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SINOPSIS
Bill Baker es un rudo operario de una plataforma petrolera estadounidense que viaja a Marsella para visitar a su hija, en prisión por un asesinato que afirma no haber cometido. Lejos de casa, las cosas no serán nada fáciles para un padre dispuesto a todo para demostrar la inocencia de su hija...
INTÉRPRETES
MATT DAMON, ABIGAIL BRESLIN, CAMILLE COTTIN, DEANNA DUNAGAN, ROBERT PETERS, ERIN HERRING, JUSTIN FRANCE, RYAN MUSIC, DAVID C. TAM, GINIFER REE, APRIL WARREN, LEESA NEIDEL, TRACY CONDIT
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CRITICA
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NOTAS DEL DIRECTOR...
Empecé a trabajar en CUESTIÓN DE SANGRE hace unos diez años. Me propuse crear un thriller ambientado en una ciudad portuaria europea. Saqué inspiración de una serie de autores de novela negra mediterránea, como Andrea Camilleri, Massimo Carlotto y Jean-Claude Izzo, cuya magnífica trilogía de Marsella me condujo a la ciudad francesa. Una visita a Marsella y supe que había encontrado mi puerto. Los matices y texturas de la ciudad eran innegablemente cinematográficos y la confluencia de culturas y el ritmo de la metrópolis costera me parecían el entorno perfecto para la película.
No obstante, al terminar el primer borrador, me di cuenta de que no era la película que quería hacer. Le faltaba dimensión, humanidad y una perspectiva, algunos de los elementos clave que me atrajeron del género de la novela negra mediterránea. Todas esas novelas muestran la vida en torno al elemento criminal, lo que les permite ir más allá del género. En última instancia, quería que mi película hiciera lo mismo.
Dejé el guion y lo retomé unos siete años después, para verlo con nuevos ojos. Todavía me gustaba el punto de partida, pero me seguía preocupando lo mismo que antes. Aún no era un guion que estuviera dispuesto a dirigir. Así que me puse en contacto con la pareja de guionistas franceses Thomas Bidegain y Noé Debré. Les envié el borrador y mantuvimos una incómoda conversación por Zoom en la que me explicaron detenidamente toda una serie de fallos fundamentales que sufría el guion. Volé a París unas semanas después y nos pasamos una semana en una habitación juntos reinventando la película, lo que fue el principio de un proceso de escritura que duraría 18 meses, a partir del otoño de 2016.
Naturalmente, el mundo a nuestro alrededor había empezado a cambiar de manera drástica. Los Estados Unidos habían dado un alarmante viraje hacia el populismo y los estadounidenses estaban cada vez más alienados, no solo unos de otros, sino también del resto del mundo. Esa realidad supuso un revulsivo que nos proporcionó una nueva perspectiva sobre el viaje de Bill al extranjero, en el que trata desesperadamente de orientarse en una cultura, idioma y sistema judicial diferentes para salvar a su única hija.
Lo que resultaba emocionante de reinventar el guion en este contexto era la oportunidad de subvertir las expectativas con respecto a Bill, tanto como el prototípico “héroe americano” y protagonista de la historia, como el del forastero que se introduce en una comunidad que lo ve de cierta manera. En muchos momentos a lo largo de la película, Bill se revela como un hombre con imperfecciones que, por mucho que se esfuerce, no puede escapar de su propio pasado. Empezamos a estudiar más detenidamente el concepto de la autoridad moral de los Estados Unidos en un país y en un mundo en el que el nacionalismo está en alza. Incluso cuando pensamos que, desde nuestra perspectiva, nuestros motivos parecen puros, nuestra miopía puede distorsionar nuestra brújula moral.
Además, nos parece que los espectadores están condicionados a esperar que el héroe no se detenga ante nada para proteger a su familia o aquello considera correcto. Si la película fuera un thriller puro, aplaudiríamos la implacable dedicación de Bill a su objetivo. Pero nos interesaba más estudiar las consecuencias personales de esa dedicación de Bill a su particular imperativo. Al final, consigue lo que quiere, pero, ¿a qué precio? ¿Qué es lo que sacrifica y cómo se traslada esa forma de pensar a nuestro mundo actual?
