|
SINOPSIS
En el principio de la Primera Guerra Mundial en Inglaterra, un grupo de mujeres comienzan una serie de protestas pacíficas, volviendose cada vez más violentas, cuyo único propósito es el de convertirse en sufragistas. El grupo está dispuesto a perderlo todo con tal de ganar los derechos a la igualdad...
INTÉRPRETES
CAREY MULLIGAN, MERYL STREEP, HELENA BONHAM CARTER, BEN WISHAW, BRENDAN GLEESON, ROMOLA GARAI, ANNE-MARI DUFF, SAMUEL WEST, GEOFF BELL, MORGAN WATKINS
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CRITICA
TRÁILER
BANDA SONORA
CLIPS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
La directora Sarah Gavron albergaba desde hacía tiempo el deseo de hacer una película sobre el movimiento sufragista: «El término suffragette [«sufragista»] lo acuñó la prensa británica para mofarse de las activistas del movimiento por el sufragio de las mujeres. Después, el término fue asimilado por el propio movimiento. Las sufragistas interrumpían las comunicaciones cortando los cables del telegráfo, volaban buzones de correos y atacaban propiedades, y, cuando iban a parar a la cárcel, se ponían en huelga de hambre para llamar la atención pública sobre su causa por la igualdad contra un Estado cada vez más brutal. Me sorprendió que esta historia tan extraordinaria y poderosa nunca hubiera sido contada en el cine. Éramos un grupo de mujeres cineastas y enseguida nos sentimos atraídas por el tema».
Cuando Gavron debutó con su aclamada Brick Lane en 2007, encontró a sus almas gemelas en las productoras de la película, Alison Owen y Faye Ward, así como en su guionista, Abi Morgan. Owen recuerda: «Yo estaba hablando con una amiga sobre las películas centradas en mujeres, sobre los pocos grandes papeles que había para ellas, y en caso de haberlos, sobre el hecho de que siempre estaban rodeadas de hombres. Nos preguntábamos por qué nadie habría hecho nunca una película sobre las sufragistas. En el Reino Unido, el movimiento sufragista no tenía la imagen puritana que tenía en Estados Unidos, donde estaba estrechamente relacionado con el Movimiento por la Templanza. Aquí era algo mucho más combativo, más parecido a una guerrilla. ¡Era un tema que valía la pena! Descubrir que Sarah Gavron, con quien había trabajado en Brick Lane, compartía conmigo su pasión por este tema fue un regalo del cielo. Enseguida nos pusimos a preparar el guión, con el apoyo de Film4, Focus Features y el BFI [Instituto de Cine Británico]».
«Esta parte tan importante y aun así desconocida de nuestra historia reciente, junto con el deseo y la pasión de Abi, Sarah, Faye y Alison por contarla, hizo que no dudáramos ni un segundo en embarcarnos en el proyecto. La historia que se iba desarrollando era indignante, conmovedora e impactante a partes iguales... una historia que, desgraciadamente, en muchos aspectos sigue teniendo vigencia 100 años después», comenta Rose Garnett, directora del equipo creativo de Film4.
Ben Roberts, director del Fondo Cinematográfico del BFI, dice: «De vez en cuando nos llega un proyecto como Sufragistas, y todas las piezas encajan maravillosamente. Ésta es una historia muy importante sobre la acción social y el cambio político que no queda “sofocada” por la transcendencia de las cuestiones que aborda. Abi elaboró su guión con grandes dosis de tensión, sentimientos y momentos emocionantes. La determinación de Sarah, Faye y Alison nos dio la confianza de que teníamos los ingredientes necesarios para convertirlo en una gran película, y el reparto que eligieron es una prueba de ello. Sufragistas es un gran ejemplo de nuestro compromiso con el cine británico, de que apoyamos a los cineastas de talento así como historias heterogéneas con potencial para dejar huella en el público, y, en ocasiones, ser un verdadero motor de cambio».
Se tardó varios años en encontrar el argumento de Sufragistas, y el guión tomó su forma definitiva cuando Pathé decidió financiar y distribuir la película en 2014, introduciendo también a Ingenious como inversor. «Lo que me atrajo inmediatamente del proyecto fue su visceralidad», recuerda Cameron McCracken, productor ejecutivo y director ejecutivo de Pathé UK. «No es un drama de época nostálgico, que celebra discretamente lo lejos que han llegado las mujeres, sino un impactante recordatorio de los sacrificios que se hicieron las sufragistas y de lo lejos que aún tienen que llegar las mujeres en su lucha por la igualdad.»
