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SINOPSIS
Es la historia de Mandela quien tuvo que enfrentarse a un gran desafío del que a través de los años logró salir vencedor. Desde su niñez hasta que es elegido como Presidente de Sudáfrica conocemos su historia...
INTÉRPRETES
IDRIS ELBA, NAOMIE HARRIS, TONY KGOROGE, RIAAD MOOSA, ZOLANI MKIVA, SIMO MOGWAZA, FANA MOKOENA, THAPELO MOKOENA, JAMIE BARTLETT, DEON LOTZ, TERRY PHETO, ZIKHONA SODLAKA, S'THANDIWE KGOROGE, TSHALLO SPUTLA CHOKWE, SELLO MAAKE KA-NCUBE
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El director Justin Chadwick reconoce que se enfrentó a un enorme reto al realizar una película no solo sobre el hombre de Estado más admirado del siglo XX, sino también sobre un icono internacional y una persona enormemente amada. “Mi instinto me decía que debía concentrarme en su historia como hombre. Cuando me reuní con sus hijas y con otras personas que habían estado cerca de él y les hablé de mi enfoque de la película, todos subrayaron lo mismo: ‘Sí, trátalo como un hombre. Cuenta su historia como hombre’”.
“Lo que más me ayudó fue la aportación de Anant. A lo largo del mucho tiempo que duró la preparación de esta película, desarrolló una relación sincera y profunda con personas que habían participado en la lucha contra el apartheid. Anant me envió unos paquetes enormes con libros y unas fotografías increíbles sobre la época, ¡tengo una estantería llena de material! Igualmente, la Fundación Nelson Mandela hizo un trabajo estupendo al catalogar ese período de la historia y me permitió acceder libremente a él. He visto grabaciones muy sorprendentes que se han hecho públicas, pero también material que nunca ha salido a la luz, como entrevistas sin editar con Winnie y Madiba (el nombre del clan de Mandela)”.
“Aunque sabía qué película quería hacer, era muy consciente – al haber nacido en Manchester – de que era un ‘extraño’, así que escuché a los compañeros de Madiba y a quienes estuvieron cerca de él, y eso me ayudó a encontrar mi camino en la película. Puesto que su autobiografía es tan extensa, se podría hacer una miniserie de 24 capítulos y todavía se quedarían cosas fuera, pero quería que esta fuera una experiencia cinematográfica que se visualizara en una única sesión, por lo que pensé que lo que necesitaba era un punto de vista y no una historia amplia de su vida desde la niñez hasta el anciano. Eso era demasiado. Así que fueron esas conversaciones personales lo que me permitió llegar a la emoción de esta historia”.
“Cuando Anant me habló por primera vez del proyecto, subrayó que el núcleo de la historia era la narración humana: el coste para el hombre, el coste para la familia, y para su relación con Winnie. Como director, me parecía un enfoque apto para la cámara. Sí, recordábamos esas imágenes por televisión y los momentos icónicos en los que fue liberado, pero quería que la cámara traspasara las puertas cerradas antes de ese momento, y su interacción personal con sus hijas, y nuestro guionista, William Nicholson, estuvo de acuerdo”.
“Creo que puesto que ha sido un proyecto que se ha dilatado tanto en el tiempo existían muchas expectativas acerca de cómo se iba a contar la historia. ¿Iba a ser una película biográfica para alabar al personaje? Sí, por supuesto, queríamos conseguir un ambiente 100 % auténtico, pero quería enfocarlo también como una película moderna; si había una persecución en coche en la historia, lo haríamos como en una película moderna. Queríamos que la cinta fuera visceral. La vida de Mandela fue una montaña rusa, tanto antes como después de su paso por la cárcel; su dolor personal como un hombre separado de su familia y, después cuando fue liberado siendo ya relativamente mayor y tuvo que enfrentarse a unos momentos muy violentos dentro de la historia de Sudáfrica. Hemos hecho todo eso en la película”.
“La forma en que hemos realizado la película va a resultar entretenida, y creo que va a sorprender a muchas personas, porque, aunque su vida transcurrió en un momento de la historia especialmente turbulento, cuando era joven le gustaba vivir deprisa, y lo que esos hombres hicieron en su lucha de liberación fue increíble; la película incluye secuencias de acción y un drama conmovedor y, en el fondo, se trata de una historia de amor única”.