Vivir y rodar en Marsella tuvo un impacto enorme en la película. No pasamos ni un día en un plató de cine. Podía sentir a mi equipo ahondando cada vez más en la ciudad y, cuanto más profundizábamos, más se abría la ciudad y se nos revelaba. Desde las imponentes Calanques al enorme Stade Vélodrome o la vieja prisión de Les Baumettes. No creo que hubiera un solo día o localización que no hiciera que nos sintiéramos inspirados. Y he de atribuir a mi diseñador de producción, Phil Messina, el mérito de mostrar ese telón de fondo de Marsella de una manera tan íntima y realista.
Aunque Marsella es el escenario principal de la película, el pasado de Bill en Oklahoma también desempeña un papel importante en la historia y en su evolución como personaje. Intentamos reflejar el impacto que esos dos lugares —Marsella y Oklahoma— tienen en Bill y en Allison por medio de la espléndida fotografía de Masa Takayanagi. Decidimos empezar la película en Oklahoma, filmando con lentes anamórficas, a fin de acentuar la soledad y el aislamiento de Bill en el encuadre, utilizando una menor profundidad de campo y una mayor amplitud del campo de visión. La cámara se mantuvo estática, fija al suelo. Sin embargo, cuando Bill baja del avión en Marsella, la cámara empieza a moverse. Posee la crudeza espontánea y dinámica de Marsella, lo que se tradujo en el uso de la cámara en mano durante buena parte del tiempo que pasamos allí.
Por último, cuando regresamos a Oklahoma, nos llevamos las lentes esféricas con nosotros, como si Bill se hubiera llevado algo consigo de Marsella. Pero nuestra cámara se volvió nuevamente estática, para indicar que Oklahoma, el lugar, no ha cambiado, los únicos que lo han hecho han sido Bill y Allison. Rodamos la última escena de la película cámara en mano, para transmitir tanto una sensación de intimidad e inmediatez como para profundizar también en el vínculo emocional que los une a Marsella, una ciudad que sigue rondando sus pensamientos.
Desde la etapa de escritura del guion hasta la producción, la creación de CUESTIÓN DE SANGRE fue una labor de colaboración no solo de talentos, sino también de culturas cinematográficas. Me vi constantemente obligado a cuestionar mis motivaciones y mi enfoque de siempre, apoyándome en la forma francesa de hacer cine y aprendiendo de ella. Aunque me traje conmigo a parte de los miembros clave de mi equipo (Masanobu Takayanagi —director de fotografía—, Phil Messina —diseño de producción— y Walter Gasparovic —ayudante de dirección—), diría que alrededor del 90% de nuestro equipo de rodaje era francés.
Cada paso de la producción se vio también influido por el tiempo que pasamos inmersos en las culturas tan diferentes de Oklahoma y Marsella, y por los numerosos individuos en cada lugar que compartieron generosamente con nosotros sus ideas y perspectivas mientras elaborábamos el guion.
Antes de terminar, quiero señalar lo decisivo que fue Matt Damon para sacar adelante esta película. Todo el reparto es estupendo, desde Camille Cotton a Abigail Breslin y nuestra arma secreta, Lilou Siauvaud. Pero toda la película se sustenta sobre la interpretación principal de Matt. Hay pocos actores en el mundo que puedan dotar a su interpretación de toda su personalidad y su peso y aun así conseguir desaparecer por completo en su personaje. Una vez elegido Matt para el papel, sentí que entendía claramente a Bill Baker y el profundo viaje, con todas sus complejidades y ambigüedades, que se disponía a emprender. La película sencillamente no funcionaría sin él.
CUESTIÓN DE SANGRE es un filme sobre la naturaleza humana, sobre qué es lo que dicta las decisiones que tomamos y cómo la moral puede verse corrompida por el propio pasado de uno, la sociedad y el amor por la familia. Trata sobre lo que percibimos como nuestro imperativo moral. Es una historia de liberación que trata sobre las cadenas de la vergüenza y la culpa, que nos mantienen atados a un lugar. Es una película que trata sobre nuestro anhelo de ser amados y sentir que nos necesitan. Y es una película que no estaba listo para hacer hasta ahora mismo.
ACERCA DE LA PRODUCCIÓN...