Sobre las aspiraciones creativas del equipo, Gavron explica: «Nos interesaba contar la historia de una mujer trabajadora en 1912. Investigamos a fondo, devoramos diarios y memorias no publicados, archivos policiales y textos académicos. Luego creamos a Maud, un personaje ficticio, pero representativo, que participa en acontecimientos reales cuando su camino se cruza con el de algunos personajes históricos clave, como Emmeline Pankhurst, Emily Wilding Davison y David Lloyd George».
La idea de una mujer transitando un momento concreto de la historia atrajo la atención de Morgan, que acababa de escribir el guión de dos películas basadas en personajes históricos: La dama de hierro (sobre Margaret Thatcher) y The Invisible Woman (una historia de amor en torno a Charles Dickens).
«Yo no quería escribir una película biográfica sobre un personaje histórico», reconoce Morgan. «Pero pensé, ¿cómo se puede explorar el movimiento sufragista sin tener como figuras principales a Emmeline, Christabel y Sylvia Pankhurst? Entonces decidí que el enfoque más interesante sería reflejar el movimiento a través de los ojos de una mujer corriente y desconocida, explorar cómo la injusticia puede radicalizar a la gente, cómo las personas pueden sentirse atraídas por el fundamentalismo y estar dispuestas a sacrificarlo todo por un ideal.»
Pero Morgan tardó un tiempo en encontrar la historia de Maud. «Las buenas películas siempre requieren decidir qué cosas descartas, y a veces tienes que soltar lastre, sobre todo con un tema tan vasto como éste», comenta. «La investigación fue fascinante, y me desvié de la trama muchas veces. El primer borrador del guión trataba sobre todo de Alice, una mujer de clase acomodada a la que interpreta Romola Garai. Aunque era un personaje fascinante, quedaba como apartada de las mujeres trabajadoras. Fue Sarah quien, muy inteligentemente, me encauzó al decirme: “A mí me parece que el personaje más interesante es el de Maud”.»
Maud, una mujer joven y casada que trabaja durante incansables horas en una lúgubre lavandería Bethnal Green bajo la lasciva mirada de su propietario, Taylor (Geoff Bell), dio a las creadoras la oportunidad de trazar un conmovedor argumento que no quedara constreñido por los hechos reales.
«Eso significaba que podíamos hacer algo que resultase muy cercano al público», explica Gavron. «Maud es un personaje que vive emociones y experiencias que todos podemos comprender.»
«Abi estudió montañas de documentos, a partir de los cuales creó un retrato auténtico de una mujer de su tiempo en el despertar de su conciencia política.»
Al principio, Maud, interpretada por Carey Mulligan, se resiste a convertirse a la causa sufragista. Tiene miedo de ponerse frente a una multitud y de poner en peligro su trabajo y la estabilidad de su hogar. Pero poco a poco, y de una manera no poco traumática, se siente instada a participar en la valiente y peligrosa lucha por el derecho al voto femenino y la igualdad entre hombres y mujeres. Para ella, al igual que para muchas sufragistas, esa participación tuvo un alto precio.
Saber que ésta era una época de la historia sobre la que se sabía muy poco y apenas se había contado nada, y menos aún en el cine, fue lo que animó a las cineastas. «Nos sorprendió lo adelantadas que estaban aquellas mujeres a su tiempo», dice Gavron. «Rompieron todos los tabúes y convenciones sociales. Nos dimos cuenta de que la gente de ahora tenía muy poca información al respecto. En cierto modo, se ha ocultado. No se enseña en las escuelas, y no hay mucha consciencia sobre los límites a los que llegaron las sufragistas, con la colocación de explosivos y los ataques a la propiedad, ni sobre la brutal respuesta de las autoridades, con las palizas de la policía y la alimentación forzosa en las cárceles. Parecía una historia jamás contada.»
Carey Mulligan apostilla: «Es una guerra que lucharon por nosotras, ahora somos nosotras quienes nos beneficiamos de eso, pero en realidad sabemos muy poco sobre el tema».
«Para nosotras era imprescindible que la película se dirigiera a un público amplio», explica Faye Ward, una de las productoras, «y que su vigencia disipara cualquier sensación de ser una historia anclada en el pasado».
Los colores del movimiento sufragista, morado, blanco y verde, se entrelazan a lo largo de toda la película. Las sufragistas se dieron cuenta rápidamente del poder que tenía el por aquel entonces incipiente arte de la publicidad, y crearon una «marca» que les resultó muy útil como herramienta propagandística.
