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PARÍS DISTRITO 13
INFORMACIÓN
Titulo original: Les Olympiades, Paris 13e
Año Producción: 2021
Nacionalidad: Francia
Duración: 105 Minutos
Calificación: ANo recomendada para menores de 16 años
Género: Comedia, Drama, Romance
Director: Jacques Audiard
Guión: Jacques Audiard, Nicolas Livecchi, Léa Mysius, Céline Sciamma. Basados en las historias cortas escritas por  Adrian Tomine
Fotografía: Paul Guilhaume
Música: Rone
FECHA DE ESTRENO
España: 8 Abril 2022
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Wanda Films


SINOPSIS

Émilie conoce a Camille, que se siente atraído por Nora, que, a vez, se cruza en el camino de Amber. Tres chicas y un chico. Son amigos, a veces amantes y, a menudo, las dos cosas...

INTÉRPRETES

LUCIE ZHANG, MAKITA SAMBA, NOÉMIE MERLANT, JEHNNY BETH, CAMILLE LÉON-FUCIEN, OCEANE CAIRATY, ANAÏDE ROZAM, POL WHITE, YANG RONG-YING, GENEVIÉVE DOANG, XING XING CHENG, FABIENNE GALULA, LILIAN NZE NONG

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NOTAS DEL DIRECTOR...
   Como punto de partida, estaban las tres novelas gráficas de Adrian Tomine. Me gustó su brevedad, su profundidad discreta, sus personajes repletos de fantasía y melancolía, el uso tan hábil de las elipsis y por último cómo consideran que cada ser humano es un pequeño abismo insondable.
  Antes de ese punto de partida, es cierto que llevaba tiempo queriendo escribir una comedia. Al vincular la comedia con la obra de Tomine, tuve la posibilidad de escribir una historia “fluctuante” que reflejara los personajes de Tomine.
  Una película construida con discreción pero cuyos héroes no paran de hablar.
Muy al principio, estaba la película de Rohmer Mi noche con Maud y, sin saberlo, el deseo de hacer algún día una película sobre el discurso amoroso, o para ser más exactos: ¿Cuándo y cómo se habla del amor hoy en día? En Mi noche con Maud, dos hombres y una mujer, pero sobre todo un hombre y una mujer, se pasan toda una noche hablando. Hablan de todo: de ellos mismos, naturalmente, pero también de Dios, de Blaise Pascal, de la nieve que cae, de la vida provinciana, del encanto de las jóvenes católicas, etc. Al final, las señales de una atracción mutua han quedado al descubierto, y aunque deberían caer en brazos el uno del otro y amarse, no lo hacen. ¿Por qué?
  Porque todo está dicho y la seducción, el erotismo y el amor se han canalizado solamente a través de las palabras.
Darle una continuación habría sido superfluo.
  ¿Cómo se desarrollaría esta situación hoy en día cuando ocurre todo lo contrario? ¿Qué sucede realmente en nuestra era del Tinder y de “acostarse en la primera cita”? ¿Hay cabida para un discurso amoroso en esas condiciones? Sí, por supuesto, no cabe ninguna duda. Pero, ¿en qué momento entra en juego el discurso amoroso? ¿Cuáles son las palabras y cuáles los protocolos?
  Ese es uno de los principales hilos narrativos de París, Distrito 13.

ENTREVISTA AL DIRECTOR...
Por qué elegiste Olympiades como título francés de la película?...
Olympiades es un barrio de rascacielos en el centro del distrito 13 de París, entre la rue de Tolbiac y la Avenue d’Ivry. Este barrio surgió por un programa de rehabilitación que tuvo lugar en los años 70, de ahí que su homogeneidad arquitectónica sea muy visible. Como tributo a los Juegos Olímpicos de Invierno de 1968 en Grenoble, cada torre lleva el nombre de una ciudad que ha acogido los Juegos Olímpicos: Sapporo, México, Atenas, Helsinki, Tokio... y las calles llevan el nombre de los deportes olímpicos: rue du Javelot [calle de la Jabalina], rue du Disque [calle del Disco].
Olympiades es un barrio muy original, exótico y animado con una impresionante mezcla social y cultural. Allí viven los personajes de la película y allí se cruzan sus caminos. El término “Olympiades” también es una referencia a las hazañas atléticas, y si piensas en términos lujuriosos, también puede referirse a los logros sexuales de los personajes.