CUESTIÓN DE SANGRE se filmó en localizaciones de Marsella, Francia, y en localizaciones de Oklahoma City, Oklahoma, y sus alrededores, entre agosto y septiembre de 2019, y se diseñó para ser un rodaje enteramente sostenible.
Para conseguir el aspecto y el ambiente que buscaba McCarthy para la película, colaboró codo con codo con el director de fotografía Masanobu Takayanagi, el diseñador de producción Philip Messina y la diseñadora de vestuario Karen Muller-Serreau. Juntos, pretendían mostrar fielmente los dos mundos de Stillwater, Oklahoma, y Marsella, Francia. “Stillwater es llano, con mucho espacio y calma”, comenta McCarthy. “En contraste, Marsella es increíblemente efervescente. Parte de la razón por la que me encanta Marsella es la luz; hay una razón por la que el sur de Francia ha atraído a pintores desde hace siglos. Queríamos reflejar eso”.
Para resaltar las drásticas diferencias entre los dos lugares, McCarthy y Takayanagi idearon un enfoque distinto para cada uno de los sitios, valiéndose más de una cámara estática para las escenas en los Estados Unidos y utilizando la cámara en mano en Marsella. “En Oklahoma, usamos plataformas rodantes y soportes, y se utilizan otras lentes”, comenta el director. “Quería rodar de cierta manera para que se sintiera el peso y el estancamiento de la vida de Bill en Oklahoma. Luego llegamos a Marsella y quiero que se sienta la energía de la cámara en mano y la vitalidad de esa ciudad. Sirve para diferenciar los dos mundos con los que estamos tratando”.
“Hablamos de tres partes en CUESTIÓN DE SANGRE”, explica el director de fotografía. “La primera es cuando Bill Baker se encuentra en Oklahoma al principio de la película. La segunda es cuando está en Marsella, que es la mayor parte de la historia. La tercera es cuando regresa a Stillwater al final de la película. Entre nuestras numerosas conversaciones, hablamos sobre cómo reflejar visualmente las diferencias emocionales en esas tres partes”.
McCarthy atribuye a Takayanagi, que filmó con él tanto Spotlight como la película de McCarthy para Disney+ Desastre y Total: Agencia de detectives nº1, el mérito de reflejar con tanta pericia esos dos mundos tan dispares. “Masa es increíble con la cámara en mano, se le da muy bien trabajar con muy poco y sacarle el máximo provecho a la luz”, asegura el guionista y director. “Se le da genial dar forma a una escena y encontrar una cierta cualidad. Es donde nuestras estéticas realmente confluyen”.
Marsella es la segunda ciudad más grande de Francia después de París y la tercera área metropolitana más grande de Francia, después de París y Lyon. Como también es una ciudad portuaria del Mediterráneo, Marsella es un crisol cosmopolita con multitud de inmigrantes procedentes de Argelia, Túnez, Marruecos, Turquía, Italia y Polonia, así como diversos países más. Dado que la mayor parte de CUESTIÓN DE SANGRE se desarrolla en Marsella, la ciudad ocupa un primer plano mientras Bill intenta orientarse en una cultura que le resulta desconocida.
Tener la posibilidad de rodar físicamente en Marsella era una oportunidad que McCarthy no podía dejar escapar, y le entusiasmaba la idea de captar los colores, texturas y estratos sociales de la ciudad. “Como cineasta, siempre te interesa hacer la película en el lugar en que se ambienta, pero la mayor parte de las veces no es posible por motivos económicos”, comenta McCarthy. “Al haber estado en Marsella y sentir lo especial y única que me resultaba, esperaba que pudiera transmitir esa sensación tanto a mis colaboradores como, en última instancia, al espectador a través de la pantalla. Cuando me sentí validado fue cuando llevé allí a mi grupo esencial de colaboradores, recorrimos la ciudad y lo entendieron”.
Takayanagi considera que sumergirse en la ciudad resultó ser enormemente beneficioso para el proceso creativo. “Trabajar en localizaciones físicas siempre me inspira”, sostiene. “Luces, sonidos, el tacto, los olores... ¿Cómo transmitimos todas esas sensaciones a los espectadores? Encontrarme en las localizaciones reales me permite hacerme una mejor idea y supone una ayuda tremenda para tratar de transmitir esas sensaciones”.