La diseñadora de producción, Alice Normington, explica: «Utilizamos una paleta tenue de tonos morados y verdes en los universos femeninos de la película. La WSPU (Unión Política y Social de las Mujeres), la farmacia, incluso la casa de Maud son universos habitados por las sufragistas, y por eso quisimos aportarles un tono ligeramente más cálido. Sarah y yo nos pusimos muy conceptuales, y nos dimos cuenta de que también eran los colores de los golpes, y que ellas eran mujeres golpeadas. Así que elegimos una paleta de colores a tono con aquella idea.
«En contraste, en los universos controlados por hombres, como la lavandería, la cárcel y la comisaría, intenté eliminar la calidez para que resultaran grises y fríos.»
El equipo insistía en que Sufragistas no tuviera el aspecto ni el sabor de un típico drama de época. Querían situar los acontecimientos de 1912 y 1913 en un contexto moderno. El director de fotografía español Edu Grau, que había trabajado en Un hombre soltero, de Tom Ford (y que tuvo que superar su repulsión por el color verde), rodó en Super 16, llegando a usar hasta cuatro cámaras de mano simultáneamente.
«Los actores nunca sabían muy bien cuándo la cámara los estaba grabando», explica Gavron. «Eso aportó naturalidad a las interpretaciones, y una energía especial a la puesta en escena. La película tiene mucha acción, que no es lo que se suele esperar de un tema como éste; yo quería subvertir las expectativas en todos los aspectos, y reflejar lo adelantadas que estaban aquellas mujeres a su época.»
Eso se extendía también a las localizaciones donde se rodó la película. «Estéticamente, en algunas películas históricas, su historicidad es como un personaje en sí mismo, está muy presente», explica Ward. «Pero Sarah y yo queríamos que simplemente fuera el mundo en el que viven nuestros personajes. Eso implicaba encontrar localizaciones que permitieran que la vida “sucediera”, que no primara el contexto sobre la acción.»
No obstante, encontrar localizaciones auténticas en el East End londinense fue todo un reto. Los suburbios hace mucho que no existen, ya que fueron destruidos por la aviación alemana durante la Segunda Guerra Mundial, y los promotores del siglo XXI han transformado en lofts y oficinas de lujo la mayoría de los edificios que aún se conservaban. El equipo rastreó el país en busca de una hilera de casas adosadas estilo Regencia para hacerla pasar por una calle del centro de Londres, para la escena inicial de la rotura de escaparates.
«Se tarda días en preparar una gran secuencia de acción, así que al principio pensé que lo mejor sería encontrar algún sitio en el que pudiéramos cortar una calle y tener un control total», explica Ward. «Acabamos volviendo al mejor sitio posible desde el punto de vista creativo, que era Cornhill, en la City de Londres, justo en mitad de la ciudad, pero con un control limitado. Así que tuvimos que rodarlo todo en un solo día. El departamento artístico trabajó toda la noche del sábado, rodamos el domingo y luego recogimos. Fue un trabajo duro.»
La dramática escena del derby se rodó en tres días en el Hipódromo Real de Windsor, con unos 350 extras y 15 caballos de carreras. «Como productora, a veces prefiero pensar de modo práctico, y dividir la tarea en sus elementos básicos, en lugar de dar un paso atrás y ver que la envergadura de la misión la hace casi inviable. Eso puede llegar a paralizarte.»
El equipo encontró su sórdida lavandería del East End en Harpenden, en el condado de Hertfordshire, al norte de Londres. La lavandería es un elemento central de la película, un entorno opresivo y hostil.
«Cuando ves fotografías de las lavanderías de la época, son pura represión», observa la guionista de la película, Abi Morgan. «Desde fuera, lo que se ve son mujeres muy aseadas, bien avenidas y organizadas, suavizando, limpiando, planchando y eliminando las manchas de la vida, pero en realidad lo que hay detrás es una especie de esclavitud. El hecho de que no les pagaran lo mismo que a los hombres y de que trabajaran jornadas interminables en un entorno terriblemente insano era un telón de fondo magnífico para nuestra historia. La lavandería era un lugar donde las mujeres cambiaban la esclavitud del hogar por la esclavitud del trabajo.»
«Lo primero que lees en el guión es la secuencia de la lavandería», explica Normington. «Desde un punto de vista visual y evocador, la lavandería me interesó desde el principio, y casi no necesité leer el resto del guión para saber que quería hacerlo. Además, nunca antes había visto una gran lavandería de vapor en una película. Sabíamos que teníamos que crear las lavadoras, porque ya no existen. Por suerte, Barbara Herman-Skelding, mi decoradora de set, había trabajado en Philomena y ya había construido barreños para el decorado.»
