natural de "querer pertenecer" a través del principio de "aventura, zanahoria y palo" a favor de un sistema criminal».
«La verdadera guerra retratada en el film no es por lo tanto la de las deflagraciones y las sangrientas masacres, sino la batalla interior de un niño en edad de transición que se ofrece a los espectadores como protagonista de las nuevas generaciones que crecieron al final de la contienda, y que, parece decirnos la cinta, tuvieron que asumir la culpa y los horrores heredados de sus progenitores. El relato adquiere tono de melodrama clásico al plantear una compleja relación paterno-filial en la que el padre deberá esconderse en su propio hogar, como si fuera un monstruo al que ocultar (y condenar o salvar), ante la incertidumbre de un hijo que debe debatirse entre recibirle como un héroe o como un traidor».