La productora Chasin agrega: “Encontrarse en Marsella afecta a todo y a todos, incluidas las interpretaciones de los actores. La gente actúa en espacios reales. De noche, cuando terminas de trabajar, cenas en Marsella y eso te cala hasta lo más profundo de tu ser”. Breslin concuerda: “Estar allí, verlo y sentirlo, me ayudó a experimentar lo que sentía mi personaje”.
Otra cuestión que debatió el equipo de producción fue que no querían limitarse a mostrar la versión más turística de Marsella, sino que querían centrarse en las partes de la ciudad donde la gente vivía y trabajaba, la Marsella que sus habitantes reconocerían. “Todos hablamos de la belleza del sur de Francia, y resulta evidente en cuanto llegas a Marsella", opina King. “Pero la ciudad tiene múltiples capas. Tiene miles de años de antigüedad y es sumamente dinámica y multicultural. Las calles llenas de grafiti son increíbles, forma parte de la estructura de la ciudad. Queríamos mostrarlo todo, y queríamos mostrarlo de una manera real”.
Ese enfoque fue algo que defendió en todo momento el director McCarthy, comenta el diseñador de producción Messina: “Hubo ocasiones en las que desde luego habría sido más fácil para nosotros construir un set que rodar en algunos de esos lugares. Hubo que construir algunas cosas en ciertas localizaciones, pero la idea era que todo se filmara en exteriores. Se trataba de ceñirse a ese espíritu de cómo queríamos que se hiciera la película y respetarlo al máximo”.
Las decisiones artísticas venían siempre determinadas por los personajes. Por ejemplo, para las escenas ambientadas en el hotel francés en el que Bill conoce a Maya y Virginie, el director y el diseñador de producción optaron por una localización que podría haber resultado hasta cierto punto familiar para el norteamericano, el hotel Best Western local.
“La primera vez que fuimos, tenía localizados varios hoteles muy marselleses, y Tom y yo fuimos a echarles un vistazo”, recuerda Messina. “Pero la idea era que Bill probablemente nunca había viajado fuera de los Estados Unidos, y mucho menos a un lugar tan poco conocido para él como pudiera ser Marsella. Si fuera a hacer una reserva desde casa por Internet, habría sido en alguna cadena que le resultara familiar. Al principio, visualmente, no me acababa de convencer, y Tom tampoco lo veía muy claro. Bill llega aquí y, evidentemente, tampoco tiene mucho dinero, así que tratamos de meternos en su cabeza y tomar la misma clase de decisiones que él. Tom entendía perfectamente al personaje; el guion es obra suya. Me sentía muy seguro dejándome guiar por él cuando surgían decisiones de ese tipo”.
La verosimilitud también era una de las principales preocupaciones. El rodaje visitó una parte abandonada de la prisión de Les Baumettes, que, Messina explica, “tenía una gran personalidad. Hicimos unas pequeñas modificaciones, pero la verdad es que fueron poca cosa”. Para las escenas ambientadas en las viviendas sociales a las que va Bill en busca de Akim, el equipo de rodaje se dirigió a las viviendas de protección oficial de Kalliste, al norte de la ciudad, en las afueras.
“Fuimos a verlas y encajaban a la perfección”, afirma Messina. “Una vez que te encontrabas allí, en todo el meollo, era como un mundo en sí mismo. Había una torre que se estaban preparando para demoler, así que estaban tirando cosas por las ventanas, como camas y muebles. Era un entorno devastador en el que encontrarse. Lo que más nos chocó a Tom y a mí el primer par de veces que fuimos a verlas es que hay un nivel de normalidad durante el día que cambia por completo durante la noche. Es una comunidad. Es multidimensional. Tom no quería caer en la idea de que es un lugar horrible donde solo pasan cosas malas. Allí también hay buena gente”.
Sin embargo, para el apartamento de Virginie, el diseñador de producción y su equipo remodelaron por completo una vivienda ya existente de un edificio histórico (un antiguo convento). El equipo básicamente desmanteló todo el lugar, para crear un entorno que encajara con lo que McCarthy había esbozado en el guion y que, al mismo tiempo, recalcara ciertos aspectos clave de la identidad del personaje.
