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MENTES MARAVILLOSAS
INFORMACIÓN
Titulo original: Presque
Año Producción: 2021
Nacionalidad: Francia, Suiza
Duración: 91 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 12 años
Género: Comedia
Director: Bernard Campan, Alexandre Jollien
Guión: Marine Autexier, Bernard Campan, Helene Gremillon, Alexandre Jollien, Manuel Poirier
Fotografía: Christophe Offenstein
Música: Niklas Paschburg
FECHA DE ESTRENO
España: 13 Mayo 2022
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Caramel Films


SINOPSIS

Louis dirige una funeraria. Soltero empedernido, vive dedicado a su trabajo. Por una casualidad de la vida, se cruzará con Igor, un espíritu agudo en un cuerpo minusválido a causa de una parálisis cerebral. Igor reparte verduras ecológicas mientras pasa su tiempo libre leyendo a Sócrates, Nietzsche y Spinoza...

INTÉRPRETES

BERNARD CAMPAN, ALEXANDRE JOLLIEN, TIPHAINE DAVIOT, JULIE-ANNE ROTH, LA CASTOU, MARIE BENATI, MARILYNE CANTO, ANNE-VALÉRIE PAYET, SOFIIA MANOUSHA, MARIE PETIOT, LAËTITIA EIDO, MAURICE AUFAIR, ROMÉO HENCHOZ, JOACHIM CHAPPUIS

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ENTREVISTA A LOS DIRECTORES...
¿Cómo os conocisteis?...
AJ: Un día, Bernard me llamó después de un programa de televisión.
BC: Fue hace mucho tiempo, 18 años. En ese programa, Alexandre habló de Diógenes. Contó la historia de una persona que va a ver a Diógenes y le pregunta qué se necesita para ser filósofo. Diógenes le responde: “Si quieres ser filósofo, coges un arenque y arrástralo por toda la ciudad de Atenas”. Y Alex había añadido: "¡Lo bueno es que yo siempre voy arrastrando un arenque!" Hablaba de la mirada del otro y de cómo asumir esa mirada. Me impactó. Sentí por él algo muy entrañable a pesar de que lo conocía, así que lo llamé.
AJ: Fue amor a primera vista. Lo gracioso es que he vivido mucho tiempo en una institución donde no veíamos televisión excepto el programa Les Inconnus. Pero saltó una chispa entre nosotros. ¡Fue una amistad instantánea!

La amistad es la idea central de la película. ¿Podéis hablarnos de vuestro primer encuentro?....
BC: Nos llamamos casi todos los días durante muchísimo tiempo. Así que después de un tiempo decidimos encontrarnos carnalmente, físicamente. (risas)
AJ: (risas)
BC: Llegué a la estación de tren a la que Alexandre había venido a recogerme. Caminamos alrededor del lago de Ginebra y de repente, Alex me dijo: “¿Te apetece que nos bañemos? Yo le dije que no tenía traje de baño. Y el me contestó: "¡No importa!". ¡Nos quedamos en calzoncillos y nos bañamos en el lago Léman!

¡Eso tiene bastante que ver con una de las escenas de la película!...
BC: Es cierto que nuestra aventura común y personal tiene muchos vínculos con la película y viceversa.
AJ: Como decían los latinos, somos progredientes (Nota: personas que avanzan hacia un objetivo). Nuestras primeras llamadas telefónicas siempre giraban en torno a esa idea: ¿cómo se avanza con relación a la mirada de los demás, con relación a las angustias, la paciencia, las pasiones tristes y a la idea de tirarse por un precipicio? Eso marcó la pauta a una amistad que iba muy bien hasta que hicimos la película (risas). ¡Después, todo se estropeó!
BC: Fue muy instructivo. ¡Hacer una película no es nada fácil y hacer una película con un amigo es jugar con fuego!
AJ: ¡Desde luego! (risas)
BC: Cuando se decidió hacer la película, dijimos que no queríamos que echase a perder nuestra amistad. Nos dimos cuenta de que en todos los momentos difíciles teníamos puntos de vista diferentes y que había malentendidos entre nosotros. ¡Pero lo hemos superado todo y ha sido fantástico!

¿Cómo se os ocurrió hacer esta película? ¿De quién fue la idea?...
BC: De ninguno de los dos. Es una idea de Philippe Godeau, el productor (risas). Al vernos un día a los dos, Philippe nos dijo que debíamos hacer una película. No había nada concreto. Llegó lentamente, gradualmente a lo largo de nuestra amistad. Un día Alexandre me dijo: “Si diriges la película, me gustaría trabajar en ella”. Eso fue diez años después. Íbamos despacio y entonces Alexandre tuvo la idea del tema: un empresario de pompas fúnebres y un filósofo discapacitado se conocen y entre ellos surge una amistad bastante espontánea mientras llevan un cuerpo de un extremo a otro de Francia. En la historia de esta película hay dos polos. Por una parte está nuestra amistad y por otra la espiritualidad que inspira esa amistad.
AJ: Para mí, el cine permite transmitir una herramienta espiritual a personas a las que no les interesa especialmente la filosofía. Puedo decir que la filosofía me salvó la vida: es una forma de existir, de relativizar, de avanzar. Durante el rodaje me lo decía a mí mismo muchas veces y mi mujer me lo repetía: “piensa en todos los que sufren discriminación”. Eso es lo que me mantenía en pie. Si en la vida no hubiera un poco de humor, estaríamos disparando todos los días. Es difícil hablar de discapacidad y muerte sin parecer patético. Es necesario dotar de vida a esos “lugares” que asustan o que excluyen. Para mí, esa es la vocación de la comedia: hacer mejor a la gente haciéndola reír. Eso es lo que distingue el humor de la burla.