El guion es una adaptación de tres relatos del escritor estadounidense de novelas gráficas Adrian Tomine. ¿Qué te gustó de su universo y cómo elegiste las historias que ibas a adaptar?...
Las narrativas de Tomine son concisas, pegadas a la realidad, con personajes perdidos y en busca de algo que no saben cómo definir. Me gustaron todos esos aspectos.
Además, sus dibujos son muy sencillos e impactantes, no distraen de la narrativa y parecen hechos para el cine, casi como un storyboard. Además, en la línea de Eric Rohmer, Adrian Tomine también es un moralista: al final de esos relatos, sus personajes parecen haber aprendido algo sobre la vida y sobre sí mismos.

¿Cómo se te ocurrió la idea de la película? ¿Qué te sucedió para que un día te despertaras y dijeras: “Hoy voy a adaptar tres relatos de Tomine”?...
Cada vez tengo más la impresión de que la expresión “buscar un buen tema” no tiene mucho sentido y que “buscar un tema” es probablemente la forma más segura de no encontrarlo nunca o, en el mejor de los casos, de encontrar un tema malo. No buscas un tema, pero piensas en formas y patrones, en cosas en general, compuestas por luces, ritmos, colores, sonidos, tipos de personajes y temáticas.
Por ejemplo, después de hacer Los Hermanos Sisters, empecé a pensar de forma natural en algo totalmente opuesto, una historia urbana, con personajes de la ciudad y un perímetro limitado (el distrito 13 de París) sin color y con poca acción.
Y un día, un amigo me habló de la obra de Adrian Tomine, con la que no estaba familiarizado. La leí y todas esas cosas que rondaban por mi cabeza empezaron a cristalizar y poco a poco todo se convirtió en París, Distrito 13.

Por encima de todo, París, Distrito 13 es una película sobre la juventud...
Es cierto que son jóvenes pero ya no son adolescentes. Los cuatro protagonistas son adultos jóvenes que ya tienen cierta experiencia de vida y que van a encontrarse y amarse. Todos tienen vida social; no son ermitaños. Tres de ellos están en la treintena y ya han tenido dificultades para encontrar una vivienda o un trabajo, están atravesando crisis profesionales y son incapaces de definir su sexualidad y menos aún de tener una relación. Cambian su estilo de vida cuando acaban de ser autosuficientes. Están en ese punto, como las almas perdidas de los relatos de Adrian Tomine. El personaje de Camille (Makita Samba) es una joven profesora de instituto, que ya está desilusionada con el sistema escolar. Nora (Noémie Merlant) ha venido a París para volver a estudiar después de un pasado familiar doloroso. Después de pasar muchos años estudiando en la universidad, Emilie (Lucie Zhang) ha elegido, al parecer deliberadamente, mantenerse a flote con trabajos precarios.
Amber Sweet (Jehnny Beth) es una ‘cam girl’ (una chica que se desnuda frente a una webcam mientras la observan extraños por Internet) que pasa por primera vez al otro lado de la pantalla.
De hecho, todos los personajes se enfrentan a la desilusión, pero en el buen sentido de la palabra porque se engañaban a sí mismos. Las experiencias que van a vivir les abrirán los ojos a quiénes son en realidad, a lo que quieren y a quién aman de verdad.

La película, que está muy pegada a la realidad actual es decir a 2020, se rodó en blanco y negro, lo que va contra lo lógico pero le da un aspecto intemporal...
Ya he rodado bastante en París y me parece que no es una ciudad fácil de filmar: se parece demasiado a un museo, es demasiado haussmanniana; no hay suficientes perspectivas ni líneas...
Elegir el distrito 13 y rodar en blanco y negro me permitió conseguir algo más gráfico, algo que no coincide con lo que esperas de París. Filmamos esta ciudad europea casi como si fuera una metrópoli asiática. Se podría decir que París, Distrito 13 es en cierto sentido una “película de época contemporánea”. Y también está la referencia visual a Manhattan de Woody Allen.

Hay un solo momento que se filma en color, y resulta ser muy simbólico...
Sí, es cuando Amber Sweet, la cam girl, aterriza en la historia e introduce la pornografía.
Solo puedes ver a Amber, en la pantalla del ordenador o del teléfono. Ella vive lejos de París pero de hecho, es el personaje más influyente de la historia. Pone la vida de Nora patas arriba y, a través de un efecto dominó, ella también acaba cambiando las vidas de Camille y Emilie.

