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Saverio Crispo, el gran actor del cine italiano, un genio, como lo define el crítico Picci, murió hace diez años. Sus cinco hijas, de diferentes madres y desperdigadas por el mundo, se reúnen en la gran casa del pueblo natal de actor, en la región de Puglia. La hija italiana con el compañero del que es la novia clandestina. La hija francesa, con el menor de los tres hijos que ha tenido de tres padres diferentes. La hija española, la única casada, con un marido que es un infiel incorregible. Y la última hija, sueca, a la que al padre casi no conoció.
También están presentes las dos viudas, la primera mujer, una italiana que le cuidó en la vejez, y la actriz española que se casó con él en la época de los spaghetti western. Ninguna de las hijas conoció realmente al páter familias pero todas lo han mitificado y amado en diferentes épocas de su triunfal carrera de actor. Y en medio de las celebraciones, cuando todavía esperan a la quinta hija, la norteamericana reconocida gracias a una prueba de ADN, irrumpe Pedro del Río, el actor especialista que parece conocer al actor mejor que nadie. Entre ruedas de prensa, proyecciones, revelaciones nocturnas de secretos, las mujeres del gran divo se enfrentan en un torbellino de emociones y situaciones tragicómicas.