“Incorporamos esa energía y dinamismo a la película para que el público se situara en el momento en el que estaban transcurriendo esos acontecimientos y pudieran sentir como Mandela y sus compañeros cuando los vivieron. Hemos querido traspasar la piel del hombre, porque ya se han hecho muchos documentales mirándolo desde fuera, y no queríamos eso. Pensábamos en el público reunido en el cine y queríamos que se subiera a esa montaña rusa, con toda la emoción de la pérdida y el sacrificio, la lucha y el peligro”.
“Si estás tratando temas que han conmocionado la vida de muchas personas, lo único que te queda es esforzarte al máximo, y todos los que hemos participado en esta producción nos comprometimos con ella al 100 %. Se lo debíamos, porque se trata de la película oficial de Mandela. Pero es mucho más que la historia familiar de Mandela, se trata de la lucha con mayúsculas, y eso sigue muy presente en la vida de todos hoy, te das cuenta cuando recorres las calles con quienes estaban trabajando con nosotros, lo notas en el equipo; la lucha sigue viva, y esta película tenía que tener valor para esas personas”.
El proyecto para trasladar a la gran pantalla la historia personal de uno de los mayores personajes de la historia fue una formidable odisea que se prolongó a lo largo de 16 años para su productor, Anant Singh. Como descendiente de tercera generación de indios nacido en Sudáfrica y clasificado como ciudadano “no blanco” por el gobierno del apartheid, Anant formó parte de la lucha de liberación.
Fue su estrecha relación con la destacada activista anti-apartheid Fatima Meer la que le llevó al personaje. Seis semanas después de la triunfal salida de Mandela de la cárcel, Singh mantuvo la reunión más importante de su vida. “Fatima me invitó a su casa ¡y allí estaba Madiba! No tenía ni idea de que iba a estar”, recuerda Singh, quien pasó una hora con él en los primeros días de su libertad.
Antes de que se publicara ‘Long Walk to Freedom’ en 1995, Mandela invitó a Singh a leer el manuscrito. “Me llevó todo el fin de semana e inmediatamente le dije: ‘Aquí hay una buena película, ¡tengo que hacerla!’ Cuando el libro llegó a las agencias internacionales dos meses después, llovieron las ofertas de Hollywood y comenzó el tira y afloja. Singh recuerda que Madiba dijo: ‘Es una historia sudafricana, quiero que seas tú quien la cuente’”.
El gran líder concedió personalmente a Singh los codiciados derechos para adaptar sus memorias personales al cine.
Evidentemente, el principal desafío al que se enfrentaban quienes realizaban esta película era resumir 80 años de una vida excepcional en menos de tres horas. Tras haber colaborado antes con William Nicholson hacía 23 años con cuando escribió el guión de ‘Sarafina’, Singh pensó desde el primer momento en el dos veces nominado a los Óscar®. “William no suele realizar adaptaciones, así que fue genial que aceptara”.
Nicholson lo recuerda así: “Le dije: ‘Soy británico, ¿por qué no buscas a un sudafricano? Sabes que hay unos maravillosos guionistas sudafricanos, incluso puedes buscar a alguno que haya vivido esos tiempos tan difíciles’, y Anant me respondió: ‘necesitamos que sea una película internacional porque va dirigida al mundo, no solo a Sudáfrica’.
“La película es más que un libro”, comenta Nicholson. “Está llena de experiencias personales, de Mandela, de Winnie y de todos los demás protagonistas de los acontecimientos. Un guión normal tiene 120 páginas, así que era una locura pensar en incorporarlo todo. No se trata de un resumen del libro en absoluto”.
A cargo del espectacular diseño de la película en términos de autenticidad y alcance encontramos al diseñador de producción Johnny Breedt, a quien Singh embarcó en el proyecto hace unos 15 años como coordinador de vehículos de acción. Con el paso del tiempo, mientras el proyecto recorría sus distintas etapas de desarrollo, la implicación de Breedt se fue intensificando al convertirse en responsable de localización e investigación. Este largo tiempo de preparación le permitió reunir un increíble corpus de material. Los resultados de sus investigaciones a través de libros, películas, documentales y museos se fueron atesorando en el departamento de arte, donde más de 300 libros y 5000 fotografías sirvieron como una herramienta de consulta dinámica para los actores, el director, los responsables de vestuario y los investigadores a lo largo de toda la película.