Hablemos de los personajes, empezando por la pareja Emilie/Camille, cuya historia se cuenta en la primera parte de la película...
Emilie, una joven franco-china, se debate entre las expectativas que su familia ha depositado en ella y su libertad de mujer joven. Acaba de graduarse de la prestigiosa Escuela de Ciencias Políticas (Sciences Po), pero ha decidido ganarse la vida con trabajos poco cualificados (operadora en un call center, camarera). Es muy inteligente pero pierde mucho tiempo luchando contra las expectativas de su familia y se muestra arrogante con ellos.
Camille es más normal. Vemos más a su familia. Conocemos a su hermana, que intenta trabajar como monologuista. Son una familia que ha vivido dentro del sistema de la educación pública. Podemos imaginarnos fácilmente a su madre como profesora de inglés o español y a su padre como profesor de matemáticas. Camille enseña literatura y está atravesando una crisis profesional. En su relación con los demás, resulta encantadora pero también es insoportable. Es ingeniosa y lo sabe y le gusta escucharse. Le interesan las mujeres, su vida amorosa y su libertad. Pero al perseguir ciegamente esos intereses, termina cayendo en su propia trampa.

Háblanos de Nora y Amber, la otra “pareja” de la película...
Nora tiene 33 años. Ha huido de la vida provinciana y de su profesión de agente inmobiliaria para volver a estudiar en la Universidad Paris-Tolbiac. Es una mujer que no sabe que es hermosa e inteligente. Cree que es aburrida, pero lo que le ocurre es que no está a gusto consigo misma.
Conocer a Camille la apaciguará momentáneamente, pero es su encuentro con Amber Sweet lo que va a dar un cambio radical a su vida. Amber, que es directa, valiente y conoce la vida, le enseñará lo que significa la libertad de todas las formas posibles. Va a cambiar profundamente a Nora.

Cuéntanos cómo elegiste a los actores y tu trabajo con ellos...
Christel Baras, la directora de casting, fue fundamental en la elección de los actores. Encontrar a Lucie, Makita, Noémie y Jehnny es mérito suyo.
Como cada miembro del reparto tenía un nivel de experiencia diferente, trabajamos mucho en la preproducción: por supuesto en los ensayos, pero también en sesiones concretas de trabajo físico y de movimientos para afrontar las escenas de “sexo” con la mayor serenidad posible.
Tres días antes de que empezara el rodaje de la película, repasamos todo el guion de principio a fin en un teatro de París. Fue una oportunidad para que los actores se conocieran, se vieran en sus papeles y tuvieran una idea de lo que funcionaba y de lo que no, y también de crear un ambiente de confianza.
Además, como habíamos dedicado tanto tiempo a ensayar, estábamos seguros de que el rodaje sería rápido lo que limitaría nuestra exposición al Covid.

Una de las principales referencias de la película es Mi noche con Maud (1969). ¿Por qué esa película es tan importante para ti?...
Al comienzo de mi vida de joven aficionado al cine, vi Mi noche con Maud. La película me impresionó tanto que,
cuando hice mi primera película, Mira a los hombres caer en 1994, le pedí a Jean-Louis Trintignant que fuera el protagonista.
En Mi noche con Maud dos hombres y una mujer, pero sobre todo un hombre y una mujer se pasan toda la noche hablando. Hablan de todo: de ellos mismos, de Dios, de Blaise Pascal, de la nieve, de la vida provinciana, de las chicas católicas, etc. Al final, las señales de una atracción mutua han quedado al descubierto, y aunque deberían caer en brazos el uno del otro y amarse, no lo hacen. ¿Por qué? Porque todo está dicho y la seducción, el erotismo y el amor se han canalizado solamente a través de las palabras. Darle una continuación habría sido superfluo.

¿Cómo se desarrollaría esta situación hoy en día cuando ocurre todo lo contrario? ¿Qué sucede realmente en nuestra era del Tinder y de “acostarse en la primera cita”? ¿Puede producirse un discurso amoroso en esas condiciones?...
Sí, por supuesto, no tiene por qué haber ninguna duda.
Pero, ¿en qué momento entra en juego este discurso?
¿Cuáles son las palabras y los protocolos?
Ese es uno de los principales hilos narrativos de París, Distrito 13.


