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NOTAS DEL DIRECTOR...
“Fin de año. Un hombre y una mujer separados. Cada uno en un sitio distinto de una misma ciudad. Todo el mundo festeja la llegada de este nuevo año, excepto esas dos almas solitarias que esta noche se echan de menos más que ninguna otra noche.
Y, de pronto, la decisión de uno de ellos de ir en busca del otro corriendo por las calles...
Este es el final de El apartamento de Billy Wilder. También es el final de Cuando Harry encontró a Sally de Rob Reiner y el final de Manhattan de Woody Allen.
Y este final de otras películas es el comienzo de Sexo fácil, películas tristes. (Como en esa gran película sobre un guionista, Los viajes de Sullivan de Preston Sturges, Sexo fácil, películas tristes también comienza con un final).
Siempre me han interesado los géneros y aquellos elementos que los componen. Esas escenas fundamentales que hacen al género reconocible y que los espectadores esperan (y aceptan) como convención. Por eso supe desde el principio que Sexo fácil, películas tristes hablaría sobre un género en particular y que jugaría con sus convenciones: la comedia romántica.
La pregunta que se plantea la película es si es posible escribir una comedia romántica cuando la experiencia amorosa del que la escribe es un desastre. Porque la película tiene dos partes: realidad y ficción (o “vida” y “cine” si es que pueden ser lo contrario). La “realidad” transcurre en Buenos Aires y la “ficción” transcurre en Madrid. Los protagonistas son Ernesto Alterio, Quim Gutiérrez, Marta Etura y Julieta Cardinali. El reparto se completa con Carlos Areces y Bárbara Santa Cruz (en la parte española) y Luis Luque, María Alché y Mónica Antonópulos (en la parte argentina). Creo, sin exagerar, que no podía haber mejores actores en el mundo para cada uno de estos personajes.
Rodamos la película entre Buenos Aires y Madrid. También algunas escenas en París. En Buenos Aires está Pablo (Ernesto Alterio) que será el que tenga que lidiar con una vida que juega en constante oposición a los mandatos de la comedia romántica que él está escribiendo y que transcurrirá en Madrid.
Un Madrid soñado por Pablo desde Buenos Aires en el que viven y se enamoran Víctor y Marina (Quim Gutiérrez y Marta Etura). Un Madrid construido de acuerdo al género que representa su historia (como el Central Park de Woody Allen, aquí habrá caminatas por el Parque del Oeste). Y un Madrid que pone en escena aquella frase de Billy Wilder sobre la escritura: siempre escribir en antítesis a los estados anímicos (la comedia en los períodos depresivos, el drama en los momentos alegres).
Por eso es que Sexo fácil, películas tristes es una comedia romántica. Pero también es todo lo contrario. Porque las mejores películas son aquellas que, como la vida, no tienen un género único”.