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EL DIRECTOR MIKE LERNER HABLA SOBRE LA PELICULA...
Siempre me han atraído las historias sobre el poder del arte para transformar la sociedad. La imagen del grupo Pussy Riot en acción en la Plaza Roja llamó mi atención e inmediatamente me hizo querer averiguar quienes eran aquellas personas ocultas detrás de los pasamontañas ¿Qué era lo que querían?¿Adonde se dirigían? Más tarde fueron detenidas por su legendaria representación de “la plegaria punk” en la Catedral de Cristo el Salvador en Moscú y de repente la historia se convirtió en uno de los acontecimientos históricos más importantes de nuestros días.
Mi curiosidad me llevó a Moscú, donde encontré una increíble red de resistencia artístico/ activista/ moral. Su energía, ingenuidad y valentía me parecía extraordinaria y era obvio que había que hacer una película sobre este momento de la política rusa. Los seis meses posteriores fueron un curso intensivo en la compleja maquinaria del sistema judicial ruso e intentamos hacer lo mejor para seguir los giros de esta extraño, tragicómico juicio conocido como “El Juicio Pussy Riot”. Lo que más me impactó fue la valentía moral y la integridad de nuestras tres heroínas: nadia, Masha y Katia. Con el paso de los meses, según su autoridad política y moral iba creciendo, me sorprendió cómo estas jóvenes dominaban los distintos acontecimientos con su decontrucción articulada del régimen autoritario de Putin y mostraban al mundo lo frágil que puede ser la democracia en la Rusia moderna.
La historia de Pussy Riot trata de muchas cosas a la vez: política, religión, identidad nacional, igualdad de género, la naturaleza de la libertad y el poder de la música punk. Lo que Pussy Riot han conseguido es verdaderamente sorprendente. No alcanzo a adivinar que es lo siguiente que harán. Como Nadia dice en la película, dirigiéndose al juez, “únete a nosotras y podremos todos juntos saborear la libertad”.
EL DIRECTOR MAXIM POZDOROVKIN HABLA SOBRE LA PELICULA...
Un colectivo artístico de feministas anónimas, Pussy Riot, sirve de inspiración al arte ruso y al arte de la performance en toda Europa. Combinan la energía de la música punk, la arrogancia de los disturbios y las tácticas del movimiento Ocupa. Canalizan el espíritu de rebelión política que se ha extendido últimamente por todo el mundo.
Pero la historia de las Pussy Riot es también una historia exclusivamente rusa. El hecho de que su performance de 40 segundos en el interior de la Catedral de Cristo Salvador pudiera provocar una controversia de tal magnitud revela mucho de la Rusia actual. Quería hacer una película sobre este grupo porque ellas habían hecho preguntas que la sociedad rusa tenía pendientes desde hacía tiempo. Su “plegaria punk” generó un dialogo nacional sin precedentes sobre política, religión, leyes y el rol del arte en la sociedad.
Para mí, su historia también me tocaba en lo personal. Como ellas, pertencezco a una generación de rusos que vivieron su niñez en la Unión Soviética y maduraron durante las dos primeras décadas de Rusia como país. Escuchando a Nadia, Masha y Katia testificar en el juicio, me di cuenta que leímos los mismos poetas y filósofos, escuchamos los mismos discos ruidosos y tuvimos las mismas discusiones con nuestros padres. Me di cuenta que bajo las capas de la política, la religión y la historia, la historia de las Pussy Riot era todo un clásico. Es la historia de una generación más joven que se quiere hacer escuchar a toda costa.