ENTREVISTA A LUCIE ZHANG...
Cuéntanos cómo es Emilie, tu personaje...
Emilie es una joven taiwanesa de unos veinte años que creció en París. Es extrovertida, excesiva, un poco loca y bastante rara. Por encima de todo es una incomprendida y por eso a veces se siente sola. Es presa de sus emociones conflictivas, pero tiene problemas para exteriorizarlas.

Este es tu primer gran papel en una película, cuéntanos qué has hecho antes de esta película...
Hace tres o cuatro años empecé a actuar en cortometrajes de dos minutos de duración que hacía con amigos. No había guion, solo imágenes. Me movía, hacía poses...
Luego, en 2019, mientras estaba en la universidad, también estudié teatro en el conservatorio del distrito 16 de París.

¿Cuándo supiste que querías ser actriz?...
Cuando era adolescente. No tenía una gran vida social y veía muchas series chinas en televisión. Los personajes vuelan por los aires y llevan unos trajes espectaculares...
Me dije a mí misma que eso era lo que quería hacer, pero no me paré a pensar en lo que se necesitaba para hacer realidad ese sueño. No planeé ni programé nada.

¿Cómo conociste a Jacques Audiard?...
Vi un mensaje en Instagram en el que buscaban chicas chinas bilingües que habían crecido en París. Envié mi currículum y conocí a Christel Baras, la directora de casting.
Cuando nos conocimos, pensó que yo era demasiado joven y estaba demasiado “verde”. No podía encarnar esa faceta poco convencional de Emilie. Pero seguimos en contacto durante el primer confinamiento. Sabía que ella me apreciaba. Cuando me llamó en la primavera de 2020 para que conociera a Jacques, también estaban el ayudante del director Jean-Baptiste Pouilloux y Makita Samba, que interpreta a Camille. Nos pusimos a trabajar directamente: proponíamos ideas y Jacques nos dirigía. Creo que estaba tratando de sopesar nuestra creatividad y adaptabilidad.
Dos semanas después, me dijeron que me habían dado el papel. Así que me tomé un año de descanso de mis estudios de economía y administración.

¿Qué tipo de relación tienes con Emilie, tu personaje?...
¡Una relación complicada! A veces la odio, otras veces la amo y a veces la juzgo. Pero al final nos llevamos bien.
Traté de conocerla lo mejor que pude para meterme en su piel cuando llegó la hora de rodar la película. Fue un auténtico viaje espiritual.

¿Jacques Audiard te dio alguna referencia cuando estabais preparando para el rodaje?...
Me pidió que viera comedias románticas, en particular Cuando Harry encontró a Sally por su tono ligero.

¿Cómo te preparaste para este papel con él?...
Él siempre quiso que yo fuera independiente, que fuera quien creara mi personaje. También tuve tres coaches: uno para el cuerpo, uno para la voz y otro para la interpretación.
Ensayamos muchísimo. Jacques me dio a entender que se trataba de explorar, no de quedarse anclado en una idea; había que cometer errores para que funcionara. Un día, me dijo que me eligió no porque me pareciera a Emilie, sino porque con trabajo, esfuerzo y mi inteligencia podía convertirme en ella, pero primero tenía que despojarme de muchas cosas mías. Fue una revelación. Soy un poco introvertida, tímida, tranquila y me porto bien. Pero después comprendí y acepté que simplemente tenía que prestarle mi cuerpo y mi voz a Emilie.

¿Esto te permitió dejarte llevar en las escenas de sexo?...
¡Sí! Cuando estás interpretando una emoción muy fuerte, es difícil entender qué es real y qué es falso. Me sentía un poco atrapada entre el personaje y yo y también algo perdida. Pero también es bueno estar perdida.

En la película actúas tanto en francés como en chino. ¿Cómo conseguiste pasar de un idioma a otro?...
Fue muy interesante porque enseguida me di cuenta de que el chino es el idioma que uso para todo lo que es personal, mientras que el francés es el idioma que asocio con el intelecto. Cuando intento comunicar algo de manera intelectual, utilizo el francés; pero lloro en chino.

¿Cómo es llorar en chino?...
¡Es dramático! De hecho, en una ocasión, para ayudarme a meterme más en mi personaje y en sus emociones, mis coaches y Jacques me aconsejaron que tradujera todo el diálogo al chino y lo interpretara después de esa manera.
Me ayudó muchísimo.


