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NOTAS DE LA DIRECTORA...
'Sub Terrae' es un cortometraje que le debo enteramente a mi padre. Él fue el que conoció primero este lugar y quedó tan impactado que quiso llevarme allí, como cineasta, para que reflexionase sobre él. Sin duda en el momento que llegué por primera vez quedé impresionada; era un entorno al cual sólo podías entrar acompañado por gente de la zona, dado que era muy marginal y delicado.
A pesar de las situaciones tan dispares que acontecían, quise centrarme en la representación de los infiernos terrenales generados por el hombre. Al haber nacido y crecido en una sociedad de tradición católica, siempre me ha obsesionado la idea de infierno y de paraíso, y como a lo largo de la Historia se ha transmitido en el arte y de dónde surgían esos imaginarios de las pasiones, los placeres o el horror.
Pero a mí, como agnóstica, no me interesa el paraíso y el infierno entendido como el más allá, con sus connotaciones moralistas vinculadas con el miedo, la culpa o el pecado, sino el mundo que construimos nosotros, en nuestro más cercano entorno, para poder reflexionar sobre cómo nos hacemos cargo de la realidad presente. Por eso, cuando llegué al espacio donde se desarrolla 'Sub Terrae' quedé impactada por ser un lugar terrorífico donde me enfrentaba directamente a un Infierno generado por nuestras sociedades contemporáneas y que se presentaba como una situación indecible e inefable. Es por ello que nunca desvelo el lugar donde lo rodé, ya que considero fundamental que el espectador no proyecte sus prejuicios sociales, económicos o políticos a través de los que puede llegar generar un proceso de distanciamiento con las imágenes, sino que lo entienda como una realidad de este mundo y, por tanto, una realidad nuestra, de todos nosotros.
No quise hacer un corto de denuncia explícita, sino más bien un trabajo sensorial, donde el espectador experimentase ese mismo horror que yo había presenciado. Para generar un estado de inestabilidad y desconcierto lo rodé desde un punto de vista que no estuviese vinculado con la mirada del hombre, sino más bien de un ente o, tal vez, de uno de esos pájaros amenazantes que se habían hecho con el lugar. Y a nivel visual y plástico quise reflexionar sobre un cuadro en especial como es El jardín de las delicias de el Bosco, donde por la disposición de los personajes, las acciones que se desarrollan y la viveza de los colores, el que observa se pierde en la inmensidad de esa realidad entre espeluznante e hipnótica a la vez. También tenía muy presentes cuadros como El triunfo de la muerte, de Brueghel, y Saturno devorando a sus hijos de Rubens, en donde el caos y el horror generan sensaciones muy desconcertantes.
Uno de los temas que más me ha permitido reflexionar con la proyección de 'Sub Terrae' es que es un trabajo que ha interesado en más de 30 países, representados por culturas muy diversas. Creo que esto se debe a que la temática que trata apela a una de las cuestiones centrales del hombre: lo que implican los límites entre estar vivo o muerto, lo humano y lo inhumano, la razón y la pesadilla.
A su vez, considero que, dentro de nuestros imaginarios culturales, inconscientes, históricos y mitológicos, son muchos los animales negros los que han representado simbólicamente ese tránsito entre la vida y la muerte, como Anubis en Egipto, Cancerbero en Grecia, o estos pájaros inmensos y desafiantes en Sub Terrae. Así, el espacio de este cortometraje, que comienza en un cementerio —que para todas las culturas tiende a representar un espacio de meditación y de reposo, vinculado con lo sagrado y la reflexión—, se rompe al confrontarse con otro mundo violento y salvaje en el que los asideros de la razón y lo que entendemos por civilización se desmoronan.