Tomando como referencia una gran cantidad de fotografías, Normington encontró un almacén desocupado donde el equipo tendría un control creativo total. Cuando el rodaje terminó, los propietarios del edificio decidieron convertirlo en un skate park. Se construyó un entresuelo, una pasarela metálica y una oficina sobre una plataforma elevada, y luego se llevaron las máquinas.
'Sufragistas' tiene el honor de ser la primera película cuyo equipo ha accedido a la Cámara de los Comunes del palacio de Westminster. Eso fue gracias a la tenacidad de la directora de localizaciones, Harriet Lawrence, y a la increíble coincidencia de que la Cámara de los Comunes había decidido abrir sus puertas para el rodaje de películas en la primavera de 2014.
Gavron comenta: «Éramos el primer equipo de rodaje que entraba allí, y liamos un buen follón en el patio central, con cientos de actores secundarios, caballos y especialistas. Fue maravilloso estar allí, recreando un momento histórico en el mismo sitio donde tuvo lugar».
Del universo de la clase obrera del East End al corazón del Estado británico, en el palacio de Westminster, pasando por el esplendor del estilo Regencia del West End, el equipo creativo de Gavron sabía lo que ella buscaba. «Queríamos crear algo que fuera muy real, que no estuviera glamurizado», explica la directora. «Yo quería que fuera visceral y que conectara con la gente de ahora, que resultara casi moderno en su estética, pero con todos los detalles de la época.»
El maquillaje, la peluquería y los trajes de los personajes, que reflejan la búsqueda de autenticidad de Gavron, plantearon un reto interesante a la diseñadora de maquillaje y peluquería, Sian Grigg.
«No teníamos la presión de tener que hacer que las chicas estuvieran guapas, pero sí la de que su aspecto fuera el “correcto”, explica Grigg, que había trabajado con Mulligan en Lejos del mundanal ruido. «El problema es que Carey está guapa sin una gota de maquillaje, así que tuvimos que trabajar para que no tuviera un aspecto tan bueno. Hay que ser muy valiente para hacer eso: te preocupa la idea que el público sea capaz de sentarse a mirar unos personajes que no tienen muy buen aspecto. Pero la iluminación de Edu es tan bonita y suave que podría decirse que les aporta una especie de maquillaje. Suaviza todas las aristas.»
La diseñadora de vestuario, Jane Petrie, recurrió siempre que pudo a trajes originales. «Todo tenía que ser funcional y realista», explica Mulligan del vestuario de Maud. «Toda su ropa tenía que ser de segunda, tercera o incluso cuarta mano. Es una mujer que jamás ha soñado con estar a la moda.»
Para poder vestir a los más de 300 extras, además de a los protagonistas, Petrie recurrió a empresas de vestuario de Londres y París. «Cogimos todas las prendas originales que pudimos, y las reutilizamos una y otra vez», explica. «Por ejemplo, todos los sombreros se utilizaron cuatro veces, para escenas como el entierro, el derby y el palacio de Westminster.»
Petrie y Grigg también trabajaron mano a mano para realzar de una manera sutil las diferencias de clase entre las mujeres de la película. «Queríamos mostrar que unas mujeres eran pobres y otras vivían de manera acomodada. Por ejemplo, el maquillaje de Helena Bonham Carter tiene un mejor aspecto, ya que Edith trabaja en una farmacia», observa Grigg.
«Las chicas que viven hacinadas en edificios de apartamentos y trabajan en la lavandería tienen un aspecto más adusto y oprimido, con bolsas bajo los ojos, las manos rojas de lavar y el pelo sucio de meses», continúa diciendo Grigg. «Todo se ve muy real, porque las actrices se han esforzado y han sido lo suficientemente valientes como para no cubrir sus imperfecciones.»
Petrie tuvo que confeccionar ropa especial para Edith, el personaje de Bonham Carter. «La experiencia que vive Edith requería que hiciéramos algunas prendas de batalla», explica. «Ella es una mujer muy divertida, porque forma parte del sector militante del movimiento, y queríamos que llevara pantalones. Cuando sale a poner explosivos, lleva los calzones de su marido. Además, enseña jiu-jitsu, es evidente que ha viajado, y tiene muchos otros rasgos interesantes que, como diseñadora de vestuario, resultan irresistibles de explorar. Queríamos mostrarlos, pero no de una forma exagerada.»