ENTREVISTA A MAKITA SAMBA...
¿Puedes presentarnos a tu personaje Camille?...
Camille es un profesor de instituto parisino; tiene 30 años, está soltero y su novia la ha dejado hace poco. Había esperado mucho tiempo para interpretar a un joven alegre y gamberro de mi edad.

¿Por qué te convertiste en actor?...
¡Por Vigilantes de la playa! Cuando tenía cinco o seis años soñaba con ser David Charvet. Y en el cine quería ser Robin Williams. Después del instituto, estudié derecho durante tres años (quería trabajar para el FMI, soñaba con salvar el mundo). Después me aceptaron en el Cours Florent Classe Libre, y más tarde en el Conservatorio. Todo empezó a ir muy deprisa, casi de forma natural. Así que seguí el camino que se había abierto ante mí. Hice mucho teatro, sobre todo con Guillaume Vincent y también rodé una película en Austria llamada Angelo.

¿Qué tal fue la audición y cómo fue conocer a Jacques Audiard?...
¡Duró muchísimo! Hice las primeras pruebas de pantalla en enero de 2020 y cuando estaba esperando reunirme con Jacques llegó “el confinamiento”. Me pasé tres meses en casa preguntándome si estaría en la próxima película de Jacques...

¿Estabas muy familiarizado con su trabajo?...
Por supuesto. Empecé el programa de formación en el Cours Florent cuando se estrenó El profeta. La única película suya que no había visto era Lee mis labios. La vi antes de las pruebas de pantalla y una vez más antes de que empezara el rodaje. Le di muchas vueltas mientras trabajaba en la película.

¿Y cómo fue tu primer encuentro con él?...
Me sentía muy intimidado. Pero en su guion y en su trabajo encontré lo que esperaba y aún más porque es muy ingenioso y muy bromista.

¿Cómo trabajaste con él para crear el personaje de Camille?...
Antes del rodaje, trabajamos mucho en las escenas de sexo para que Lucie [Zhang] y yo nos sintiéramos a gusto. De manera más general, la principal referencia que me dio para el personaje de Camille fue Perdican en la obra de teatro de Alfred de Musset Con el amor no se juega en la que un joven decepciona a la chica con la que había prometido casarse.

¿Hubo muchos ensayos?...
Sí. Lucie y yo fuimos juntos a clases de baile para conocernos. Al principio, casi siempre trabajábamos solo los dos; luego se nos unió el ayudante del director y el director de fotografía. Enseguida empezamos a trabajar en equipo, como una compañía de teatro.

Camille no es un personaje muy agradable. ¿Cómo imaginaste su evolución a medida que avanza la historia hasta que acaba bajando la guardia?...
No ser agradable era una parte importante del trabajo. No vemos mucho a Camille ejerciendo de profesor, pero trabajé enormemente ese aspecto de su vida. Hablé con profesores, intenté comprender lo que es estar delante de un montón de adolescentes a los que tienes que enseñar, ser accesible, pero no demasiado blando, establecer límites...
La mayor parte de la caracterización se estructuró en torno a esa parte de su vida, escenas que no vemos en la película.

En la película hay un juego de máscaras y cada personaje se va revelando poco a poco...
Sí, es un viaje de descubrimiento. Camille tiene que deconstruir la imagen que tiene de sí mismo y para eso necesita contar con alguien más. Esta es la razón por la que era importante que el personaje fuera negro, para abordar la noción de máscaras sociales, aunque la cuestión del color de su piel no se aborda nunca en la película de forma directa.

¿Ya conocías el distrito 13 de París y el barrio de Olympiades, que le da el nombre francés a la película?...
¡No! Crecí en París, conozco la ciudad de memoria, pero es uno de los pocos barrios o distritos con los que no estaba familiarizado en absoluto. Me sorprendió descubrir un mundo increíblemente cosmopolita aunque he vivido en Barbès, en Belleville y en el distrito 16. No tenía ni idea de que existía un lugar como este en París.


