|
SINOPSIS
Cuatro tíos descubren que tanto los medios de comunicación como los bancos y hasta el mismo gobierno no reconocern el colpaso que sufre la económia, así que deciden arriesgarse pero las inversiones que realizan terminan llevándoles al lado más oscuro...
INTÉRPRETES
BRAD PITT, CHRISTIAN BALE, KAREN GILLAN, RYAN GOSLING, SELENA GOMEZ, MARISA TOMEI, STEVE CARELL, MELISSA LEO, FINN WITTROCK, MAX GREENFIELD, RAFE SPALL, JOHN MAGARO
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
AUDIOS
GALERÍA DE FOTOS
https://cineymax.es/estrenos/fichas/111-l/97948-la-gran-apuesta-2016#sigProId6cb2bd57b0
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
El guionista y director Adam McKay es más conocido como el cerebro responsable de comedias de gran éxito de taquilla de Will Ferrell como “Hermanos por pelotas” y El reportero: la leyenda de Ron Burgundy”, así como del espectáculo de Broadway nominado al premio Tony “You’re Welcome America”. Sin embargo, hace cinco años, cuando leyó 'La gran apuesta', quedó fascinado con una farsa de otro tipo. Intrigado por la mezcla de comedia, drama y absoluta tragedia de la genial visión entre bastidores que ofrecía Michael Lewis en vísperas del hundimiento de la economía mundial, McKay ansiaba tomarse un respiro de las comedias absurdas para trasladar 'La gran apuesta' a la gran pantalla.
“Empecé a leer el libro sobre las diez y media de la noche y pensé: ‘Me leeré 40 páginas y ya está’”, recuerda McKay. “No podía dejarlo. Acabé leyéndomelo entero y me lo terminé a las seis de la mañana. Al día siguiente, le hablé a mi mujer de los personajes y de cómo el libro entrelazaba las distintas tramas y cómo es una especie de historia sobre ‘hacerse rico’ que trata en última instancia sobre la caída del sistema bancario, la corrupción y la autocomplacencia, y cómo es a la vez divertida y desgarradora. Y ella me dijo: ‘Deberías hacerla’. A lo que respondí: ‘Soy el tipo que hizo “Hermanos por pelotas”’. Ni siquiera se me ocurrió considerarlo, porque di por hecho que alguien como Scott Rudin o Plan B ya se habría hecho con los derechos del libro”.
Y efectivamente, Plan B Entertainment, la productora de Brad Pitt, ya se había asociado con Paramount Pictures para trasladar La gran apuesta a la gran pantalla. El productor Jeremy Kleiner encontró sorprendentes similitudes entre la forma de ver el béisbol y Wall Street del autor Michael Lewis en su libro Money Ball. “Tanto Money Ball como La gran apuesta abordan temas familiares que la gente cree entender y formulan preguntas importantes”, explica Kleiner. “La gran apuesta tiene además un elemento muy característico, en el sentido de que los protagonistas no ‘van de buenos por la vida’. Todo eso nos pareció muy interesante, así que Paramount, nuestro socio, decidió hacerse con los derechos. Y así se puso en marcha el proyecto”.
Después de que McKay terminara de dirigir la secuela de éxito “Los amos de la noticia”, su agente lo retó a que le dijera la película que más le interesaba hacer. “Antes siquiera de saber lo que estaba diciendo, le planteé: ‘Si pudiera hacer cualquier cosa, haría La gran apuesta’”. Plan B envió a McKay una versión temprana de un guion escrito por Charles Randolph. “Vi algunas cosas buenas en el guion y también supe exactamente qué hacer para mejorarlo”, recuerda McKay. “Me reuní con Jeremy y Dede Gardner, presidenta de Plan B, y les planteé mi propuesta”.
El guion resultante incorporaba el característico ingenio de McKay a una historia sobre un momento decisivo en la historia reciente de Estados Unidos. “La gente me conoce por películas como ‘Pasado de vueltas’ y ‘El reportero: la leyenda de Ron Burgundy’, o los vídeos de Funny or Die, pero siempre me he implicado en distintas causas”, explica McKay, que dominó la sátira política como guionista jefe de “Saturday Night Live” antes de iniciar su carrera cinematográfica. “Siento que es tu obligación como ciudadano prestar atención a lo que sucede en política y en la sociedad. Puedes ser un payaso al que rocían con botellas de soda, pero también tienes que votar y saber de qué estás hablando”.
