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INFORMACIÓN
Titulo original: La Douleur
Año Producción: 2017
Nacionalidad: Francia, Bélgica, Suiza
Duración: 127 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 12 años
Género: Drama
Director: Emmanuel Finkiel
Guión:  Emmanuel Finkiel. Basado en la novela escrita por Marguerite Duras
Fotografía: Alexis Kavyrchine
Música: 
FECHAS DE ESTRENO
España: 8 Junio 2018
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Alfa Pictures


SINOPSIS

Nos hallamos en Junio de 1944 cuando las fuerzas alemanas aún ocupaban Francia. El escritor, reconocido comunista, Robert Antelme, quien además es la figura principal de la Resistencia es arrestado y acto seguido deportado. Su joven esposa, Marguerite Duras, escritora y a la vez resistente, se encuentra angustiada al no tener noticias del paradero de su marido...

INTÉRPRETES

MÉLANIE THIERRY, BENOÎT MAGIMEL, BENJAMIN BIOLAY, GRÉGOIRE LEPRINCE-RINGUET, EMMANUEL BOURDIEU, ANNE-LISE HEIMBURGER, PATRICK LIZANA, SHULAMIT ADAR, JOANNA GRUDZINSKA, CAROLINE DUCEY, SALOMÉ RICHARD, OLIVIER VEILLON

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NOTAS DEL DIRECTOR...
  Leí 'El dolor' por primera vez con 20 años. Al volver a la historia 30 años después para adaptarla al cine, me conmovió de la misma manera. El propósito de esta película es capturar esa emoción.


Un giro personal:

  Mi punto de partida, inevitablemente, fue mi propia historia. Bueno, más bien la de mi padre, cuyos padres y hermano pequeño fueron arrestados y deportados en 1942 y nunca volvieron. Los esperó durante un número casi irracional de años. No había esperanza en esa espera, era esperar por la espera misma: la espera y la ausencia para reparar nuestras secuelas. De niño no entendía por qué, cada julio, dejábamos una luz encendida en nuestro apartamento. Durante muchos años nadie contestó a mis preguntas, por lo que mi imaginación volaba.
  La historia de Marguerite Duras ofrece una mirada única sobre la espera. La primera vez que la leí reconocí mi propio proceso familiar, al fin lo veía escrito con palabras. No me habría atrevido a hacer una adaptación en ese momento, pero el libro se convirtió en uno de mis textos sagrados. Al mismo tiempo, sé que la lectura de El dolor apuntaló la escritura de mi primera película, 'Viajes' (1999), otra película sobre ausencia y espera interminable; sobre la fantasía de que existirá un retorno; sobre la imposibilidad de vivir el presente embrujado, donde cada lugar, cada ciudad, cada calle está llena de fantasmas.
  Y aquí estoy hoy, enfrentándome al texto sagrado. Las emociones que experimento hoy no son diferentes de las que me han perseguido durante todos estos años. El final del libro nos descubre una realidad desgarradora: que una mujer, que ha vivido solo por el regreso de su marido, descubre que ya no le quiere cuando él vuelve a casa. Todo el tiempo que él ha estado ausente, ella lo ha mantenido vivo con una devoción inquebrantable; pero su amor ha durado solo lo que ha durado la ausencia.
I  nevitablemente, los recuerdos de todo lo que he visto y oído en mi propia familia a través de los años han aflorado. Esto, lo sé ahora, fue lo que me conmovió hasta las lágrimas hace años: entender la crueldad de que
Robert muriera dos veces, en un campo de concentración y otra vez, volviendo a la casa de la mujer que ya no le quiere.

Adaptando 'El dolor':

  He elegido contar la historia ocurrida entre 1944 y 1945. Mi heroína no es la Marguerite Duras de 50 años, releyendo estos cuadernos olvidados, sino la joven mujer de 32 años que anda por las calles de París y habita las profundidades de su propio apartamento esperando a su marido, que puede regresar o no.
  Me he centrado en dos historias de la colección llamada El dolor: la historia que da nombre al título, que ocurre durante la Liberación de París en agosto de 1944; y una historia llamada Rabier, enmarcada durante las últimas semanas de la ocupación alemana. La protagonista cambia de ser la guerrillera de la ciudad ocupada por los Nazis a abrazar la desesperación de la espera durante las semanas festivas que vinieron con la liberación. Hasta que, al final, se encierra en su apartamento y se deja llevar por su propia locura. La narración está estructurada en dos partes, dos marcos temporales, cuyos límites se superponen constantemente.

París:

  París es un personaje central en El dolor, representando la colaboración con los Nazis, las peleas callejeras y el miedo. Con su multitud bulliciosa y su aparente victoria con la llegada de la primavera, París es un paradójico telón de fondo para el dolor. Es una ciudad que ahoga a aquellos que esperan a que sus fantasmas regresen. Sus víctimas son aquellas para las que la guerra no puede acabar y nunca lo hará. El amanecer de la primavera no ofrece amparo para gente como Marguerite. Se aferran a las sombras, gritando contra el olvido, mientras otros bailan en las calles sin recordar nada ya.
  París es un mundo en sí mismo. París representa el tiempo de guerra y de libertad. París es otra gente y su volumen, otra gente y sus llantos, risas, cobardía, miedo y alegría.

Judíos en Marguerite Duras. París 1944:

  Como miembro de la Resistencia francesa, Robert debería haber sido enviado a un campo de concentración y debería de haber regresado con la primera o segunda ola de transportes que volvían a casa. Pero él vuelve a casa de una forma que en ese tiempo poca gente sabía que existía. Lo que le pasó a Robert es lo que le pasó a los judíos. Esperar a que Robert volviera a casa, en ese sentido, representa el descubrimiento de la Solución Final. Duras termina su narrativa con las palabras: “Robert no murió en un campo de concentración”. En ese momento, la expresión “Campo de concentración” no existía. La gente no hablaba de las cámaras de gas. La policía de De Gaulle corrió un velo sobre el destino de los judíos negándose a publicitar lo que había ocurrido. Lo más normal era olvidar. Olvidar lo que había pasado (prendiendo la llama de las fantasías Negacionistas) es lo que causa el olvido, el dolor, la tristeza y la angustia.

El tiempo también es protagonista:

  El tiempo se experimenta solo como duración o, más precisamente, como el sentido de su propio paso. Marguerite deambula por su apartamento y a través de las calles de París sintiendo el peso de cada segundo.
  El tiempo de la imaginación que combina presente y pasado, memoria y fantasía y a veces da paso a un futuro inmediato en tiempo condicional: él podría volver a casa; si él pudiese volver a casa.
  El tiempo es un asesino. Esa forma de tiempo que pertenece al mundo exterior y que es experimentada como una imposición en el mundo interno. Mes a mes. Los campos son liberados. La primavera llega a París. Y Robert aún no vuelve a casa. Cuanto más tiempo pasa, más inevitable parece su muerte.
  Y esto no es todo. Llegará un momento en el que no habrá tiempo para las personas que han estado en campos de concentración, no habrá tiempo para el hecho del genocidio ni para recordar.

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