ENTREVISTA A NOÉMIE MERLANT...
Háblanos de Nora...
Nora es una joven de treinta años de provincia que llega a París porque quiere retomar sus estudios y empezar un nuevo capítulo de su vida. Es un personaje femenino muy complejo. Es frágil, fuerte y sorprendente. Todo al mismo tiempo. Es una mujer de unos treinta años que intenta descubrir quién es y comprender lo que quiere de verdad en la vida. Y lo descubrirá tras conocer a Amber Sweet.
Este encuentro virtual da un vuelco a su vida y permite que sus deseos se hagan por fin realidad. Gracias a esta mujer que se le parece, Nora escucha, acepta quién es y se deja llevar. Se da tiempo para dejar que ese deseo surja, para tomar conciencia de él y después tiene el valor de hacerlo realidad. Me gusta el camino que recorre este personaje y lo que dice sobre la época en la que vivimos. Enamorarse, enamorarse de una mujer... Nora ha encontrado una nueva vida en la que encaja y está lista para vivirla al máximo.

¿Qué pensaste del personaje cuando leíste el guion y después de tus conversaciones con Jacques Audiard?...
Comprender lo que deseas es un hilo narrativo que recorre toda la película y lo asumí de inmediato. Además, Nora es una persona fuerte, siempre está avanzando, es una luchadora. A veces es un poco torpe pero es muy alegre. A pesar de que en la universidad es víctima de acoso, un hecho que le cambiará la vida por completo, lo importante es cómo se recupera y cómo logra sacar algo bueno de lo que le pasó.
Jacques me habló mucho sobre ese ímpetu y también de su torpeza. Es un poco payasa. Jacques me aconsejó que volviera a ver Annie Hall, y no olvidar nunca el lado cómico de lo que le sucede.

¿Cómo fueron los ensayos?...
Muy al principio, Jacques propuso que trabajáramos con un coreógrafo antes del rodaje. La idea era que los personajes formaran parte de nuestros cuerpos y de nuestros gestos. Así que trabajamos mucho antes del rodaje y al final hicimos un ensayo general en un teatro de París. ¡Sería maravilloso tener el lujo de hacer algo así en todas las películas! En el cine, siempre rodamos sin orden cronológico y a menudo sin ensayar. Tener una visión de todos los personajes y cómo se desarrolla la película de principio a fin te permite comprender la visión que tiene el director. Llegamos al rodaje más liberados, más serenos y más conscientes.

Trabajasteis mucho para preparar las escenas de sexo...
Así es, con la coreógrafa Stéphanie Chêne. Los cuerpos hablan tanto como las palabras y queríamos expresarnos lo más posible en esas escenas íntimas. Muchos movimientos y gestos están coreografiados, como si se tratara de un baile. Cuanto más prepares una escena de sexo y comprendas que tiene una finalidad más te parecerá que es parte del trabajo y te sentirás más relajado.

París, Distrito 13 es en muchos aspectos una película con una “mirada femenina”. Como actriz, ¿cómo te sentiste con la manera en que filmaba la cámara?...
Naturalmente, un hombre puede tener una mirada femenina y lo comprendí desde nuestro primer encuentro. Comprendes enseguida con quién está tratando por la forma en que se comporta y las palabras que elige. La clave para tener una mirada femenina es empatizar, ponerse en el lugar de la otra persona, en este caso una mujer, con amabilidad y consideración. Jacques está muy atento a esos temas. Deja espacio para que los demás se expresen libremente sin sentirse forzados u oprimidos. Es como estar enamorado: cuando te miran con amabilidad y respeto no te echas atrás. Si se producen esas condiciones, si un actor entrega su cuerpo en escenas de desnudos, la noción de consentimiento está muy presente.

¿Qué te llamó más la atención cuando viste la película?...
La intemporalidad. La película es actual y moderna en su forma de contar historias sobre el deseo, el sexo y cómo las cosas se invierten hoy (primero se acuestan y después hablan), pero también dice algo sobre la soledad que es un sentimiento intemporal, potente y profundo. Todo es más accesible pero también es más difícil. París, Distrito 13 es una versión moderna de una película compuesta de diálogos divertidos y de bromas que forman parte del mundo y de la sociedad actuales. ¿Quiénes somos? ¿Qué queremos? Hay muchas dudas. Estos personajes están luchando para salir adelante y eso me parece muy bonito.
Te sientes menos solo cuando ves esta película. Quieres vivir, hacer el amor y enamorarte. Y te infunde valor para afrontar la angustia de la soledad.