El libro que tenía a McKay y Plan B tan entusiasmados por adaptar al cine, que trataba sobre los acontecimientos que llevaron a la crisis bancaria, es obra del autor Michael Lewis, un auténtico maestro de la no ficción. Después de trabajar él mismo en un gran banco de Wall Street en la década de 1980, Lewis escribió el superventas El póquer del mentiroso, una divertida y reveladora mirada al lucrativo y engañoso mundo de la negociación de bonos. El autor no tenía pensado escribir nada más sobre el tema, hasta la crisis financiera de 2008. “Empecé a leer sobre cómo los grandes bancos como aquel para el que trabajé habían perdido cientos de miles de millones de dólares operando en el mercado de bonos hipotecarios de alto riesgo”, recuerda Lewis. “Los bancos se habían convertido en los inversores tontos del mercado y estaban perdiendo enormes cantidades, así que me pregunté: ‘¿Cómo ha podido llegarse a eso?’”.
En busca de respuestas, Lewis se reunió con antiguos banqueros de inversión que habían perdido su trabajo después de la debacle financiera. “Salíamos a tomarnos una cerveza y me decían extraoficialmente: ‘La única razón por la que te explico por qué he perdido diez mil millones de dólares en una sola operación es porque tú eres la razón de que esté en este negocio. Leí El póquer del mentiroso y eso hizo que me ilusionara convertirme en corredor de Wall Street’. Después de unas cuantas conversaciones similares, pensé: ‘¡Dios mío, si esta crisis la he provocado yo!’. Era en cierto modo responsable de esos idiotas que habían perdido todo ese dinero, que se habían interesado por esa profesión gracias a un libro que escribí yo. Así que entonces intenté discernir cómo esas instituciones que constituían el núcleo central del capitalismo se habían vuelto estúpidas y habían hecho cosas tan suicidas. Los bancos como Goldman Sachs están llenos de los tipos más listos, inteligentes e instruidos de Harvard, Yale y Princeton”.
Pero no fueron estos antiguos amos del universo de universidades de élite los que acabaron protagonizando el libro de Lewis. En su lugar, dirigió su atención a los inadaptados que se enfrentaron a las creencias imperantes de bancos, agencias gubernamentales de regulación y expertos de los medios y apostaron todo lo que tenían a una quiebra sin precedentes del mercado inmobiliario estadounidense. “Descubrí a esos tipos excéntricos de la periferia del sistema que se habían dado cuenta de lo corrupto que se había vuelto realmente todo”, explica. “Esos fueron los tipos que convirtieron La gran apuesta en un libro y no solo en un artículo. Los tipos que apostaron contra los bancos e hicieron verdaderas fortunas, esos eran los personajes que me interesaban”.
Uno de esos individuos pintorescos era el Dr. Michael Burry, un neurólogo de San José convertido en gestor financiero, con un ojo de cristal y cierta tendencia a presentarse descalzo al trabajo. El actor ganador del Oscar® Christian Bale conectó desde el primer instante con Burry cuando se reunieron para una sesión maratoniana de nueve horas para conocerse antes del rodaje.
“Mike no se relaciona mucho con otras personas, pero es uno de los hombres más geniales, sentidos y sinceros que he conocido nunca”, afirma Bale. “Mike estudió miles y miles de hipotecas para elaborar un patrón. Nadie más tenía las fuerzas para hacer algo así. Todos los demás estaban pasándolo bien, ganando mucho dinero. Nadie quería gritar: ‘Detengan el autobús, que yo me apeo’, pero Michael sí. Descubrió que todo era una completa basura”.
De forma similar al visionario solitario al que interpreta, Bale no interactuó con las demás estrellas de La Gran Apuesta. Casi todas sus escenas se desarrollan delante de un ordenador o en una sala de descanso atestada, en la que su personaje se dedica a tocar la batería para desahogarse un poco. “Me pasé dos semanas yo solo en una oficina haciendo mi papel así que, cuando vi el resto de la película, fue toda una revelación”, comenta el actor británico. “No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero ahora que he podido ver lo que ha hecho Adam, resulta muy entretenido”.
