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NOTAS DEL DIRECTOR...
   Sin duda es el tema central de la película, más concretamente la herencia familiar. La casa destartalada donde viven es un símbolo perfecto de la herencia vital que Mía y Moi han recibido de sus padres. Crecer en una familia en la que el padre abusaba de forma constante de su madre, ha marcado a los dos hermanos.
  ¿Cómo ha afrontado cada uno de ellos esta realidad? ¿Cómo ha definido sus personalidades tan distintas?

  Mía y Moi habla también sobre distintas clases de amor. Principalmente el amor fraternal, menosexplorado que el romántico.
Amor entre dos hermanos unidos por circunstancias adversas, hasta el punto que se ha creado un vínculo fortísimo entre ellos, un vínculo a veces asfixiante y en el que no entra nadie más.
  También exploramos el amor romántico, en la pareja de Moi y Biel, que se quieren pero no encuentran la forma de superar la situación que están viviendo, y el amor tóxico, de la pareja Mía y Mikel, condenados a seguir unidos, a pesar de que no les hace bien, a pesar de que Mikel, poco a poco, está destruyendo a Mía.
  Cuatro personajes aislados dan en realidad lugar a tantas combinaciones como personas hay en la casa. La obsesión de Mikel con el hermano de su novia, la amistad naciente de Biel y Mikel, excluidos del círculo fraternal, el odio de Moi hacia Mikel... sentimientos que subyacen y amenazan con salir a la superficie.

  Donde hay amor hay deseo, y donde hay odio, a veces también. Deseo que a veces se asume y afronta y en otras ocasiones se niega y se enquista, convirtiéndose en algo oscuro y peligroso. Los cuatro personajes se desean o se repelen, a veces al mismo tiempo, creando un clima insano en la casa, un clima de tensión creciente. El deseo reprimido a veces degenera. En odio, en simple tedio, o en violencia.

  Los parajes desolados de la América profunda que encontramos en “Malas tierras” o “Días del cielo” de  Terrence Malick, con sus personajes ásperos y curtidos por el entorno, dan una buena idea del tono que queremos imprimir a “Mía y Moi”. Tono heredado recientemente por David Lowery en dos películas también de referencia, “En un lugar sin ley” y “Ghost story”, esta última un claro ejemplo de como potenciar el uso de un espacio y unos personajes limitados, del minimalismo llevado al extremo con máximo resultado. Imposible hablar de minimalismo y no citar a Sofia Coppola, que aunque suele retratar entornos sofisticados muy alejados de nuestra historia, es ejemplar entrando a fondo en la psicología de los personajes sin apenas diálogos. Su última película “La seducción”, retrato de una grupo de mujeres encerradas en una casa y como la llegada de un hombre rompe el frágil equilibrio en el que viven, entronca directamente con nuestro relato.
  Maravillosa también la versión original de Don Siegel que protagonizó Clint Eastwood. Algunos títulos del “indie” americano han explorado las relaciones familiares en historias aparentemente sencillas pero de gran calado emocional. Desde Kenneth Lonnergan en “Puedes contar conmigo” (referencia directa, ya que la protagonizan dos hermanos disfuncionales) o “Manchester frente al mar” a un Ang Lee en “Brokeback Mountain”, película que, de nuevo, es ejemplar en la utilización del espacio para hablar de la psicología de los personajes. Otros títulos interesantes son “We don t́ live here anymore” de John Curran o “El amigo de mi hermana” de Lynn Shelton. Más ejemplos los podríamos encontrar en el cine de Kelly Reichardt (“Wendy and Lucy”, “Certain women”).
  Si miramos hacia Europa, hay una gran variedad de autores que han dejado una impronta que puede verse en “Mía y Moi”. Roman Polanski es un director que ha jugado de forma magistral con los ambientes claustrofóbicos, la paranoia y la psicología humana para componer dramas que derivan en thrillers, exactamente lo que es nuestra película. “El cuchillo en el agua”, “Repulsión”, “La semilla del diablo”, “Lunas de hiel” o “La muerte y la doncella” son excelentes ejemplos. Otros autores que han descrito las relaciones humanas con crudeza y verdad son Jacques Audiard en “De óxido y hueso” o Michael Winterbottom en “Jude” o “Wonderland”. Si pensamos en aislamiento en el campo, pocos personajes y paranoia, es imposible no citar “Anticristo” de Lars Von Trier. De la misma forma, Xavier Dolan, el canadiense más europeo, lleva toda su filmografía explorando los grandes temas de nuestra película, la familia y el amor. “Yo maté a mi madre”, “Tom en la granja” o “Solo el fin del mundo” son tres buenos ejemplos. Otro buen ejemplo es “Custodia compartida” de Xavier Legrand. Drama absolutamente naturalista y reconocible que deriva en thriller angustioso.
  Ya en España, algunos ejemplos en la nueva ola de cine catalán, como “Estiu 1993”, protagonizada por la propia Bruna Cusí y dirigida por Carla Simón, o “Els nens salvatges” de Patricia Ferreira. Por otra parte, el último título estrenado por Ramón Salazar, “La enfermedad del domingo” es otro ejemplo magnífico de película que se enclava en un entorno aislado, habla de las relaciones familiares y se centra en dos personajes nada más, con un resultado magistral.

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