ENTREVISTA A JEHNNY BETH...
Cuéntanos cómo es tu personaje...
Amber Sweet es una antigua estrella del porno que se ha convertido en lo que se llama una “cam girl”, una trabajadora sexual online. Ella es un personaje que sí sabe quién es: sabe lo que le gusta y lo que quiere; se gana la vida y se organiza bien. Puede que sea el personaje más estable de la película.

¿Por qué pensaron en ti para el papel?...
Christel Baras, la directora de casting, se puso en contacto con mi agente justo antes del primer confinamiento. Aunque parezca extraño, fue un buen momento porque mi personaje siempre aparece a través de su cámara web, así que pude hacer mis primeras pruebas de pantalla de forma remota, filmándome a mí misma. Usé los accesorios que tenía en casa y me lancé. De hecho, creo que eso es lo que les gustó. Después hicimos pruebas de pantalla por Zoom con Noémie Merlant, y por último conocí a Jacques.

¿Cómo ha sido trabajar con él?...
Nos daba mucha libertad. Quería que le propusiéramos ideas, lo que es muy raro viniendo de un director. Fue una manera de trabajar singular y fascinante, que nos permitió usar nuestra propia imaginación. Tuvimos el tiempo y la libertad de presentar diversas posibilidades; fue como un juego.

¿Investigaste el mundo de las cam girls antes del rodaje?...
Ya sabía un poco, pero pasé mucho tiempo investigando ese mundo. Estudié sus movimientos, en particular lo que hacen con los teclados, cómo los usan, dónde los colocan...
Jacques solía decirme: “En tu mundo tú te diriges a ti misma”.
Quería que le propusiera ideas diferentes. Trabajamos en equipo con Virginie Montel como directora artística y Stéphanie Chêne como coreógrafa.

¿Qué sucedió durante los ensayos?...
Jacques quería rodar la película de manera rápida y condensada, así que antes del rodaje tuvimos tres meses de ensayos. Nos reunimos para realizar lecturas, improvisaciones y movimientos; trabajamos en nuestros cuerpos, la forma de caminar y de usar los accesorios con la coreógrafa. Una cam girl debe tener bastantes accesorios, y algunos son bastante estrafalarios. Pero el ambiente era divertido. De hecho, la película tiene un lado cómico.

Fuiste al Conservatorio de Arte Dramático de Poitiers, pero hasta hace poco el público te conocía por ser cantante y música. ¿La interpretación es tu vocación?...
Actué en una película cuando tenía 17 años, pero a los 20 decidí irme a Londres para concentrarme en la música. Preferí tomar las riendas de mi vida, hacer las cosas por mí misma sin depender de las expectativas de los demás lo que es una característica de un actor en ciernes. No me arrepiento en absoluto de lo que hice porque tuve una vida maravillosa y una carrera musical que me encantaba y que sigo ejerciendo.
Pero cuando volví a París hace cuatro años, me llamaron para un papel en la película de Catherine Corsini Un amor imposible justo cuando estaba pensando en volver a actuar. Me tomo muy en serio la interpretación, pero de forma mucho más relajada que cuando era más joven. Sigo haciendo música y álbumes, planificando giras. Esto me enseña cosas diferentes. Pero siempre sentí pasión por las palabras. Mi padre era director de escena y director del Conservatorio de Poitiers, y cuando estaba en la escuela, iba al teatro a escuchar a la gente ensayar sus diálogos. Está en mi ADN y estoy encantada de volver a trabajar en este campo.

¿Tu experiencia en los escenarios te ayudó a construir el personaje de Amber?...
Es cierto que estoy acostumbrada a dirigirme yo misma.
Pero lo más importante que aprendí gracias a los escenarios y a la música es a ser consciente de tu cuerpo. Tanto para cantar como para actuar, tengo la costumbre de usar mi cuerpo y me gusta ser bastante física en las películas. Por esa razón, no tuve ningún problema en mostrarme desnuda.
Me sentía protegida, había dejado de ser yo.

De hecho, la película tiene una visión muy respetuosa de tu cuerpo, incluso cuando apareces totalmente desnuda. ¿Cómo te sentiste al rodar esas escenas?...
Al principio tuve la impresión, por las imágenes pornográficas y por su profesión, que mi personaje iba a canalizar gran parte de la sexualidad de la película. Pero cuando vi la película comprendí que la pantalla me protegía. No me sentía tan expuesta. Me metía en el papel con los accesorios, la peluca... pero creo que es importante tener conversaciones sobre sexualidad. Me interesa mucho de lo que habla la película. De hecho, arroja una nueva luz sobre el lenguaje del amor moderno. Muy al principio, Jacques había mencionado que quería hacer lo contrario de lo que sucede en Mi noche con Maud: en lugar de que el personaje se pase la noche hablando hasta el punto de que el sexo pierde sentido porque todo está dicho, empezamos con la sexualidad y es después cuando nos ponemos a hablar.

