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Basada en el libro homónimo cuyas ventas han superado los siete millones de ejemplares y que durante años ha figurado en las listas de los libros más vendidos, ‘La vida de Pi’ sucede en tres continentes y dos océanos, a lo largo de muchos años, y en un profuso universo imaginativo. La visión de Lee, junto con los impresionantes efectos visuales en 3D, ha convertido una novela considerada durante mucho tiempo imposible de plasmar en la pantalla, en una emocionante y audaz combinación de gran historia con potentes y sugerentes temas.
Desde que se embarcó en el proyecto, hace casi cuatro años, Lee ha venido esforzándose en crear una singular visión de la inolvidable historia de coraje, perseverancia, inspiración y esperanza que escribió Yann Martel.
‘La vida de Pi’ supone la primera incursión de Lee en la tecnología tridimensional, que el cineasta había previsto para esta historia mucho antes de que “Avatar” triunfara en las salas. Lee utiliza esta técnica para darle una mayor envergadura al filme, así como para que el público se sumerja físicamente en el viaje de Pi y se involucre emocionalmente en la historia.
La aventura cinematográfica comienza con el apreciado libro de Yann Martel, uno de los más importantes eventos editoriales de la pasada década. La novela ganó el prestigioso premio Man Booker y se mantuvo en la lista de los libros más vendidos del New York Times durante todo un año.
El productor Gil Netter le llevó el libro a Elizabeth Gabler, quien adquirió los derechos en 2002. A Netter le atrajo inmediatamente la historia, la cual, afirma, “contiene todo aquello por lo que vas al cine; y que no puedes encontrar en ningún otro sitio”. Conjuntamente, Netter y Gabler desarrollaron y maduraron el proyecto a lo largo de varios años, convencidos de que la historia por la que sentían tanta pasión se convertiría en una gran experiencia cinematográfica.
Muy significativamente, Netter y Gabler decidieron esperar al realizador adecuado para hacer emerger los formidables desafíos y oportunidades del proyecto y asumirlos.
Ver cómo su libro se convertía en película fue una experiencia absolutamente fascinante para Martel, que señala que “’La vida de Pi’ ha sido traducido a 42 idiomas. Su traducción a película es como si fuera el idioma cuadragésimo tercero. El lenguaje del cine es universal, y ver que tu historia se traduce a ese idioma resulta verdaderamente emocionante”.
David Magee fue elegido para la sobrecogedora tarea de adaptar la rica y magna obra de Martel que vincula la profundidad con el desenfado y la épica de la aventura con la íntima introspección. El guionista admite que había leído el libro por puro placer antes de ser elegido, pero que cuando le encargaron el “trabajito” se cuestionó seriamente “cómo traducir eso a la gran pantalla”. La clave, determinó finalmente Magee, simplemente radicaba en contar una historia sobre una historia. “
‘La vida de Pi’ se rodó principalmente en localizaciones de la India y Taiwán. El subcontinente causó una profunda impresión, que aún perdura, en todo el equipo. “La India es un sitio donde pueden pasar muchas cosas”, señala Yann Martel. “Es un lugar donde suceden infinitas historias; historias mágicas, historias realistas. La India es un gran filón de historias”.
Lee nunca pensó en rodar las escenas de la ciudad natal de Pi, Pondicherry, India, correspondientes a toda la primera parte del filme, en ningún otro lado que no fuera la antigua colonia francesa. “Mientras trabajábamos en el guion exploré el terreno y realmente no hay nada comparable a la India francesa”, manifiesta Lee. “Es un lugar único y un tanto desconocido para el resto del mundo. Allí puedes poner una cámara en cualquier sitio y ponerla en marcha; la imagen que obtendrás será hermosa con toda seguridad”.
Producción ubicó los estudios y la oficina en un espacio de unos 20.000 metros cuadrados situado cerca del histórico barrio musulmán de la ciudad. El equipo de producción rodó en 18 localizaciones tanto dentro de Pondicherry como en sus alrededores, y un equipo compuesto por 600 miembros –casi la mitad de ellos, locales– trabajó en las secuencias iniciales del filme. Aproximadamente 5.500 habitantes autóctonos participaron como figurantes en las espléndidas secuencias que se rodaron en exteriores.
Producción consiguió permiso para rodar en los jardines del milenario Templo de Villanur, en Pondicherry. Dos mil extras apropiadamente vestidos trabajaron a lo largo de la noche hasta el amanecer, y más de 20.000 velas tradicionales (diyas) estuvieron encendidas durante toda la noche; todos los miembros disponibles del equipo se mantuvieron en constante vigilia portando antorchas. Una secuencia en la que los Patel disfrutan de unas vacaciones familiares se rodó en Munnar, una pequeña pero popular estación de montaña situada en Kerala, en la costa suroeste de la India.
Mientras tanto, a miles de kilómetros de allí, en Taichung, Taiwán, estaba a punto de finalizar la construcción del tanque autogenerador de oleaje más grande que se haya construido para una película. Además, y con el generoso apoyo de la administración taiwanesa, tanto local como nacional, Lee y su equipo de producción transformaron las instalaciones y hangares del aeropuerto Sui Nan de Taichung en unos funcionales y prácticos estudios cinematográficos.
Tras finalizar la fotografía principal, Lee empezó la tediosa fase de posproducción, supervisando el trabajo del montador Tim Squyres, del compositor Mychael Danna y de algo tan esencial como los efectos visuales. Mientras tanto, el joven protagonista del filme se estuvo preparando para otro nuevo capítulo en la aventura de su vida: el inicio de su carrera universitaria, cursando estudios de cine en la Universidad de Delhi de St. Stephen’s College. Pero independientemente de las excitantes aventuras que tenga por delante, Suraj Sharma afirma que haber hecho ‘La vida de Pi’ siempre será una experiencia inolvidable.