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LAS HIJAS DEL CALIFATO
INFORMACIÓN
Titulo original: Rabia
Año Producción: 1977
Nacionalidad: Bélgica, Francia, Alemania
Duración: 94 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años
Género: Drama
Director: Mareike Engelhardt
Guión: Mareike Engelhardt, Samuel Doux
Fotografía: Agnés Godard
Música: David Chalmin
FECHA DE ESTRENO
España: 13 Diciembre 2024
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Adso Films


SINOPSIS

Impulsada por la promesa de una nueva vida, Jessica, una joven francesa, viaja a Siria para unirse al Daesh. En la ciudad de Raqa, es acogida en una casa donde mujeres de todo el mundo esperan convertirse en esposas de los combatientes. Pronto, Jessica se gana la confianza de Madame, la carismática y temida directora del centro, quien ejerce una fascinante y peligrosa influencia sobre ella. Esta relación, marcada por la sumisión y el control, empuja a Jessica más allá de sus propios límites, enfrentándola a una realidad cada vez más oscura...

INTÉRPRETES

MEGAN NORTHAM, LUBNA AZABAL, NATACHA KRIEF, LENA LAUZEMIS, CHRISTINE GAUTIER, ANDRANIC MANET

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NOTAS DE LA DIRECTORA...
LAS SOMBRAS, EL PUNTO DE PARTIDA...
   El punto de partida de mi película es lo incomprensible. Me cogió por el cuello en un McDonald’s de Saint-Etienne en marzo de 2016. Frente a mí estaba Sonia, recién llegada de Siria, donde había pasado varios meses trabajando para el Estado Islámico. Me habla de su visión del mundo, basada en el odio y la exclusión, la venganza y el miedo. Instigué esta reunión para tratar de entender cómo una mujer joven que vive en una sociedad en la que tenía una gran libertad eligió una ideología asesina que la privó de todo. Veo a esta joven con regularidad, así como a otras de diferentes clases sociales y nacionalidades, y sus historias se convirtieron en la base de mi guión. A menudo proceden de países europeos, hablan poco o nada de árabe y saben poco o nada sobre el Islam y el país al que van. Me asombra lo fácil que les resultó llegar hasta allí y a menudo me sorprende la aparente ligereza de sus razones para marcharse.
  Comprendo que trataban de llenar lagunas y disfunciones emocionales fundamentales al incorporándose a un sistema que les proporciona un modo de vida tranquilizador y riguroso, pero sobre todo un valor real como individuos. Sus motivaciones eran más psicológicas que religiosas o políticas. Es ahí, en lo íntimo, donde comienza este proceso de radicalización y es en este punto donde pongo mi película.
  Cuando asisto a las audiencias de los juicios de estas chicas ante el tribunal de París, el vínculo con mi propia historia se vuelve evidente para mí. Básicamente, la pregunta es la misma que ha atormentado a todos los alemanes de mi generación: ¿qué tiene la vida que hace que la gente se pase al bando equivocado? ¿Cómo es posible ser absorbido por un sistema que nos despoja de nuestra humanidad? Y, sobre todo, ¿por qué la gente se queda allí?

UNA HISTORIA PERSONAL...
  Sonia tenía 17 años cuando se radicalizó, la misma edad que mis abuelos cuando se unieron a las filas de la Hitlerjugend y luego a las SS, cegados por una ideología basada en sistemas de pensamiento similares a los de organizaciones terroristas como el Estado Islámico. Soy parte de la última generación que conoció a quienes participaron en uno de los peores crímenes de la humanidad. Su historia es el omnipresente fuera de campo de la historia de mi familia, enterrada bajo su vergüenza y cuidadosamente ocultada por mis padres para «perdonarme».
  Ocurrió lo contrario. Esta sombra familiar me ha perseguido desde entonces y mi cuestionamiento de la fascinación del mal se ha convertido en el hilo conductor de mi obra.
  No trato de hacer atajos entre el terrorismo islamista y el nazismo, pero la película nos recuerda que el fallo proviene del interior de nuestras sociedades y que necesitamos afrontarlo colectivamente en lugar de huir de ello. No es una película sobre el islam o la yihad, sino sobre el reclutamiento masivo y los mecanismos de deshumanización, y la frustración de una juventud sin rumbo.
  Rabia, el personaje interpretado por Megan Northam, elige el camino de los verdugos y, al hacerlo, incita al espectador a cuestionarse sus propias elecciones y recordarnos de lo que somos capaces, para evitar que vuelva a suceder.

LA MADAFA – EL MUNDO DE LAS MUJERES...
  Las imágenes de la guerra y la violencia en Oriente Medio, el terror impuesto por el Daesh, las calles de Raqa, son ahora, tristemente, parte de nuestro imaginario colectivo. Pero, sin simplificar ni acortar la realidad, quiero mostrar el lugar que ocupan las mujeres en esta organización terrorista. Existe un sistema de sometimiento de las mujeres por las mujeres del que se habla poco.
  Las “madafas” son un ejemplo perfecto. Eran casas donde se encerraba a mujeres solteras o viudas a la espera de casarse.
Aquí, Oriente y Occidente chocan en torno a los temas de la virginidad, la maternidad, el amor y el matrimonio. Estos lugares solían estar regentados por mujeres, la más conocida y temible fue la marroquí Fatiha Mejjati (también conocida como Oum Adam), que inspiró el personaje de Madame (Lubna Azab).
  Extraña amalgama de prisión, secta, burdel y albergue juvenil, las madafas me recordaron inmediatamente a los “lebensborn”, las guarderías nazis que se utilizaban para procrear la raza.
  Encontrar, a miles de kilómetros y setenta años después, una instalación tan similar me conmocionó.

