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“El relato original gira en torno a un tipo que descubre a un pitbull maltratado en un cubo de basura”, explica Mike Larocca. “Salvando a ese perro, desencadena una serie de complicaciones que cambian su vida. Al final, no se trata tanto de rescatar a un perro como de rescatar a un hombre”.
Inicialmente, Lehane pretendía escribir una novela pero nunca llegó más allá del primer capítulo, que se convirtió en un relato breve. Se quedó un tanto sorprendido cuando Chernin Entertainment se dirigió a él para hablar de la posibilidad de convertir el relato en película. A decir verdad, él mismo ya estaba pensando en adaptarla transformándola en su primer guión. “Era el único libro que, habiéndolo empezado, se había revuelto contra mí”, afirma. Lehane trabajó él solo en el primer borrador del guión, escribiendo durante todo el verano de 2010. “Lo que la experiencia tenía de única era que yo jamás me había metido en una conversación sobre cómo hacer la película más aceptable para un público más amplio. Siempre giraba en torno a la integridad del concepto original, que era la de rodar una película sobre personas maltratadas que tratan de recomponer sus vidas”. Luego, él y Larocca colaboraron estrechamente para pulir el guión, en el que entretejieron varios elementos nuevos del relato para dotarle de mayor amplitud.
Para dirigir ‘La entrega’ los productores seleccionaron a Michaël R. Roskam, un belga cuyo currículo sólo incluía un largometraje: ‘Bullhead’, por el que fue candidato a un Premio de la Academia a la Mejor Película Extranjera en 2011.
El éxito del primer largometraje de Roskam estaba abriéndole al director las puertas de Hollywood a toda velocidad, y él examinó cuidadosamente lo que se le ofrecía. “Ésta es la primera vez que he dirigido una película cuyo guión no haya escrito”, asegura Roskam. Lehane, admirador de ‘Bullhead’, quedó entusiasmado al ver que Roskam se hacía cargo de su primera película americana.
A pesar de la advertencia –frecuentemente citada– de W. C. Fields sobre los perros y los niños, no habría película sin Rocco. Roskam nunca contempló la posibilidad de dar el papel a otra raza que los pitbull.
La adiestradora de animales Kim Krafsky, de Animal Actors, Inc., es la persona a la que recurrir en busca de perros listos para ponerse ante la cámara en la zona de Nueva York. Su trabajo en la película incluía encontrar no uno sino tres cachorros para encarnar al diminuto pitbull que ocupa el centro del conflicto entre Bob y Eric, y que es el catalizador de su relación con Nadia.
“Me preguntaron qué quería que los perros pudieran hacer”, dice Roskam. “Muy sencillo. Que les dejaran ser perros. Funcionó de maravilla. Yo podría haber convertido el perro en un personaje dotado de cierta personalidad que hiciera cosas divertidas, pero sólo quería que fuera un perro”.
Los realizadores seleccionaron una variedad gris pizarra de pitbull llamada habitualmente azul, y Krafsky comenzó a realizar “pruebas” a través de una red de criadores responsables. Con perros tan jóvenes, asegura Krafsky, ella no podría realizar demasiado entrenamiento. “Pero había algunas cosas específicas que ellos tenían que hacer”, añade. “Había una escena en la que ‘T’ tenía que subir y bajar unos escalones, lo que, con 12 semanas, es una gran hazaña. Simplemente tratamos de convertir todo en un juego”.
Hasta ahora, las novelas más vendidas de Dennis Lehane y sus aplaudidas adaptaciones cinematográficas habían estado ambientadas en su propio terreno: las crudas calles de los barrios obreros de Boston. Aunque el relato breve en que se inspiró ‘La entrega’ volvía a tan familiares alrededores, Lehane accedió a explorar un nuevo territorio cambiando el escenario de la película.
“Boston se ha convertido en víctima de su propio éxito en lo relativo a crímenes cometidos por personas de raza blanca y baja extracción social, si podemos definirlo así”, afirma el escritor.
La lista de deseos de los productores para los exteriores era breve y específica. Primero, querían una ciudad más bien antigua de la costa oriental. “El otro elemento importante era que tenía que ser el tipo de barrio que, originariamente, creció alrededor de una iglesia católica y que sigue dándole importancia al hecho”, asegura Larocca.
Después de haber considerado todas esas ciudades, quedó claro que el relato de Bob estaba destinado a desarrollarse en Brooklyn, el barrio más populoso de la ciudad de Nueva York y tradicional enclave de obreros manuales, que ha acogido a generaciones de inmigrantes a Estados Unidos. Roskam pasó semanas buscando exteriores, algo que, asegura, fue una de las investigaciones más fructíferas que realizó para la película. El resultado final es un Brooklyn idealizado, casi mitológico, construido con retazos de sus distintas zonas. “Tiene un estado de ánimo enteramente propio de Brooklyn y transmite sensación de comunidad”, dice Larocca.
Roskam, que estudió pintura antes de dedicarse a la realización cinematográfica, emplea a menudo la obra de otros artistas visuales como punto de partida para sus películas. “Al igual que un pintor, contamos una historia contenida dentro de un marco”, dice Roskam. “Lo que ve el público es un juego de sombras y luces. Y eso es pintura”.