El look de Edith contrasta con el estilo eduardiano y más rígido de Meryl Streep, en el papel de Emmeline Pankhurst. «Pankhurst tiene un estilo muy eduardiano, pero también influenciado por el movimiento Arts and Crafts», explica Petrie. «Hay muchos adornos bordados, ¡siempre lleva algo colgando! Por supuesto, tuve que limitar todos esos elementos hasta cierto punto, porque no quería que desviaran la atención de su discurso. Buscábamos feminidad y suavidad, así que nos centramos en su silueta, en las grandes mangas que llevaba. Todo eso lo habíamos visto en el material de referencia, aunque lo atenuamos un poco.»
A medida que Maud se va implicando más en el movimiento, su vestuario se amplía, y luce prendas que le regalan o le prestan sus nuevas amigas, que pertenecen a todas las clases sociales.
«No hubo una auténtica mezcla social hasta que llegó el activismo», explica Mulligan. «Fue la primera vez que mujeres de distintas clases se relacionaron verdaderamente, y se hizo con un auténtico sentido de hermandad y generosidad. Esa influencia también se refleja en la ropa de Maud. En cierto modo se convierte en una mujer, en alguien con voz propia, que puede hablar por sí misma.» Hasta entonces las mujeres de clase media y alta habían dominado el movimiento sufragista, hasta que se dieron cuenta de que tenían que movilizar a todas las mujeres de la sociedad sin excepción: necesitaban activistas de a pie, independientemente de su extracción social o su educación.
Mulligan apostilla: «Las mujeres de clase trabajadora empezaron a organizar mítines, a hablar y a ser oídas por primera vez. Se rompieron muchas reglas establecidas».
Grigg y Petrie se aseguraron de que siempre hubiera unas cuantas mujeres de aspecto moderno y andrógino en cada escena en la que apareciera una multitud de sufragistas.
«Las sufragistas pertenecían a clases sociales y esferas profesionales muy diversas, pero todas tenían en común el ser mujeres», explica Grigg. «El personaje de Helena nunca habría sido amiga del de Carey si no les hubiera unido esta causa común.»
«Cuando leí el guión, lloré», continúa diciendo. «Me sentí orgullosa, sentí muchas emociones. Hasta entonces no tenía ni idea de lo duro que habían luchado aquellas mujeres por nosotras, y de lo mucho que tuvieron que sacrificar hace cien años. Es increíble. No es de extrañar que no sepamos mucho de ellas, porque la prensa de la época no informaba mucho sobre el tema. Nadie debía enterarse del trato tan terrible que recibían.»
«Esta película va sobre las mujeres. Sobre la lucha por ser escuchadas, por tener voz», explica la productora Faye Ward. «Pero, por supuesto, su mensaje resulta relevante para todos, tanto mujeres como hombres, para cualquiera a quien le interese la justicia social y la igualdad, y la necesidad de todos los seres humanos de sentirse valorados.»
«Creo que la palabra “feminista” se convirtió en un insulto durante mucho tiempo, era algo muy mal visto, y no debería», comenta Abi Morgan. «Creo que esta película habla de recuperar a nuestra feminista interior, nuestra sufragista interior, y de ponerla de relieve. Creo que a todas las mujeres que trabajamos en ella nos ayudó a reconectar con el largo linaje de mujeres de nuestra propia familia.»
Para Morgan, una de las cosas más difíciles de expresar fue la demoledora sensación de desigualdad que experimentaban las mujeres sobre las que escribía.
«Me hizo darme cuenta de lo poderosas que somos las mujeres de mi generación, y de que quizá, en muchos sentidos, seamos la primera generación de mujeres con poder», reflexiona. «Pero también soy consciente de la desigualdad y el sexismo que aún reinan, aunque de una forma menos patente en el mundo occidental, pero desde luego están ahí en otras partes del mundo, como por ejemplo Nigeria, Pakistán y Oriente Medio.»
«En el Reino Unido también es necesario que las mujeres se impliquen en la política y voten. Eso también lo tuve muy en cuenta a la hora de escribir el guión.»
Tal y como dice Mulligan: «La nuestra no es una película sobre una época pasada que ya no nos incumbe. No trata sobre un hecho histórico, sino sobre un movimiento de vocación universal que aún continúa vigente».
GALERÍA DE FOTOS
https://cineymax.es/estrenos/fichas/118-s/97092-sufragistas-2015#sigProId07a3aa246f