Puesto que la película recorre muchas décadas, la principal tarea de Breedt consistía en ofrecer un lienzo inmenso pero pormenorizado que pusiera de relieve las distintas impresiones y tonos de cada década. Van desde el pueblo de Mandela a la vibrante ciudad de Johannesburgo a principios de los años 40 del siglo pasado, donde los ciudadanos blancos tenían coches y los negros usaban el autobús o el tranvía.
Breedt y los responsables de localización, Robert Bentley y Edu Klarenbeeck, estudiaron unas cuatrocientas ubicaciones y el rodaje se desarrolló en aproximadamente doscientas de ellas. Cuando Chadwick se embarcó en la producción, muchos de los edificios que aparecían en el guión original habían sido demolidos.
Breedt comenta sus esfuerzos para crear un mundo que girara en torno a la vida de Mandela, empezando por su pueblo en una zona rural que era una impoluta reserva de la naturaleza anclada en una cultura tribal. Puesto que no existe una historia visual documentada de los pueblos de esa época, el reto al que se enfrentaba Breedt le presentaba también la oportunidad de ser imaginativo.
El inmenso proyecto exigió el concurso de empresas de construcción profesionales y equipos industriales para excavar unos 15 000 metros cuadrados en el estudio y hacer así espacio para los decorados. La construcción del impresionante decorado de Robben Island incluía un tejado y unos desagües auténticos, y está clasificada como una estructura permanente. Una empresa de construcción de carreteras profesional se encargó de las calles alquitranadas del asentamiento de Orlando, donde el equipo de construcción de Breedt, compuesto por 200 trabajadores cualificados y semicualificados procedentes de las comunidades locales, levantó veinte casas de época para las tomas exteriores.
“Desde la primera reunión con Justin tuve claro que quería enfocar la epopeya de la vida de Mandela desde una perspectiva nueva, visceral y original”, comenta el director de fotografía Lol Crawley.
“Tomado los trabajos de Fernando Meirelles, Matteo Garrone y Jacques Audiard como influencias importantes, analizamos también el estilo de rodaje con cámara manual y la iluminación naturalista empleados en ‘Ciudad de Dios’, ‘Gomorra’ y ‘Un profeta’ y los comparamos con la gramática cinematográfica más clásica de títulos como ‘Gandhi’ y ‘Lawrence de Arabia’. Pensamos que teníamos que explorar y conmemorar la ‘épica’ inherente a la vida de Mandela pero al mismo tiempo evitar ponerlo en un pedestal. Pensamos que la primera parte de la historia, la niñez de Mandela en Transkei, se prestaba a un trabajo de cámara más tranquilo, considerado y clásicos que marcaría un importante contraste con los movimientos de cámara cada vez más viscerales y crudos que se emplearían para narrar la vida de Mandela desde su llegada a Johannesburgo en los años 40 hasta el juicio de Rivonia”.
El desafío de reflejar de forma fiel los cambios de aspecto durante el amplio período de la vida de Mandela que recoge la película recayó en el equipo de maquillaje y prótesis.
La diseñadora de maquillaje Meg Tanner y su increíble equipo tuvieron que crear el variado aspecto de 12 000 extras, 105 actores y siete protagonistas a lo largo de más de cinco décadas. Inspirados por la historia y por Justin Chadwick como un director visionario, Tanner trabajó a partir de unas referencias fotográficas precisas.
Tanner disfrutó con la importante aportación de Elba y diseñó siete looks para el cambiante aspecto de Mandela a lo largo de los años.
“Teníamos que encontrar la forma de envejecer a los actores y que se parecieran a los personajes reales, y concretamente hablamos de cómo hacer que Idris se pareciera a Nelson Mandela pero sin llegar a ese enfoque de la réplica documental del que Justin no quería oír ni hablar”, recuerda Thompson. “Decidimos no concentrarnos demasiado en ‘clonar’ a Idris en Mandela o añadir demasiado látex en su cara para cambiar su estructura facial”.
Muchos de los protagonistas se sometieron a dos fases de trabajo protésico. La primera consistía en el envejecimiento gradual del reparto hasta el momento en el que habían cumplido 18 años de condena. La segunda fase comenzó con su traslado a la prisión de Pollsmoor en 1982. Se tardaban cuatro horas en completar esta etapa del trabajo, junto con la peluquería y el maquillaje final. Esos días, los actores tenían que estar preparándose desde las 03:30 de la mañana.