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BUSCANDO UNA HISTORIA EXTRAODINARIA...
    Durante años, Harrison Ford y los productores Michael Shamberg, Stacey Sher, y Carla Santos Shamberg estuvieron buscando un proyecto en el que pudieran colaborar. Hace seis años la búsqueda terminó cuando Ford leyó primero el artículo en el “Wall Street Journal” de la ganadora del Premio Pulitzer, Geeta Anand, y a continuación su libro: “The Cure”: cómo un padre recaudó $100 millones – y cómo desafió al Establishment médico – en el intento de salvar a sus hijos. El libro está basado en John Crowley y su familia. Cautivado por los múltiples temas, Ford vió en este convincente material la posibilidad de hacer una película.
  Ford recuerda – “Pensé que el libro de Geeta tenía mucho que decir sobre el coraje personal, iniciativa, el amor de los padres, y el poder de vencer circunstancias extraordinariamente difíciles,”. “Si pudiéramos dar forma a todo esto en una película, estaríamos trayendo una historia a la pantalla que enriquecería la vida de las personas”.
 “Las mejores historias reales son las leídas como de ficción y el libro de Geeta definitivamente no era una excepción,” señala Sher.
Aunque la familia Crowley se había sentido cómoda contando su historia a Anand, al principio, dudaban un poco cuando Hollywood apoyó el proyecto.
 Con los Crowley ya convencidos, un esfuerzo conjunto para llevar el proyecto a la pantalla estaba a punto de empezar.

DOS HOMBRES Y UNA MISIÓN: ADAPTAR LA HISTORIA PARA LA PANTALLA...
   Convertir la travesía familiar y The Cure en una película de dos horas era una operación difícil de equilibrar. La duración de los acontecimientos, que comprendían varios años, había que condensarla, y, además, la historia tenía que enganchar a la audiencia en el arduo e innovador proceso científico que salvó a los niños Crowley. La labor sería sin duda alguna un reto y una recompensa. Los productores quedaron con el guionista Robert Nelson Jacobs, nominado a un Oscar por la Academia, y enseguida se dieron cuenta de que habían encontrado a la persona justa para adaptar la historia.
   Jacobs encontró que el libro de Anands era una valiosísima fuente de inspiración y a dicha periodista/autora la encontró “extremadamente generosa compartiendo su investigación.” Pero Jacobs se metió de lleno en su propia investigación sobre la familia.
  Condensar todos los acontecimientos de la historia incluía, el asesoramiento de cómo representar mejor a las numerosas personas que ayudaron a John en el desarrollo del medicamento que salvaría a sus hijos. “Hubo mucha gente que ayudó a John, desde científicos hasta hombres de negocios. Y hubo diversos médicos para los que John recaudó dinero,” explica Jacobs. “Redujimos a todos ellos en un solo personaje, el Dr. Robert Stonehill. John es muy “directo” y el Dr. Stonehill va a su aire. Me di cuenta que poniendo a los dos juntos haría que las chispas saltasen. Crearía mucha tensión dramática.”
   Ford (que a la vez actúa y es productor ejecutivo de la película) encontró en el Dr. Stonehill una oportunidad fascinante tanto para contar la historia como para actuar. Para crear el personaje de Stonehill, a la vez que autentificar la ciencia en el conjunto del guión, Ford y Jacobs se dirigieron a expertos en el tema para pedirles ayuda y credibilidad.
   Para contar la historia, era necesario encontrar la manera de dar forma física a este proceso cerebral, manteniendo aún el diálogo científico que era importante tanto para describir con precisión la historia como para comprender el personaje de Stonehill. “Cuando ves a Harrison explicando la parte científica, lo que es realmente importante es el trasfondo, ves a un científico apasionado por lo que hace, dice Jacobs. Para Ford y Jacobs era crucial entender los matices científicos para poder simplificar el proceso para hacerlo comprensible a la audiencia.
  Para la investigación de los hechos y la condensación del tiempo, el componente emocional y el espíritu de la familia era sin duda alguna la base del guión. Jacobs trabajó sin descanso para construir un guión que expresara tanto el camino físico como espiritual de todos los involucrados.

