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NOTAS DEL DIRECTOR...
RETRATO DE UN CIERTO ORIENTE es una película sobre la pasión y el prejuicio, ambientada durante un viaje en barco hacia la selva amazónica brasileña, poco después de la Segunda Guerra Mundial.
En esta película, como en otras que he dirigido, me cautiva la idea de explorar el concepto de la “otredad”. Creo que la única forma de deconstruir los prejuicios es mirar el mundo a través de los ojos del otro. Me atrevería incluso a decir que quizás sea el único antídoto contra el fanatismo.
Mi primera película, CINE, ASPIRINAS Y BUITRES, era una road movie por el sertão brasileño, vista desde la perspectiva de un alemán que huía de su país para evitar combatir en la guerra. Siempre me ha intrigado la capacidad del ser humano para reconstruir su vida lejos de su cultura y tradiciones. RETRATO DE UN CIERTO ORIENTE nace del deseo de explorar sentimientos románticos y amores prohibidos entre jóvenes inmigrantes libaneses, así como de la necesidad de comprender las barreras culturales que enfrentaban. La película explora cómo las diferencias religiosas pueden utilizarse como arma para ocultar celos o rivalidades. Los protagonistas cruzan el Atlántico en busca de un futuro mejor, y en el camino deben enfrentarse a sus pasiones más íntimas. Una vez se desvían de su destino final y se ven obligados a convivir durante varias semanas con una comunidad indígena en la selva, se hace más evidente que todo prejuicio religioso resulta fuera de lugar.
Los inmigrantes libaneses llegaron a todos los rincones de Brasil a lo largo del siglo XX, pero la singularidad del libro de Milton Hatoum, que narra la historia de sus padres y abuelos, muestra cómo estas familias combinaron el estilo de vida amazónico con sus tradiciones árabes.
Mi intención fue captar la vitalidad de estos jóvenes inmigrantes con una cámara íntima. Junto al director de fotografía Pierre de Kerchove, trabajamos acentuando las diferencias de luz entre la selva amazónica y Oriente Medio, y cómo esas diferencias se reflejan en la psicología de los personajes. Decidimos rodar en blanco y negro para otorgarle un aura de misterio a la película, retratando esa inmensidad verde en matices de gris, lo que añade una capa de enigma a la selva amazónica. Además, la fotografía en blanco y negro es clave en la narrativa, ya que las imágenes fotográficas son objetos que evocan la memoria de días mejores, despiertan esperanza y ofrecen una posibilidad de sanar las heridas del pasado.