McKay se quedó maravillado al observar cómo Bale se metía por completo en su papel. “Burry y Bale tienen en común que los dos se centran totalmente en su trabajo”, aporta el director. “El nivel de concentración y detalle que aporta Christian a su personaje me deja boquiabierto. El primer día de rodaje, lo vi sumirse en el personaje y, ¡listo! Ya fue Michael Burry todo el resto de la película, captando su forma de moverse, de actuar, sus ritmos. A mitad de rodaje con Christian, le pregunté si estaba ya harto de oírme decir: ‘Estupenda toma’”.
Un ejemplo de la concentración absoluta de Bale fue su capacidad para sacar adelante una secuencia en la que tiene que tocar la batería estilo heavy metal, pese a una grave lesión de rodilla que sufrió mientras saltaba en una cama elástica con sus hijos. “Christian no dejaba de repetir: ‘Estoy bien, estoy bien’, pero luego le veías la rodilla y estaba hinchadísima”, recuerda McKay. “Se la desgarró entera, el ligamento cruzado anterior, el ligamento lateral interno, la rótula, el menisco, algo más que ni siquiera había oído en mi vida, así que le dije: ‘Se acabó, no vas a tocar tú la batería, nos buscaremos un doble’”. Pero Bale, que había aprendido a tocar la batería en solo dos semanas para el papel, insistió en hacer él mismo la escena. “Interpreta la escena completa, la hace a la perfección y luego se marcha cojeando del set. En lo que a aguantar el dolor se refiere, es de lo más increíble que he visto en mi vida”.
Como 'La Gran Apuesta' se desarrolla en una industria plagada de terminología obtusa, McKay sabía que necesitaba una forma amena de aclarar a los espectadores algunos de los conceptos fundamentales. “La gente necesita saber estas cosas para poder seguir la historia, pero cuando empiezas a oír términos como ‘obligación de deuda garantizada’ o ‘seguro de impago de deuda’, consiguen que te sientas tonto y te aburras”, opina McKay. “Los banqueros hacen todo lo posible para hacer que estas transacciones parezcan verdaderamente complicadas, así que se nos ocurrió la idea de hacer que aparezcan famosos en la pantalla a lo largo de la película para explicar ciertas cosas directamente a los espectadores”.
Estos cameos ingeniosamente orquestados incluyen a Margot Robbie, estrella de “El lobo de Wall Street” desmitificando títulos con garantía hipotecaria mientras bebe champán en un baño de burbujas, y el chef y estrella de la televisión Anthony Bourdain comparando las sobras de pescado con activos financieros tóxicos.
McKay comenta que reclutó a Bourdain para su escena después de leer sus memorias, Confesiones de un chef. “Dice a los lectores que no deberían pedir guiso de marisco porque es donde los cocineros echan toda la porquería que no han conseguido vender”, prosigue el director. “Pensé: ‘Oh, Dios mío, es una metáfora perfecta para una obligación de deuda garantizada, en la que los bancos juntan en un mismo lote varias hipotecas de baja calidad y las venden como un producto financiero de primera’”.
Para ilustrar el ruinoso efecto dominó desencadenado por el hundimiento de los denominados “CDO sintéticos”, McKay emparejó a Selena Gomez con el economista conductual Dr. Richard Thaler en una escena ambientada en un casino. Mientras Thaler expone la idea del “sesgo de extrapolación” (la tendencia a suponer que algo que está pasando ahora seguirá pasando), Gomez se sienta en una mesa de blackjack con una enorme pila de fichas. “Tenemos como dos dinámicas distintas, por un lado está Selena jugando al blackjack y por otro están los espectadores apostando por su cuenta sobre su mano”, explica McKay. “Fueron los inversores que hacían esa clase de apuestas al margen sobre valores con garantía hipotecaria a través de los CDO los que llevaron a toda la economía mundial al punto en que se encontraba lista para hundirse”.
Gomez reconoce que le sorprendió recibir una llamada de McKay para trabajar en La Gran Apuesta. “Leí el guion y no entendí la mayoría, lo que me asustó un montón, porque considero importante conocer nuestro sistema económico”, comenta la joven actriz y superestrella del pop. “Pero después de hablar con Adam, me pareció que tenía sentido formar parte de esta película. Me da la oportunidad de aprovechar mi posición y comunicarme con gente a la que le importo. Mi generación tendrá que tomar el relevo de la actual. Es importante que entendamos qué sucedió”.