La voz de Amber cambia a medida que evoluciona y se da a conocer...
Jacques me dijo desde el principio que quería que mi voz fuera más profunda y cálida cuando era Amber Sweet, cuando me ponía la peluca, para que el espectador tuviera la impresión de que estoy sobreactuando, lo que también es una forma de protegerse en esa profesión. Me dio como referencia la canción Falling in Love Again, que canta Lucie al final de la película con música de Rone. La cantaba antes de cada escena y me acompañó durante toda la película.

¿Conociste a los actores con los que no compartías ninguna escena?...
Sí. Conocía muy bien el guion en su conjunto, porque después de tres meses de ensayos, Jacques organizó una sesión en el Teatro Rond-Point de París con todos los actores, también con los que tienen papeles pequeños. Nos sentamos en semicírculo y representamos nuestras escenas una tras otra como si fuera una obra de teatro.


ENTREVISTA A LA CO-GUIONISTA LÉA MYSIUS...
París, Distrito 13, que has escrito junto con Jacques Audiard y Céline Sciamma, es la adaptación de tres relatos de Adrian Tomine. ¿Cómo fue escribir la adaptación?...
No había oído hablar de Adrian Tomine antes de trabajar en este guion. Me interesaron mucho los sentimientos de melancolía y alteridad que pueblan sus novelas gráficas.
Cuando llegué para trabajar en el proyecto, ya había una primera versión del guion que habían escrito Jacques y Céline. La adaptación partió de esa versión y de los tres relatos de Tomine que entrelazamos. Lo que me gusta de la narración de Tomine son las escenas de la vida cotidiana que en un principio parecen bastante banales. Pero en realidad no lo son ya que sus personajes no son nada prosaicos.

¿Los cuatro personajes principales forman parte de los relatos de Adrian Tomine?...
En su mayor parte, pero los “adaptamos” a la historia que Jacques quería rodar. El único personaje totalmente inventado es el de Camille, que es tan encantador como desagradable. Él es el hilo conductor de las diferentes historias. La mayor parte del trabajo consistió en vincular las historias y los personajes de manera fluida. Y aunque los personajes se sienten confusos y perdidos, buscan descubrir quiénes son en realidad. El trabajo también implicó insertar las historias en un contexto preciso, el del barrio de Olympiades en el distrito 13 de París.

Los diálogos son una parte muy importante de la película...
Jacques quería mucho diálogo. Quería que la gente hablara todo el tiempo, sobre todo Emilie y Camille. Ellos hablan y se acuestan juntos. Sin embargo, no sabemos si eso significa que están enamorados. Nora y Amber hablan a través de una pantalla y solo se conocen como imágenes pixeladas. Así que no sabemos cuál es la naturaleza de su relación. ¿Hasta qué punto es importante definir esa relación? Nora y Camille no son capaces de tener una conversación real ni de acostarse juntos, y aun así deciden ser pareja. Pero, ¿significa eso que son una pareja de verdad? Me gusta que la película se asemeje a un laberinto, un camino sinuoso que los personajes recorren con nosotros para encontrar el amor y sobre todo para encontrarse a sí mismos.

El personaje de Amber Sweet es un poco diferente al de los demás...
Amber parece diferente porque es muy posible que ella sea la única que sabe a dónde va y sólo la vemos a través de las pantallas. La comunicación virtual forma parte de nuestras vidas, de nuestras vidas amorosas y de nuestras vidas sexuales. Jacques quería hablar sobre eso, sobre cómo manejamos todas esas maneras diferentes de mantener una relación. Para mí, lo más fuerte de París, Distrito 13 es que trata sobre el amor, la amistad, el sexo y la soledad pero en el fondo es una película sobre la comunicación, ya sea real, virtual, imaginaria, experimentada o fantaseada, a través de las herramientas tecnológicas actuales pero también a través de las palabras, el habla y el cuerpo.

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