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NOTAS DE LA DIRECTORA...
   Hay encargos que se vuelven intensamente personales y con los que uno se implica para siempre. Es el caso de “Pa’trás ni pa’tomar impulso”. La productora Marta Esteban me habló de una mujer maravillosa que había conocido en Argentina, Carmen Mesa. Una bailaora de flamenco multifacética que, a pesar de sufrir un desengaño amoroso, había decidido quedarse allí y pelearla con todo su arte y su energía.
  Rodar a un torbellino como Carmen supuso muchos retos, intentando contar su vida con registros a mitad de camino entre el documental y la ficción. Asuntos que formaban parte de su pasado cuando la conocí volvieron a encarnarse durante el rodaje de la película, eludiendo la mera simulación y provocando resonancias vitales en la misma Carmen, en el equipo y por supuesto en mí.
  De alguna manera todos somos Carmen: hemos sufrido, perdido y encontrado amores y pasiones nuevas y nos hemos maravillado ante el misterio del amor y la amistad en esta gira mundial que es nuestra vida. Como tantas mujeres migrantes del mundo, Carmen lleva su patria enredada entre sus pies y va desatándola por su camino, como una bata de cola, flameando por la tierra de acogida.
  El flamenco es su verdadero y único amor, y el que la lleva en andas cuando sus pies de bailaora ya no pueden dar ni un paso. Carmen por su parte le devuelve al flamenco todo lo que ha hecho por ella llevándolo consigo allí donde va, sembrando sus taconeos y su risa contagiosa por todo aquel otro sur de sus amores, aquella Argentina que la acoge como sólo una gran amiga puede hacerlo.

NOTAS DE LA PRODUCTORA...
  Conocí a Carmen Mesa en abril del 2018 en Buenos Aires. Ella volvía de un viaje de 20 horas en autobús desde los Andes argentinos. Llevaba un rollo con el fondo del Teatrín, una maleta con sus zapatos y bata de cola y una gran sonrisa como si el largo viaje y el dormir en un autobús no le restara energía.
  Me impactó en un primer momento su fuerza y tenacidad en llegar a lo más recóndito de Argentina llevando su arte. Y frente a mi extrañeza de cómo recibían en sitios lejanos y recónditos costumbres tan distintas, ella me respondió que su taconeo salía de la tierra y su historia de la panza.
  Carmen transmite un lenguaje universal.
Allí donde llegaba representaba su obra de teatro “Yo me lo guiso, yo me lo como” y daba clases de flamenco. En cada lugar tenía conocidos, amigos, familia del alma que la alojaban y le organizaban las clases y representaciones para que los dineros le cuadraran mínimamente Carmen me puso en contacto con su familia del alma, entre ellos la historiadora Teresa Piossek que había escrito el libro “Las Conquistadoras” con una premisa que Carmen usaba: las mujeres donde van colonizan, nunca conquistan, intercambian saberes para conseguir una vida mejor no solo para los suyos sino para la comunidad. Las mujeres mejoran el mundo.
  A mi vuelta a Buenos Aires supe que quería hacer una película, seguir a Carmen por caminos que tanto nos llevan al tango bonaerense, a una Comunidad Qom o a un cerro de los Andes. Allí, en la aldea Tafi del Valle vive Brenda su querida niña que trasladará a la memoria de Carmen el paralelismo con su casa de Encinas Reales en la Córdoba andaluza, con su madre, con sus hermanos y en especial con su hermana que luchaba inútilmente contra la enfermedad. Yo quería mostrar esta historia y la fuerza de Carmen en “Pa’tras ni pa’tomar impulso”.

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