Para el director de fotografía Barry Ackroyd, el drama centrado en los diálogos de McKay le ofrecía la oportunidad de cambiar de ritmo tras filmar thrillers de acción alabados como “En tierra hostil (The Hurt Locker)”, “Capitán Phillips” o “United 93”. “Cuando Adam me ofreció hacer 'La Gran Apuesta', hizo referencia a ‘United 93’ porque es una película cargada de acción pero a la vez es muy contenida”, opina el director de fotografía nominado al Óscar. “Hablamos de cómo dotar de más energía a las escenas de gente hablando en despachos, para que los espectadores se sintieran metidos en la conversación. Queremos que te sientas como si estuvieras en la habitación con el sujeto, de modo que prestes más atención a lo que se está diciendo”.
McKay elogia la capacidad de Ackroyd de crear esa sensación valiéndose de una inteligente colocación y movimiento de la cámara. “Barry utiliza una especie de técnica neo-vérité de filmación, que crea una sensación de intimidad y urgencia en el encuadre. En contraste, si filmas con el encuadre tradicional de proscenio y luces de tres capas, hace que todo tenga un aspecto mucho más pulido y resulta más intimidatorio para los espectadores”.
Ackroyd colaboró estrechamente con el director de producción Clayton Hartley y la diseñadora de vestuario Matheson, los cuales habían colaborado ambos anteriormente con McKay en “Pasado de vueltas”, “Hermanos por pelotas” y “Los amos de la noticia”. “Barry tiene un don para captar la humanidad de esos personajes, que se extendió al resto de nuestros jefes de departamento”, opina McKay. “Uno de los mayores retos a lo largo de toda la película tenía que ver con asegurarnos de que nuestros entornos y localizaciones tuvieran cierta vida en la forma en que se filmaban y diseñaban, y lo mismo podría decirse del vestuario, peluquería y maquillaje. Todo tenía que parecer vivo, con un toque irregular en la forma de presentar las escenas”.
Ackroyd y McKay propiciaron una dinámica tranquila y relajada durante el rodaje que dejó a los actores un gran margen de maniobra para explorar sus personajes. “Barry ha trabajado mucho con Ken Loach, que es tan receptivo a los actores como el que más”, observa Gosling. “Situaba las cámaras en la esquina de las habitaciones, con lentes de enfoque largo, para que los actores pudieran moverse libremente por el espacio e interactuar entre ellos de una forma muy natural. Creo que un entorno de ese tipo permite a todos dar lo mejor de sí mismos”.
Con su visión irreverente y novedosa de una de las historias sobre las que más se ha escrito este siglo, La Gran Apuesta transforma un oscuro capítulo de la historia americana en una fascinante fábula aleccionadora impregnada de humor negro y personajes extravagantes.
Carell espera que la película despierte la indignación de más de uno. “Si me encontrara en un cóctel y alguien me preguntara de qué va esta película, diría: ‘¿Recuerdas cuando las hipotecas de alto riesgo se fueron a la ruina y todas esas compañías quebraron y ni una sola persona fue a la cárcel? ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas cómo estalló todo? ¿Y que luego llegó el gobierno y los rescató a todos y todo pareció estar bien? Pues sobre esto trata este filme. Es una película de miedo y es mucho más aterradora de lo que acabo de contar’”.
McKay ve 'La Gran Apuesta' como una llamada a la acción para los espectadores que estén hartos de las prácticas empresariales abusivas. “Esta película explora cómo toda una cultura puede verse atrapada en la obsesión de un sistema corrupto”, explica. “En mi caricaturesco sueño fantástico, espero que esta película consiga disgustar y enfadar a la gente, que salga del cine y le pregunte a su congresista qué ha votado últimamente en cuestión de reformas del sistema bancario. Ese sería mi sueño, que todo el mundo le dijera a su congresista: ‘Si no estás a favor de desmantelar los grandes bancos, no me importa que seas de izquierdas o de derechas, no tendrás mi voto’”.
Activismos aparte, McKay espera que La Gran Apuesta ofrezca a los espectadores una experiencia estimulante y edificante en el increíble mundo de los trapicheos financieros turbios de Wall Street. “Es extraño, dado lo serio del tema, pero, si hemos hecho bien nuestro trabajo, 'La Gran Apuesta' debería resultar entretenida a la vez que reveladora. Michael Lewis escribe libros muy entretenidos sobre materias importantes y resultan apasionantes. Espero que La Gran Apuesta resulte igualmente amena”.