“Virginie era una madre soltera, pero no en apuros”, explica Messina. “Queríamos que su apartamento fuera un lugar acogedor. Queríamos que fuera una buena madre para Maya, que eso quedara reflejado en el mobiliario. Maya tenía su espacio, era pequeño y compacto, porque es un apartamento europeo, pero resultaba acogedor y tenía mucha profundidad y capas. Intentamos que fuera un lugar seguro, que sirviera realmente de contraste con la casa de Bill en Oklahoma, que era una casucha triste rodeada de mucho terreno. Queríamos que fuera un lugar que le provocara una reacción positiva y en el que se sintiera a salvo”.
Aunque al principio el diseñador de producción pensó que no necesitaría hacer más que unos pequeños cambios y limitarse a decorar el apartamento para ajustarse a las necesidades del rodaje, no tardó en quedar claro que haría falta una remodelación más a fondo. “Había un linóleo que no encajaba nada bien y que estaba un poco asqueroso”, recuerda Messina. “Lo arranqué y debajo había un precioso suelo de terrazo con un diseño alucinante de los 50. Fue una gran suerte. Acabamos sustituyendo todas las ventanas por ventanas de madera con contraventanas que se pudieran cerrar al típico estilo europeo. Y también acabé rehaciendo la cocina”.
“Habría sido más fácil construir el set completo en un plató, pero tenía que respetar la visión de Tom”, prosigue Messina. “Quería las restricciones, quería las limitaciones. Es un terreno resbaladizo. Si empiezas a tomar una decisión por comodidad, otra por facilidad... de pronto, no estás abordando la película como dijiste que querías abordarla. Así que todos respetamos ese proceso y trabajamos dentro de esos parámetros”.
Una de las secuencias más complicadas desde un punto de vista logístico de CUESTIÓN DE SANGRE llevó al reparto y al equipo de la película a uno de los lugares más emblemáticos de Marsella: el Stade Vélodrome, con capacidad para 67 000 espectadores, sede del popular club de fútbol Olympique de Marsella (también conocido por su acrónimo OM). Para la secuencia en la que Bill lleva a Maya a ver un partido —es una enorme aficionada al fútbol—, solo para darse cuenta de que están sentados cerca del escurridizo Akim, el equipo de rodaje filmó durante un partido real. “Tom y yo fuimos al estadio numerosas veces para planificar la secuencia”, aporta el director de fotografía Takayanagi. “Filmamos con múltiples cámaras para captar el ambiente lo mejor posible. Luego grabamos los primeros planos y ciertos planos más en un día en que el estadio estaba vacío”.
Messina agrega: “Tratar de meter a una gran estrella de cine en una situación como esa se convirtió en una cuestión de ¿cuándo necesitamos tener a un estadio lleno de gente con un partido en el campo y qué podemos poner en escena de manera lo suficientemente ingeniosa como para que se pueda ver mucha gente, pero no se vea todo el estadio? Tuvimos un montón de reuniones para determinarlo. Lo bueno del personaje de Matt es que sobresale mucho en Marsella, por su perilla y su gorra de béisbol, pero no se parece a Matt Damon”.
La secuencia causó una gran impresión al actor ganador del Óscar. “A cualquiera que no haya vivido un partido de fútbol en Europa, si alguna vez tiene la oportunidad, debería hacerlo”, opina Damon. “Marsella en particular, fue una completa locura y muy divertido. Fue maravilloso que nos dieran acceso para filmar allí. Bill Baker conoce los partidos de Oklahoma State contra Oklahoma, que son otra clase de locura, ¿no? Pero esto, con las bengalas y los cánticos, meter a un operario de plataforma petrolífera en ese ambiente, es una oportunidad para abrirle los ojos a ese otro mundo”.
Aunque no tuvo la oportunidad de asistir al partido de fútbol, Breslin dice que sintió especial afinidad por las Calanques, una zona de acantilados rocosos y bahías entre la ciudad de Marsella y el pueblo de Cassis, donde Bill lleva a Allison durante una salida juntos (como parte de un programa especial de puesta en libertad ideado para ayudarla a reintegrarse nuevamente en la sociedad, le permiten salir de prisión un día al mes). Allison se zambulle en el agua mientras Bill se queda en la costa.