¿Qué significa esta frase para vosotros?: "No naces siendo hombre, llegas a serlo"?...
AJ: Yo diría: “No naces siendo ser humano, llegas a serlo”. En la vida no hay fatalidades. Podemos salir adelante gracias a los demás. Me parece que esta frase es una gran puerta abierta. Dice que no estamos encerrados en una condición o en un destino y que gracias al otro podemos abrirnos.

¿Creéis que esto también sirve para la profesión de actor? No nacemos siendo actores, llegamos a serlo. Alexandre, ¿es la primera vez que eras actor en el cine?...
AJ: Creo que es la primera y la última. (risas) Me convertí temporalmente en actor gracias a otros, eso es lo mejor. ¡Gracias a Bernard, gracias al productor Philippe Godeau, gracias a todo un equipo!

Hacer cine, hacer una película juntos cuando hay una amistad personal, ¿es una suerte o puede convertirse en un problema?....
BC: ¡Las dos cosas! (risas) ¡Qué suerte poder hacer una película! ¡Qué milagro! ¡Esta vez lo comprendí aún mejor! Aunque ya desde la escritura del guion, la aventura de la película no siempre fue fácil…

¿Por qué?...
BC: Dos días antes del rodaje ya nos estábamos peleando. (risas)
AJ: (risas)
BC: Si quieres enfadarte con un amigo, ¡haced una película juntos! Había momentos en los que no nos entendíamos. Pero lo cierto es que Alexandre ha sido -de principio a fin del rodaje- la brújula de la película. Cada vez que nos perdíamos, él nos decía qué dirección debía tomar la película.

Katie, uno de los personajes de la película, dice: “Esto es un desastre pero no pasa nada"...
AJ: He leído a muchos filósofos pero reconozco que esta frase que dijo un día una de mis amigas me impacto. Esa es la tragedia de la vida. Los desastres que nos dan ganas de tirarlo todo por la borda: enfermedades, duelos, separaciones. Pero la mente injerta encima de todo eso psicodramas, problemas. Me comparo con el otro, no soy lo suficientemente bueno. Es súper liberador. Es lo contrario de la resignación: “esto es un desastre pero no pasa nada", así que me pongo en marcha para ayudar a los demás. Es lo opuesto al derrotismo.

¿La filosofía es muy importante para ti? ¿Es una manera de alcanzar la felicidad?...
AJ: Es difícil hablar de filosofía sin hacer una caricatura. Me gusta mucho la antigua tradición que dice que la filosofía es, ante todo, es un arte de vivir. Aprender no sólo a morir sino a vivir el presente. La estupidez es la forma de ser más dañina, decía Nietzsche. Hay que aprender a darse a los demás.

¿El cine también enseña un arte de vivir?...
BC: El cine forma parte de la vida. Forma parte de la cultura. Y como cualquier arte, hacer cine permite aprender a vivir.

Igor, el personaje que interpretas, se pasa la vida leyendo filosofía, escucha filosofía en los cascos e incluso sermonea a los que se complican la vida...
AJ: Así es. Es una filosofía muy básica pero muy sensata. Ayuda a no sufrir, a disfrutar del camino que se recorre. Los dos personajes -Igor y Louis- están destrozados, uno más que otro (risas), y la filosofía es como un salvavidas aunque al principio está deshinchado. Podemos utilizar la filosofía para poner una capa de barniz social sobre las ruinas pero gracias a Louis, Igor va a aprender que hay una filosofía mucho más amplia que esa visión estrecha y blindada de la filosofía.
BC: Cuando Alex estaba sentando las bases de la película, me topé con ese problema de la filosofía. Porque en el cine necesitas una dramaturgia, necesitas conflictos para que exista una historia. Gracias a nuestra amistad en la vida real, podíamos intercambiar nuestras ideas espirituales y filosóficas. En la película, uno de los personajes tenía que ser menos filosófico que el otro. Era importante que hubiera filosofía pero al mismo tiempo había que dar prioridad a una historia.

Lo bonito de la película es precisamente la transformación que van experimentando los personajes a lo largo de la historia....
BC: El personaje de Igor tiene toda una teoría en la cabeza pero aún no se ha lanzado a tener una vida social. Necesita a Louis para escapar de sus libros, de su saber enciclopédico. Louis también tiene que elegir la vida porque se ha encerrado en su trabajo de director de una funeraria.
AJ: La película es un elogio de la vida cotidiana en una época en la que necesitamos sentirnos vivos para existir. Reconoce las cualidades fundamentales de Bernard: la sencillez, la sobriedad. La visión de la filosofía no son fuegos artificiales ni varitas mágicas. La película son dos seres humanos machacados que intentan seguir adelante.