BUSCANDO UN DIRECTOR INSPIRADO...
   Se concertó una reunión con Tom Vaughan y con el guión de Robert Nelson Jacobs recién aprobado, los productores dieron a Vaughan un borrador de Medidas Extraordinarias para leer.
   “Cuando leí el guión sentí inmediatamente una gran confianza en el poder de la historia,” - dice Vaughan. Estaba impresionado por los mensajes de fe y esperanza, ejemplificados a través de la fortaleza sin límites de la familia Crowley cuando parecía que todas las alternativas se habían acabado.
   Tener a Harrison Ford también era una atracción para Vaughan. “Parecía estar hecho para él”. Era algo que no le había visto hacer antes. Sabía que estaría estupendo en el papel.”
  Santos Shamberg apunta que una cierta conexión familiar al campo científico también inclina la atención de Vaughan al tema, “Su padre también es científico, por lo que desde una edad muy temprana Tom ha entendido realmente lo que significa emplear la vida investigando.”
 La visión de Vaughan sobre el material estaba perfectamente en línea con la del resto del equipo.

LOS CROWLEY EN EL RODAJE...
   La familia Crowely voló a Portland durante la producción para visitar el rodaje. “Era muy importante para todos los que hacíamos esta película que los Crowley fueran parte de esta experiencia,” comenta Sher.
  El director recuerda que al principio tenía un cierto temor de no cumplir con los objetivos de la película: “Estaba ligeramente preocupado porque estaba contando una historia “inspirada” en una historia real; nuestra película no es un documental. Pero los Crowley entendían muy bien todo esto. Son una familia admirable, y unas personas excelentes para compartir tiempo con ellos.
  Su presencia en el rodaje también permitió a Vaughan presenciar la dinámica familiar de primera mano e impregnar la película de esa energía. 

LA PRODUCCION ATERRIZA EN EL PACÍFICO NOROESTE...
   Era diciembre del 2008 cuando Tom Vaughan llegó a Portland a temperaturas bajo cero y con un record de nieve de 18.9 pulgadas, una de las peores tormentas de nieve en la historia de Portland. Se iba a reunir con el productor ejecutivo Nan Morales para 2 días de búsqueda de localizaciones. Nan acababa de rodar en Oregón y pensó que el Pacífico Noroeste podría servir perfectamente para Medidas Extraordinarias. Y, como el film estaba inspirado en la historia de los Crowley, el equipo de producción tenía la libertad de situar geográficamente la película a su gusto. Tom y los productores vieron el potencial de la zona casi inmediatamente.
   “Creo que era el campo de actuación adecuado,” comenta Morales. “Hay tantos ámbitos en Portland – desde suburbios a rascacielos. Puedes estar de pie en un edificio y ver la ciudad, más allá ver un río, y más allá ver el monte Hood”. Oregón tiene muy diversas vistas: playas, montañas y áreas desiertas.”
   Hacía falta una localización con distintos paisajes pues la historia se desarrolla en numerosos Estados. En la película, la familia vive en Portland, pero John viaja a Nebraska y Chicago, y la familia con el tiempo acaba en Seattle.
   Vaughan y el Diseñador de Producción Derek Hill necesitaban que las localizaciones se diferenciaran para dar por un lado veracidad geográfica y por otro para reflejar las distintas etapas de la travesía de John Crowley.
   “Visualmente, parte del reto era determinar las diferentes etapas y tener una visión que ayudara a contar la historia con claridad,” explica Vaughan.
La decoradora Denise Pizzini, que colaboró de cerca con Hill para desarrollar la visión de Tom, recuerda cómo el decorar las distintas casas de los Crowley requería mostrar visualmente sus cambios de estatus económicos pero también recrear su compromiso de mantenerse como una familia arraigada.
   Cuando John y Aileen Crowley visitaron los escenarios, estaban impresionados por el parecido de las casas y vecindarios elegidos para filmar los sitios en los que de hecho vivieron durante su travesía. Desde una casa de estilo artesanal de Wilshire Park, a una casa exquisita con una vista impresionante al Lago Oswego, a una casa moderna cerca del mar en la maravillosa, enorme y accidentada costa de Oregón en la “playa de Manzanita”. Pensaron que la película daba en el clavo.
   Además de mobiliario de oficina, la producción necesitaba una gran cantidad de equipo médico y de laboratorio. Pizzini trajo este material de fabricantes y vendedores de todo el país. Todo tenía que ser lo más auténtico posible. A juzgar por la buena acogida de investigadores y médicos presentes en el rodaje, quedó claro que la producción acertó de pleno.

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