“Fue una de las cosas que más me gustaron del guion cuando lo leí, que, cuando le dan un día de permiso, decide ir a nadar, porque siempre me ha gustado estar en el agua”, comenta Breslin. “El mar es mi lugar favorito. Creo que, en ese momento, lo único que quiere es sentirse en paz. Es consciente del hecho de que su padre ha mentido. Han pasado cosas. Tiene a esas dos personas que no son su novia, ni su hija, pero son algo a medio camino. Creo que el hecho de meterse en el agua para ella es casi como si se estuviera purificando, dejando atrás lo que la ha estado persiguiendo durante años”.
Damon agrega: “Marsella es una ciudad increíblemente hermosa y luego sales de ella, y te encuentras las Calanques, que son como unos cañones asombrosos que el agua ha horadado a lo largo de los años. Espero que la película parezca una oda a Marsella, porque es un lugar verdaderamente especial”.
Aunque la producción contrató a un equipo de rodaje francés para trabajar en las localizaciones de ese país, también se llevaron allí a algunos estadounidenses y canadienses. A efectos prácticos, eso supuso que, tanto los miembros franceses del equipo como los de habla inglesa, incluidos el director McCarthy y los actores, tuvieron que aprender a comunicarse eficazmente entre ellos. “Fue un proceso y una fusión de estilos”, comenta McCarthy. “Cuando empezamos a entendernos, lo que probablemente llevó un par de semanas, todo fue sobre ruedas. Había gente en el set de rodaje a quienes les decía algo en inglés y entonces me daba cuenta de que no me entendían ni una palabra. Así que tuvimos que reajustarnos y replantearnos cómo íbamos a comunicarnos”.
Para Cottin, el reto consistió en asegurarse de seguir las indicaciones que le hacía su director estadounidense. “Me resultó un poco difícil al principio, porque me encontré con una experiencia que no había vivido nunca cuando Tom se puso a dirigirme”, recuerda. “Siempre estás un poco nerviosa al principio de un rodaje, cuando un director te pide que hagas algo, pero el reto aquí estaba también en entender exactamente qué era lo que me estaba pidiendo. Pero luego me acostumbré a ciertas expresiones y jerga que utiliza con frecuencia”.
“Es muy exigente”, comenta Cottin sobre McCarthy, “pero eso, como intérprete, hace que confíes en él. De ese modo, puedes dejarte llevar y limitarte a ir donde él quiere que vayas. A veces decía: ‘No pienses. No pienses’, y entonces necesitaba confiar en él y en mí misma. Le encanta lo que hace y su entusiasmo te da alas”.
Breslin también tiene palabras de elogio hacia su director. “Lo que me gusta de trabajar con Tom es que esta es una película muy seria, pero, cuando llegas al set de rodaje, se muestra muy alegre”, sostiene. “Cuando ya nos metemos en las escenas, todo cambia. Como intérprete, cuando se trata de un momento muy emotivo, quieres sacarle todo el jugo, y es genial, porque te da el espacio que necesitas para hacerlo. Entiende que lo principal de la película es la historia y quiere centrarse en eso. También es increíble porque puedes probar cualquier cosa. Se le dan estupendamente los pequeños detalles del personaje”.
Damon y Siauvaud tenían su propia barrera del idioma que superar, pero la pareja no tardó en desarrollar un entendimiento que iba de algún modo más allá de las palabras. “Con Matt, tuve a un traductor presente para ayudar, pero también nos comunicamos por gestos”, explica Siauvaud por medio de un traductor. “Tenía uno para cuando tenía hambre, y Matt decía: ‘Ah, vale, vamos a por algo de picar’”. Damon prosigue: “Con Lilou y conmigo, solía haber alguien que pudiera hacernos de traductor si necesitábamos hablar, pero tengo hijos de su edad, así que me resultó completamente natural pasar el rato con ella. No deja de ser una niña, así que la traté como tal. Es una pequeña de ocho años maravillosa”.