DE LA DOCUMENTACIÓN A LA FICCIÓN...
  Hice un gran trabajo de documentación previa, gracias en mayor parte a dos expertas francesas en yihadismo femenino, Céline Martelet y Edith Bouvier, que me presentaron a varias chicas que habían vivido en madafas de Oum Adam. Pasé algún tiempo con estas jóvenes, que me describieron su vida (de unos días a varios meses) en estas casas aisladas del mundo.
  Con mi coguionista Samuel Doux, reunimos en un mismo lugar las historias de estas mujeres, pero nada es inventado.
Al contrario, algunas de las anécdotas eran tan increíbles y duras que a menudo tuve que «reducir» la realidad para hacerla creíble y visionable.
  Lo que me sorprendió de sus historias es que ellas no se consideran víctimas en absoluto. Aunque esta es la base de su defensa ante los jueces de los tribunales europeos, en nuestras conversaciones quedó claro que casi todas ellas sabían a dónde iban y por qué, igual que los hombres. Desde un punto de vista feminista, esta diferencia es fundamental, y en RABIA quería demostrar que las mujeres pueden ser tan culpables como los hombres. Creo que es importante crear personajes femeninos más ambiguos y complejos, algo que sigo echando en falta en el panorama cinematográfico.

DE LA REALIDAD A LA FICCIÓN. TRABAJAR CON ACTRICES...
  Conocer a Megan Northam fue una elección obvia. Encontré en sus ojos una fuerza que contrasta con su aspecto de niña de ojos claros y pelo rubio. Además de su intensidad magnética, está atrapada entre varios estados emocionales, con una mezcla de dureza y una fragilidad oculta que cambia constantemente.
  Lubna Azabal no me ha abandonado desde INCENDIES. La profundidad de su mirada, la distancia que crea la autoridad y el misterio que desprende, a pesar de la delicadeza de su físico. Sólo podía verla para el papel de Madame. Conocía la historia de «Oum Adam», que sigue desde hace años y que le fascina tanto como a mí.
  Durante la preparación, organizamos reuniones supervisadas entre las actrices principales y mujeres que habían vivido en madafas. Estas reuniones fueron decisivas para las actrices, comprendieron el alcance de la historia y sus papeles. Una de estas exmiembros del Estado Islámico nos acompañó en el rodaje para contar a los extras cómo había vivido ciertas situaciones que se encuentran en el guion. Estas secuencias ganaron en fuerza y veracidad gracias a este trabajo.

FILMANDO EL DESCENSO A LOS INFIERNOS, EL FUERA DE CUADRO...
  Nadie ha grabado nunca, ni siquiera fotografiado, el interior de una madafa. Quería convertirlo en una fortaleza. Con Dan Bevan (decorados), ideamos un lugar cuya arquitectura y organización interior contase la idea de una fábrica de procreación, con una jerarquía muy clara por la que pasará Rabia: desde los sótanos repletos de esclavos yazidíes hasta los espaciosos y confortables pisos superiores donde vive Madame.
  El viaje de Rabia es un descenso del paraíso al infierno, la destrucción de un sueño. El personaje comienza su viaje en el cielo, cerca de un sol deslumbrante y de la suavidad de las nubes tras las que imagina su sueño paradisíaco. En lugar de alcanzarlo, acabará en las tierras calcinadas de un país en guerra.
  Este tema nos ha guiado en nuestras elecciones estéticas. Con Agnès Godard (dirección de fotografía), utilizamos la luz para crear un espacio psíquico que capte las sensaciones de estas mujeres, alejándonos del naturalismo. Lo mismo ocurre en el uso del color en el decorado y el vestuario, que se oscurece y se contrae a medida que Rabia se parece cada vez más a Madame.
  El tratamiento de la violencia es inevitable porque es omnipresente en este sistema. Aparte de tres puntos clave de la película, cada uno de los cuales representa una etapa importante en la transformación de Rabia, opté por no tratarla nunca de frente. Por un lado, quería evitar cualquier voyeurismo; por otro, quería subrayar el rechazo de estas mujeres a ver el sufrimiento, la injusticia y el horror. La cuestión del fuera de campo se convierte entonces, a medida que el horror del mundo exterior se filtra a través de las marcas dejadas, en los cuerpos y los sonidos que Rabia se niega a oír al principio, pero que se hacen cada vez más evidentes hacia el final de la película.
  Ponerse del lado de los verdugos plantea necesariamente la cuestión de la identificación, del juicio y, por tanto, de la relación emocional con el personaje. A menudo, la cuestión del lugar adecuado para la cámara se convertía en una cuestión moral. Quería dar al espectador acceso a las emociones de Rabia. Pero al mismo tiempo encontrar una distancia que permitiera una reflexión crítica sobre las elecciones del personaje, con el objetivo de hacer una película que intentara comprender sin excusar.

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