¿De verdad creéis que la filosofía puede cambiar la vida?...
AJ: Aplicar la filosofía en mi vida diaria me permite aceptar mi hándicap. Para mí, la filosofía tiene una finalidad esencialmente práctica. La quintaesencia de la filosofía es decir un “sí” total y completo a la vida.

Y, sin embargo, es muy difícil decir un “sí” total. Siempre queremos decir no a ciertas cosas de la vida… ¿Es posible decir un “sí” sincero y alegre a la existencia humana?...
BC: Ese “sí” no es algo natural, es un gesto que hay que descubrir y que forma parte del esfuerzo, como diría Georges Gurdjieff, de esa ascesis que hay que practicar si queremos evolucionar, crecer y abrirnos.
AJ: Cuando soy demasiado sumiso, ¡mi hijo me dice que deje de jugar a ser Igor!
Al principio de la película, Igor es un discapacitado que sufre. Nada es evidente cuando eres una persona discapacitada. Siempre tienes que encontrar tu sitio, y en eso consiste existir. El “sí” puede ser contestatario pero no es un “sí” que se enfrenta, no es un “sí” que reivindica sino un “sí” que es una declaración a favor de la vida. ¡E Igor, gracias a Louis, aprende a saltar desnudo a la vida!

En un rodaje, ¿qué hay que hacer para mezclarse con esa colectividad, esa comunidad?...
AJ: Lo que me impresionó fue formar parte de un grupo. No decimos “es mi película” sino “es nuestra película". Es genial pasar del "yo" al "nosotros”. Reconozco que después me costó volver al ejercicio individual de escribir. En un rodaje, todo consiste en compartir, sigues adelante gracias a los demás. Para mí fue un regalo sentirme apoyado por los demás. Nadie juzgaba a nadie. Fue muy terapéutico hablar de Igor como alguien exterior a mí. "Igor está discapacitado", "Igor está cansado”, “Igor se siente incómodo con la sexualidad”... ha sido genial poder hablar de la discapacidad pero con cierta perspectiva, sin negar lo que somos. Por otro lado, dirigir a los actores ha sido muy difícil para mí. Yo he estado 17 años en una institución donde otras personas decidieron el color de mi ropa interior hasta los 18 años. Pero yo he vivido bajo una autoridad indulgente que no se parecía en nada al educador castrador.
BC: En el plató, conté con el apoyo de Philippe Godeau, que también me ayudó a dirigir la película. En tanto que actor, Alexandre tenía que aguantar que lo dirigieran. Nos decía que no entendía lo que le pedíamos porque a veces cambiábamos de rumbo. Hablábamos abiertamente para continuar, para seguir adelante y para no guardarnos las cosas. Está claro que al final todo salió muy bien, pero tuvimos que superar muchos escollos.

¿Qué esperáis cambiar con esta película?...
BC: Nos gustaría que la película conmoviera a la gente porque conmover es modificar. Si, al salir del cine, la gente se siente un poco diferente y quiere vivir de otra manera, menos mecánicamente, siendo más abiertos, ¡eso sería un gran triunfo!
AJ: La idea es transformar la visión de la marginalidad y del otro. Y también está el tema de la muerte. ¿Cómo afrontar esa fecha límite? Vamos a morir pero ¿qué hacemos juntos hasta entonces? Creo firmemente en la solidaridad. El objetivo de la cámara se detiene en dos personajes, pero hay algo que va mucho más allá de su individualidad. Hay algo en juego: no somos autónomos, no somos dependientes. Estamos llamados a ir hacia el otro.

¿Tenéis miedo de que os tachen de bienpensantes?...
AJ: Paradójicamente, hoy, ser rebelde es dejar ser cínico, de estar siempre en contra. Al igual que les ocurre a Matthieu Ricard y a Christophe André asumimos el mismo reproche de ser ‘osos amorosos’. Toda una demostración de altruismo. ¿No se invierten los valores cuando se dice que lo que está en contra, lo que es agresivo tiene una connotación realista más fuerte y más profunda que cuando las personas abogan por la solidaridad?

¿Tenéis una definición de la felicidad?...
AJ: Para mí, a un nivel muy básico, la felicidad es formar parte de una dinámica de progreso. Como dice Igor: están heridos pero avanzan. Yo creo que, a día de hoy, lo peor es el inmovilismo. Cuando nos encerramos en poses sociales o en nuestras heridas. Eso es una muerte interior.

¿Teméis que las situaciones que acabamos de vivir, los sucesivos confinamientos hayan puesto a prueba la fuerza de lo colectivo?...
AJ: En mi opinión la clave de la película es la imagen de Nietzsche que dice que somos brotes, que somos producto de un árbol. Yo creo que el individualismo es el brote que se apodera de todo y dice: “¡Soy yo! ¡Quiero mi felicidad! ¡Tengo exigencias!” mientras que es la totalidad del árbol lo que permite que cada miembro de la sociedad se realice.

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