Aunque la mayor parte de la película se rodó en Marsella, el equipo de rodaje también pasó por Oklahoma City y localidades de alrededor para filmar las escenas ambientadas allí, entre ellas el principio del filme. “Abordamos Oklahoma del mismo modo que Marsella: filmando en lugares reales, iglesias y tiendas”, explica King. “No recreamos Oklahoma en algún otro lugar. Tiene un aspecto totalmente distinto a Marsella. Es bastante plana, mientras que Marsella es una ciudad de colinas. En Marsella, todo gira en torno al mar, mientras que Oklahoma no puede estar más lejos del agua”.
Chasin agrega: “Tom aporta al proyecto una verosimilitud total. Su fuerza de voluntad es la razón por la que esta película tiene el aspecto que tiene. Su lucha por rodar en Marsella y Oklahoma, en los lugares reales donde se ambienta la historia, era una batalla que valía la pena librar. Tiene un ojo estupendo para lograr que todo parezca real y creíble, lo que en definitiva ayuda a la historia. Pone el listón muy alto y todos cuantos lo rodean dan la talla. Creo que esa es la diferencia entre bueno y grande”.
La enorme reputación artística de McCarthy y su compromiso con la excelencia le permitió atraer al compositor ganador del Óscar Mychael Danna (La vida de Pi) al proyecto. Juntos, la pareja habló de crear una banda sonora para el filme que realzara la resonancia emotiva de la narración, a la vez que trataba directamente los detalles del viaje transformador que realiza Bill. “Tom y yo trabajamos duro para diseñar una banda sonora que nos envolviera y nos sumergiera sutilmente, junto con Bill, en —lo que es para él— un mundo desconocido y nada familiar”, explica Danna.
Conocido por incorporar elementos electrónicos a las bandas sonoras que compone, Danna adoptó un enfoque similar con CUESTIÓN DE SANGRE. En las primeras escenas ambientadas en los Estados Unidos, predominan las guitarras y baterías mientras que, cuando Bill se encuentra en Marsella, lo hace la música tradicional del Norte de África —adornada con sonidos electrónicos— que salta al primer plano para reflejar la vitalidad de la ciudad francesa. “La película es un sofisticado thriller en el provocador marco de un choque de culturas: los Estados Unidos más conservadores y el sur de Francia sumamente multicultural”, explica Danna. “Prácticamente toda la acción se desarrolla en Marsella, pero Bill empieza la historia completamente inmerso en su propia cultura, la de un operario de plataforma petrolífera conservador de Oklahoma, y eso es algo que lleva consigo a Marsella. Los sonidos muy diferentes de un mundo muy distinto no tardarán en infiltrarse en su vida y en la banda sonora”.
Sin embargo, el eje central emocional de la historia se refleja en los sonidos de piano y una orquesta de cuerda (las partes orquestales de la partitura se grabaron en los famosos estudios Abbey Road de Londres). Aun así, la instrumentación nunca resulta tosca, sino que las composiciones de Danna se mantienen en sintonía con el tono naturalista y sobrio que evoca McCarthy en CUESTIÓN DE SANGRE. “Como cabe esperar del estilo de escritura de Tom, la historia no tiene una resolución sencilla, no hay un final fácil que se pueda definir como feliz o triste”, aporta Danna. “Considero que la banda sonora fue capaz de transmitir ese final sutil, casi como de fábula, que en mi opinión es una cualidad de las mejores películas”.
Encontrar los vínculos que unen Oklahoma y Marsella —y la gente que vive y ama en esos espacios— es el verdadero fondo de CUESTIÓN DE SANGRE, según explica McCarthy. “Entender de verdad esas dos realidades, tanto individualmente como en relación una con otra, fue lo que nos permitió planear la película y el viaje de Bill, que en definitiva no dejar de ser un viaje emocional, aunque contado mediante una historia y unos lugares. Como director, como narrador, quiero que los espectadores se pierdan en la historia, se sorprendan, se conmuevan —y tal vez también un poco que piensen en quiénes son y cómo se sienten con respecto al mundo y al país en el que vivimos ahora mismo”.
“En esta película no se juzga mucho a nadie”, concluye McCarthy. Ofrece más preguntas que respuestas. Tal vez sea ahí donde debamos empezar si pretendemos tener alguna posibilidad de seguir adelante ahora mismo como país, como una casa no dividida”.
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